No respondió a Devon. Vigilaba a los garous del Clan, temiendo que le arrojaran sobre ellos en cualquier momento. Parecían bastante dispuestos, desde luego. No vio a aquel tipo escupir a Voz de Ptah, porque estaba mirando hacia otro lado, pero escuchó el salivazo y se volvió.
Apartó al metis, interponiéndose entre él y el ofensor con gesto protector, y le dirigió una mirada asesina, enseñando los dientes de Glabro amenazadoramente. No serviría de mucho, seguramente, e incluso podía empeorar las cosas. Pero sentía si no respondía con hostilidad de algún modo, la Rabia le iba a dominar e iban a matarlos. Empujó suavemente a Voz para que siguiese caminando, y también se puso en marcha. No dejó de mirar al Garou hasta que dio unos cuantos pasos y no podía girar lo suficiente el cuello.
- ¡Yo también te quiero, Lyuben! - Contestó Javier a su mirada y su comentario absolutamente fuera de lugar. Despues siguió al Alfa. Su respuesta y su comportamiento en esta situación le habían demostrado porqué era el Alfa. Es capaz de apoyarse en nosotros y darnos la confianza que necesitamos para ser una manada. Al menos le gustó esa idea.
Cuando oyó a su espalda escupir miró al punk sonriente y sintió un profundo desprecio. Tan profundo como el que deben sentir los judíos al oir hablar de la segunda guerra mundial.
- Tranquilo, Voz, - dijo acercandose al metis por detrás, sin interponerse entre Donny y el asqueroso imbecil que había decidido asesinarnos. - todos te preferimos a tí antes que a ese. Al menos tu sabes estar de pie sin que se te escape la saliva de la boca. Vámonos. Sigamos a Devon, lo mejor será irnos a decidir nuestro proceder a un sitio seguro.
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Si lo hace, será más por tus palabras que por mis porros. Aprende a mirar la viga en el propio antes que a buscar la paja en el ojo ajeno.
No debería hacer esto, pero hoy estoy de buen humor.
1. Es mi personaje quien habla, no yo... Yo ni de lejos me parezco a Lyuben.
2. Es un Señor de la Sombra. Su deber es mirar la paja en el ojo ajeno e ignorar sus propios defectos. Es más... en mi ficha apunto que es un creido, que se cree superior a todo el mundo y que opina que es el que hace mejor las cosas. Puedes comprobarlo leyendo mi ficha.
3. No ha dicho nada que deba haber herido a Javier. Lyuben está divagando en alto que antes de pertenecer a un clan de asesinos de lobeznos prefiere crear el suyo propio. Y por si no has llegado a leer mi post entero, creo que he indicado que al mirar a los demás deja de hablar del tema porque sabe que no debe decir esas cosas en alto.
4. Soy novata, pero creo que, diciendo lo que he dicho en mi anterior mensaje, no estoy faltando al Abuelo Trueno, ya que no me he metido con ninguno de la manada que se merezca un total respeto por aprte de Lyuben. Pido opinión a los demás jugadores respecto a esto.
Interpreto al personaje como es, y sino te gusta me parece perfecto, solo interpreta con el tuyo in character para que así sea, pero no pretendas que cambien la forma de interpretar yo al mio criticando mis post en "notas".
Por supuesto que es tu personaje, debería haberlo puesto en un apartado, lo siento si me expresé mal.
El metis alzó las cejas sin entender muy bien lo que había pasado en un principio. Luego sintió la saliva corriéndole por la mejilla y se dio cuenta de que su albinismo no había pasado desapercibido por nadie. Estaba claro que era un metis. Y allí, en aquel Túmulo perdido en la nieve y lleno de Wendigos, no se dejaba pasar el pecado de sus padres como ocurría en Central Park. Los Roehuesos trataban a los metis casi con respeto; aquí los despreciaban abiertamente.
Como no podría (ni quería) contestar sin provocar un enfrentamiento que les sería muy desfavorable, se limitó a mirar profundamente al Garou que le había dedicado aquel insulto.
Penejotizado por la directora
La manada subió por la pasarela sintiendo el frío odio de los Wendigo en su nuca. Pero cuando salieron de la cueva, el frío que sintieron fue peor: se trataba de un gélido viento que anunciaba una tormenta.
La cueva en la que habían dormido estaba prohibida, dado que pertenecía al Clan. Sólo pudieron caminar hasta internarse en un bosque cercano, con los aullidos que lamentaban la muerte de los lobeznos de fondo. En mitad de la noche bajo una luna casi llena, el crepitar de las hojas y el olor del invierno, la manada debía decidir qué hacer y cuándo. Ahora toda la responsabilidad recaía en los hombros de Devon. ¿Sería suficientemente fuerte como para soportarla? ¿Qué harían ahora?