Annie se acabó personando nuevamente en la sala del tesoro. No era la única. Muchos asistentes querían observar aquella botella endemoniada, las cuales se pensaban que eran solo una leyenda, y muchos de ellos realmente lo seguían pensando.
‘¡Será una broma de mal gusto!’
Decían, entre frases similares.
Annie estaba maravillada con esa botella, le trajo recuerdos de cuando a ella le tocó la suya propia.
En esta ocasión, el receptáculo seguía siendo algo simplemente fascinante, cuya mera ornamentación era tan detallada casi llegaba a lo sobrenatural. Su modelaje representaba de decenas de pequeñas botellas talladas en el relieve, tan labradas y detalladas, que se veía que contenían incluso objetos: fuego, un barco, una persona, agua, humo, de todo. La propia botella era un hermosísimo ‘colash’ de botellas, que coronaba su decoración con una etiqueta de lectura incomprensible para todos.
Los dibujó todos. Alguien tiene que escribir aquel siguiente libro de la bibloteca, ¿no? -dijo a quienes la rodeaban. Para el registro y para hacernos famosas.
¿Y usted que poder creen que otorgue? ¿Cada botella significa que podrá invocar el objeto? ¿Traernos fuego, barcos? ¿O achicarlos de hecho y ese gran gran barco nupcial en una botellita va a poder guardar? jajaja, se reía. Se veía que el tema le interesaba.
¿Hay alguien con cara más sospechosa que otra aquí? Bueno, digamos, dado que el estándar es pirata y mafioso, eso digo...jjaja
Annie oye una voz que le suena, que le responde a su comentario.
- Estoy seguro de que eso es el Botellaelixir. Yo vi ese poder una vez cuando era joven. Concede el poder de embotellar cualquier cosa con magia. Incluso un barco o un edificio. Es un poder diabólico, ciertamente.
¡Claro!, ¡eso era! -exclamó Annie. El poder de chiquitear cualquier cosa. No, pos así si se van a poder robar hasta ese barco megagigantesco.
O bueno, poderlo transportar con facilidad por algún continente o puente de tierra, o mar interior. ¡Genial!
¿Mi señor...? Gracias por la observación. Mi nombre es Ann Caravann, de los PuñoRojo, grandes piratas.
- Sí. Hemos oído de sus facultades como navegante... y de sus poderes también. Qué llamativo que precisamente una navegante tenga habilidades relacionadas con el clima.
El señor arqueó una ceja.
- ¡Andolino, señorita! Apenas hace un rato que nos hemos visto en la playa.
Mira un reloj que tiene en la muñeca (los relojes son raros de ver, son artilugios muy caros, especialmente los portátiles).
- Dispénseme, tengo que ir a estar pendiente del banquete. Espero verlos allí.
Para Annie también había llegado la hora de reunirse con el resto. Había pasado mucho rato y no era buena idea dejar a Elizza sin compañía mucho rato, por mucho que Bronz estuviera presente.
Lo acompaño Sr. Andolino. Vamos.
Y mientras, ¿me cuenta de ese artilugio que lleva en la muñeca? Se ve la mar de interesante.
- ¡Me sorprende que nunca haya visto uno de estos, joven! Es un reloj de mano. Y ahora si me disculpa he de atender asuntos.
Esa fue la respuesta del esquivo mayordomo. Realmente a Annie le hacía pensar hasta qué punto se estaba moviendo dinero en esa familia de criminales.