Partida Rol por web

Compañeros no pierdan tiempo, él no va a salir de allí, sólo quiere retrasarnos en lo que llegan sus refuerzos, sigamos hacia el carro y mantengamos las armas listas por si ese chupa sangre decide salir a pelear.

La flama nos sustenta, la flama nos protege y su luz atemoriza a los hijos de la noche.

Ariete, tu y yo cerraremos la marcha. Powaqqatsi lleva al prisionero que aún tengo asuntos pendientes con ese blasfemo o te juro que lo ajusticio aquí mismo por su transgresión. - digo con firmeza mientras me preparo para rodear la niebla.

Ahí le has dao, nano. Hay que irse. ¡YA!

Demonfly y McBones echaron a correr hacia el norte. No era un gesto muy valiente, ni muy heroico, pero la magia de yuyu tampoco es valiente ni heroica, así que ni la semiorca se iba a quedar a que le lanzasen una maldición ni la calavera se iba a quedar a que le desollasen la piel.

Tardó unos segundos preciosos en darse cuenta de que los demás estaban, definitivamente, corriendo. Después de aceptar que eso es lo que estaba pasando, no tuvo que pensar demasiado en que hacer. Como alma perseguida por los infiernos, o en este caso por un vampiro, salió detrás de Daisy sin mirar atrás, principalmente porque ver una esfera de oscuridad tampoco la alegraba el ánimo. 

– No teníamos que haber perdido el tiempo. Pero no, no. Había que interrogar al soldado. Y luego llevárselo. Y luego volver por el mismo sitio. Además de llamar la atención de medio pueblo golpeando el suelo con un hacha. Claro, claro. No podían hacerme caso, nunca. Claro que no. 

Iba mascullando para sí misma mientras ponía un pié delante del otro, y se esforzaba porque ninguno de esos pasos la llevara al resbaladizo suelo en vez de otro metro adelante. 

Adia y Daisy, siguiendo el consejo de Alfrik, corren hacia el norte aproximándose a las tierras fuera del vidrio rojizo de este lugar. Ch'om continúa volando en círculos sobre la oscura neblina. Si ha encontrado o no a aquel ser no parece que el ave esté muy dispuesta a meterse en aquella niebla sobrenatural.

Powaqqatsi dispara con su ballesta a un punto casi al azar de aquella neblina de oscuridad. La saeta se hunde en el interior de los jirones de oscuridad sin que el druida sepa si ha acertado o no. 

Has oído hablar de los vampiros. Seres de terror no-muerto que beben la sangre de sus víctimas. También sabes que son admirados por algunas gentes belicosas de Karrnath. Pero no tienes ningún indicio claro que pueda mostrarte claramente sia quel ser es un vampiro o no...

Powaqqatsi había dejado al prisionero a la mitad del humo negruzco y no pensaba regresar por él.  Y, al tener Ch'om ese comportamiento tan raro, mejor lo llamó y comenzó el regreso siguiendo a sus compañeros, consciente de que pudiera tener razón la refunfuñona de Adía (parecía enana y no elfa), y llamaría a los más de 10 refuerzos que había mencionado el soldado. 

Vamos Ariete, de regreso mejor, hermano, vamos.

Ariete rotó las piezas de su cadera para enfilar la salida del pueblo, y fue tras Powaqqatsi.

¡Finn, enciéndete! ¡Arranca!

¿Cómo dicen los orgánicos? Ah, sí...

¡¡¡Corre Finn!!! ¡¡¡Mueve el culo!!!

Powaqqatsi en dónde dejaste a tu amigo de la garra, se supone que vendría con nosotros. - le espeto al druida mientras cierro filas con Ariete y corro junto al resto del grupo.

Después de todo lo que amablemente nos contó sobre el hermano Garrow y sus fuerzas, lo anandonas a merced de ese monstruo, eso no está bien, y pensar que nos ayudó a descubrir lo que los miembros de su orden vienen planeando. -  digo en voz alta haciendo quedar al prisionero como un traidor.

Pues se quedó allá atrás, en la neblina negra. 

 Finn, ¿puedes deshacer la magia de neblina para ver que está pasando?   Si es que es magia.  

El druida se movió con cuidado sobre el vidrio, para salir rápido de ahí.   Ojalá Failin no nos haya fallado.

Rápidamente os alejáis de aquel lugar a pesar de las acusaciones directas de Alfrik a Powaqqatsi por haber dejado atrás al soldados que habíais capturado. La niebla oscura permanece en su lugar.

-Finn, ¿puedes deshacer la magia de neblina para ver que está pasando?- sugiere el druida al bardo.

-...puedo intentarlo- contesta Finn no muy convencido de tener que volver a acercarse. Aún así se aproxima con cuidado seguido por algunos de vosotros.

Con una palabra su marca de la tormenta se activa emitiendo un calor que sólo él puede sentir en este momento. Sus ojos brillan con el color azul oscuro de una tormenta de verano y hasta diríais que unos  pequeños destellos parecidos a relámpagos surgen de sus manos. De repente una brisa aparece y se transforma rápidamente en un rápido vendaval que recorre el suelo en dirección a los edificios y a la propia niebla.

La niebla, espesa como si de un puré se tratase, parece intentar resistirse a este poderoso viento pero, poco a poco, los jirones de niebla y oscuridad se van desintegrando. En pocos segundos la niebla se disipa completamente, despejando las calles de Cantera Carmesí.

No hay nada...

Contempláis el lugar y hasta puede que os aventuréis a examinarlo más detenidamente. Pero no encontráis nada. Ni rastro de Garrow ni del prisionero que transportaba Powaqqatsi. No os queda más que regresar en busca de Failin... 

Menos de una hora después regresáis al último punto en el que dejasteis a Failin. Os teméis lo peor al no ver ni rastro de él. Por el este veis que al amanecer no le queda mucho para presentarse en el nuevo día que os aguarda. Pero vuestra mayor preocupación es que alguien intente seguir vuestros pasos y no dispongáis de un método rápido para alejaros de este lugar. Cuando de repente una voz os sorprende:

- Pues no tenía yo muy claro si ibais a regresar, la verdad...- os dice Failin tras salir de unas rocas tras las que parecía estar tendido. Sobre sus hombros lleva una manta para protegerse del frío de la noche.- ¿Y bien? ya os dije que contratabais el mejor transporte de todo Darguun ¿Siguiente parada caballeros?

A las Tierras Enlutás, Failin. Deprisa.

Ni Demonfly ni McBones estaban muy convencidas de que el guía diletante estuviese dispuesto a llevarles hasta allí, pero para ser sinceros, tampoco tenían claro que aquel hombre fuese a esperarles, y ahí estaba. Daisy Sue quiso añadir algo que tal vez quitase hierro al tema del prisionero rescatado por el Hermano Garrow.

Garrow sigue pudiendo encontrar la información que conseguimos. No logré romper el micanismo de las ruinas... la diseñó un mago-dijo, encogiéndose de hombros, como para justificarse.

Completamente cierto. Si algo no lo comprendes, lo hizo un mago. Era un hechizo lo que revelaba la posición de los escondrijos de los Cannith, no algo que pudiese solucionarse a base de golpes o amenazas. Así que la cazarrecompensas Daisy Sue Demonfly no era la experta que necesitaron en aquella ocasión, con todo el peligro que representaba que el mecanismo siguiese activo.

Había sabido que todo aquél asunto del soldado les iba a traer problemas. Lo sabía desde el principio, pero la habían ignorado. El druida había actuado por su cuenta, y el muy zoquete había permitido que ahora el único testigo de todo lo ocurrido allí cayera en manos del enemigo. Algo ocurrido, estaba también segura, por la maldita forma en la que habían perdido el tiempo todos con tonterías.

La desaparición de Failin había sido lo último, la gota que había estado a punto de colmar su paciencia y explotar contra todos y cada uno del grupo – tal vez quitando a Finn y a Ariete, que en ese caso, extrañamente, habían permanecido callado el primero y sin armar un enorme jaleo el segundo –, y ponerles en su sitio. 

Tuvieron suerte, su guía apareció de improviso de una roca que ni ella había logrado distinguir, y liberó su tensión con unas pocas palabras; al menos podrían salir de allí rápido. Por supuesto, eso requería que el hombre quisiera llevarles a donde debían, pues más que nunca necesitaban no perder tiempo y el carro elemental era la mejor opción. Había que tratar aquello con suavidad, con delicadeza y tacto, pues no era un recorrido que cualquiera quisiera hacer y...

... Y entonces habló la cazarrecompensas. En boca de otro podría haber parecido una forma de informar a su conductor, pero en palabras de la semiorca, hacía que pareciera que era, justamente, lo que menos debía hacer una persona cuerda y racional que quisiera seguir vivo. Añadir una palabras en relación al tema del vampiro y como les podía seguir la pista, era, definitivamente, la segunda buena razón que daba al humano para no llevarles. 

Casi quería echarse a llorar, pero en cambio decidió hacer algo mucho más inteligente, que fue empujar al semielfo – el cuál pese a su errada actitud con las mujeres había demostrado tener don de gentes –, para que le convenciera. Por si acaso, fue echando cuentas de cuanto dinero les quedaba por gastar por si la buena voluntad no servía de nada.

Ya montados en la carroza elemental, y saliendo de ahí apresuradamente (¿quien quiere quedarse quieto a que lo quiebre un vampiro?), Powaqqatsi tuvo tiempo de otras reflexiones. 

Amigos, es mi momento de saber si me dedico a consolidar mis conocimientos de artífice, o si continúo avanzando por mi camino de druida.  

Desde su punto de vista, de conveniencia para las tareas que a continuación nos presionan, ¿que sería lo más conveniente: Druida o Artífice?   Quiero tomar en cuenta su opinión. 

- Vaya...-suspira Failin sin demasiada pasión-. Algo me decía en mi fuero interior que no querríais visitar las hermosas costas del lago Galifar, pero tampoco me imaginaba que me pediríais una especie de suicidio colectivo entrando en las Tierras Enlutadas.

Failin se arrebuja en su manta mientras camina despacio. No sabéis si lo hace por el frío o como un intento de aclarar su mente y decidir si finalmente os llevará o no. Al verlo Finn se acerca a él. Les veis saludarse y alejarse de vosotros unos pasos mientras dialogan de forma tranquila. Tras unos segundos Failin se acerca de nuevo a vosotros.

-Bien, os llevaré. Imagino que tal y como ha dicho vuestro amigo, Finn, tal vez sea una de las últimas oportunidades para viajar allende el muro de niebla. Y eso es algo a lo que no puede negarse el mejor transporte de Darguun. Hemos cerrado el trato y el precio. Cuarenta y cuatro monedas de oro por cabeza. Pero no perdamos tiempo ni aquí ni ahora. Al atravesar aquella cosa- dice señalando el horizonte donde el muro de niebla rompe con el paisaje como si de una enorme presencia sobrenatural se tratase- podréis pagarme.

Rápidamente subís a la carreta elemental de Failin. Un leve bamboleo os anuncia que habéis iniciado el movimiento. Y, de esta forma tan desprovista de relevancia, os dirigís hacia la tierra más peligrosa que existe en todo Eberron...

Amigo mío, la fe no es algo que uno pueda ponerse y quitarse como si de una vieja capa de viaje,  la fe es un vínculo que une al creyente con todo aquello que considera sagrado.

Así que allí tienes mi respuesta amigo mío. ¿Qué tan sagrada es la naturaleza para ti? Según lo que tu alma te dicte, debes tomar tu decisión. -  respondo con solemnidad.