Clara hizo una mueca con la cara, como si tampoco lo tuviese claro. Cogió una pequeña ramita y la lanzó al fuego que la prendió con rapidez.
Habló bajo – Pues tampoco lo sé, por un lado ahora se que estoy en el bando correcto, pero por otro... poco se puede hacer aquí, quizás pase la frontera (a Francia) para descansar un poco de este infierno.
Uno de los makis, que os había pasado desapercibido al otro lado de la hoguera habló en voz alta - ¿Descansar en Francia? ¿No os habéis enterado? Los nazis han comenzado a atacarla, pronto estarán en las mismísimas puertas de Paris.
Aquello removió tu alma, los nazis podían invadir tu país, tu familia quizás estaba en peligro y tú a cientos de kilómetros de allí, no podrías permanecer tranquila aquí sin saber que era de ellos.
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Pero ¿Era conveniente regresar? Necesitaba saber de ellos, pero podría perder la vida en el intento.
El escalofrío que sintió al escuchar las palabras del hombre, continuaba estremeciendo cada músculo de su cuerpo. Por un momento fijo la mirada en el fuego y se transportó a pensamientos felices de su infancia. Sonreía y sabía que era lo correcto.
-Francia- murmuro sin apartar la mirada -Debo regresar y si muero en el intento, era mi destino-
Todos los ojos cayeron sobre ti. Sabían de tu nacionalidad y de la repercusión que tendría sobre ti. El momento se hizo un poco lúgubre.
- Eh rubita, no creas que te vas a librar tan fácil de mi y no me desagrada la idea de cargarme unos cuantos de esos cabezas cuadradas... Te acompaño siempre que me ayudes a entender el idioma de los gabachos ja, ja, ja – Clara era increíble, un poco grosera y basta, pero de buen corazón.
- Venga, mañana hacemos el petate y les diremos a estos chicos tan majos que nos acompañen hasta la frontera, será un placer seguir luchando por la libertad – Ahora sonrió más sinceramente.
Miraba un tanto perpleja a su amiga y a los hombres que las rodeaban. ¿La acompañaría hasta Francia? ¿Había entendido bien?.
Sintió un deseo intenso de abrazar a su compañera y amiga. Ella a pesar de sus diferencias, había estado ahí para ella, luchando cada día y había despertado un sincero cariño de amistad.
Tomó su mano y le respondió a su sonrisa; una sonrisa sincera, llena de felicidad. Sus ojos brillaban, quizás un poco de lágrimas se asomaban. Era una mezcla de felicidad y miedo.
-Merci...- y lentamente, asintió con su cabeza, aceptando así, su propuesta.
Siempre era agradable que le agradecieran a uno los gestos, pero estaba claro que entre tú y Clara había un vínculo forjado en estos años de prisión, y en el periodo de fuga.
En el día siguiente los preparativos estuvieron listos, un par de maquis, clara y tú emprendisteis la marcha hacia el norte. Por las montañas y montes había una extensa red de caminos y sendas que sólo conocían los pastores y esta organización, y el tercio norte de la península ibérica era conocido por los maquis como la palma de la mano.
La marcha era dura, agotadora, pero al menos no había el apremio de sentirse perseguido por la guardia civil, parabais lo justo para comer y dormir. Tres días más tardes, hacia el mediodía, al frente y ya no muy lejos, se divisaba una cordillera – Los pirineos, mañana llegaremos a la frontera, hay que estar ojo avizor, esas montañas suelen estar más vigiladas.
Juliette disfrutaba del viaje; de la brisa, de la naturaleza, del sol y lo mas valioso, su libertad. No sabía si en cualquier instante podría arrebatársela de nuevo.
Los días pasaban rápido y el cansancio era llevadero, quizás su cuerpo de acostumbraba lentamente a la rutina de caminar, comer y descansar.
Y la espera poco a poco llegaba a su fin. Ver aquella cordillera, la emocionó hasta el punto de que sus ojos se humedecieron.
-Maison...- murmuro, llevando una mano a su corazón. Deseaba correr con todas sus fuerzas y llegar a su casa. Necesitaba saber de su familia cuanto antes.
Miró a Clara y asintió, animándola a continuar con su camino.
Los chicos se despidieron y reemprendieron el viaje de regreso y a partir de aquí continuarais a solas con Clara.
Preferisteis pasar la frontera por algún lugar de difícil acceso, costaría más esfuerzo, pero eso os libraría de encontraron al con el ejercito o los guardias de la dictadura española. Pero ya comenzabas a hacerte a tanta caminata y tu cuerpo se estaba haciendo duro, incluso te permitías disfrutar de los bonitos paisajes con las elevadas cumbres de más de tres mil metros de altura.
Una vez pasada a Francia, de forma inconsciente tomaste el "mando" aquí se hablaba tu idioma, estabais en zona libre, hasta te sentías mejor. Pero aún quedaba un largo camino hasta Paris - ¿Y ahora? ¿Cómo nos desplazaremos?
Habían muchas posibilidades, tantas como tu imaginación te permitiese.
No me dijiste nada a lo del off, ¿Crees que puedes postear cada dos o tres días? ^^
Se sentía bastante bien estar nuevamente en su país. Todo era diferente, incluso de aire. Aún no podía creer que estaba en tierra francesa ¿Qué tan peligrosa sería la situación allí? Debían continuar, pero un descanso y un cambio de atuendo, para no llamar mucho la atención.
-¿Deseas descansar, Clara? Nos sentaría bastante bien. El camino hacia París es largo- ideas venían a su mente y creía que en una zona próxima vivían unos familiares lejanos, quizás podrían buscarlos y así saber un poco mas sobre la situación en Francia.
-Un cambio de atuendo, documentos falsos y dinero- murmuraba para ella misma.