El sol baña vuestros rostros. Aunque es un sol de atardecer, es cálido y os llena de tranquilidad. Tras vuestra permanencia en las tierras enlutadas este sol de Rhukaan Draal es el mejor regalo que podíais recibir. Esta ciudad trasgoide no parece ahora tan terrible. Ni desde luego lo parecen las viandas que están sobre la mesa de la terraza con vistas al rio Ghaal. Os parece casi imposible que siguiendo su curso se pueda llegar al gran océano que os conducirá a casa. Sin embargo, aún tenéis decisiones que tomar...
-Lamento todo aquello por lo que habéis pasado...- os dice con total sinceridad la dama Elaydreen-. Sin duda estaré encantada de conocer todos los detalles de vuestra expedición. Creedme, todo cuanta haga por vosotros no compensará el sufrimiento que habéis padecido.
Calla durante unos segundos mientras una sirvienta de la taberna en la que os encontráis os sirve un espectacular plato de dátiles extremadamente dulces. Cuando se marcha continua hablando.
-El capitán Akios del Exhaustless, por quien he sabido de vuestra suerte hasta este punto, nos espera en los muelles para regresar a Sharn. Por supuesto no tenéis que correr con ninguno de los gastos de este viaje. Acepto con orgullo y gran alivio el esquema y el patrón de creación que me habéis entregado. Pero ninguno de vosotros vive de las palabras amables me temo.
Deposita sobre la mesa un saco de seda. En su interior encontráis las 2000 mo de oro prometidas en su momento por la dama.
- Si lo que decís es cierto y aquel ser os habló de un tercer esquema...Eso quiere decir que la Garra Esmeralda está en posesión de uno de los esquemas- dice consternada mientras mira en dirección al sol de poniente-. El tiempo se acaba para todos nosotros.- Veis que sus dedos se agitan , nerviosos. Como si debiese esforzarse para que las palabras surjan de nuevo de sus labios carmesíes-. Si me acompañáis a Sharn os haré entrega de otras 1000 mo...y no puedo prometeros que no os reclame de nuevo en breve...
Podéis preguntar o concluir vuestros relatos como más os guste. Estamos ya en el epílogo. Yo estaré hasta el viernes de esta semana de viaje. Y la cerraremos seguramente el finde que viene. ¡Subís todos de nivel!
El maldito vampiro seguía fuera y debía darle caza, ahora que sabía que la garra quería esos esquemas, pues sólo debía quedarme cerca de ellos el tiempo suficiente como para que el chupa sangre se mostrara de nuevo y eso es lo que haría.
Tras un merecido descanso dispuse todo lo necesario para partir y aborde el barco que nos regresaría a Sharn manteniendo mi vista vigilante al horizonte.
Grrrrr...-gruñó Demonfly, frunciendo el ceño-¡Me se ha quemao mi sombrero de la suerte! ¡Por culpa de una trampa Cannith! ¿Cómo van a compensar unos dineros una pérdida inrempalzable como esa?-protestó-Ahora tengo que llevar la cocorota al descubierto. ¡Parezco medio lela! O peor... ¡Parezco una Skully! ¡¿Y ahora a quién...?!
Cuando Elaydren d'Won mencionó otros futuribles cien dragones de platino, la semiorca bufó. Con esa solidez de argumentos que había puesto la patrona encima de la mesa, lo de quejarse iba a tener que hacerlo Daisy Sue Demonfly con la boca pequeña.
Tenían un vampiro... No uno muy espabilao. Tenía que haber visto la cara de tontolaba que se le quedó cuando le tiré el fuego de alquemista, pero seguía siendo un vampiro. Fue piligroso. Pudimos muerirnos todos...
Giró la cabeza para mirar el río Ghaal y lanzó un escupitajo. Estaban tan cerca del agua que el lapo casi pasa por encima de la balaustrada. Casi.
Tá bien... La acompañaremos, Patrona. Usté da las órdines.
Tampoco es que quisiera quedarse varada en un lugar como Rhukaan Draal. Si podía hacer el viaje de vuelta, mejor que mejor. En Sharn tenía un medio novio que le invitaba a pinchos de carne de rata hervida... Y no solo Skakan le ataba a esa ciudad. El gran amor en la vida de Demonfly, además de la gastronomía de cloaca, podía estar con su barco flotante en cualquier lugar del continente a estas alturas. Sin embargo, Rustal siempre regresaría a Sharn a vender sus productos. Si había una remota posibilidad de volver a verle, sería en Sharn.
El forjado puso la espada mágica "Sable" encima de la mesa, entre las viandas.
Yo no sigo. Lo dejo1.
La confesión de Ariete casi hizo que a Skully McBones le saltasen los ojos de las órbitas. ¿Y esta reacción imprevista?
Cuando el vampiro tenía a Q de rehén, y amenazó con matarle, nadie contuvo sus golpes. Todos siguieron luchando. En el fondo me pregunto... Si en lugar de a un forjado tuviese atrapado a un ser de carne, ¿los demás actuarían igual o frenarían sus ataques y le darían la copia del esquema?
Nos consideráis cosas. Armas. Para vosotros, los forjados somos reemplazables. O si no lo somos, por lo menos yo lo siento así. No puedo pelear al lado de gente en la que no confío. Lo dejo-repitió, quizás intentando convencerse a sí mismo-. Lo siento, hermano-se disculpó ante Powaqqatsi-. Tu discurso sobre la vida es falso: no somos considerados seres vivientes, no nos tratan como tal, pero espero con todo mi núcleo que tu mentira cale en la sociedad. Tal vez se pueda construír algo bueno para los forjados bajo una fórmula errónea como esa.
Adiós...
Esperó a las respuestas de los demás antes de retirarse de la mesa. Al menos les debía eso.
1Sin perjuicio de que luego la Cannith pueda convencerle de que se quede si el máster encuentra un jugador para él o decida convertirlo en lugarteniente del Señor de los Filos en la próxima partida.
Al escuchar las palabras del forjado, una ira creciente se adueña de mi.
¿Cómo te atreves si quiera a insinuar que Powaqqatsi o tu son reemplazables? - le espeto al forjado mientras golpeo con fuerza la mesa haciéndola retumbar.
Si quieres largarte, sólo hazlo y no busques excusas, yo no detuve mi marcha porque es mi deber sagrado, la Flama exige que el mal sea purgado, no que se le faciliten las cosas.
Y para que te lo metas bien en esa dura cabeza tuya, nada ni nadie me va a apartar de mi deber sagrado, eso te lo aseguro, destruiré al mal dónde quiera que se esconda.
Si le hubieramos dado el esquema a ese miserable, de seguro ahora lo estaría usando para sus pérfidos propósitos, yo gustoso sacrificaría mi propia vida por detener a ese siervo de la oscuridad.
Y si todos atacamos sin dudar, es porque confiamos en la fortaleza de Powaqqatsi, si ustedes fueran simples armas, no tendría ningún sentido que hubieramos traído el cuerpo de Powaqqatsi con nosotros para reanimarlo.
Powaqqatsi y tú son mis amigos y como tal, gustoso moriría protegiéndolos. - digo con el rostro crispado.
Aquella noche gris y continua, carente de vida, había dado paso primero a las arenosas estepas y al sol abrasador y, después, a un cálido atardecer con Rhukaan Draal de fondo en la distancia. La civilización. Adia no tenía ni idea de lo mucho que echaba de menos aquello, de lo mucho que necesitaba sentirse rodeada de algo que no fuera un opresivo vacío. Los trasgoides que allí aguardaban era, incluso, mejor opción que lo que dejaban atrás. Era mucho decir, para alguien que había dado caza a seres como esos durante años.
En esos momentos, sentados en una mesa bajo el nítido y rojizo cielo, ligeramente arrebujada en su capa para cortar el fino aire que ya empezaba a levantarse, lo cierto es que la arquera sentía que poco importaba. Habían salido vivos y un poco más ricos; no podía pedir más.
—Yo te acompañaré también hasta Sharn —dijo sin albergar duda alguna. Y es que no había motivos para ellas. No pretendía quedarse en aquél páramo bárbaro y el viaje, como habían comprobado, podía ser peligroso. Hacerlo en compañía, una que sabía defenderse pese a lo locos que estaban, era una idea mucho mejor que hacerlo por separado, y además no solo de esa manera tendría un pasaje gratis, sino que además ganaría más dinero. Si a eso añadían que tenía negocios y cosas de las que informar en la ciudad...— ¿Cuándo partimos?
Casi antes de terminar la pregunta, sus palabras se atragantaron en su boca: no había esperado aquella reacción. Era cierto que Ariete había permanecido mucho tiempo en silencio, demasiado pensativo, o inerte tal vez, en modo automático, pero jamás habría esperado que se marchara de aquella manera. El forjado, para ella, no era un amigo —en realidad tenía razón que le consideraba poco más que el arma que él mismo se creía—, pero tampoco buscaba que sus acciones causaran esa reacción. Tuvo que permanecer en silencio un largo minuto, uno que aprovechó bien al enano para dejar claras sus ideas, por si sus acciones no hablaran por si solas, pero al final asintió. Repuesta de la sorpresa inicial, se dio cuenta de que en realidad no le importaba tanto.
—Espero que tengas un buen viaje, Ariete. Y que encuentres lo que sea que buscas.
Poco más tenía que decir. Su mirada, en seguida, se desvió hacia el rio Ghaall y, tras un breve instante, en dirección a Elaydreen, esperando su respuesta.
Powaqqatsi estaba todavía atolondrado después de aquel encuentro con el casivampiro. Le había drenado la vida, con su hechizo. Y por eso sabía que estaba vivo. Cada vez estaba mas convencido de ello.
Lo siento en mi, como siento el fluir del resto de la vida a mi alrededor.
Como también sentía vivas a las Tierras Enlutada, tergiversada, eso si, heridas, atolondradas, adaptándose, pero sí, vivas, luchando todavía por salir y florecer debajo/encima/porsimás de todo aquel desastre arcano. Como él.
Le agradezco Dama Elaydreen, su oferta. Pero ahora debo regresar al Cónclave junto al roble Olanian. Ahí decidiremos que pasos seguir. Quizá regresemos a buscar su ayuda.
Ahora estamos contentos, hizo una señal también a Ariete, de que sean ustedes y no la GarraEsmeralda los que tengan el secreto de forja. ¿La otra copia la cederá ante los druidas? Recuerde que queremos dejar en ley en todo Khorvaire que sólo se harán nuevos forjados bajo su propia libertad, hechura y designio, de la misma manera que se le deja a la gente tener hijos. No más fabricarnos como máquina en propiedad. Somos vida en libertad.
Regresaré a vivir a las Tierras Enlutadas, pronto. Explicó a sus compañeros, a los cuales les había tomado un gran afecto con el tiempo, como a lobos de su nueva manada. Siempre serán invitados a visitar, o vivir, ahí.
Se dispuso a partir. Los abrazó a todos, con su cuerpo de broncemadera y fibras musculares. Que la Flama de Plata te guíe con sabiduría, le dijo a Alfrrik. Hermano, ¿te veré allá? -le dijo a Ariete. Finn, carnal, le pintó de colores la barba con un gesto mágico. Adía, cazadora, visitanos en el Twilight Demense.
Los abarcó con la mirada, una última vez.
Somos vida en libertad. Todos.
Cuando partieron lo último que hizo fue un gesto con su nueva magia de artífice, y lo que vieron Daisy y los demás al voltear fue que en aquella silla donde la humanorca había dejado su sombrero, estaba este, de nuevo, totalmente reparado, más nuevo incluso que cuando se lo vieron por primera vez.
Y junto a este, había otro igualito, sólo un poco más pequeño, justo del tamaño para quedarle, con toda su algarabía y panaché de rojéz absoluta, bien puesto a la propia calvita, de Skully.
Jejej. Se rió Finn, con la barba de colores.
Yo si voy. Voy con usted, con ustedes.
Se le quedó viendo al atardecer, pensando en una balada. Algo que no hiciera que los corrieran del local.
Comenzó, a ver si tiene suerte.
Al escuchar las palabras del druida, mi rostro se suaviza y aunque no me agradaba mucho dejar marchar a mi amigo, comprendía a la perfección sus razones.
Que la naturaleza cuide tus pasos amigo mío y te colme de bendiciones.
Espero que nuestros caminos vuelvan a cruzarse pronto, siempre te tendré presente en mis oraciones. Que la sacra luz de la Flama de Plata sea contigo, hermano mío. - digo a modo de despedida mientras sonrío con franqueza.
- Es bien cierto que no puedo exigiros más de lo que ya habéis hecho por mi. Comprendo todas y cada una de vuestras razones; cada una de vuestras motivaciones, miedos y propósitos en la vida. Y si no fuese así os pido perdón , pues en ocasiones yo misma dudo hasta de mis propias convicciones.
Dirigió la vista hacía el puerto fluvial de Rhukan Draal. Los velamen de diversas embarcaciones de diferentes tamaños se agitaban suavemente bajo el influjo de los cálidos vientos de estas tierras áridas. La actividad en el puerto no decrecía aunque la luz del atardecer confería a toda la imagen un aspecto de dorada divinidad.
- Podré convencer al capitán Akios de parar en cualquier puerto de camino a Sharn- le dijo a Ariete-. O si lo prefieres podrás marchar en cualquier momento.
En sus breves palabras adivináis que no tiene el coraje para intentar intermediar entre el determinado forjado y el iracundo enano.
-Espero que puedas solventar tus cuestiones con tu cónclave, Powaqqatsi. Sabed que comprendo todos y cada uno de vuestras inconvenientes. Es mucho el tiempo que no atendéis vuestros propios asuntos para atender a los míos. Estaremos en Sharn, no os preocupéis, allí podremos reencontrarnos. Sabéis donde encontrarme.
Elaydreen dijo esto al forjado a modo de despedida. Acto seguido os conmina a continuar vuestro camino.
-Los que quedamos deberíamos marchar cuando antes. No conviene dejarnos llevar por la imagen bucólica de este atardecer. Rhukan Draal sigue siendo un lugar poco aconsejable para viajeros de fuera de estas tierras...
Apoyados en la baranda de babor contempláis los últimos rayos de sol de este día que termina. En silencio contempláis vuestros rostros y pensáis en aquellos que faltan. Os invade una cierta sensación de nostalgia en el momento que vuestros pensamientos se dirigen al pasado y, con no poca incertidumbre, al futuro. No sabéis que os depara el futuro. Pero , por el momento, tan poco os parece una mala idea disfrutar de unos merecidos días de tranquila travesía marítima...
¿Tranquila travesía...?
Encontráis esa misma noche un sobre en vuestro camarote. El sobre contiene dos pliegos de papel. Hay cuatro piezas de platino fijadas a la primera hoja con lacre rojo. En la segunda se han escrito varias frases con letra apretada:
" Estas monedas tienen muchas amigas, a quienes les gustaría conoceros. Venid a las escaleras nororientales de la torre Myriad, en la ciudad superior (si, por si os lo estabais preguntando esto es en Sharn) dentro de dos semanas al mediodía. Traed con vosotros equipo de viaje y a aquellos en los que confiéis. Traed también cierto sentido de la urgencia y un ápice de discrección. Entregad este escrito al guardia que hay junto a las escaleras, para que os permita ascender".
Próximamente...SUSURROS DE LA HOJA DEL VAMPIRO.