Partida Rol por web

La batalla del Estrecho fue a nivel de tropas, no de Reino. Apenas representaba Estrés los barcos que perdieron (igual que para Ungol y para ti). Lo del mes 1 no lo recuerdo ahora, pero no tengo apuntada ninguna casilla de Estrés Militar. Sí que tienen marcado 2 de Estrés de Crédito por la campaña que hiciste para quitarles activos.

El rey enano no estaba contento con aquel acuerdo, y no dudó en absoluto en hacérselo saber a Lord Feldegast. Le pidió que le acompañase a ver los cañones, y esos apuntaban todos hacia el ejército de Nueva Isolde.-Si por mí fuera, os daría los cañones que pedís, pero creo que no quedaríais muy contentos con el resultado.-a Tolgur no le faltaban ganas de arrasar a aquello pequeños oportunistas, sin embargo, debía mejor en el bien de los suyos. Tener un ejercito descontento en su retaguardia era algo que no le apetecía en absoluto.-En lugar de dinero o cañones os ofreceré agua, algo mucho más valioso en esta sequía. Organizad una caravana y enviadla a Khazalid Ungol, allí se os abastecerá por orden mía. Recordad Lord Feldegast un enano siempre cumple su palabra, y si Nueva Isolde no cumple con esa neutralidad que tanto le preocupa. Entonces, y solo entonces, podríamos tener problemas.-era todo un logro para el rey enano hacer ese tipo de amenaza velada. Pero si con eso tenía un problema menos del que ocuparse se daría por satisfecho.

Ok, leo que si les dejo a cero de estrés, se rinden con las condiciones que yo imponga (modificación del aspecto).

 Pero me surge otra duda leyendo FATE Reinos y FATE Condensado. ¿Puedo seguir tirando contra los piratas con -1 de Poder? No me queda claro en las normas si los combates son a tirada única o hasta que uno se rinde o cae derrotado.

¡Gracias! Y perdoname por marearte tanto con mis turnos.

El delegado animalio negó con la cabeza.

- La respuesta sigue siendo la misma. Como he dicho ningun barco militar de una nación extranjera navegará aguas de nuestro reino. Y no creo que los duques y la suma sacerdotisa dieran su beneplacito a que Animalia pidiera ayuda para algo que podría considerarse un asunto domestico.

Se quedó pensando unos momentos.

- Solo se me ocurre una solución, como he dicho dadnos su posición, los empujaremos hasta fuera de nuestras fronteras y allí podreis hacer lo que creais conveniente.

El Cónsul del Mar asintió a las palabras de Botán, pero no estaba nada convencido. Aunque no había más opciones. Normal que en Tarsi le tomaran cada vez menos en cuenta...no era capaz de abrirse paso ante la terquedad y tenacidad de los Animalios. No como antes.

Está bien, el tiempo apremia y hay que ser realista. Transmitiré a Nautí que no tienen permiso para entrar al archipiélago, que esperen fuera a los piratas. No tardéis en sacarlos de su agujero. Como os he dicho, se esconden en los islotes entre Animalia y Elengor.

Faun se despidió de Botán según la costumbre local. Sobre la disculpa pública, veré qué puedo hacer. Conseguir ciertos "beneplácitos" en Tarsi tampoco es fácil.

- ¿Sabéis que es lo bueno del oro, rey Tolgur? Que permite comprar agua. Pero también otras cosas, si tuviéramos necesidad.- dijo el conde con una media sonrisa.- No necesitamos vuestra agua, tenéis las dos cosas que Nueva Isolde está dispuesta a aceptar como peaje: oro contante y sonante, o acero de vuestros cañones. Vos podéis decidir de cuál de las dos preferís desprenderos.

-Me parece excelente que llegamos a un acuerdo, pero eso de los prospectores preferiría que fuese luego... Doragon quiere mantener la existencia de la mina lo más oculta posible hasta dar con ella, pero una vez esté en nuestras manos serán los primeros en enterarse para poder visitarla: además, entenderemos que no quieran iniciar el proyecto hasta que tengamos el oro, pero al menos podemos acordar el silencio de ambas partes respecto a lo hablado aquí, ¿cierto? -con una sonrisa de sincera satisfacción, Wilhelm extendería una mano a Rurik esperando poder cerrar el trato con un estrechamiento.

- Claro, podéis contar con nuestra discreción. Esperamos ansiosos la oportunidad de colaborar en el futuro, hacednos saber cuando podamos visitar esa mina vuestra.- asintió el gnomo, estrechando la mano del doragoniense.

El Rey estaba lo debidamente molesto como para no querer discutir más.- Se hará en oro, y a su debido momento, ahora largaos de mi vista si no queréis probar de primera mano los cañones que tanto anheláis. ¡Dad la orden, en marcha! Ya hemos perdido demasiado tiempo con tanta palabrería.-los enanos tenían palabra, todo el mundo lo sabía, pero no iba a entregar un pago por adelantando. Mucho menos ante un ejército menor, el cual podría traicionarle en mitad de la campaña, una vez hubieran acabado con Tarsi el ejército enano se replegaría y entonces Nueva Isolde vería su pago.

La batalla se resolvió a favor de Tarsi, y eso que los piratas realizaron una emboscada bien planteada y ejecutada. Pero la superioridad numérica fue el factor determinante, jugando los doragonianos un papel fundamental. Se les sabría recompensar. Por el momento, tenían el botín de aquella batalla a su disposición.

Al caer la noche, los piratas dieron por perdido el combate y los pocos barcos supervivientes aprovecharon la oscuridad para disgregarse.

Nautí estaba agotada, como sus marineros, pero un último dilema se planteaba ante ella. ¿Perseguirles hasta hundir al último de ellos? ¿O aceptar la victoria en esta guerra?

El titilar de las estrellas iluminaba una escena fantasmagórica en el archipiélago entre Elengor y Animalia.

Barcos destrozados, que parecían navegar por arte de magia, se internaban entre las rocas y los islotes. No llevaban banderas visibles. ¿Piratas?

Tras ellos, a gran distancia pero en clara busca y captura, iban otros en estado aparentemente similar. Pero era mayor su número. Banderas y escudos de Tarsi y otros países se reconocían en varios de ellos.

La noche volvió a quedar en calma... Hasta que salvas de cañones restallaron y fogonazos iluminaron el cielo desde el agua. Nautí había seguido al grueso de los huidos, encontrando el refugio en esta región fronteriza. Sería una batalla sin cuartel. ¿O se rendirían para salvar sus vidas?

- Claro, entendemos perfectamente que no traigáis esa cantidad de oro a una batalla, y estamos dispuestos a esperar a que regreséis a vuestra casa para cumplir con el pago.- dijo Feldegast, inclinando la cabeza.

- Por supuesto, querréis aseguraros que un envío tan importante llega sin incidentes. Por eso, el Gran Duque se ofrece a daros su hospitalidad. Tengo entendido que vuestro hijo os acompaña en esta empresa. Lo acogeremos con todos los honores y disfrutará de todas las comodidades en Nueva Isolde hasta la entrega, para que él mismo pueda supervisar una operación tan importante.

Aquello ya era demasiado, el enano estalló en un gruñido en su lengua natal, ordenando que le cortarán la cabeza a aquel descerebrado bufón. Ningún hombre más de la comitiva sufriría daño. El enfurecido rey cogió por la solapa al segundo de abordo y le pego la nariz a la suya.-Soy el Rey de Khazalid Ungol, mi palabra es ley y es mi honra, dile a tu Rey que el imbécil de Feldegast se ha atrevido a poner eso en duda. Dile a tu rey que ahora tiene la prueba que quería de que mi palabra es incuestionable.-el rey dejaba claro que no iba a rebajarse a los habituales juegos de poder de los humanos. ¡Un rehén! a Feldegast eso le había costado la vida.

Cuando la comitiva fue puesta en libertad se marcharon con una caja envuelta con el mejor lazo, la cabeza del Lord estaba en su interior. Todos los cañones estaban dispuestos y perfectamente alineados en dirección al ejército de Nueva Isolde, ahora la cuantía económica que ofrecían los enanos era la mitad, a causa del insulto a su rey. Y aquellos que había visto lo ocurrido en el campamento estaban totalmente seguros de que el Rey enano no dudaría ni un momento en hacer cumplir sus amenazas, pues su paciencia se había acabado.

Lord Feldegast fue apresado y retenido, y los enanos enviaron a la comitiva que había venido a parlamentar con ellos de vuelta con su ejército, con el mensaje de que hicieran llamar al Gran Duque.

Al día siguiente, el ejército de Nueva Isolde estaba en formación, igual que los enanos en su lado de la frontera. Pero la persona que se adelantó a parlamentar no era el Gran Duque, sino alguien con galones de capitán. Probablemente el segundo al mando de lord Feldegast, quien ahora estaría al cargo del ejército.

- Señores enanos, estas son las condiciones de Nueva Isolde. Liberad ahora mismo a lord Feldegast, conde de Innismir, y abandonad nuestras tierras, y se os perdonará la afrenta.- dijo el hombre. Al parecer, o no habían enviado el mensaje al Gran Duque, o este se había negado a acudir.

El Rey miró con rabia al capitán ¿qué era aquel despecho? ¿cómo se atrevían a hacerle a ÉL ese desplante?. Alzó el martillo en silencio haciendo gestos a sus capitanes, el ejército enano se ponía en marcha, pero no en la dirección en la que Nueva Isolde esperaba.-Tus señores son unos cobardes capitán. Se me exigió un "regalo" y accedí, luego escupieron en mi rostro exigiendo un rehén. Bien, ahora yo tengo el mío y vosotros ninguno. Seguiremos nuestro camino, atacaremos Tarsi y nos reuniremos, luego ese al que llamas Lord volverá a casa embreado y emplumado de pies a cabeza. Pondré exploradores a un día y medio de mis filas, si diviso un solo hombre vuestro os devolveré a mí "invitado" a trocitos.

Decidle eso al pusilánime del Gran Duque.- sin más explicación Tolgur se retiró y se unió al avance de los suyos, estaba totalmente convencido de que el capitán no osaría detenerle hasta haberle ido a llorar a su señor.