Partida Rol por web

Grajo, mientras tanto, se perdía por el enormísimo asentamiento mafioso-piratesco… ¿Qué hace en concreto?

Estaba en su mente, en el reino que verdaderamente le pertenece, no era de sorprender, estaba entre entre mil personas, y aún estaba solo, incluso entre sus compañeros, Grajo no paraba de sentir esa soledad que le inundaba el corazón, ¿Algo bueno o malo? El no lo sabía.

Estaba observando las baratijas sin valor alguno, tesoros que algunas tripulaciones habían obtenido tras el abordaje de sus presas en alta mar, objetos sin valor alguno para su metro ochenta, algo bastante considerable para el pichón. 

Lo suyo nunca fue la ostentosida, y los lugares ostentosos cómo aquel barco tanque le ponían realmente nervioso, y pese a que sentía simpatía por Lyvia, pese a todas sus cosas, los eventos sociales no eran su tipo, ni mucho menos, continuó vagando entre todo lo expuesto, más silencioso que Audrey cuándo roba las galletas de la cocina. 

Mientras Grajo va recorriendo el campamento pirata perdido en sus pensamientos, observando si hay quizá algún botín que mereciera la pena o alguien que llamase la atención. Fue reconociendo a las numerosas tripulaciones que asistían al evento, los Piratas de King Wax, los Piratas del Red Lipstick, los Piratas de Greit Grey Ash, los Piratas Banana Dead, los Piratas Lemon-Lemon, los Piratas Go-Go-Goose, los Piratas Demon Cat, los Piratas PartyBear, los Piratas de La Pira Verde, los Piratas Chainsaw… Sin duda esto era un evento multitudinario en toda regla.

De repente y sin previo aviso, su tren de pensamiento fue interrumpido por una voz que, por desgracia, le resultaba familiar.

-¡Vaya, vaya, vaya! ¡Así que los ‘imbéciles del truño rojo’ están aquí también! ¡Y su pajarraco vuelve a andar suelto!

Dice el capitán Skull, líder de los Piratas de Skull, amparado por la seguridad de estar rodeado de los suyos.

La sorpresa no lo invade, su rostro no se perturba en absoluto ante el cobarde que ante el yacía, rodeado de los suyos para sentirse protegido, si fuera realmente un hombre le buscaría solo.

Miró a su alrededor, las demás tripulaciones también bien estaban ahí, mirando con atención, entre tanta gente, también sabía que estaban los guardias de los Canolli y algunos miembros de la tripulación de Lyvia, no le importaba demasiado si estaban ahí, la ventaja estaba de su lado, así que podría desaparecer de su vista en sólo un pestañeo.

-Valla valla, pero si es el capitán Skull, me sorprende que al hueso del cráneo se le ocurriera un insulto tan... ¿Bien logrado? 

Grajo soltó una risa con el pico cerrado, sonriendo, no se había molestado, siempre mirando sobre el hombro a aquel hombre. 

-¿Porqué te hiciste llamar Skull? Tal vez por que pensaste que tu nombre es cool, pero realmente es por que tu cabeza parece una calavera, estás famelico y eres feo igual que tu bandera, mírate, las damas no se te acercan, y se podría decir que la única forma que tienes de yacer con una en una cama, es pagar por sus servicios-

Pese a que forma parte de otra raza, el muchacho es guapo, siempre bien vestido, y se podría decir también que atractivo a los ojos de las damas. 

-¿Quieres seguir buscando bronca Skull? ¿En territorio neutral? ¿En la boda de la hija de la capitana Linn con el hijo del jefe Canolli? ¿Tan poco aprecias tu vida? Debes ser un idiota sin remedio si quieres causar una pelea, ellos no van a tolerar un conflicto en esta situación, no permitirán que nada arruine este día-

Estas sencillas palabras harían que todas las tripulaciones se lo piensen dos veces antes de atacar se entre sí, ya que la mayoría estaba en muy buenos términos con Lyvia y su tripulación, y si arruina an eso, la reina de los piratas, su madre, se los comería cómo botana a media mañana. 

Skull en el fondo sabía que tenía razón su oponente, pero no podía permitirse ser desafiado delante de los suyos.

- ¡Te crees muy listo, eh!? ¡Pues ahora verás, pajarraco, pienso pedir una concesión especial a Lynn para retarte a un duelo. ¡Desplumarte será un estupendo espectáculo para la ceremonia de esta gente! ¡Ya verás!

Dice, comenzando a marcharse amparado nuevamente por su tropilla.
Se detiene y se gira para añadir.

- ¡Y POR CIERtO! ¡‘Skull’ es ‘cool’ como nombre, idiota! ¡Mucho más que cualquier nombre que tengáis vosotros! Parece que os los haya puesto un escritor malo.

-De qué demonios hablas, ¿No piensas? Skull significa calavera, que ya de por sí es el símbolo de las banderas piratas, ¿No crees que es tonto de tu parte? 

Le miró mientras se iba, con sus matones, si iba a pedir un duelo, el estaría ansioso, por que según las reglas, era el retado a duelo el que elegía el lugar del duelo. 

-Lo espero con ansias-

Dijo con sus ojos inyectados de sangre, estaba listo para aleccionar a ese idiota. 

- ¡Ya verás! ¡Cenaremos pajaro! ¡Y quien sabe si gata! Calalalalalalalala!
(si, tiene risa rara a lo One Piece)

Dijo, riendo mientras se perdía en la distancia.

No permitió que sus palabras le molestaran, pero si sintió una punzada en el pecho cuándo nombraron a Audrey, estuvo a punto de correr y matarle por la espalda, pero si fuera así, ya no sería el rostro de ma prudencia. 

El encuentro con Skull terminó de la forma que Grajo esperaba, después de todos, sin ninguna baja confirmada, y eso al cuervo daba gusto, pues no tenía ganas de mancharse con sangre pirata, por más carbones que sean los calavera, debían de ser considerados hermanos, pues todos están, bajo la negra bandera, sin importar su prosedencia o diseño, el fondo negro es el mismo.

Había llamado la atención de mucha gente, pero no tardó en volver a perderse, tal vez buscaría un lugar alto para ver la celebración, desde bien lejos, pues el tiempo pasaba ya más deprisa, continuaría viendo algo más, si nada o nadie cspturaba su atención, buscaría un risco del que pueda ver toda la isla, y ahí se quedaría. 

El punto más elevado y cercano al complejo de celebraciones eran los dos (de cuatro) mástiles del buque de guerra abandonado que hacía de espacio para el banquete. A fin de cuentas, era una embarcación enorme que tenía cuarenta metros de alto de casco y otros cuarenta por cada mástil. Era incluso un poco más alto que el barcotanque de los Cannoli. 

Las vistas de todo el complejo eran una auténtica maravilla, más aún cuando la luz del atardecer bañaba las enrojecidas tierras de la isla de Rossabia, generando, junto a los faroles e iluminaciones, un espectáculo de colores fogosos que parecía sacado de un cuento de hadas.

Levantar vuelo hasta allí no fue difícil, era el lugar más alto de la isla, a 80 metros de altura, era el lugar perfecto para ver todo lo que ocurría, después aparecería en la fiesta, pero ya cuándo los novios partirán a su luna de miel.

Con un pie colgando frente al vacío, se puso a jugar con su cuchillo, apoyado sobre el juanete del palo de popa, dando un bostezo de aburrimiento, en uno de los lugares más seguros de la isla, el cuervo estaba a punto de quedarse dormido. 

Grajo, en las alturas, no observó nada sospechoso, pero sí algo muy interesante. En la cubierta del barcotanque de los Cannoli, Rossio se estaba marchando de la misma seguido por su séquito cuando es interceptado por un grupo de piratas. No oye lo que sucede, pero ve como, al poco, los piratas se lanzan a por el mafioso y este los fulmina con un chorro de llamas que salen de su mano.

La llamarada pasa desapercibida debido a la altura de la estructura y al ambiente festivo.

Fue totalmente estremecedor. Tras ello, el mafioso continuó su ruta como si nada.

El desagradable espectáculo, no obstante, fue contrastado con un aroma agradable, que recordó a Grajo que la hora del banquete de la noche se acercaba y que tenía que asistir con los suyos.

Le daba un mal presentimiento, uno que hacía hormigueo en la columna vertebral, dándole un escalofrío al cuervo, el macabro espectáculo de Rossio Cannoli.

Evidentemente, o los piratas querían atracar al jefe, o querían una respuesta, eso nunca lo iba a saber, pues fueron incinerados hasta los huesos. En estos momentos, los nervios podían más que el apetito, y el olor a comida casi causaba náuseas y asco, se imaginaba la comida y las llamas cociendo la carne, relacionándolo con aquel terrible acontecimiento.

Finalmente se dejó planear por el aire, dirigiéndose a la entrada del barco tanque, para reunirse con sus colegas, pero ahora desconfiaba de los mafiosos, mucho más aún, pues estaba nervioso con el corazón en la garganta, a lo mejor, habían caído en una trampa, entrando cómo un espectro al recinto nupcial, buscando con mirada aguda a sus compañeros del puño rojo.