Pese a todo, terminó alcanzando una ventana, y de ahí, a través de una serie de pasillos y escaleras, empezó un juego del rato y el ratón, sumido en una total angustia... Las oía correr de aquí para allá, llamándole y registrando cada rincón; más de una vez estuvo a punto de ser encontrado, pero milagrosamente consiguió darlas esquinazo...
Larkin estaba dando un discurso de despedida o algo así, cuando pasó a su lado como una centella... no estaba para emotividades... necesitaba salir de ahí, y una serie de linimentos para reperarse de las escoceduras diversas que le empezarían a dar guerra irremediablemente...
-Si, si, estupendo, muchas gracias ... ¡Vámonos!
Y cuando los demás se quisieron dar cuenta, Hobo ya estaba arrancando los sistemas, haciendo verificaciones, y mirando nervioso por las escotillas... Tenía que salir de esa ciudad...
-Está bien, no te preocupes, ya lo hablaremos, ahora que tenemos nuestra ansiada libertad, podremos tomarnos nuestro tiempo y pensarlo con calma, nuestro futuro nos espera cariño-contesté dándole un dulce beso-tus manos siempre fueron muy golosos con mi cuerpo y es algo de lo que yo nunca me quejaré Yakoo, nadie ha sabido tocarme como tú..-dije con una sonrisa juguetona, al igual que las mías parece que tu cuerpo es un imán para ellas, reí en voz baja, no quería llamar excesivamente la atención.
-Me temo que el baño tendrá que ser controlado, estamos a la espera de la comida y odiaría que nos volvieran a interrumpir, quiero absoluta soledad y tranquilidad contigo para...disfrutar mutuamente-continué con una sonrisa traviesa mientras me terminaba de desprender de mi ropa a la vez que nuestras caricias y besos se iban cruzando alternativamente.
El baño, como prometimos fue controlado, no nos dejamos llevar por nuestros más bajos instintos y supimos contenernos, más aún cuando trajeron la comida, pero lo divertido fue usar nuestros cuerpos como platos. Sentir sus labios y dientes rozando mi piel para comer, se convirtió en juego realmente excitante y aunque no podíamos demorarnos mucho, nos prometimo repetir el juego porque era algo que nos gustó y deseabamos repetir.
Cuando nos avisaron, tardamos poco tiempo en ponernos en marcha con una perpétua sonrisa dibujando nuestros rostros, realmente aunque nos gustaba el lugar, no era nuestro hábitat natural y queríamos volver a nuestra nave y seguir con nuestra vida, la nueva vida que nos esperaba llena de esperanza. Con su manos entrelazada con la mía llegamos hasta donde se encontraba la Lightsaber con el gobernador ante ella y dirigiéndose a Ree. Pero cuando terminó quise intervenir unos segundos.
-Gobernador, ha sido usted muy amable en acogernos y arreglar la nave, jamás se lo podremos agradecer suficiente-dije alejándome de él para permitir que Ree siguiese hablando con él si es lo que necesitaba mientras yo corria tirado por Yakoo camino al interior de la nave momento en el que pude ver a Hobo, al parecer había conseguido salir vivo de aquel encuentro con las hembras de su especie aunque viendo la prisa que corría seguramente estaba escapando de ellas así solté una pequeña carcajada mientras corría de nuevo por los pasillos de la Lightsaber sin soltar la mano de mi amada-¡Hobo bienvenido, creíamos que no te veríamos más o si lo hacíamos, pesarían 20 kilos y estarías en los huesos!-dije exaltado y divertido, pero dudé que el pequeño Sullustano me oyese porque salió disparado a la cabina de mando para encender los sistemas.
En ese momento abracé por la cintura a Yakoo y le dí un profundo e intenso beso para luego mirarla a sus preciosos ojos-cariño, éste es el comienzo de nuestra nueva vida-susurré besándola nuevamente, esperando a que estuviésemos todos a bordo para largarnos de aquel lugar.
Kath se reunió con todos tras la llamada de Larkin. Atrás quedaban los mejores momentos de su vida, algo que perdudaría en la mente de la khil hasta su muerte, algo a lo que aferrarse en los momentos que no fueran propicios, algo que le daría fuerza y sentido a su vida.
La mecánico escuchó como el gobernador hablaba con Ree y ella aprovechó para mirar a sus compañeros. Yakoo y Marcus estaban rebosantes de felicidad, y se notaba que habían descansado. Sin duda habían cargado sus pilas... de todas las formas posibles y placenteras. Sin embargo Hobo apareció envuelto en una sabana vieja. Su cara era de preocupación y exasperación. Fue el primero que casi sin decir nada se metió en la nave. Su experiencia con las sullustanas había tenido que ser traumática para su compañero.
-Gracias por todo Gobernador Larkin. La estancia en su palacio ha sido placentera y reconfortante. Gracias.
Tras decir esto la khil hizo un gesto de agradecimiento con la cabeza y se dirigió a la nave dejando a Ree que terminara su conversación con el gobernador.
-Os veo bien, chicos. Me alegro. Seguramente todos necesitábamos estos momentos de relax -dijo sentándose en el sitio del copiloto y ayudando a poner los controles operativos para marcharse de ahí-. Y tú, Hobo, ¿qué tal con tus sullustanas? Veo que por lo menos te han cambiado la forma de vestir.
-No me tires de la lengua... por lo menos me han quitado 10 años de esperanza de vida... y como me pillen, me quitan los que me queden...
-¡Los de ahí detrás, id subiendo, que cierro!!!
Escuché atentamente al gobernador y sin dudarlo, le di las gracias. No era solo por haber reparado nuestra nave en un tiempo récord, sino por el descanso que habíamos podido tomar, quizás el último para algunos de nosotros, o el primero de muchos para otros.
-Gracias por todo, gobernador -le dije, mirando al resto. No deseaba que nadie muriese, pero tampoco abandonar. Kalimas iba a ser una prueba difícil.
Uno tras otro fuimos entrando en la nave. Hobo parecía haber regresado especialmente cansado y sonreí al pensar en la razón para ello. No obstante, di un par de brincos y me llegué hasta el asiento del piloto para darle un abrazo.
-Mi querido Hobo. ¡Gracias por venir! ¡No sé que haría sin ti! -le dije, dándole un sonoro beso en la mejilla -. Pero te veo algo desmejorado. Deberías descansar más.
Después, me giré hacia el resto.
-¡Está bien, rumbo a Kalimas!
A pesar de mostrarme alegre y confiada, mi estado era justamente el opuesto. Sentía aprensión por todo lo que pudiera suceder. Kalimas no iba a recibirnos con los brazos abiertos, sino más bien con disparos de láser.
Mientras Hobo ponía en marcha la nave y salíamos de allí, soñaba despierta con una vida diferente. Quizás eso era lo único que podía hacer, soñar.