─Date prisa en comértela, en cuento salgamos a la calle dejará de ser una pizza calentita para convertirse en un carámbano de colores vivos... ─replicó Vortex, ya de pie y dispuesto a irse en aquel mismo momento.
En las películas los protagonistas siempre llegaban en el momento justo, pero Vortex bien sabía por su profesión anterior al cambio que unos pocos segundos podían suponer la diferencia entre pillar a alguien con las manos en la masa y no pillar a nadie porque han corrido como conejos. Aquella gente, aunque preparada y equipada, seguro que no tenían la menor intención de vencer a nadie, sino simplemente de lucrarse. Y Vortex no estaba dispuesto a permitir que eso sucediera en SU ciudad...