¡Noo Bastián! -piensa Kalonymus- no hagamos sufrir a inocentes por nuestra culpa. Veré como hacer para que este hombre no pierda ni su libertad ni sea maltratado.
Confío en que el propio duque se de cuenta de que se trata de un aldeano cualquiera.
Lo de ser discretos no nos ha salido nada bien xD
El falso duque echa a correr aprovechando la confusión causada por la irrupción del caballero negro en escena (lo que, de hecho, era muy probablemente la idea del susodicho caballero, pese al riesgo para su propia persona), pero un anónimo mozo de cuadras se abalanza sobre él, justo en el momento en que su disfraz se evapora como por arte de magia y Bastian coge a un indefenso y desafortunado campesino con demasiada curiosidad como para anteponerla a su seguridad personal y haberse colocado más lejos de la acción.
-¡Lo tengo, mi señor! –exclama él a la par que tira al suelo al pobre aldeano para a continuación arrastrarlo de los pies y ponerlo ante Heinrich I de Brabante.
El plan de Bastian, improvisado rápidamente para hacerle creer al duque que el culpable está ante él, de manera que no tenga que dar la alarma en el castillo (consiguiéndoos así algo de tiempo para poder huir y recoger las cartas), se ve apoyado por acción de la magia que Kalonymus, ya judío de nuevo, realiza sobre Heinrich aprovechando un instante en el que éste cruza con él la mirada, mientras buscaba a su falso (y desaparecido) doble. Kalonymus comienza a transpirar (o, más bien, transpira más profusamente que antes) por el esfuerzo de lanzar el hechizo sin apenas gesticular o siquiera mover los labios, pero el resultado de unas y otras acciones cristalizan en un duque confundido, con la mirada como deslumbrada por la luz de la mañana y el gesto preñado de enfado y duda a partes iguales.
Obekin, intuyendo aproximadamente lo que debe estar sucediendo, o dejándose llevar por los acontecimientos, quién sabe, maniobra y coloca su lanza de caballería sobre el pecho del pobre desgraciado. Apunta al culpable. Esto es suficiente para aclarar un poco la situación, al menos en teoría. El duque al fin consigue recomponer su maltrecha dignidad y acercarse hacia el aldeano.
-Registradlo. Me parece, o sea, creo, que debe tener algo. No, no... ¡vamos, hacedlo! –dice finalmente, sobreponiéndose. No tardan mucho en comprobar que es un simple aldeano, un amigo de la familia lo reconoce y lo salva, atestiguando en su favor aún antes de que su mujer aparezca para abrazarlo llorosa. La cara del duque es todo un poema.
Al final todo vuelve a la normalidad: el alto noble se adentra en el castillo, pero tras sólo unos minutos en su interior reaparece y decide proseguir con los festejos, como si no hubiera sucedido nada, volviendo para presidir nuevamente el torneo. Incluso el caballero negro se ve forzado a participar en las justas. Y no hace mal papel, la verdad. De hecho, se podría decir que se luce. Aunque no ganará fama como Obekin por ello, sí que lo hace el Caballero Negro(1). Tal vez sea el comienzo de una interesante leyenda...
Mientras todo eso sucedía, Erik aprovechaba para ocultar las cartas tras unos barriles olvidados en un costado del patio de armas. Una vez depositadas allí se aprestaba a salir de escena, cosa que lograba sin ningún peligro para él. Aunque apenado por no haber podido demostrar su valía con las armas y derrotar a semejante noble, el guerrero bien se puede consolar pensando en que las cartas, cuando las recuperen, ayudarán a socavar el poder del duque. Y sin siquiera haber recibido un solo cortecito. Aunque peligro ha habido mucho.
Y las cartas se recuperan más tarde, el mismo Erik puede hacerlo sin mayor problema, reuniéndose de nuevo con el grupo a la caída de la noche. Esa misma noche, de nuevo de forma discreta, se las podéis entregar a la duquesa. Ésta se muestra encantada y se las pasa a su ayuda de cámara para que las ponga a buen recaudo mientras acaba de hablar con vosotros. Se muestra confiada en que podrá hacer buen uso de ellas contra su marido. Escuchándola tan serena y decidida no os cabe duda de que así será. Casi podéis compadecer a su pobre esposo. Ese que tan canutas os las ha hecho pasar.
Además, aunque comenta que hubiera apreciado una ayuda algo más discreta, sabe que debe recompensar vuestros esfuerzos y ser fiel a su palabra. Entre los bienes de su dote hay un rebaño de ovejas con mucha propensión a tener corderitos negros. En su momento le dijeron que esa extrañeza encerraba poder en sí mismo(2), un poder que está dispuesta a cederos si os parece una recompensa adecuada. Si no os puede recompensar con cierta cantidad de oro o joyas...
Tirada oculta
Motivo: Suerte para cruce de miradas
Tirada: 1d10
Resultado: 8
Tirada oculta
Motivo: Confundir la Mente
Tirada: 1d10
Dificultad: 15+
Resultado: 5(+6)=11 (Fracaso)
Tirada oculta
Motivo: Protección Reliquia
Tirada: 1d10
Dificultad: 1=
Resultado: 8 (Fracaso)
Tirada oculta
Motivo: TR resistencia natural del duque
Tirada: 1d10
Dificultad: 12+
Resultado: 7(+2)=9 (Fracaso)
Tirada oculta
Motivo: TR orientativas Caballero negro
Tirada: 3d10
Resultado: 1, 3, 1
Tirada oculta
Motivo: TR orientativas Caballero negro (2 "1")
Tirada: 2d10
Resultado: 10, 7
(1) Ganando 5px en Reputación: Caballero Negro, que pasaría a tener 1/0
(2) Es decir, que contendrían vis, aunque habría que comprobarlo.
NOTA IMPORTANTE: Toca mensaje final y epílogo. Escribid algo para cerrar la situación y yo el próximo mensaje cierro la escena.
Aunque las cosas no habían salido como esperaban al final todo parecía haberse solucionado. Tan solo lamentaba haber llamado demasiado la atención, mezclarse con asuntos mundanos puede ser peligroso ante los ojos de un quasitor. Esperaba que pese a todo nadie hablará demasiado sobre lo que había ocurrido, seguramente el conde no querría que se supiera que le habían sustraído el correo, de una forma misteriosa o no era algo que no le interesaba que se supiera.
Al menos la presencia de la duquesa podría servir de aviso si la noticia del robo misterioso se hiciera pública.
La adquisición de las ovejas negras sería una buena adquisición para la alianza aunque los campesino no verían con buenos ojos a los animales pero al estar en una zona faérica seguro que habría alguna posibilidad para que los animales pudieran estar cómodos y no ser molestados.
Una sonrisa se escapo del rostro de bastian tras acabar el contenido de su jarra de cerveza y servirse un segundo tazón de caldo mientras veía a sus amigos sonreír en la posada. Al menos todos seguían con vida y podrían contar las aventuras que habían tenido lugar durante estos días con una sonrisa ya que al menos por ahora, todo había ido bien.
Erik se relaja cuando las cartas llegan a las manos correctas. Por fin, se dice, un conde empezará a recibir un castigo. La verdad es que ese, para él, era más que una justa recompensa.
Habían hablado de ovejas negras y poder y no se qué. Él no era ningún mago, así que poco le interesaban esas cosas, sólo esperaba que la duquesa hiciese buen uso de las cartas.
Kalonymus doblaba las telas que no habían sido vendidas, pocas quedaron a decir verdad, aun cuando mucho tiempo estuvieron haciendo otras cosa que vender. Mientras lo hacía rememoraba los últimos días...
jajjaj, todavía se acordaba de la cara del duque. Un poema. Esa frase que había susurrado alguna hada se le había quedado en la mente, y lo hacía reír cada que se acordaba.
Y las palabras con la duquesa: Entonces mi señora, ya con esas misivas confío que no la molestará más el duque, con acusos falsos y demás, y que Brabante y Triamore comenzarán ahora una alianza firme, de mutuo beneficio. Por ello, cuente usted ahora y siempre con nuestra ayuda para lo que sea necesario. Magos y mundanos nos complementamos, y con su sabia mano guiando el ducado, prosperidad para todos vendrá.
Pausó un momento:
Con gusto aceptamos las ovejas, que más de uno de mis compañeros se sentirán identificados, al ser la "oveja negra" de sus familias, jajja.
Y claro, no se diga de lo que también hace eco con nuestro propio caballero "negro". Visite usted duquesa Triamore cuando quiera; él lo visita frecuente y allá sus conversaciones podrán sentirse libres de los malos ojos o críticas. Y podrán sucederse cosas del amor romántico, sin pena. No nos llamamos Tri-amore por nada, eh... Y no dude que pronto en mi siguiente viaje a la zona le traiga una capa calientita fabricada con esa lana negra elegante que usted nos regala con todo y los animales bajo ella. Miré que será una capa cubridora, quizá hasta con alguna magia que proteja aun más a su merced.
Luego se puso serio, hizo una pausa y continuó.
Por cierto, quería pedirle un favor muy especial -la mirada del mago mostraba sinceridad y esperanza-. Un favor apelando más a su bondad y deseo de proteger a la gente que a cualquier otra cosa.
Lo que pasa -explicó- es que no es fácil para mi otra gente, los judíos, ser bien recibidos en castillos de cristianos. Se que un clima de tolerancia comienza con el ejemplo de los nobles como usted, y que la protección otorgada por reglas y edictos que sacasen serían lo más importante para que todos en el ducado les respetasen su integridad a mi gente. Y con el permitirles establecer y traer comercio crecería la prosperidad de todos, de verdad, en la zona.
En otras palabras, ¿podría mi señora considerar el escribir un edicto así, permitiéndoles el libre tránsito y comercio a los judíos, y extendiendo su protección a sus personas mientras estuvieran en el territorio de Brabante?
-Kalonymus sabía que era mucho pedir, pero confiaba que la alianza a los magos -diferentes al fin y al cabo- le abriría el corazón y la mente a la duquesa para generar un espacio de convivencia y respeto a su gente, además de que acabaría ganando con creces en la prosperidad generada, y eso, otros, con el tiempo, lo querrían imitar.
Haría la mar de diferencia.
La duquesa acepta la oferta de la capa mágica de buen grado, indicando que será correspondida con generosidad. La idea de una duquesa con una simple manta de lana negra no acaba de ser muy atractiva, bien pensado, pero ella parece tener claro que ciertas cualidades y capacidades de algunos objetos están por encima de la moda. Además, no es de las que hagan ascos a la magia, como bien patente ha quedado al tratar con vosotros...
Pero su cordialidad cambia cuando Kalonymus ofrece un nuevo trato:
-¿Judíos paseando libremente por Brabante? A mi marido se le retorcerían las tripas... Sí, ¿por qué no? Pero eso tendrá un precio. Si yo concedo tal favor a su pueblo, espero que su pueblo me devuelva el favor cuando lo necesite... Sea pues -sentenció sin esperar más respuesta.
EPÍLOGO
La "misión" en Brabante se podría concluir que ha sido un éxito, aunque tal vez un tanto llamativo. Sin duda han pasado cosas extraordinarias en la corte del duque y cabe la posibilidad que tales sucesos lleguen a ser investigados por quaesitors, como teme Bastian, pero ésto no tiene porqué ser necesariamente así. Probablemente se precisara una denuncia de otros magos para que se iniciara esa investigación. E incluso en ese supuesto vuestros rostros y actuaciones reales han pasado bastante desapercibidas, o al menos eso esperáis. En todo caso ser unos magos desconocidos ahora mismo os ha beneficiado en ese aspecto.
Por otro lado, vuestra breve estancia en la corte está llena de recuerdos memorables, como el judío mercader de libros, el Bjornaer caballerizo o grog que se hacía pasar por soldado del segundo duque... o el caballero negro sobrecargado de ilusiones. Una primera aventura juntos que recordaríais con cariño en el futuro.
Además está el tema de las ovejas negras, rápidamente integradas en las propiedades de Triamore, que se encargará de cuidarlas y explotarlas para beneficio de todos. Y entre esos beneficios se encuentra el ser una fuente de vis Animal de 4 peones anuales, a recoger cuando se esquilan las ovejas. Y la primera recaudación de vis, por tradición, es vuestra...
De vuelta a la Alianza deberéis decidir qué hacer a continuación y si se encanta o qué se hace con la primera lana negra obtenida.
Si queréis añadir algo más, tenéis un último post y cierro la escena.
Bastian estaba risueño tras haber superado las dificultades del camino, algunas con más éxito que otras, pero al menos seguían todos juntos y volvían a casa. Como mago joven y vigoroso no tenía intención de trabajar en ningún proyecto arcano por el momento así que la parte de vis que le correspondía acabaría en algún lugar de su laboratorio a la espera de ser aprovechada en mejor ocasión.