Tras asearse y ponerse ropa presentable y adecuada a la ocasión, salen de la tienda los dos aventureros y se unen al banquete que tiene lugar en el oasis en honor de la recuperación de Alise la Sanadora merced al agua mágica.
Se sirve cabrito asado con especias y dátiles, leche de antílope, pan de trigo y otras ricas viandas, que tras pasar semejantes penurias, a los dos occidentales se le antojan un banquete de reyes. Durante la comida, varias veces se ven obligados a contar su aventura y en los pasajes más emocionantes y peligrosos los más jóvenes guerreros (y los no tan jóvenes) gesticulan con aprobación y admiración. Muchos ríen cuando cuentan como se deshicieron rápidamente del troll y su atrofiada progenie haciendo hábil uso del fuego, y cuando llegan a la parte en la que se enfrentan al terrible minotauro de piedra, no son pocos los que contienen la respiración.
Como había anunciado, hay unas palabras de Berran recordando a los cuatro aldeanos cuyos restos pudieron ver entre las ruinas. Se oyen lamentos y sus familiares vierten lágrimas de dolor.
Y finalmente tras el banquete, el caudillo llama la atención de los asistentes para agradecer en nombre de todos la gesta de los extranjeros.
- El desierto nos trajo estos hombres, perdidos, sedientos y hambrientos. Pero nos mostraron su fuerza y se ganaron la oportunidad de demostrar que eran dignos de ser tratados como iguales. Su gesta ha sido prueba más que suficiente, y su aventura será contada en nuestro clan durante las generaciones venideras. Sus nombres serán recordados con respeto y veneración junto con los de nuestros héroes.
Apenas ha terminado de hablar el caudillo, la Sanadora carraspea se decide a hablar ante todos.
- A pesar de que yo pedí que no se arriesgaran más vidas por la búsqueda de un milagro para mi, Adix y Dalinor han apostado su vida en un peligroso juego y han vencido. Tal vez convencidos por las excelentes dotes de persuasión de nuestro sabio caudillo, -dice mirando a Berran que levanta altivo la barbilla- pero el caso es que les debo la vida. Sin duda La Diosa ha estado con ellos, y ellos la han traído hasta mi con gran sacrificio. Ahora rezo para que siga con ellos allí donde viajen y esté siempre presta a restañar sus heridas y curar sus enfermedades.
Luego se sienta bajo los aplausos de todos, que miran a los extranjeros esperando que alguno de ellos diga algo.
Dalinor mira a su compañero y decide ponerse en pie para dedicar unas palabras a la multitud.
- Gracias a Dios, podemos celebrar esta noche que todo ha salido bién. Somos extranjeros en esta tierra, con otras creencias y otras costumbres. Pero en mis viajes he podido aprender a valorar el poder de otros dioses. Hoy he sido testigo de un poder que escapa a mi capacidad mágica. Debo agradacer a este pueblo que me haya dado la oportunidad de presenciar tal poder. No ha sido fácil, ni agradable, pero al final todo el esfuerzo ha valido la pena. No hay nada que reprochar, porque sois un pueblo que hace lo que debe para proteger a los suyos, y entiendo que Berran nos haya tenido que "convencer" para realizar tan peligroso viaje, porque su misión es mantener este pueblo a salvo. -mira a Berran y asiente- Y ha hecho lo correcto. Vuestra Diosa, o mi Dios, da igual. Que cada uno lo vea a su manera, pero el destino nos trajo hasta aquí por alguna razón. Malkion nos conduce por caminos difíciles a veces, pero a aquellos que encuentran la forma de recorrerlos, obtienen su recompensa al final de la senda. El poder de curar la muerte es uno de los más poderosos que haya podido presenciar en mi vida, y ese ha sido mi premio tras andar varios dias perdido en el desierto al borde de la muerte, y enfrentarme a ésta dificil prueba cuando ya andabamos al borde de la muerte y casi sin esperanzas. Muchas gracias a todos.
Motivo: Oratoria/Praxiano
Tirada: 1d100
Dificultad: 20-
Resultado: 11 (Exito)
Tirada de oratoria por si es necesaria.
Todos asienten a las acertadas palabras del hechicero y cuando termina de hablar un clamor de golpes sobre las mesas evidencia la aprobación de los presentes.
El final de la comida transcurre alegre y durante la tarde, en la que descansan plácidamente, Berran les informa de que al amanecer se les proporcionarán provisiones y un par de guías que les llevarán de vuelta a Nueva Pavis.
El sueño de la apacible noche resulta reparador para ambos hombres. Y a la mañana siguiente, dispuestos para partir, todos en el oasis se han reunido para despedirles. Entre ellos está Alise, que cuando están a punto de partir se les acerca para despedirse...
La candorosa mujer se les acerca y con una sonrisa toma brevemente sus manos: primero las de Adix, y luego las de Dalinor.
- He preparado unos ungüentos curativos y unas infusiones para que los llevéis con vosotros. Así, cuando en algún momento hagáis uso de ellos, me recordaréis.
Se vuelve a una de sus jóvenes ayudantes y tomando unos pequeños paquetes envueltos en cuero de antílope, entrega uno a cada uno. Se asegura de entreabrir el cuero al entregarlos para que vean fugazmente el contenido: un simple vial de agua sellado con tapón de cera. Una mirada significativa y un imperceptible alzamiento de cejas de la mujer dan a entender de qué agua se trata...
Cada uno recibe un pequeño vial de agua mágica. Apenas un trago, pero con las propiedades de los conjuros Curación del Cuerpo y Resurrección.
Dalinor abre la boca de forma inconsciente al ver que les obsequiaban con un regalo digno de reyes. Un tesoro inconmensurable que ahora caia en sus manos. El poder de la curación definitiva en un sólo vial ahora entre sus pertenencias.
- Yo... no tengo palabras. No encuentro palabras ni siquiera en mi idioma para agradecer por este regalo. -en seguida cambia de tono, ya que está claro que no desea que nadie sepa que les ofrece un par de tragos de una magia tan poderosa como escasa.- Gracias por estos ungüentos Sanadora. Sois digna de los favores de vuestra Diosa. Teneis también mis bendiciones y os deseo una larga vida entre estas maravillosas gentes que tanto os aman. Sin duda os recordaré en mis oraciones, todos los dias del resto de mi vida.
Los dos aventureros parten finalmente acompañados de sus guías, dejando atrás el oasis situado en las tierras malditas, donde la magia curativa dejó de funcionar en la era de los dioses. En unas pocas jornadas estarán de nuevo en tierras conocidas y llegarán a Nueva Pavis donde les esperan nuevas aventuras.
Solo queda el trámite de tirar las subidas de experiencia, en la escena correspondiente.