Partida Rol por web

La guerra. La infinita masacre que se oculta en el horizonte de nuestra consciencia. La pesadilla con la que las madres quimera atemorizan a sus hijos rebeldes. Pero desde la montaña, en la oculta villa Kamisama, hogar de los kitsune, la guerra no era mas que un lejano pesar. Había un motivo por el que la villa estaba oculta y es por que  era la única forma de mantenernos en nuestra posición de neutralidad. Las quimeras mataban serafines, los serafines mataban quimeras. Un odio tan arraigado en su ser y tan lejano en el tiempo que en la actualidad ni siquiera se sabía quien provocó la guerra; solamente se sabía que había una guerra. -No, no me han llamado a filas tranquila. Y no me he escapado-lo pensé un instante- bueno sí pero no del modo que piensas. Estaré en casa antes de que mi madre se despierte y..¡oh por el amor de los Kami!-exclamé mientras veía como el sol se alzaba en lo alto. Se me había echo tardísimo. Madre despertará pronto y al no  verme me reñirá. -Elaris tengo que irme rápido- y empece a alejarme velozmente del claro buscando el camino que conducía a casa. En un segundo me giré sobre mi mismo.-Esto...mañana por la mañana podríamos vernos- Ella sonrió. Yo sonreí. Estaba todo dicho. - ¡Genial!- me dispuse a marcharme pero volví a detenerme. Era como si algo me lo impidiera. ¿A quien quiero engañar? no quería irme - y...no te preocupes por lo del lago. Yo tampoco he visto nunca nada. Tal vez es porque aun no sabemos bien que deseamos ejej- y salí corriendo, saltando en las piedras, haciendo acrobacias en las ramas, piruetas por el aire, volteretas por la tierra. Sonreía aun a sabiendas de la reprimenda que me esperaba. Solo podía pensar en una cosa: Elaris

En cuanto dijo que no iba a la batalla, mi cuerpo se relajó como si hubiera estado corriendo durante toda la mañana. Me llevé una mano al pecho y suspiré mentalmente, aliviada. ¿Aliviada? Bueno, apenas le conocía de aquel día pero realmente sentía una conexión irracional con el kitsune. Puede que fueran las propiedades mágicas del agua de las que tanto hablaba Orán cada vez que nos daba sus clases. O puede simplemente que ambos encajáramos a la perfección. Fuera lo que fuera, sonreí. -Menos mal... -dije justo cuando se dio cuenta de la hora. ¡Dios! ¡Era tardísimo! ¿Cuánto tiempo habrían pasado alli? Mamá va a pensar que has vuelto a desaparecer como Uldin. No quería ni imaginarme su enfado, al menos me esperaba una semana barriendo. 
Sin embargo, cuando Reynard me dijo que quería que nos volviéramos a ver el tiempo en mi cabeza se detuvo y la imagen de mi madre con las riñas desapareció. En ese momento solamente podía sentir el ruido de mi corazón al retumbar en los oidos, cada vez más rápido. Sonreí ampliamente, me despedí de él y levanté la mano con un gesto, quedándome ahi parada un buen rato después de que el kitsune se hubiera marchado, como hiptonizada.

Quería verme. Y yo a él. Y nos veríamos mañana. Y de camino a casa aquello no paró de resonar en mi cabeza una y otra vez, como lo habían estado haciendo hasta ese día los pájaros cada mañana.

- Esperen un momento señores ... antes de comenzar un ataque ante lo desconocido ... por favor permitanme el archivo de inteligencia acerca de la familia Vassilev, para saber a quienes podriamos enfrentarnos - Dijo con cierta frialdad la serafín Galadriel para detener el inminente ataque un momento, antes de tener en sus manos un archivo con información detallada de cada miembro de la familia, así como de su refugio, la chica cambia su estrategia y le pide al equipo que rodea la casa lo siguiente:

- Señores, tal vez podamos mas por otros medios ... por favor solo acompañenos dos serafines mas, los demás espernnos 5 minutos, tal vez diez ... y si no salimos acaben contodo lo que hay en el interior ... - Tras decir lo anterior guardó sus armas y se acercó al lado de pariel a la casa después de susurrar le:

- La familia tiene muchos brazos para dar pelea ... sin embargo creo que lo mas óptimo es proponerles rendirse al emperador ... solo para que expongan su punto débil, su estoico martirismo y su miembro mas pequeño, vamos a usar a la pequeña cuando nos sea posible, tras proponer les pagar impuestos.

Te entiendo, mi problema es que tanta maldad abra dentro, y en cuanto a lo de amenazar a una familia con una pequeña no creo pero si es necesario… - trague grueso un segundo y mire en dirección a la casa - Está bien are lo que sea necesario , empecemos – me preparo para lo que suceda guardando una de las espadas y quedándome con otra en la mano izquierda y la derecha libre si necesitase sujetar algo o alguien rápidamente  

        -Señores Vasilev, yo soy Galadriel, honorable serafín del emperador, quien ha sido enviada hasta aquí para darles la oportunidad de jurar lealtad y obediencia al emperador a nuestro glorioso imperio, así como ofrecer le voluntariamente un sacrificio para demostrarlo, de tal manera las pequeñas podrán ... Crecer seguras y con cierta libertad! -     Dijo segura y decidida la Serafin dirigiéndose sobre todo a la pareja de padres Vasilev, pero atenta todos ellos mientras que los otros soldados como los serafines se encuentran expectantes y con las armas listas, mientras que el resto de la guardia entra por cada orificio de la casa ... rodeando a la familia en un numero demasiado superior para intimidar a cualquiera

La mañana habia pasado rapida como un suspiro y cuando acabe el entramiento del dia junto a mi hermano, las tareas asignadas por mi madre y los multiples recados de los aldeanos, solamente queria unas horas para mi, para descansar en la cabaña del arbol que habiamos construido Reynard y yo hacia unos años en la parte media de la copa del arbol que descansaba sobre el estanque. Sí, aquel arbol donde anidaban los pajaros en primavera y desde donde Reynard habia caido al agua años atrás por sus pesadillas. Aquello se habia convertido en algo simbolico para los dos, algo nuestro a lo que llamábamos refugio cuando ambos queriamos desaparecer de la faz de Eretz.
Tumbada sobre las mantas que hacian de colchon, contaba los petalos de las Ardanas que habia plantado hacia unos meses y que ya estaban florecienciendo. Era practicamente de noche y las velas repartidas por la habitacion colgaban de las paredes y proyectaban la sombra de mis cuernos frente a la madera del techo, mas grandes de lo que en realidad eran y mas agresivos de lo que en realidad me gustaria, aunque los adornos que colgaban de ellos, las gemas que solia ponerme sobre la cabeza cuando estaba feliz hacian que aquellas dos astas parecieran hechas de marfil oscuro. Habia crecido mucho durante estos años, y el cuerpo de niña se habia convertido en el cuerpo de una Frikai adulta. Ahora mis alas eran potentes, mi busto más grande y mi cintura más estrecha, haciendo contraste con las caderas amplias y las piernas fibrosas que acababan en unas pantorrillas de un color azulado purpureo. Mis rasgos? Aun parecian los de una niña segun mi madre, aunque el pelo, largo y rubío niveo hacia que cada vez me pareciera mas a ella.

Desde que habia conocido a Reynard los años a su lado habian pasado rápido. Padre habia sido reclutado de nuevo, y aunque el pueblo vivia un momento de prosperidad por aquel entonces, todo ello me era insipido. Los serafines seguian atacando, yo seguia aprendiendo las instrucciones de resucitacion de mi madre que cada vez estaba màs aislada del mumdo. Y Uldin... Era Uldin. Su sonrisa hacia brillar la oscuridad aunque ni el mismo quisiera. La mala suerte no iba con el, pues solo traia felicidad.
Suspiré cansada mientras me acurrucaba en las pieles que habia traido Reynard y que nos servian de abrigo para las noches de invierno. El frio habia congelado las bayas que habia cogido del bosque, pero su dulcura seguia intacta y el tinte rojo se me pego a los labios cuando las saboreé con placer. Realmente aquel era mi hogar, un hogar libre y que parecia indestructible, forjado con el trabajo del cariño, de la amistad y del propio amor qur habiamos puesto el kitsune y yo durante tanto tiempo. Alli me sentia verdaderamente segura, escuchando el ulular de los buhos y el viento contra la madera. Libre de pesadillas, sin preocupacion de hacerle daño a nadie a pesar de la condicion de mi raza. Y aquello me hacia verdaderamente feliz y completa.

¿Quién hubiera pensado que un zorro se iba a sentir tan cómodo saltando entre los árboles como un mono o una ardilla? Y sin embargo desde que tuve la estatura suficiente para trepar sin dificultad hacia las ramas más altas lo raro era conseguir que me quedase en el suelo.  Quieto por otro lado, no había estado nunca. Mi dulce madre solía decir entre suspiros que su "regalo de dios" bien podía venir con una niñera divina o al menos con unas dosis extra de energía para ella. Cuando la oía decir esas cosas trepaba al muro exterior de la casa esperando a que saliera y cuando la hacía le besaba la mejilla. Acto seguido salia corriendo dando  cabriolas mientras le gritaba "¡¡porque ninguna niñera divina seria tan genial como tú mamá!!".  Eso solía aplacarla y acallar su preocupación por mi.

Llegue a la copa del árbol, nuestro árbol, y me fui descolgando por las lianas que lo rodeaban, en silencio, sin hacer le más mínimo ruido. Apoye un pié en el alfeizar de la ventana de nuestra cabaña, la espalda en el bisel y la otra pierna colgando al vacío. Elaris respiraba tranquila, segura...feliz-Pero que maravillosa sorpresa. Una de las estrellas del cielo ha abandonado el firmamento y se ha metido en mi cama- Elaris odiaba que flirteara con ella. Decía que me dejara esas memeces para las niñas consentidas de la aldea; que si intentaba engatusarla me despellejaría vivo y se haría un abrigo. Pero eso es como decirle a un escorpión que no pique, a un pez que no nade o a un ave que no vuele: está en mi naturaleza. Además Elaris se pone muy mona cuando me riñe.-Pareces compungida por algo ¿un penique por tus pensamientos princesa?- Estaba anocheciendo y el aire se estaba volviendo cada vez más frío. Cuando estas cubierto de pelo de pies a cabeza no es un gran problema pero la violácea piel de Eli era distinto, por eso "cogí prestadas" las pieles del tendero del pueblo. Este era nuestro castillo, nuestra fortaleza de un mundo que nos asustaba, nos agobiaba o simplemente no nos comprendía. Y Elaris iba a tener el trono que se merecía, incluso a pesar suyo.

Estaba muerta de miedo, no entendía que estaba pasando, -tal vez es de lo que me habían hablado siempre de que algún día llegarían los serafines a cobrarse las vidas de mi familia por todos los crímenes de guerra que habían cometido desde varias generaciones- pensé y lo entendí todo, aquello era el fin de la poca vida en familia que iba a tener.

Rápidamente mi hermana mayor nos agarró a Muffet y a mi fuertemente y nos llevó al túnel de emergencia que tenían preparado por si esto pasaba algún día.

Lo ultimo que pude ver antes de esconder la cabeza, es a mis padres armados hasta los dientes para hacer tiempo mientras nosotras conseguíamos escapar, pensaban luchar hasta el final y así lo iban a hacer hasta la muerte.

Una vez ya en el subsuelo pude oír como la voz de una tal Galadriel que iba a acompañada de un serafin llamado Pariel llamaban a sentencia a mis padres, y cómo ellos empezaron a gritar como auténticos animales furiosos y a disparar sin criterio, no les importaba morir, solo querían llevarse a cuantas más vidas de serafines por delante mejor.

Mi hermana solo dijo cinco palabras: -No miréis atrás y corred. con lágrimas en los ojos, la primera y última vez que vi a mi hermana mayor mostrar algún tipo de emoción.

Nunca en mi vida he corrido tanto como en esa noche, pero hay algo que recordaré el resto de mi vida, dos nombres: Galadriel y Pariel, los cuales se quedarían grabados en mi con el fuego más candente del propio infierno.

Ellos me arrebataron a mi familia y algún día lo pagarían.

       - Es una lástima que no les haya convencido ... podriamos evitar un inutil derramamiento de sangre ... señores encarguense de apoyarnos y ustedes de allí vayan y traiganme a las chiquillas de inmediato -   Dijo la Serafín antes de enfrentarse junto con otro para de serafines con Sonne Vassilkev, mientras que Pariel hjacía algo similar con el señor Vassilev

      Las chicas quimeras corrieron perseguidas por los guerreros por un buen rato en la noche, a la distancia Galadriel después de haber eliminado a la madre de ellas tomó un arco y les disparo, pero solo pudo herir a la hermana mayor superficialmente

Rápidamente al ver la actitud agresiva de los sujetos observe como algunos corrían por algo parecido a un túnel que se abría tras Los Jefes de la familia – ¡¡SON MIAS!!- me abalance rápidamente para corta el paso de los que huían pero en ese momento fui interceptado por un sujeto alto de múltiples brazos y un arma diferente en cada mano y de lo que yo podría decir que era su asquerosa boca salió una vos carrasposa hacia mi - Hasta aquí llegas asqueroso Serafín, esta noche tu vida será mía -  en eso lo vi y por fin vi sus pecados veredicto... CULPABLE y su sentencia la muerte. Rapidamente de desembaine mis armas y ya no pude retomar el control y deje que mis espadas hicieran su trabajo.

Aquel movimiento en la ventana me sobresaltó a pesar de estar acostumbrada a que Reynard viniera de aqui para allá sin hacer el menor ruido. A veces me daba unos sustos de muerte, y en más de una ocasión no había podido evitar pegar un grito ahogado y hacer el ademán de pegarle en la cabeza  con lo primero que tenía a mano al pensar que se trataba de un intruso y no de mi mejor amigo. Sin embargo, esta vez, cuando entró en la cabaña solamente pude ampliar la sonrisa y mantener la mente concentrada en él, esperando que no viera la preocupación que había surcado mi rostro hasta hacía unos segundos. A pesar de intentar ser la mejor actriz que pude, parecía que no había dado resultado, aunque ¿qué pretendía?, en realidad aquel Kitsune era quien más me conocía, y nuestra conexión no se limitaba unica y exclusivamente a las palabras, parecía que a veces con una mirada bastaba para comprendernos.

Cuando dijo aquel comentario no dudé en poner los ojos en blanco mientras me incorporaba sobre las mantas. Pocas veces aceptaba sus cumplidos y  aquella ocasión no era diferente, así que enarqué una ceja mientras le contestaba -En realidad si usaras ese don de palabra tuyo para algo práctico en vez de para encandilarme cada vez que nos vemos estoy segura de que las cosas te irían mejor, ¿sabes?. Con esas palabras podrías llegar a hacer algo de provecho en vez de tentar a la suerte... -hice un parón dramático- Continuamente.-Dije, intentando sonar divertida. Me encantaba hacerle de rabiar, y eso pasaba por hacerse la dura, y aunque a veces me costara un poco más, sobre todo si estaba con las emociones a flor de piel, siempre conseguía sacarle de quicio. Me levanté y le di unos golpecitos en la frente haciéndole además un gesto con los dedos para imitar unas tijeras. Siempre le amenazaba con que perdería una cola por cada comentario romántico que me hiciera. Por un momento sonreí, mirándole durante unos largos segundos antes de encogerme de hombros -Estoy preocupada. ¿Has escuchado las últimas noticias? Los serafines no paran de atacar los pueblos costeros y parece que cada vez hay más reclutamientos en todas partes. Estamos perdiendo gente Reynard, están muriendo. No puedo creer que manden a luchar a niños que todavía no son más altos que la espada que han de empuñar -dije, dejando denotar tristeza en mi voz. Eso era el pan de cada día, y me sentía impotente al no poder hacer nada para ayudar más allá de aprender el arte de la Resucitación. Según mi madre aquello ya era mucho, una de las cosas más importantes de las que se enorgullecía nuestro pueblo y realmente estaba en lo cierto, aquello era una gran responsabilidad... y puede que fuera esa baldosa que caía sobre mis hombros la que hiciera que tuviera pesadillas por las noches. ¿De verdad podría hacerlo sola cuando ella ya no estuviera y sus consejos hubieran desaparecido? Es verdad que progresaba rapidamente, pero la inseguridad de no llegar a estar a la altura siempre estaba ahi.  Suspiré mientras encendía otra de las velas, buscando además de luz un poco de calor. Me gustaba pasar las noches con Reynard entre aquellas maderas, contándonos secretos. Él hacía que me olvidara de todo a pesar de simplemente decidiéramos tumbarnos en el suelo y estar en silencio.
Me acerqué hasta él buscando el abrigo de su pelaje ya que sin las mantas por encima mis ropas no eran más que burdas prendas de lino y algodón con dos agujeros gigantes a la espalda para dejar salir mis alas, agujeros demasiado grandes y poco ajustados a su tamaño que dejaban que la piel de al rededor se me helara. -Ojalá se pudiera hacer algo al respecto... -Suspiré, pero aquello estaba simplemente en mis sueños -En fin, mi madre quiere que pase más tiempo aprendiendo el oficio, así que tendré que salir a buscar dientes de animales porque lo suministros cada vez escasean más - Reynard sabía que la resucitación se hacía a partir de dientes de quimeras, animales y a veces humanos, y que la proporción correcta de cada uno de ellos conformaba que la resucitación fuera o no viable. -Y no quedan muchas perlas, así que ultimamente los Resucitados no son especialmente agraciados -Añadí. Lo que Reynard no sabía es que durante todos estos años había guardado la perla más bonita que había encontrado jamás en mi habitación escondida usolo para él, a pesar de que el mero hecho de que pudiera tener que utilizarla algún día me herizaba todo el vello del cuerpo. -¿Y tú? ¿La aldea sigue tranquila? -Pregunté desviando la conversación mientras me acurrucaba entre sus colas, suaves y protectoras.

Así que era  eso. Elaris no suele dejar que nadie vea por lo que pasa, por la responsabilidad que cae sobre sus hombros. Se le esta exigiendo no solo la responsabilidad de sanar y cuidar de las quimeras heridas; se le está exigiendo la salvación de nuestra especie. El único motivo por el que las quimeras no hemos sido eliminadas del mapa en la guerra con los serafines es porque la muerte no es el final. Nuestra mayor y puede que única baza contra un enemigo que nos supera en talento marcial, fanatismo y capacidad destructiva es nuestra capacidad para no perder efectivos mientras que ellos si lo hacen (aunque no tantos como les gustaría a nuestros soldados). 

Y a mi pequeña se le estaba exigiendo que cargase con esa responsabilidad, con el futuro de nuestra especie. He visto montañas derrumbarse por menos presión. Y sin embargo aquí esta, sonriendo de nuevo, intentando que no me preocupe por ella, distrayéndome preguntando por la aldea. Acurrucándose contra mi. Colocado tras ella la rodee con mis colas así como con mis brazos. Hacía frío, pero este sólo era una excusa para abrazarla. Lo hacía porque quería que se sintiera protegida. No iba a abandonarla.

-Escucha Eli-dije casi susurrándole en el oído- Los serafines y las quimeras se llevan matando desde el principio de los tiempos. Algunos creen que no saben hacer otra cosa. El problema son los inocentes que se encuentran en medio y los niños de los que hablas obligados a luchar. Eso es la injusticia personificada. Pero tu Elaris de los Frikai, hija de la resucitadora Atreide eres muy distinta a ellos. No hay odio en tu corazón, no hay rabia contra el enemigo, sólo pena por los heridos. Y es ese corazón noble el que te convertirá en la mayor resucitadora que Erz haya conocido. Vas a salvar muchas vidas. Yo tengo fé en ti cariño, siempre la he tenido. No en balde me he jugado la vida con ese "cariño" ¿no?- y por un instante solo reímos. Una risa sincera pero triste porque mis bromas no podían acallar los tambores de la guerra. Decidí cambiar de tema

-La aldea como siempre: aburrida. ¿Quieres creer que esperan que me convierta en líder de la aldea cuando crezca? ¿Te lo puedes creer? Si apenas puedo cuidar de mi mismo ¿cómo esperan que cuide de toda la aldea?. Y todo por esa estúpida profecía. Y lo que más rabia me da es que nadie me ha preguntado si quiero serlo, se limitan a asumirlo. Nadie me ha preguntado si quiero seguir en ese maldito poblacho de campesinos retrógrados el día de mañana¹. - Me di cuenta de que había empezado a gritar y se me había erizado el pelo. Elaris me miraba sin saber muy bien que hacer <<cálmate zorro estúpido, la estás asustando>>- Además, no caso con su actitud frente a la guerra. coincido con ellos que matar serafines porque matan quimeras solo hace continuar la cadena de venganza y asesinatos. Pero quedarse de brazos cruzados apartado en tu montaña no es la solución. Cerrar los ojos ante una maldad es ser cómplice del mal.- la conversación se había teñido de un tono mas lúgubre del que hubiese querido. Pero con tanta oscuridad a nuestro alrededor era inevitable que algo de ella se colase. Pero este era nuestro refugio, nuestro castillo, nuestra fortaleza brillante. Así pues me dispuse a brillar y alejar las sombras.

-Y dime ¿hay algún chico rondando a la aprendiz de la resucitadora?¿Algún mozalbete te corteja?¿Alguien de quien deba preocuparme? Parecerá un accidente...-dije mostrando los colmillos. Y sin saber como comencé a reir. La cara de Elaris con mi papel de "novio celoso" era muy divertida. <<Me va a pegar. Me va pegar muy fuerte. Y yo no voy a poder parar de reírme. La ultima vez fueron dos costillas. Va a doler. Va a doler mucho². Deja de reír imbécil>>. Pero no había manera

Todo en él era suave, así que no pude evitar acurrucarme aún más entre sus brazos, acariciando mi mejilla contra una de sus largas colas de zorro. Reynard era el heredero de su clan, y al igual que él podía hacerse una idea sobre lo presionada que me sentía en aquellos instantes de mi vida debido a la responsabilidad de la resucitación yo también pude sentir sus frustración y tristeza al pensar en verse avocado a un destino que no era el que él mismo quería elegir. Cuando me habló de su aldea me di la vuelta y coloqué las manos sobre su pecho -Rey, serías un líder estupendo -y aquello no era  ninguna mentira. A pesar de que no supiera cuidarse a sí mismo y fuera una bala perdida, irresponsable y valiente hasta practicamente la locura, su coraje hacía que cuidara a los demás de manera desmedida -Si yo fuera una quimera de tu clan no elegiría a ningún otro para cuidarme. Puede que tú no lo veas, y que aunque tu cabeza a veces es un cajón desastre lleno de ideas suicidas, no conozco a nadie más bondadoso que tú, y para mi sería un honor que alguien como tú me guiara a mi y a mi pueblo. Serás un gran lider, Rey, de eso estoy segura.-añadí acariciándole con cariño. Sabía que él solamente quería vivir en libertad y sin ataduras, ya lo habíamos hablado muchas veces-  Además, tú eres el único que controla el camino que forjas y la historia que quieres escribir. Tú vida aún no está predeterminada y aunque sea una gran responsabilidad, eres tú el que tiene la última palabra y el que decide qué quiere escoger. Cuando decidas estar al mando podrás cambiar muchas cosas; todas esas cosas que te parecen injustas. Vas a marcar la diferencia, Rey, y voy a estar a tu lado para verlo -Concluí. Realmente sabía que nunca pertenecería a su clan pero solamente el hecho de pensar que podría pasar toda mi vida alli, con él, aunque solamente fuera durante unos minutos al día me bastaba.
Sonreí. Me enorgullecía enormemente que fuera él el que debiera tomar las riendas, en que llegaría un momento en el que fuera capaz de acabar con todo ese despotismo que tanto odiaba. Estaba segura de que vendrían mejores tiempos para su pueblo y para las quimeras y que él sería una de las causas de ese cambio.
Nos quedamos así durante unos segundos y cuando me preguntó sobre los chicos los ojos se me salieron de las orbitas, le di un empujón y alcé una ceja. <Si supieras lo que quiere mi madre para mi...> pensé, triste, aunque no dejé que se me notara ni un ápice. Tampoco quería pensar en los deberes maritales que tendría Reynard cuando tomara el mando. Los matrimonios concertados estaban a la orden del día, y pensar en eso me daba pánico. No porque Reynard no pudiera escogerme a mi, aquello lo había asumido con dolor hacía ya un tiempo, sino por el hecho de pensar que pudiera llegar a casarse con alguien del que no estuviera enamorado. Quería que fuera feliz y pensar en que una de sus obligaciones podía ser compartir su vida con una quimera que no le amara me partía el corazón.

 -Morgan parece interesado. El otro día le dijo a mi madre que ya era hora de buscarme un marido, ¿sabes?. Si no fuera porque las escamas me dan un poco de grima podría plantearme algo serio con él... -Bromeé con una carcajada que resonó por toda la cabaña. Morgan tenía casi sesenta años -Y la edad nunca ha sido un impedimento... -En otra ocasión le hubiera pegado sin duda alguna, le hubiera pegado muy fuerte; pero estaba especialmente sensible y su risa era contagiosa así que no pude evitar reir como una niña. Le tiré de una de sus orejas y Reynard se encogió y se dobló sobre si mismo dando un pequeño grito de dolor, movimiento que utilicé para abrazarlo cuando se acercó a mi -Juro que como alguna vez te metas en un lío y te maten tengo unos dientes de jabalí esperándome en casa expresamente guardados para ti... No tientes a la suerte zorro imprudente, o acabarás convertido en un precioso cerdo.- Le dije haciendo un juego de palabras, refiriéndome indirectamente a las capacidades que teníamos los Frikai de controlar el azar. -Además no soy yo la que tiene que continuar con su extirpe...  pero tus pretendientas deberían temer. Oh, pero no por mi, claro, sino por tener que pasar toda una vida contigo. ¡Menudo fastidio tener que pasar cuarenta años a tu lado!- Concluí con una media sonrisa gigantesca.