Partida Rol por web

-Jajaja, bueno, bueno, haya paz –comenta jocoso Flindebrand, relajando la tensión considerablemente con su inocente carcajada- Seguro que limaréis asperezas con el trato, cada cual tiene sus manías y hay que respetarlas, la Orden es muy diversa y en eso consiste buena parte de su fuerza, ¿no?

-Bien, a lo que nos ocupa –dice enfatizando con una sonora palmada–: nos quedan unos cuantos kilómetros de camino hasta el bosque, unas dos horas de caminata. Una vez allí dispondré algunas salvaguardas para el bosque y deberíamos tener una noche de Walpurgis llena de magia, hogueras y duendes, un pacto sellado con una promesa solemne y supongo que algo de fiesta para los que se animen... ¿Alguna duda antes de partir?

-Me parece bien planteado, yo estoy dentro. Si sabéis montar –dice ya dirigiéndose a todo el grupo- os puedo proporcionar un caballo con todos los arreos a quien quiera. Y no os preocupéis, no reaccionan contrariamente al Don –lo que no comenta es cómo reaccionarían los mundanos si le vieran convocar los animales ni lo curioso que podría resultar ver a gente tan... especial montados en caballos pura sangre *idénticos*.

Bastian escuchaba en silencio mientras se terminaba su plato. Su vida no fue fácil, no tuvo la fortuna de crecer en una alianza donde era el niño mimado por sus habitantes conscientes de que algún día sería un gran mago como su parens. No, su vida fue suciedad, trabajos, viajar y vivir en el bosque junto a su amo parens. Por eso aspiraba a vivir en una alianza como las que había visto en alguna visita a un tribunal o las que le había expicado algún boina roja con el que se encontraban.
Su parte animal estaba presente dentro de él y era fuerte pero la curiosidad humana era mucho más fuerte ahora. La curiosidad y las ganas de recuperar la familia que perdió al descubrirse que poseía el don. En el fondo seguía siendo un muchacho con ganas de ver mundo.

Servus!
Bastian Klinsmann se une a este caótico grupo. Me necesitaréis, ja ja ja.

Tras desaparecer unos minutos, la joven con el pelo extraño volvió a entrar en la habitación, justo a tiempo para escuchar el ofrecimiento de Excelsius y la respuesta de Bastian Klinsmann. Su rostro, que se había ensombrecido un tanto durante su ausencia, vuelve a mutar en una amable sonrisa.

- Si no es molestia, preferiría andar,  nunca he montado un animal y no sé si ahora es el mejor momento para aprender. Por cierto, me uno a la Alianza, si aún queda espacio.

Sea como fuere, todos los magos presentes, con más o menos reticencias, pero aparentemente con cierta unánime buena disposición, aceptaron el ofrecimiento: acompañarían a Flindebrand al bosque, asistirían a un ritual con el señor feérico de la zona en el que se sellaría lo pactado entre el archimago de Merinita y el duende. Si todo iba bien volverían cada año desde entonces a realizar nuevamente el ritual y el duende les proveería de vis y un lugar donde vivir. Aunque no se había dicho nada, era evidente que el duende requeriría algo a cambio... ¿qué querría este duende a cambio de su favor?

Bastian se sento en una silla no muy lejos del fuego mientras comía una manzana en silencio pero con una sonrisa en el rostro. La posibilidad de formar parte de una alianza era algo con lo que había ansiado desde hacía tiempo así que no se preocupo por los detalles. Un mago listo habría preguntado más cosas pero él era un hombre sencillo y humilde que había adquirido un don especial, no era un señor acostumbrado a gobernar.

De pronto observo un pequeño ratón en el suelo. Le pego un mordisco a la manzana y escupió un trozo hacía la criatura para después volver a centrar su atención en devorar el resto de la fruta mientras sus ojos se fijaban en el fuego y como este jugueteaba con la madera.

Resulta curioso que el fuego, ignem como lo llamaba mi parens, sea la forma que peor se me da y a la vez aquella que más despierta mi curiosidad...