Partida Rol por web

Adix se aferra a la cuerda y desciende por la grava. Tras algún pequeño traspié, logra bajar sin más dificultad.

-Adelante, Dalinor- le dice a su amigo.

En cuanto Adix termina, Dalinor comienza su descenso, que realiza con precisión. En apenas un minuto se encuentra abajo con Adix.

- Vamos, no tenemos demasiado tiempo.

Dalinor cree que puede recuperar la cuerda con algún truco mágico y tras volver a equiparse se dispone a lanzar un conjuro...

Con el equipo terminado, Dalinor se acerca a la cuerda y la coge entre sus manos. Comienza a pronunciar unas palabras, pero algo falla. Lo intenta otra vez, y otra. El conjuro es sencillo, no necesita nada especial, pero seguramente las doloridas manos y los dedos magullados le impiden realizar correctamente el conjuro, que intenta una y otra vez hasta que por fin la cuerda desaparece entre sus manos al cabo de un minuto. La cuerda ha sido transportada mágicamente unos metros a un lado y elevada un metro mas de lo que estaba, por lo que en seguida cae al suelo, fuera de su atadura. Seguidamente, Dalinor comienza a recogerla y enrollarla, con una clara mueca de decepción en su serio semblante.

- Malditos sean mis dedos. Hace unos minutos me han salvado la vida y ahora lo he pagado con energia mágica. -dice con decepción y chasquea la lengua.- Bueno, espero que Malkion y Hrestol guien mis dedos la próxima vez que nos veamos en peligro.

Cuando ha terminado de equiparse, bebe un poco de agua y se dirige a su amigo.

- Bueno, supongo que iremos al Este. Es en la única dirección en la que he visto algo, aunque no sabria decir qué. El camino hacia el Norte se pierde entre las colinas hasta el horizonte. Si lo que encontremos al Este no resulta ser lo que buscamos, siempre podemos seguir el camino del Norte. ¿No te parece?

-De acuerdo, encaminémonos hacia el este- contesta Adix y, sin más dilación, comienza a recoger sus pertrechos antes de emprender la marcha.

La grava lleva crujiendo bajo los pies de los hombres desde hace ya al menos un parde horas. Adix y Dalinor abandonaron el sendero que les conducía al norte y con Yelm a su espalda han rodeado varias colinas, buscando sin suerte algún elemento en el terreno que pudiera corresponder con lo que Dalinor avistó desde la cima de la colina. Ya deberían haber visto algo pues han dado varias vueltas por la zona avistada desde la colina, pero no parecen dar con el sitio... todo es terreno abrupto, salpicado de simples matorrales de cuando en cuando y sin ningún signo de civilización.

Las sombras crecen ante ellos conforme Yelm se acerca al horizonte y pronto se encuentran caminando más a la sombra de las colinas que al calor de Yelm. El frío comienza a hacerse notar ahora levemente, pero cuando llegue la noche será intenso. Solo tienen agua y comida para pasar la noche y perderse de nuevo entre estas colinas no es una perspectiva agradable. Los hombres hacen un alto en el camino para tomar un sorbo de agua y evaluar la situación.

- Estas tierras están malditas. ¡Por Malkion que vi algo por esta zona! Deberiamos entonces volver hacia el Oeste y continuar el camino, quizá detras de alguna de las colinas por las que serpenteaba el camino haya algo. Creo que deberiamos caminar hasta encontrar alguna zona propicia para refugiarnos y encender un pequeño fuego. Tu traes tu manta y yo mi saco de dormir, asi que podremos pasar la noche sin tener frio. Aunque también ... -hace una pequeña pausa para mirar al cielo antes de continuar.

El hechicero mira el cielo y observa que quedan dos o tres horas de luz. Si no se pierden, podrían llegar de nuevo al camino antes del anochecer, desandando lo andado. Hay menos de media luna visible, y su rojo fulgor no será suficiente para orientarse bien por la noche, así que deben apresurarse en encontrar de nuevo el viejo sendero o podrían perderse de forma definitiva.

-Dalinor, no creo que podamos orientarnos bien de noche. Creo que será mejor encontrar refugio al amparo de una de estas colinas- le dice a su amigo y, tras una breve pausa, continúa-.  Además, no creo que sea buena idea hacerlo cerca del camino, y mucho menos encender fuego; recuerda que hay "bichos" merodeando, y es más probable que sigan el camino. Así que pienso que sería mejor continuar buscando y cuando comience a anochecer, si no hemos encontrado lo que viste desde lo alto de la colina, elijamos un sitio alejado del camino para pasar la noche. ¿Te parece bien? -le pregunta a su amigo.

- La verdad es que empiezo a pensar que lo que vi fué sólo un espejismo, una ilusión. Con lo del campamento, creo que llevas razón, pero solo en parte. Un fuego mantendría alejadas a las bestias, aunque podría atraer seres inteligentes, como los broos que atacaron Agua Divina, que sería incluso peor que un pequeño depredador. Puede que sea prudente buscar un refugio alejado del camino pero dado que no creo que haya nada por aquí, podriamos acercarnos ahora que aún hay luz hasta estar a un kilometro mas o menos del camino antes de descansar, asi mañana no nos demoraremos demasiado para continuar hacia el norte. Así que, propongo que volvamos en direccion al camino y busquemos un refugio apropiado en el trayecto. -se agacha y acaricia a su felino compañero.- ¿Tu que dices? ¿Crees que nos atacarán los broos esta noche?

Se levanta y mira a su amigo.- Ya tienes mi opinión, pero dejaré que tú decidas. Creo que hoy los astros no me son propicios.

-Está bien, acerquémonos algo al camino, pero no demasiado, y dejemos el fuego para otra ocasión- asiente Adix. -Mañana continuaremos por este maldito camino hasta donde quiera Malkion que lleve.

Tormento mira al hechicero fijamente:

¡Broos! Odiosos y repugnantes seres... podré olerlos antes de que lleguen, amo. Estaré alerta. -le responde telepáticamente-.

Luego se lame una pata, se levanta, y continúa correteando silencioso por entre las rocas.

Los viajeros, desesperados al no encontrar nada en las inmediaciones, dan media vuelta y comienzan a desandar lo andado para regresar al sendero. Yelm les obliga a entrecerrar los ojos mientras caminan, pues está cada vez más cercano al horizonte y sus rayos cegadores les dan en la cara.

Finalmente avistan la silueta de la colina a la que Dalinor trepó. El sendero está justo al otro lado por lo que, tal como habían decidido, acampan al abrigo de unas rocas que se hallan allí cerca, intentando que les sirvan de cortavientos. Yelm desaparece del cielo mientras se acomodan, y pronto la noche se va adueñando del cielo, cambiando gradualmente el paisaje, que parece otro con el ténue fulgor rojizo de la luna.

El frío comienza a ir en aumento, y el vaho que expelen los hombres a cada compás de su respiración lo atestigua. A pesar de las mantas, va a ser una noche terríblemente fría. Tormento se acurruca junto a su amo, temblando.

- Bueno, dormiremos por turnos. Tormento hará el del medio. Tiene mejor vista que nosotros de noche y también mejor olfato y oido. Así nosotros descansaremos mejor al dormir de una vez. Yo haré la última guardia, estoy acostumbrado a madrugar. Yo usaré mi saco, quedate con la manta, Tormento y tu os dareis calor. Ya sabes que es tan listo como una persona, no puede hablar pero puede entenderte, aunque no significa que haga lo que le digas. -esboza una leve sonrisa mientras le rasca la cabeza.- Bueno, esperemos que la noche sea tranquila.

-Sí, esperemos -responde Adix.

La noche transcurre gélida y oscura. Escasos ruidos inquietan a los aventureros, que a duras penas consiguen contener los temblores provocados por el frío seco que se les mete hasta en los huesos. En tal situación, escaso es el descanso del que pueden disfrutar, y cuando amanece ya están ambos despiertos, anhelando la llegada de los cálidos rayos de Yelm que hagan subir de nuevo la temperatura.

Tras esperar que la escasa agua que le queda en las cantimploras se descongele, beben unos sorbos y acaban con lo que les resta de la cecina que les entregó Wahkut.

Es hora de reemprender la marcha y ver dónde conduce el sendero.

Dalinor comienza a recoger su saco de dormir y guardarlo en su mochila, está entumecido y no ha dormido bién a causa del frio. Le duelen las articulaciones y la musculatura de la espalda. Cuando mira a su amigo comprueba que no ha sido el único que ha pasado mala noche, a juzgar por los tiritones de Adix al quitarse la manta.

- Desde que llegamos a Agua Divina vamos de mal en peor, y mira que estábamos perdidos, sin comida, ni agua, ni casi esperanza. Pero desde entonces el viaje ha sido un tormento. -mira a su familiar y sonrie- No te ofendas compañero. Por cierto espero que no hayas pasado demasiado frío. Seguro que estás más preparado que los humanos.

En cuanto termina de hacer la mochila se la coloca en la espalda, y después el resto de bártulos. Después se dirige a Adix.

- Bueno, pues vamos hacia el norte rodenando la colina hasta coger el camino. Tormento, ve a cazar algo si tienes ocasión, pero no te alejes demasiado.

El felino se estira perezosamente tras la fría noche y mirando a su amo le hace escuchar estas palabras en su mente:

No hay mucho que atrapar entre las garras en estas tierras desoladas, amo. En qué mal día nos alejamos del río para acortar camino de vuelta.

Al menos no han aparecido broos esta noche... -se consuela Tormento irónicamente.

Luego vuelve a saltar de una roca a otra con elegancia y rapidez, como es su costumbre, para merodear por los alrededores buscando algo que cazar.

Agarrotado por el frío que lo atenaza, Adix sabe que cuanto antes comiencen a hacer camino, antes entrarán en calor. De vez en cuando, un tiritón le hace castañetear los dientes, lo que no hace sino aumentar la sensación de frío que aún tiene. -Al camino pues- señala tras echarse la mochila a la espalda.

Los aventureros, todavía ateridos por el frío, avanzan un par de kilómetros por el estrecho sendero, que en ocasiones pasa entre paredes casi verticales, estrechándose de forma que tienen que caminar en fila. Llegan a un punto en el que descienden por lo que parecen unos toscos escalones tallados en la piedra para llegar a la zona más baja de territorio, y allí, tras bordear una colina, el sendero desemboca en un claro entre las colinas y llegan a una explanada, en cuyo centro pueden observar lo que obviamente es un templo abandonado hace siglos.