Partida Rol por web

Todos se pusieron alerta. El piloto sacó su pistola y espero a ver que era lo que hacíais. Juliette asintó a tus palabras, pero Clara se mostraba reticente pero finalmente accedió.

Entonces bajo tus pies una rama crujió, lo suficientemente fuerte como para que uno de los alemanes os escucharan. Enfocaron una linterna en vuestra dirección y comenzaron a gritar en alemán. El conductor del camión golpeó en la nuca a uno de los alemanes, pero no lo suficientemente fuere y lo único que consiguió fue ganarse un tiro en el pecho. Con rapidez la situación se volvía crítica.

-¡Mierda, joder! -dije, cuando los ví avanzar hacia nosotros- ¡Preparáos para disparar!

Habían matado sin vacilar a nuestro compañero, y lo mismo harían con nosotros, más aún teniendo a un piloto inglés como compañía.

-Será mejor que nos separemos, ahora que aún no han llegado aquí. Clara, ve tras aquel árbol, Juliette, al otro -dije, dispersándolas para poder así abarcar más campo de defensa- ¡Yo os cubro, rápido! -y me dirigí al piloto- Friend, nazis.. -hice el gesto de disparar, para que comprendiese, pero no hacía falta ya. También vendería cara su vida.

Actuasteis con rapidez, Clara y Juliette se desplegaron. Ha habían estado en otras situaciones de batalla y eso se notó. El piloto sacó su arma y apuntó a uno de los alemanes, pero entonces…

El vehículo en el que habían venido voló por los aires matando a los dos alemanes. Sentiste el calor de la explosión y te quedaste confundida sin saber que había pasado entonces te diste cuenta que el suelo comenzaba a temblar “Tanques” Pero…

Cuando el polvo se comenzó a disipar viste como una columna de tanques con una estrella blanca de cinco puntas avanzaba con velocidad hacia vosotros.

El piloto saltó a la mitad de la carretera y comenzó a ondear la gorra - ¡Hello boys! ¡You are wellcome! – Exclamó con visible alegría. Si, por fin, ¡Los aliados se aproximaban a Paris!

El tanque que iba en cabeza paró a tu lado y el capitan que iba en la escotilla te brindó una tableta de chocolate.

- ¡Chicas, subamos! – Exclamó Clara y trató de encaramarse a una de aquellas fortalezas de hierro

Boquiabierta me quedé, eso sí que no me lo esperaba.. ¡Los aliados! ¡Ya estaban aquí!

No me preocupé más de los alemanes, ya no eran una amenaza. Salí de mi escondrijo guardando mi arma, y me dejé llevar por la algarabía general.

Me ofrecían chocolate.. ¡chocolate! Lo miré sin atreverme a tocarlo. En estos años de guerra, había sido un lujo el comerlo, y muchísimas veces me acordé con nostalgia de las veces que lo había despreciado en casa, por no apetecerme. Cuánto había echado de menos su sabor.. Sólo ahora me daba cuenta de que todo llegaba a su fin. El sabor del chocolate me lo dijo.

También yo me subí a uno de los carros de combate, ayudada por sus ocupantes. Eran magníficos, realmente. Una mole inmensa. Me estremecía cuando hacían retemblar las calles a su paso, y yo los miraba.. ¡Pero ahora iba en uno!

Ojalá papá y mamá pudiesen verme..

Y por primera vez en mucho tiempo, me sentí feliz. Simplemente.

Estabas en una especie de catarsis de la que no podías salir, ni querías probablemente. El corazón te latía con fuerza. Al entrar en Paris las gentes comenzaron a agolparse en las calles. Con vítores hacía De Gaulle.

La pesadilla daba a su fin y era tan inconcebible que se te ponían los pelos de punta. Pero ahora echabas de menos a tus padres y en cuanto pudiste fuiste a su encuentro a abrazarlos. No sería todo fácil a partir de ahora, ni la guerra había terminado. Pero los Alemanes se batían en retirada y los aliados ganaban terreno con rapidez.

La guerra aún duró unos meses más, pero llegó la ansiada paz. El comienzo de la reconstrucción de muchas ciudades en ruinas. La búsqueda de los soldados muertos o desaparecidos en combate. Pero Francia y medio mundo por fin pudieron descansar en paz.

Fue complicado. Aunque no te dejaron entrar en el pequeño recinto, conseguiste inventarte una excusa para aparecer de vez en cuando en las cercanías de la torre. Poco a poco estudiaste sus pasos, sus costumbres.

Pero todo se rompió un día. Llegaste por la mañana y ya te extrañó no ver a los guardias. Entonces te diste cuenta de que ¡Se habían marchado! Habían abandonado su puesto. Mientras te planteabas husmear a fondo en aquellos barracones comenzaste a escuchar más alboroto de lo normal.

- ¡Los aliados están entrando! ¡Los aliados están entrando en París!

Un estremecimiento recorrió tu piel. Comenzó una especie de catarsis colectiva de la que no podías salir, ni querías probablemente. El corazón te latía con fuerza. Te asomaste a la avenida principal y comenzaron a aparecer camiones, tanques. La gente los recibía con vítores hacía De Gaulle.

La pesadilla daba a su fin y era tan inconcebible que se te ponían los pelos de punta. Pero tu felicidad no era completa debido a que te faltaban los hermanos. Te dirigiste hacía la casa de tus padres para vivir con ellos la noticia, cuando nada más entrar viste un petate marrón en el suelo sería posible que…

Corriste al salon y te encontraste con un soldado polvoriento que cuando se dio la vuelta… Estaba cambiado y hecho un desastre pero era Joseph. Te recibió con un abrazo, feliz, aunque no del todo. Portaba las noticias de que Pierre había fallecido. Él había conseguido ser evacuado desde Dunkerque, de allí pasó un tiempo en Inglaterra y formó parte de la división Francesa. Luego volvió a Francia y tomó parte en la liberación.

No sería todo fácil a partir de ahora, ni la guerra había terminado. Pero los Alemanes se batían en retirada y los aliados ganaban terreno con rapidez. La guerra aún duró unos meses más, pero llegó la ansiada paz. El comienzo de la reconstrucción de muchas ciudades en ruinas. La búsqueda de los soldados muertos o desaparecidos en combate. Pero Francia y medio mundo por fin pudieron descansar en paz.