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Eh, eh, le dijo Maggie abrazándola a su vez. Eso ha sonado peligrosamente lésbico, y tu yo somos straight, De hecho, estaba pensando en salir las cuatro, cogernos una cogorza de impresión, y cepillarnos a los cuatro chicos más guapos que encontremos, que tanta abstinancia de carne no puede ser buena para la salud, dice guiñándole un ojo. ¿Qué te parece?
Y sin solución de continuidad, aprovecha que Chloe y Janet están cerca para decirles: chicas, ¿os apuntáis a una orgía? Habrá alcohol y chicos guapos. ¿Qué más podéis pedir?
-Además de amigos de los negros, y de discriminación positiva.- Guiñó un ojo a Webster, y señaló con un gesto de cabeza al sargento Cobb, antes de volver la mirada al señor Webster. Le escuchó con atención, admirado por sus palabras.
-Mi padre ya no, señor...- Jonathan baja la cabeza, recordando el entierro de su padre. Hace aún muy poco de eso, y la herida tardará en cicatrizar. Sin embargo, hace lo posible por mantener la sonrisa. -Pero si, espero que si. Gracias, señor Webster.- Le estrechó la mano con fuerza, como debe hacer un hombre, mientras lo mira, con una sonrisa, aunque con respeto y cierta admiración en la mirada. Aquél hombre parece ser un hombre veterano, una de esas personas que hacen grandes a los Estados Unidos. -Intentaré no defraudarles. Lo daré todo por esta gran nación, eso por supuesto. Para eso estoy aquí. Para eso me alisté.-
Seguro que sí, date por invitado... Aunque corre el riesgo de que seas el plato principal... Pero eso ya se hablará...
El padre de Jonas estrechó la mano del cabo, mirándole fijamente y escuchando lo que le dijo. Tanto sus palabras como las de su hijo no le aplacaban demasiado. Todo aquello era parola militar al uso. El honor, el deber, etc. En su familia sabían que ese tipo de justificaciones morales solían enmascarar realidades tan negras como el recorte de pensiones a veteranos o mutilados, hospitales de campaña llenos de soldados con crisis nerviosas y marcados de por vida por sus experiencias en el frente, y un largo número de etcéteras.
-Encantado -se limitó a decir.
Luego, miró a su hijo.
-Jonas. Siempre has hecho lo que has querido, y nunca me he opuesto -sentenció- Si quieres ser marine, adelante. No es necesario, ni tienes por qué demostrarnos nada. Pero de todos modos, me alegro de que tengas al fin un porvenir asegurado a medio y largo plazo. Recuerda que nosotros siempre te apoyaremos en tus decisiones, aunque no nos gusten. Solo procura no terminar mutilado en un control de carretera de Bagdad, ni volver a casa de otra forma que no sea en un avión y con una sonrisa, para visitarnos en navidad y dejar que tu madre te prepare tu comida favorita.
Maggie está en esa graduación. Si queréis hablar con las chicas, por mi de acuerdo. Ahora mismo están celebrando el tema, aunque están a parte de vosotros, porque no las conocéis.
Su madre sonrió por la pregunta, y se secó las lágrimas con el dorso de la mano. Parecía que iba a evitar decirle ciertas cosas que le pudieran preocupar. Ahora su pequeño James había comenzado una vida nueva, una vida donde ella ya no estaría tanto como hasta ese momento. Eso le apenaba, como a toda madre enfrentada a la marcha de un hijo. Pero también le llenaba de orgullo.
-No me puedo quejar. Los servicios sociales me han puesto una asistenta. Es una chica muy simpática, de tu edad, que está estudiando en la universidad del estado y viene en sus horas libres. Te gustaría mucho, hijo. Es guapa y sabe hacer muy bien las cosas del hogar. Le he hablado mucho de mis hijos, mis dos hijos soldados.
Miró a su hijo con una sonrisa.
-¿Has hecho amigos aquí, cielo?
El señor Webster asintió, despacio. Pensaba que era una verdadera lástima que la familia de ese muchacho no estuviera allí para arroparle, recién graduado. Ultimamente, el mundo estaba lleno de liberales maricones que no comprendían la solemnidad y el respeto que merecían aquellas personas que daban lo mejor de su vida en la defensa y servicio a su nación. Una nación fundada bajo sólidos principios, y ganada con sangre de muchachos como ellos en guerras que ya solo figuran en los libros de historia.
-Será mejor que os invite a una cerveza, muchachos, y que luego os deje buscaros problemas por ahí. Os lo habéis ganado.
El viejo entrenador se dejó abrazar, y aún rodeó con sus brazos a la joven, paternal. El gesto no le había sorprendido, pero si enternecido. No obstante, procuró que no se le notara demasiado. Él era así.
-Lo has conseguido tú, niña -dijo- Tú eres la que ha encontrado el valor y el tesón suficiente para llegar hasta donde has llegado. Y esa fue siempre la única lección que quería que aprendieras. La vida es una lucha constante, como en el ring. Nunca debemos darnos por vencidos, y siempre debemos reponernos de la derrota. Los perseverantes consiguen siempre lo que se proponen.
Vió como hablaba a sus compañeras, y sonrió un poco, mordaz.
-Entonces este viejo solo va a acompañaros a la primera cerveza. Ya estoy muy viejo para según que cosas.
Martha estaba hablando con sus hermanas cuando Maggie le hizo la proposición. Se puso roja como un tomate, porque ella no era de esas. A sus hermanas les entró las risitas y la empujaron un poco, animándose a que se decidiera.
-Bueno -dijo- Si he llegado hasta aquí. ¿Por qué no?
James escucha con seriedad las palabras de su madre, aunque no sea lo que le diga lo que mas le preocupa, si no lo que pareces evitar decir. Aquello no quiere decir nada bueno, como ya lo a deducido, conoce a su madre, y sabe lo que esta ocultando, todo para no preocuparle. Aun así intenta disimularlo, seguirle el juego y no hacerle sentir mal.
James disimula aquello, escuchando lo que dice su madre mientras dibuja una media sonrisa en su rostro, aunque ignorando lo que insinúa acerca de conseguir pareja. Desde siempre le había seguido con eso, con formar una familia y demás cosas por el estilo, y es la primera vez que James se alegra de recibir aquellos consejos.
- Claro... bueno... “amigos”, si, se podría decir que algo así – dice mientras mira por sobre su hombro a donde están Fendrew y Jackson, aunque no dice nada al ver que están conversando – Por cierto, ¿Alguna novedad de parte de Michael? - pregunta finalmente, y aunque en un comienzo lo hace mas que nada por compromiso, rápidamente toma interés por un a posible respuesta. Hace tiempo que no sabe nada de su hermano, incluso desde antes de salir, y sabe que hasta puede llegar a ser delicado tocar ese tema en ese momento, pero para cuando se percata de ello ya a hecho la pregunta.
Janet escuchó lo que dijo su compañera. Había tardado poco en deshacerse el nudo de la corbata del uniforme de servicio. Se acercó y cogió a Martha de un puñado, echándosela al hombro con un pitillo encendido en la boca.
-Vamos a enseñar a los chicos de esta mierda de pueblo lo que son unas marines de los Estados Unidos.
Y echó a andar.
Chloe se sentía extraña. Sus amigas no le abrazaban. Ellas eran las chicas con las que se había reclutado, con las que había llegado allí. Pero parecía que no habían salido del mundo del instituto. Ahora ella no se juntaba con gente "popular", y ellas le daban de lado. Le dieron ganas de vomitar, pero contuvo la náusea.
Maggie dió una idea, y ella se sumó en silencio y con una sonrisa. Después de todo, aquellas eran ahora sus nuevas amigas. Unas amigas bastante especiales, a decir verdad.
-Eres tan bruta que te cargarás a algún chaval esta noche, partiéndole la columna a medio polvo.
Su madre le miró, pensativa.
-La última noticia que tuve es que le habían destinado a Afganistán, a un puesto de vigilancia bastante tranquilo. Se lo merece. Ha estado mucho tiempo patrullando las calles de Bagdad, y ya te acuerdas de las cartas que nos mandaba. Aquello es muy peligroso.
Entonces, su madre observó a un hombre que se acercaba.
El sargento Warren se había acercado a curiosear, extrañado por la escena. Tras unas preguntas a unos miembros de la PM que andaban por allí, había entendido cúal era el propósito de la visita de aquella señora. Y se propuso tener un gesto con ella.
-Marine... -dijo a Kaczynski.
Esperó a que le saludara, y respondió a su saludo dejando que se relajara después. Luego, miró a su madre.
-Debe estar orgullosa de este marine, señora. Él es el típico ejemplo de un chaval que llega aquí siendo un civil completo, y sale convertido en un marine con todas las letras.
Su madre miró al sargento, a sus galones e insignias. Luego miró a su hijo, como solo una madre sabe mirar a un hijo del que se siente orgullosa, en presencia de un tercero. Y dijo lo típico que jamás admitiría delante de él y a solas. No sin que la situación fuera lo suficientemente emotiva o excepcional.
-Lo se, sargento. Mi hijo siempre ha conseguido lo que se ha propuesto. Estoy muy orgullosa de él. Su hermano también es soldado, pero no marine, sino de la 82 aerotransportada.
Jonathan sonrió, y miró a Webster, para luego volver a mirar al Señor Webster. La verdad es que si parecía un buen hombre, un americano de verdad. Y seguro que compartiría alguna historia frente a alguna cerveza. Y a él le encantaría oirlas.
-Me encantaría, parece que hace siglos que no bebo una buena cerveza.- Dice, asintiendo.
El sargento asintió, mirando a los chavales un momento, antes de volver a mirar a su madre.
-Entonces usted mejor que nadie sabe lo que es sacrificarse por esta nación. Madres como usted son las que han levantado los cimientos de ésta nación, y quienes la mantienen día a día.
Luego miró a Kaczynski y sonrió.
-Creo que su madre se merece conocer a sus compañeros, marine.
Bien, señoritas, dijo Maggie con retintín, ahora que estamos de acuerdo el qué, pongámonos de acuerdo en el cómo y sobre todo en el cuándo. Ahora es el momento de estar con las familias, dijo mirando de reojo a Frankie, y comportarnos como chicas buenas, pero cuando marchen las familias y salga el autobús de Parris, os quiero arregladas, maquilladas y con las bragas limpias por si hay revista, y nos largamos en busca de aventuras.
James escucha las noticias que le da su madre con bastante interés. Nunca había sido demasiado optimista en cuanto tenia que recibir alguna nueva sobre su hermano, aunque todavía no cae en la cuenta, luego de tanto entrenamiento, de que no se encuentra rumbo a una posición muy diferente. Sea como fuese, aquello por lo menos le deja mas tranquilo. No tanto por su hermano, quien había tomado esa decisión por voluntad, si no por el hecho de ver que su madre se encuentra tranquila ante tal novedad.
Aun se encuentra escuchando la respuesta de su madre, asintiendo con la cabeza a aquellas palabras, cuando el sargento Warrem aparece en escena.
Aquel tipo todavía le inspira cierto “temor” a James, como un perro al cual no importa lo tranquilo que parezca, mejor no soltarle la mano, pues nunca sabe cuando a uno le va a morder. Casi en un acto reflejo, producto de semanas de instrucción, gritos e insultos, James se puso rígido e hizo el saludo correspondiente para su superior, para luego volver a relajar los hombros tras la orden de Warren.
Escucha la conversación que sostienen su madre y el sargento sin casi intervenir, manteniéndose a un lado mientras hablan, aunque un tanto avergonzado ante la respuesta de su madre. Aquella situación le recuerda a cuando lo mimaba frente a los amigos de su hermano mayor, dejándolo en ridículo algunas veces, al menos para un muchacho de su edad. La situación actual no dista mucho de parecerse a aquella que tantas veces se había repetido en su infancia, aunque esta vez a James no le molesta, al contrario, se alegra por ver que su madre se encuentre orgullosa de él, al menos en ese momento, en el cual James no quiere otra cosa mas que el bienestar de su madre.
- Señor – dice mientras vuelve a pararse recto y a saludar a su superior antes de tomar la silla de su madre y llevarla a donde esta Jackson, acompañando a Fendrew – vamos, te voy a presentar a la “pandilla”, seguro te caen bien – dice mientras se acercan a donde están Jackson y Fendrew.
Una media sonrisa se forma en su rostro tras escuchar el discursillo de su padre, el de siempre; Nunca me he he opuesto a que hagas lo que te venga en gana, bla, bla, bla - Claro que volveré padre. - asiente al tiempo que la sonrisa se amplia - En el entrenamiento de los Marines, nos enseñan a no morir sin permiso. - dice señalando con la cabeza al sargento Cobb que está por allí saludando a todo el mundo - Estate tranquilo, mi intención es salir de los siguientes seis meses de entrenamiento como francotirador. - explica a su padre - Si lo consigo, la mayor parte de mi trabajo será estar en una azotea con un M40. - su sonrisa aumenta ante la idea - Así que patrullaré muy poco, - continua explicando a sus padres - además aun no sabemos donde nos desplegaran. - termina por decir encogiendose de hombros.
El resto de la tarde transcurrió allí, con los marines presentando a sus compañeros sus respectivos familiares. Con la ausencia de los miembros de los sureños y de Maggie, que se había ido a tomarse la primera cerveza con Frankie, el resto fueron presentados a la familia Fendrew, que había optado ya por sonreir y parecer optimista. La madre de Kaczynski cayó bien a todos, y les prometió una comilona en su casa cuando volvieran de su destino, junto al hermano de James, destinado en Afganistán.
La noche fue harina de otro costal. Despedidos los familiares en el autobús de salida de Parris Island, los nuevos y flamantes marines se arreglaron con sus uniformes de paseo y salieron a recorrer las calles de la tranquila y turística Beaufort. A ellos les importaba una mierda que estuviera llena de monumentos y memoriales, porque coparon los bares, pubs y la única discoteca de la pequeña y apacible ciudad.
Algunos, como las chicas o los marines más atrevidos, tomaron el autobús y se fueron hasta la más populosa Savannah, donde hallaron mejor ambiente y borracheras de mayor categoría. Aquella noche, tonta fue la que no se encamó, ni el marine que no se fue de putas, pagando o sin pagar.
El día les sorprendió resacosos, pero relajados. Tenían 48 horas de permiso más, hasta que cada uno iría a su destino escogido. Sin embargo, la mayoría irían a la escuela de infantería.
Y se convertirían en marines de verdad.
El teniente general al mando de la escuela de infantería les dedicó unas últimas palabras:
-Han pasado seis meses desde que vinieron aquí como marines básicos, representando los mejores valores de nuestra sociedad. Seis meses en el que ustedes han aprendido todo lo que convierte a un marine de infantería en un especialista en combate por tierra y mar, ante cualquier circunstancia y situación. No importa lo abrumador de la fuerza enemiga, ni siquiera importan las circunstancias. Cuando a un marine se le pide darlo todo por su nación, al grito de "¡Semper Fidelis!", se lanza al combate. Ustedes tendrán muchos destinos, mejores o peores. Algunos, no saldrán de los Estados Unidos, o llegarán a alguna base tranquila en algún rincón del mundo.
Aquí se detuvo a mirarles.
-Pero algunos de ustedes, serán llamados para defender los valores de la democracia y la libertad en Oriente, para acabar el trabajo empezado en 2001, cuando nuestros muchachos devolvieron a los terroristas el pago por su ataque traicionero y mortal contra el corazon indefenso de nuestra gran nación. Pero esos marines, que marcharán hacia el avispero de un país anárquico y desestabilizado, no estarán solos. Porque el cuerpo de marines es uno: juntos luchamos, juntos sufrimos y si se nos pide, juntos morimos para la salvaguarda de nuestra nación.
Consultó sus papeles, quitándose las gafas.
-No olviden jamás las últimas palabras de Todd Beamer, el valiente americano que se enfrentó con sus manos desnudas a los terroristas que habían capturado su avión, y amenzaban con estrellarlo contra otro símbolo de nuestra nación: Let's roll. Porque esa guerra, muchachos, es nuestra guerra.
Algunos miraron al general en silencio, comprendiendo que aquello solo era una mera perorata propagandística del partido republicano. Otros, como Kendrik, sintieron el deseo de matar terroristas y musulmanes hijos de puta que solo querían destruir su civilización.
Pero Tyrone Jackson supo que aquel discurso sería una de las últimas cosas patrióticas que iban a experimentar en el cuerpo de marines. Ahora, el boato y la fanfarria darían paso a la realidad. La cruda realidad.
Ventajas ganadas durante la instrucción en la escuela de infantería:
Además:
Cinturones del programa de artes marciales y cajas de pizza de mayor nivel a determinar tras el reparto de vuestros puntos.