Partida Rol por web

Le miró, señalándole con una especie de tubo alargado de plástico, de propósito desconocido. Posiblemente un manguito o una junta. Su mirada tenía un brillo de psicópata sereno debajo de su apariencia de empollón. De cualquier otro modo, no sería un marine americano.

-No, tío. No vuelvas a tocarme los cojones con eso. Ya sabes que me pone de mala hostia que te pongas a mirar mi diario, y más con esta mierda de gangsta rap sonando. Puta música de pandilleros, no la soporto.

McGuire sonrió, haciéndose el longuis. Luego, comenzó a limpiar la guantera, y cuando Nintendo no estaba atento, sacó el mentado diario y se puso de pie en el espacio del artillero, aclarándose la garganta.

-Segundo del mes del segundo año. Yo y mis compañeros estaban en el aeropuerto, languideciendo... oye, eso de languidecer me mola.

Se aclaró la garganta, y el resto comenzó a mirarle.

-Languideciendo en la inactividad y la rutina. Pero en el fondo, sabemos que dentro de poco tendremos que volver a la vorágine y la sinrazón de la capital, cada día más parecida a una favela de Río que a la urbe tranquila por la que luchamos que fuera...

Santos maniobró con los pies, deslizando la tabla sobre la que estaba apoyado para inspeccionar los bajos del cougar, e hizo una señal de "ok", poniendo morritos.

-Joder, Nintendo. Cuando te pones filosófico me dan ganas de follarte. Deberías saberlo.

Luego, se giró a mirar a los novatos.

-Hostia, hablando de polvos... Mirad muchachos. Los FNG han vuelto, y todavía huelen a nuevo. Es...

Se puso metafísico.

-Es como las revistas cuando las compras el primer día del mes. Todavía huelen a la fábrica.

Brooks se estaba limpiando las manos con desengrasante industrial. Estaba en camiseta de manga corta, y eso dejaba adivinar lo cuadrado que estaba aquel hijo de puta.

-¿Y eso te pone, verdad Santos? -dijo sin mirarle- Pero la única revista que tu corrías a comprar a principio de mes era la playguy.

El sargento se giró a mirar a la pareja del RG-31. Nintendo ya estaba encabronado, intentando derribar a McGuire para que no siguiera leyendo su diario. Reprimió una sonrisa y bajó del Cougar, limpiándose las manos con un trapo. Luego, se acercó a Jackson.

-Veo que no habéis entendido lo de "no ir todos juntos". Pero bueno, ya se ha acabado el tocarse los huevos por hoy. Ahí tenéis vuestro hummer. Id a echarle un ojo, que es vuestra jodida responsabilidad.

Miró a Maggie.

-Voy a distribuir a las chicas entre los equipos de fuego. Es mi idea de la "integración de género", o como coño se llame. Tu irás con Jackson y los chicos en el hummer. Y si te portas bien, cuando el cabo Sims termine su periodo de servicio a lo mejor heredas el mando de un equipo.

Se volvió hacia el Cougar.

-Todavía sois FNG, chavales. No lo olvidéis.

Maggie saluda al llegar de la forma casual que indicó el sargento, y se dispuso a escuchar sus órdenes.

Cita:

You're the boss, dice Maggie por toda respuesta. ¿Dónde hay que echar una mano? Aún me acordaré de cuando ayudaba a mi madre a reparar la vieja furgoneta.

Luego de una corta estadía en la intendencia, James se dirige con el resto del grupo hacia donde esta su pelotón. Al ver las caras por ahí nota algunas conocidas (para su desgracia, pues no había sido un primer encuentro del todo agradable), y otras no tanto. Le llama la atención la actitud de uno de los tipos, uno de anteojos... aunque mas que su actitud son las palabras que usa - ¿un colega? - no puede evitar pensar mientras observa la escena desde atrás del grupo, con las manos en el bolsillo. Se había mostrado un tanto “apagado” desde la llegada, lo cierto es que estar en aquel lugar no es algo que le emocione... hasta, por alguna razón, le hace añorar sus días en la instrucción.

Luego de una charla con el sargento, y siguiendo las ordenes de este, se gira el Hummer y camina hacia el, sacando las manos de los bolsillos. No puede evitar silbar por lo bajo, como si una llamativa mujer pasara frente a él – ¿este? - dice a Jackson mientras andan – Pensé que solo los peces gordos de Hollywood llevaban coches así – dice antes de girar la cabeza y mirar a Jackson – parece que volamos alto – bromea.

Lo cierto es que si bien nunca fue un fanático, siente algo de interés por los coches. Será por sus trabajos como repartidor, o por que el interés que si tiene su hermano mayor al respecto. En todo caso se acerca al coche, abtre el capó y le echa una ojeada por encima al motor.

En el parque móvil nos encontramos al resto del coro. Una panda de tíos raros que parecen tener el mismo poco seso que los que nos recibieron en el barracón. "-Por qué coño le llamarán Nintendo - me pregunto al escuchar su apodo." Luego aparece el Sargento y me suelta un comentario para tocarme los cojones. "- Veo que no habéis entendido lo de no ir todos juntos. - me suelta en cuanto se acerca a mi lado." Lo miro, en silencio, y espero que termine su discursito testosterónico. "-Veo que no recuerdas que esos imbéciles de intendencia te piden que rellenes formularios hasta para pedir papel de limpiarse el culo - pienso al sentir que el comentario del sagrento me acaba de tocar las pelotas en sobremanera."

"-Si, señor - le contesto de forma escueta al recibir la orden de ir a echar una ojeada al Hummer." Me giro hacia el vehiculo que me ha indicado el sargento y me acerco. Ahí está revolotenado Kaczynski y soltando comentarios sobre el estado precario del vehículo. Guardo silencio, aunque ciertamente el puto cacharro parece haberse llevado su parte en esta puta guerra. En cuanto James abre el capó, la curiosidad me empuja a examinar el corazón de la bestia...

- Bien, vamos a ver como está la señorita... - sonrie frotandose las manos - Le echaré un vistazo al carburador, las bujias y el aceite... - explica observando el interior del capó del Humvee con Kaczynski a su lado y Jackson echando un ojo desde encima del hombro - Que alguien le mire los bajos y la presión de los neumaticos. - termina señalando un lado del todoterreno.

Cita:

No jorobes, Jonas, que estos trastos llevan neumáticos macizos, para evitar pinchazos, dice Maggie. Echa una ojeada, pone rodilla en tierra y examina los bajos del behículo en busca de cosas anormales o daños en la protección.

- No presté mucha atención en la teoría sobre vehiculos. - suspira examinando los engranajes de la transmisión - Pues deben pesar una burrada... - termina sonriendo, aprovechando la conversación del neumatico como excusa para examinar el trasero de la cabo primero.

Jonas, Jonas, dice Maggie en voz baja, pero en tono divertido. No te distraigas, que ahora la labor es otra. Si te interesa lo que hay dentro de mis pantalones, lo discutimos otro rato, cuando no haya medio pelotón de miranda, ¿vale, machote?

- Perdón, señora. - responde volviendo a hundir la cabeza en el capó y volviendo a realizar las tareas de reparación.

Kendrik solo observaba, con una mueca, mezcla de asco y frustración, a lo que sería su... "pelotón", si es que se podía llamar así a toda aquella gentuza. Y no solo por las mujeres, los negros como Jackson, o como ese tal Santos, que parecía parte de la basura hispana que ahora atestaba el ejército. Le habían enseñado disciplina, le habían enseñado a ser "parte de una máquina perfectamente coordinada", y el encontrarse con semejante gentuza le provocó un sentimiento de auténtico desprecio. Con semejantes imbéciles defendiendo a la nación, no era de extrañar que esta se fuera a pique. Y el peor de ellos el sargento, que dejaba pasar todo aquello sin hacer nada. De hecho, hasta ahora, los únicos que habían demostrado tener una mínima disciplina habían sido Jackson y la chica, la tal Maggie. Joder, eso era muy triste. 

Negó con la cabeza, y sin más se dirigió hacia el humvee. No era, ni mucho menos, un experto en mecánica. Pero ayudaba con algún apaño en la granja, cuando el viejo tractor de su padre hacía de las suyas, y algunas cosas le sonaban. Claro que no conocían los nombres técnicos, más allá de "ese chirimbolo", pero cualquier cosa era mejor que seguir escuchando a semejantes capullos, robando los diarios de los cuartos, como nenas. No dijo nada. Era mejor permanecer en silencio, sabía que si habría la boca acabarían a hostias.

Kendrik con la cara paga, pensó Maggie. Es lo malo de algunos sureños, que se creen con superioridad moral sobre todo el que no sea WASP. Pues bienvenido al mundo real, knight*, no sabes lo que te espera.

Después, y visto que aquella colección de machitos le hacían ascos a ensuciarse, vio en un rincón una camilla de mecánico, se tendió en ella y desapareció bajo las entrañas del Humvee con una linterna, para echar un buen vistazo.

Los chicos se pusieron manos a la obra, pringrándose de grasa y poniendo a punto el humvee de manera metódica. Se trataba de un hummer M1114 con kit de protección anti-fragmentación y escudo reforzado en todos los puntos, incluidos los bajos, protección integral con puestos de tiro suplementarios para el artillero, cristal blindado, etc.

Los que pudieron ver los cambios del motor y la maquinaria con respecto a los modelos básicos que habían usado en la escuela de infantería, notaron un reemplazo exhaustivo de la mayor parte de las piezas del motor, la suspensión y el árbol de transmisión.

El resto del vehículo tenía el equipamiento usual, bastante básico, con el simple añadido de un reproductor de música radio-cd con posibilidad de integrar ipod, mp3 o mp4, añadido a posteriori, un paquete de pañuelos desechables en la guantera, un bloc de notas que contenía los códigos de radio de toda la compañía, un boli viejo y medio gastado, un botellín de agua, una bolsa para urgencias estomacales y un peluche pequeño de flat eric colgando del retrovisor.

Así transcurrió el primer día, y luego los sucesivos pasaron en entrenamientos y pequeñas maniobras de coordinación con los vehículos, entrenando supuestos de ataque con IED, avance tipo convoy, etc. En este tiempo, les llegó su material. No hubo rechazos en las peticiones, y hasta Fendrew obtuvo su cajón-cagadero made in USMC, sin evitar que el sargento de intendencia pusiera cara rara al entregárselo.

El sargento había hecho sus propias compras para todos, y en cada humvee se metieron además algunas cajas que contenían rollos de alambre de espino, sacos vacíos para realizar sacos terreros, instrumentos de obra civil con sacos de mezcla (otros vehículos llevaban ladrillos vistos) y cajas con raciones MRE, raciones humanitarias y raciones A.

Cada uno fue libre de llevar las pequeñas chorradas que creyó convenientes, siempre y que no fueran muy aparatosas. "Nintento" tenía una cámara de video, y al parecer estaba grabando un video tipo "Where the hell is matt" por todo Iraq y antes en Afganistán. El sargento llevaba un portátil, otros optaron por revistas porno, botes de lubricante para las calibre 50 (o lo que fuera menester) y montones de cds y mp3 cargados de música para enchufarse en el vehículo o mientras se hacían una gallarda en el acuartelamiento.

Un día antes de salir para Bagdad, les dieron una comida especial junto al resto de la compañía, y asistieron al regreso de su teniente, que estaba de permiso. Kendrik casi se planteó armar la matanza de Columbine cuando vió que era más negro que un puto somalí, pero que tenía más medallas que su difunto padre. Exceptuando la medalla de honor, por supuesto. "Si un negro gana eso, lo mato con mis propias manos", pensó.

Les dieron a cada uno un par de horas de uso de internet y teléfono en un módulo "de esparcimiento" del aeropuerto. Maggie tuvo una charla telefónica con Frankie, que le deseó mucha suerte y le prometió mandarle algún detalle para navidad. Kaczynski tuvo una videoconferencia con la webcam con su madre, que había vuelto a ser ingresada en el hospital y tenía bastante mala cara. Fendrew habló por el messenger con su hermano, que estaba en casa de sus padres para la ocasión, y les puso la cámara. Kendrik se limitó a bajarse música de su gusto para el mp3 que había conseguido de estraperlo a un moro de mierda del ejército iraquí, y Jackson, simplemente, no perdió el tiempo con el tema. No tenía a nadie a quien llamar.

Después, se abrigaron un poco, porque ya despuntaba el mes de diciembre en Irak, y el frío comenzaba a apretar allí. Sin más, se montaron en su "flamante" humvee, conscientes de que si había un atentado contra ellos, tendrían las mejores papeletas para saltar por los aires. Y sin darle mayor importancia que la que ello tenía en la lotería de la vida, pusieron rumbo con el resto de la columna hacia Bagdad.