Varyan se encogió esperando encajar un nuevo golpe, en cambio fue sacado a empujones de la celda y puesto en cola hacía la salida de la bodega. Detrás quedaban tres desgraciados muertos, entre ellos el pobre Krauss que su único delito había sido la afición al grog y servir la comida fría. Antes de salir pasaron una gruesa cadena entre los grilletes de sus muñecas y los situaron de los últimos hombres de una hilera de veinte almas desamparadas. La brisa del mar le golpeó la cara al salir de la bodega, se encontraba en un puerto que no conocía podría parecerse a cualquiera de los puertos que había visitado en sus viajes salvo que en aquél los propios piratas desacargaban el fruto de sus delitos y a pocos pasos de él hombres de aspecto siniestro compraban a reos encadenados en una tarima de madera para propositos más siniestros aún.
Condujeron entre burlas a aquella cadena de hombres a través del puerto hasta un feo edificio de piedras gris con forma rectangular, el edificio olía a orín y muerte y leves gemidos escapaban incluso a través de los gruesos muros. Dentro olor y gemidos resultaron mucho peores. Entraron en fila hasta una diminuta celda en que apenas cabían todos de pié. Hubo que esperar hasta que cayó el sol para que las primeras vegigas se aflojaran inundando la celda con el acre olor a meados, el primer muerto llegó antes de que la luna se alzase sobre el mar.
Varyan fue afortunado, al ser de los últimos de la hilera su espalda descansaba en los barrotes y al menos le permitía respirar algo más. Estaba sumido en un agradable duermevela que le separaba de todo aquello cuando un golpe en los barrotes le sacó de su ensimismamiento dejandolo completamente desorientado.
Tú mierda!! Tienes una jodida visita!! Portate bien y quizá te compre como eunuco!!
Entre gritos de súplicas y gemidos que se alzaron entre todas las jaulas una figura encapuchada, con una larga capa hasta los pies se hacercó al pirata. Varyan observó que la mano que dejaba una hinchada bolsa de monedas en el regazo del pirata era femenina e iba enguantada. La silueta se acercó hasta la puerta de la celda a un metro de él.
Tú -si, la voz era definitivamente femenina- ¿Eres Varyan Woodbane?
Lamento casi pnjotizarte pero es que tengo que uniros ya o no podría meterte en la partida.
:(
Aun confundido por el súbito despertar, Varyan se quedo un par de segundos sin poder responder.
Durante sus andanzas en Tashluta y alrededores, se había granjeado amigos y enemigos casi por igual, y el hecho de que la misteriosa mujer conociese su nombre, podía significar muchas cosas, algunas de ellas nada buenas. Aun así, ésta parecía la unica opción (o al menos una de las mejores) de salir de allí, no le convenía mentir, no esta vez.
- Si, soy yo... - dijo con un hilo de voz- ¿Quien eres? ¿Qué quieres de mi?
Intentó discernir, con su certera visión, los rasgos de la mujer bajo la capucha.
No te preocupes por lo d pnjotizarme, entiendo que la situación lo requería.
Evidentemente acabo de declarar un avistar para ver quien (si es que la conozco) y/o como es mi nueva interlocutora. ¿Quieres que en estas situaciones te lo tire directamente? Mas que nada por agilizar el tema.
Por mucho que el joven semi-elfo forzó la vista no pudo atravesar el velo de ropas y sombras que envolvía a la figura. Esta se detuvo donde estaba y pareció meditar sus palabras con profundidad.
Tu... ¿Tu conociste a Paul y Emma Vanderboren? ¿Eres ese Woddbane?
Tirada: 1d20(+7)
Motivo: Avistar
Resultado: 8(+7)=15
Varyan quedó absorto durante unos segundos, ¿Como no acordarse de Paul y Emma Vanderboren? Poco despúes de afincarse en Tashlutta el joven se había enrolado en el Blue Nixie, una caravel-la muy marinera propiedad del matrimonio de navegantes y viajado a los confines de Chult y más allá. Con añoranza se acordó de Finwë el Sutil Anarion, un elfo de sangre pura pero que siempre ignoró el hecho de que fuese un mestizo. En realidad, lo poco que sabía de los elfos lo había aprendido del Sutil.
Recordaba con una leve punzada de dolor como cuando Emma quedó embarazada ¿hará cuanto, veinte años? Paul y Emma habían decidido afincarse en la ciudad y dedicarse a aventuras menos arriesgadas que las que habían vivido a bordo del Blue Nixie, Varyan era un viajero y la nueva vida de sus compañeros no estaba hecha para él, se separaron pero siempre quedó un grato recuerdo y una buena amistad.
- Emma... ¿Vanderboren? Loado Sea Shondakul ¿¡eres tú!? - alargó el brazo a traves de los barrotes, casi como queriendo tocarla para asegurarse de que era ella en realidad, que no se trataba de un fantasma. No podía creer en su suerte.
Varyan miró alrededor de ella, intentando localizar algún otro rostro conocido. Esperaba que con ella estuviesen su marido y el bueno de Finwe "El Sutil". En años pasados, los dos habían sido buenos amigos y compañeros de trifulcas suyos.
- Cuanto... ¿cuanto tiempo ha pasado? ¿diecinueve? ¿veinte años? Y Paul ¿donde está, no está contigo? - las palabras se le escapaban, por la emoción, que hacía que casi no se acordara de donde ni en que lamentable situación se encontraba.
- Has venido... a sacarme de aquí ¿verdad?
No... no soy Emma.
La desconocida se sacó la capucha y por unos segundos Vayran le pareció que la joven mentía pùes era identica a Emma, el semi-elfo se dio cuenta que casi deliraba, aquella era la Emma de hacía veinte años, ahora al ser humana sería como minimo un mujer madura.
Soy Lavinia, su hija y he venido a sacarte de aquí. Te necesito Vayran Wodbane para un viaje.
Durante unos minutos que parecieron años Vayran escuchó a la joven Lavinia regatear con su pellejo como si se tratase de un buey o un cordero, al fin pareció que llegaron a un acuerdo y el pirata a regañadientes abrió la jaula con uno de aquellos aterradores palos para mantener al resto de reos atrás. Sin decir nada liberó a Vayran de sus grilletes y se lo entrego a la joven.
Una vez fuera de la jaula, liberado de sus grilletes, Varyan intentó estirar sus entumecidos miembros, sintiendo rampas y bastante dolor en sus articulaciones. Sintiendo asimismo la boca totalmente seca y un gran vacío en el estómago, se dirigió sin ningún tipo de vergüenza a su salvadora:
- Lavinia, esto... no tendrías quizas, ¿un poco de bebida y comida? Me muero por un poco de vino y un poco de pan que no esté rancio.
Escrutó con su mirada la expresión que la joven le dedicaba. Tenía que intentar averiguar que actitud iba a tomar ella respecto a él. Su madre era una gran mujer y mejor amiga, pero no podía saber cuanto, aparte de un gran parecido físico, había heredado Lavinia de ella.
- Antes me dijistes que me necesitabas para un viaje. ¿Un viaje a donde? - le dedicó una mirada interrogativa.
Lavina miró fijamente al elfo, si te parece primero iremos al Blue Nixie y luego podrás comer y beber, salgamos de este estercolero dijo mientras volvía a cubrirse el rostro con la capucha. A la salida del sitio había un grupo de cuatro mercenarios esperandoles. Se trataba de un hombre barbudo, un enano, un semi-elfo y una joven humana. Todos ellos armados hasta los dientes y con ropajes caracterísrticamente de color verde. Aventureros.
Pongamonos en marcha les apremió el humano sin preocuparse en presentarse. Tu, muchacho. dijo refiriendose a Vayran, no te separes del resto. No voy a parar por tí.
El viaje hasta el Blue Nixie fue tenso pero sin problemas, a Varyan se le encogió el estómago cuando vió el navío sobre el que había pasado algunas de las mejores etapas de su vida. Lavinia acompañó a Varyan directamente a los aposentos del capitán que en aquellos momentos ocupaba ella misma, ordenando inmediatamente que zarparan de aquel estercolero y que trajeran comida y bebida para el invitado.
Una vez dentro del camarote Lavinia invitó al joven a sentarse. No le resultó demasiado facil pues sus piernas estaban completamente entumecidas y su cuerpo chirriaba a cada movimiento a causa de la paliza recibida.
Las noticias que le dió la joven apenas hubo probado el priemer bocado le resultaron tan impactantes que la comida amenazó con atragantarsele. Mis padres han muerto, su nuevo navío se incendió y yo estoy casi arruinada. Necesito regresar a la Isla del Pavor, a la colonia que fundaron mis padres allí. ¿Puedes ayudarme?
La comida definitivamente resbaló de la boca del semi-elfo al plato. ¡Como no acordarse de uno de los peores periplos de si vida! Recordaba el trayecto, como no, a través de tormentas, nieblas espesas y días sin fin de calma chicha, habían sido casi una docena de decanas rumbo a lo desconocido para encontrar una isla en medio de la nada repleta de aborígenes hostiles y de lagartos hambrientos del tamaño de una casa.
Lo que más sorprendió al semi-elfo es que tras aquel terrible viaje y salvar la piel por la fortuna de los dioses más veces de las que osaba recordar Paul y Emma hubiesen construido allí una colonia, pero claro que se acordaba, si le daban unas cartas de navegación y tiempo con lo que trabajar pordía llevar cualquier barco de nuevo a aquel infierno.
Varyan aguantó bastante bien, dentro de lo que cabe, el primer golpe que, para él, suposo enterarse de la muerte de Emma y Paul. Aun así, se diría que aun lo impactó más la petición que Lavinia le hizo y los recuerdos que afloraron a su mente, referidos a sus viajes anteriores a la Isla del Pavor.
Se quedó, durante unos breves instantes, completamente callado y con gesto hosco, meditando.
- Bien, si lo que quieres es ir a Isla Pavor, creo que soy tu hombre, o tu medio-hombre, como prefieras... - lo dijo sin ningun tipo de entusiasmo - aunque debo advertirte que ese no es sitio precisamente para establecer una residencia de veraneo... no se ni como tus padres tuvieron valor para fundar esa colonia. Asegúrame comida, bebida y un par de monedas de plata diarias -carraspeó ligeramente - y te llevaré hasta ese endemoniado pedazo de tierra, y hasta el mismo infierno, si lo necesitas. - por sus palabras, se notaba que para él, un sitio no era muy distinto del otro.
- ¿Que me dices?
Que estas en el barco. Lavinia sonrió y se levantó, los preparativos para zarpar tardarán un par de decanas aún pasate por la mansión Vanderboren cuando termines de arreglar tus asuntos en Tashlutta para el viaje, así conocerás a la tripulación que te acompañará. Por el momento puedo ofrecerte 100 mo cada mes más un porcentaje de los beneficios si los hubiera.
Lavinia se dirigió a la salida del camarote para dar al joven un poco de descanso despés de todo el periplo, justo en el dintel se detuvo. Hay otra cosa... relacionada con papa y mamá... por el diario de mamá se que te tenían gran aprecio, así que... creo que deberías saberlo. Te haré llamar.
Sin dar más explicaciones a aquellas palabras Lavinia dejó descansando a Varyan preguntandose que sorpresas le depararía el nuevo viaje sobre el que Shokandul le había puesto en marcha.
En un par de días con el viento a favor Blue Nixie llegó a puerto, aseado, bien comido y con las 100 primeras monedas en el bolsillo Varyan desembarcó tras anunciarle a Lavinia la posada en la que esperaba permanecer hasta que fuese llamado. Consciente de que el aviso podía o no tardar dedicó el primer día de libertad a equiparse lo mejor que pudo, como buen viajero nunca sabía donde le llevarían sus pies al día siguiente.
Al par de días de descanso, una figura diminuta se plantó delante de su puerta, se trataba de Kora, una antigua miembro de la tripulación del Blue Nixie, la pequeña halfling que era la mejor oteadora del barco y una gran tiradora con la ballesta de mano había escogido permanecer con los Vanderboren y al parecer aún continuaba con ellos. Al semi-elfo le sorprendió la cantidad de diminutas arrugas que bordeaban sus ojos y la mueca de tristeza que embargaba a la dicharachera Kora.
Vamos que puedes comprarte el equipo que necesites con las 100mo, Tashlutta es una ciudad grande así que no tendrías que tener ningún problema para encontrar lo que quieras. Pon el equipo en la ficha de personaje en la pestaña correspondiente.
Varyan querido!! Kora se abrazó puesta de puntillas al semi-elfo. Un poco turbada por la reacción la halfling se separó del joven. Traigo un encargo de la señorita Lavinia, mañana presentate en la mansión, ha pasado algo y cree que deberías estar allí. Una cosa más, Finwë ha muerto.
Tras la noticia Kora se retiró dejando a Vayran sumido en sus pensamientos.
De nuevo disculpa por hacer avanzar las cosas a pasos forzados, pero si quiero uniros no tengo más remedio, al perder aquellas dos semanas he de acelerarlo todo.
Al día siguiente la memoria no falló al guiar su camino hasta la mansión. La Mansión de los Vanderboren (asi rezaba la placa de latón en la puerta), estaba localizada en la sección este del Distrito de los mercaderes; Un muro de piedra de siete pies de alto rodeba la hacienda imposible de ignorar. El enorme caserón, una anigua mansión de aspecto gotico de tres pisos que dominaba los jardines a su alrededor. Gargolas de cuclillas rodeaban los mranetes de las ventanas y estatuillas de bronce de nimfas desnudas se repartían por las fuentes de los jardines y en diversos árboles que aislaban a la mansión del trajín de las calles.
Kora apareció de la nada, escondida detrás de unos arbustos y le guió por la puerta principal de la mansión, del recibidor a un precioso distribuidor atravesaron la sala de estar y a través de allí a un patio interior con su propio estanque artificial, donde en una gran jaula de acero forjado habitaban cientos de papagayos y otras aves de miles de colores.
De allí por una pequeña puerta a un salón comedor al que daba acceso la puerta era comfortable y fresco, iluminado suavemente por la luz proveniente del patio interior por una enorme ventana. Parecía ser una especie de comedor privado, con una mesa lo suficientemente grande para comer tranquilamente una decena de personas. El suelo estba cubierto de una preciosa alfombra de Calimsham con simbolos arabescos. Dominando todo ello un gran retrato en el muro, frente a la puerta, una obra de arte representando a un joven humano atractivo vestido con ropajes nobles de barba corta y bien cuidada.
Sentado en una de las sillas dispuestas para la reunión había un hombre a la espera, vestía de oscuro y no se había quitado la capucha de viaje. Vayran observó que llevaba unos recios guantes de cuero puestos.
AL FIN!! PASA A LA ESCENA NO HAY HONOR