Partida Rol por web

El Doctor Kan te llevó a la sala de observaciones donde con mucha cautela comenzó a examinar todo tu cuerpo con diversos dispositivos, comenzó por examinar tu rostro, los ojos, las cavidades nasales y auditivas e incluso te mandó a abrir la boca un par de veces.

- Si te digo la verdad, no, eres el primer Cathar al que examino y no puedo evitar decir que me encanta hacer este trabajo, espero que no me lo tengas en cuenta - tras esas palabras comenzó a revisar los reflejos de tu cuerpo, sacó muestras de tu sangre e incluso de tus fluidos y comprobó tus constantes.

- Procura hablar lo menos posible, de momento todo está en orden, si acaso tus constantes están algo aceleradas, pero hasta donde llego a saber debería ser normal - Kan se alejó de ti y comenzó a pulsar varias teclas en una enorme máquina metalizada.

- Quiero proceder a hacerte un escáner completo, esto debería mostrar si ha existido algún tipo de intrusión en tu cuerpo, ya sea de tipo tecnológico o biológico, quizás notes un leve pitido en los oídos, pero es algo normal debido a la resonancia,  ¿quieres informarme de algo antes de continuar? -

Sí, soy virgen.

Luego se tumbo en la camilla nuevamente para esperar que empezara la última parte de la tortura.

Sin duda, había acertado con ese doctor. Era un sádico. Se divertía haciéndole pruebas absurdas, y haciéndole mear en un tarrito. Como sospechaba, no había ningún medico cuerdo en toda la galaxia. Todos eran seres extraños.

En cualquier caso, no podía quedarle mucho más por mirar. Y por el momento no había encontrado nada raro. Aquello era un buen síntoma. No le hacía gracia pensar que el Imperio lo usaba como arma, o como espía, o como felpudo. Fuera cual fuera la opción, no le gustaba lo mas mínimo.

Tal y como te adelantó el doctor, se pasó a realizarte un escáner completo de tu cuerpo. Te introdujo en una pequeña cápsula herméticamente cerrada, de no ser por la mascarilla de oxígeno que te facilitó ahora mismo estarías criando malvas.

Al principio podías sentirte algo agobiado, pero Kan tuvo el detalle de no dejar de hablarte durante los instantes que duraba el escaneo, para que supieras en todo momento que no estabas solo.

Hubo varios momentos donde notaste que tus oídos sufrían un zumbido bastante desagradable, pero tal y como vaticinó el doctor, era algo totalmente normal y pasajero.

Finalmente, tras aguantar casi 10 minutos en aquella máquina infernal, la compuerta se abrió y te dio de nuevo la libertad de moverte por donde quisieras en la sala.

- Parece que todo está en orden amigo Cathar, he rastreado todos lo que estaba en mi conocimiento buscando algún tipo de anomalía o intrusión y debo decir que estás limpio y puro como una jovenzuela de Alderaan - Kan te entregó tus pertenencias, las cuales tuviste que dejar a un lado para la mayoría de las pruebas.

- Siento no haberte dado la noticia de haber encontrado algo, créeme, si lo hubiera hecho probablemente se hubieran resuelto las dudas de qué hacíais tu y tus compañeros en aquella celda, sin embargo salimos con las manos vacías, ahora tan solo puedo desearte que procures cuidarte y que nos hagas una visita de vez en cuando - dijo sonriendo, desde luego aparentaba ser un buen tipo.

El Chatar abrió mucho los ojos cuando el médico lo invito a volver. Luego miro la sala, como si se tratara de una especie de sala de tortura tribal y luego volvió a mirar al médico mientras se pertrechaba.

Si claro, estaré encantado de volver a pasarme por aquí a saludar.

Su tono dejaba claro que no pensaba hacerlo nunca más en toda su vida. Aquel examen físico había sido, sin lugar a dudas, el más exhaustivo que le habían realizado durante toda su vida.

No recordaba haber pasado tampoco tanto tiempo dentro de una consulta. Salvo quizás aquella vez que le dieron una paliza en Plentas IV, pero aquello era otra cosa. La consulta tenía el suelo cubierto de mugre y cucarachas del tamaño de su puño. Y sin embargo, después de estar allí, en la Mesopotamia, recordaba aquello con cierta melancolía.

Cuando estuvo en la puerta se volvió al doctor y hablo de nuevo.

Es broma, no pienso volver a esta sala, así se acabe el universo.

Luego enfilo por el pasillo, recordando donde había visto movimiento de tropas ociosas, y por donde se llegaba. Aunque si se perdía un poco por la nave tampoco sería problema, al fin y al cabo, tendría la oportunidad de fisgonear un poco.
Y tarde o temprano alguien lo encontraría para decirle cualquier cosa, como que no se metiera en más líos.

Kan se despidió finalmente de ti con una sonrisa, era como si supiera desde el principio que no ibas a querer volver.

En la puerta de la consulta estaba el capitán, parecía que te había estado esperando, quizás el doctor le había dado el aviso de que tu revisión había estado a punto de acabar.

- Vaya, parece que todo ha salido bien ¿no es así? me ha llegado el informe de tu reconocimiento y no hay indicios de que el imperio haya querido usarte para sus fines - te hizo un gesto para que le siguieras.

- En un par de horas deberíamos llegar a la órbita de Delrakkin, un transporte ligero pilotado por un droide te llevará al espacio puerto, se trata de un lugar seguro tanto para nosotros como para ti, así que podríamos decir que tu visita está a punto de acabar - siguió caminando.

- Si lo deseas, puedes quedarte en una de las habitaciones por si quieres descansar en una cama blanda, el Dr. Kan tiene fama de dejar "exhaustos" a sus pacientes -

-Si que habéis pensado en todo -dice mirando a la cantina- lástima que no disponga de demasiados créditos

El hecho de que hubiese una cantina en la propia nave le sorprendió, aunque viendo el tiempo que todos pasaban en el Mesopotamia, no era de extrañar que acabaran pidiendo algo así para matar las horas muertas en la nave. Tras salir de la prisión, no tenía ni un sólo crédito, no sabía si tendría que necesitarlos estando en la nave.

Bueno, yo no lo llamaría doctor. Ha usado mi cuerpo de una manera tan…

Luego se dio cuenta de que el capitán estaba esperando una respuesta. Quizás que reculara en eso de bajarse de la nave. Pero no, tenía claro que tenía poco que aportar, y que sobre todo, aquello era muy peligroso.

Si una cama me vendrá bien. Y hablando de cosas que pueden estar bien. Si como bien dice necesitáramos ponernos en contacto, como podría hacerlo yo con ustedes.

Si la revisión médica no ha sido muy esclarecedora, pero si algún día consigo información útil, y no me juego el cuello por comentársela, no me importaría devolverles el favor.

Ya ven, que hasta el momento no he sido de gran ayuda para la causa.

Esto último lo dice extendiendo los brazos y abarcando toda la nave. Luego empieza a caminar. Aunque no tiene ni idea de a dónde va. Pues la nave es sin duda, desconocida para él.

Y si quieren devolver al tipo de los ojos feos o al Nautolano sicópata, conmigo no cuenten. No son mala gente. Pero nunca me los quedaría, ni por todos los créditos de la galaxia.

Ahora estaba claro que bromeaba. Había cambiado sutilmente el tono de voz. Quizás tan sutilmente que nadie, o casi nadie hubiera notado la diferencia, pero para el joven Cathar la había, y era importante.

No se molestaría en señalarlo nunca, pero así era.

El Capitán se quedó unos instantes pensativo, después, con un gesto brusco parece que dio con la mejor idea.

- Antes de que embarques te pasaré un comunicador de los nuestros, tiene una frecuencia segura, con eso sería más que suficiente - con algunos gestos te indicó donde estaban las habitaciones, al parecer estaban en un piso superior en el otro extremo de la nave.

- Siéntete libre para dar una vuelta por aquí, recuerda que en un par de horas tu transporte saldrá, será en el muelle 17, no tiene pérdida. Y no te preocupes por nada, ya por el mero hecho de haber sido liberado del imperio has hecho algo por la causa - después esbozó una sonrisa algo burlona

- En cuanto a tus compañeros de vuelo, ya nos encargaremos de hacer que encajen, lástima que no quieras quedarte con ellos. En fin, le deseo suerte allá donde vaya - Parecía que finalmente el capitán se despedía

Ummm...

Duce por todo comentario el arkaniano. Una mano se pasea por el mentón lampiño mientras piensa y observa a la gente en su momento de ocio.

Personalmente no comparto la necesidad de formar grupos gregarios para consumir bebidas alcoholicas. Embota la mente y deteriora las conexiones sinápticas, pero es un patrón bastante común entre todas las especies inteligentes del universo conocido. 

El médico no le dedicó mucha más atención a la cantina, pasando el peso de una pierna a la otra, esperaba que su anfitrión reanudara el tour espacial.

Bueno, un comunicador. No está mal. Peligroso, pero podre vivir con ello.

Luego siguió las indicaciones sin mucho interés, y asintió al Capitán.

Muchas gracias. Espero que no nos volvamos a ver después de que me baje de la nave. Eso podría suponer que todo nos ha ido bien a los dos.

Sin más, el felino se puso en marcha, moviéndose con gracia y agilidad por toda la nave, esquivando hombres, maquinas y equipo diseminado por toda la nave.

Si algo podía decirse, era que aquella nave estaba viva. Había un sinfín de gente que estaba de aquí para allí moviendo cosas o revisando paneles.

Parecía que todo el mundo tenía algo que hacer. Y era algo curioso, porque no estaban en mitad de una guerra. Al menos no en ese momento.

Durante un segundo le entraron ganas de quedarse y comprobar cómo funcionaba aquella extraña revolución de los rebeldes. Pero se sacudió la idea como uno se sacude la caspa.

Finalmente encontró la zona de descanso. Una zona sin duda, virgen para ser explorada por alguien con olfato para el dinero.

El Comandante rió durante unos instantes.

- No deberíais preocuparos demasiado por los créditos, en esta nave empleamos un sistema de veteranía que se ve reflejado en los expedientes de la tripulación, podéis considerarlo una especie de jerarquía aunque a mi no me gusta esa palabra - continuó caminando.

- A medida que demostráis vuestra fidelidad con la causa y con la Mesopotamia, se os irá aumentando vuestra categoría, lo cual os dará más acceso para disponer de nuestro mejor equipamiento o mejores instalaciones, fue un sistema que implementó el capitán y hasta la fecha ha funcionado bastante bien. Asegura que cualquiera pueda contribuir, pero solo aquellos que cumplen sus obligaciones disponen de las mejores recompensas que puede aportar esta nave, aunque poder tomarse algo en la cantina está permitido para cualquiera, al igual que una habitación donde poder dormir  - 

Tras otro pequeño paseo, el comandante os llevó hasta una sala donde se desprendían algunas chispas y se escuchaba el sonido de sierras funcionando a plena potencia. En cuestión de segundos estuvisteis en frente a un enorme taller.

- En este lugar nuestros expertos trabajan día a día por reparar o mejorar cualquier aparato o utensilio que pueda ser útil, desde un arma, un blindaje o una mesa - hizo una leve pausa - sin ellos esta tarea sería bastante difícil -

Subiste las escaleras que dirigían al complejo donde se encontraban las habitaciones. La primera impresión fue que todo resultaba muy frío. Las paredes repletas de puertas, carentes de personalidad y "mimo" hacía que aquella zona pareciera más una prisión que un complejo residencial, sin embargo también había que pensar que se trataba de una nave que albergaba a una célula de rebelión contra el imperio, no una fragata turística.

Viste que existían varias habitaciones con las puertas abierta, si echabas un vistazo de manera disimulada podías comprobar que todas ellas estaban perfectamente recogidas y sin ninguna pertenencia de alguien ¿será la manera de identificar las habitaciones "libres" de las ocupadas?

Sin duda aquella nave era una prisión para todos los ocupantes. Y no solo físicamente. Sino literalmente, una vez que se embarcaban en los asuntos en contra del Imperio, solo podías esperar dormir tranquilo en una nave como aquella.

Pero a pesar de que no había ruido, le parecía más o menos bien todo cuanto veía.

Estaba acostumbrado a viajar en sitios más pequeños, el triple de atestados de gente, que no para de gritar, hacerse necesidades y buscar bronca cada pocos segundos.

Sin embargo aquella zona de la nave ofrecía una comodidad sin parangón. Al menos para lo que tenía pensado hacer.

Escogió primero una, y luego otra habitación vacía. Poco tiempo después había confirmado sus sospechas. No tenían dueño, y por tanto, nadie se había dejado nada extraviado por allí.

Decidió que echaría una cabezada rápida, seguramente el sueño, reparador, podría explicarle cosas sobre su captura que él no podía llegar a averiguar de otra manera. O por si no fuera poca razón. Estaba completamente molido.

Había sido un día extraño y agitado, lleno de emociones emocionantes, y necesitaba echar un sueñecito. Así que busco algo con lo que despertarse dentro de un ciclo o dos y estar listo para hacer los demás de que había venido a hacer a aquella nave. Sacar créditos fáciles a gente incauta.

De repente te levantaste sudoroso de la cama, decidiste tomarte una pequeña siesta en aquel lugar y ese deseo se cumplió casi de manera involuntaria, pero de repente te empezaste a encontrar algo aturdido, realmente era normal, acababas de tener una pesadilla. No sabías exactamente de qué se trataba y los recuerdos iban ofuscándose poco a poco.

Pero espera un momento, aún recuerdas algo...

Recuerdas una figura sombría, ¿humanoide? es posible, aunque no del todo seguro, puesto que grandes púas se perfilaban en el contorno de aquella sombra.

Perfectamente podías darle importancia y convertirte en un paranoico o dejarlo pasar y atribuirlo a lo que es, un sueño. Sin embargo, te diste cuenta que había pasado más tiempo del que querías en aquella "leve" siesta, posiblemente te estén ya esperando en el Muelle 017.

-Vaya, esto si que me interesa -dijo cuando llegaron al taller, ahí se sentiría como pez en el agua y ya tenía ganas de volver a trastear con lo que fuera-. Comandante, no es que no quiera terminar de ver la nave, pero me gustaría poder quedarme aquí y poder ayudar un poco con lo que sea. Cualquier cosa me vendrá bien para recuperar la soltura en los dedos.

Tras echar un vistazo al taller desde la puerta, miró al ithoriano.

Maldita sea.

Fue lo único que exclamo el felino tras confirmar dos veces que la hora era la que era, y no un rato antes.

El sueño que debía de haber sido reparador lo había perturbado sobremanera. Se había levantado exaltado, y tenía la seguridad de que aquello no era algo para pasar por alto.

Mientras corría por la nave como si la vida se le fuera en ello, con el único fin de poder bajarse no dejaba de despistarse y tomar en principio pasillos que no eran los que necesitaba.

Aquello era frustrante, porque quería llegar rápido, pero su mente no hacía sino llevarlo a aquella incomoda y nauseabunda sensación, y la imagen que se recortaba en lo más profundo de las sombras de su mente subconsciente.

Justo cuando llegaba al muelle empezó a aflojar el paso, al tiempo que también llegaba a una conclusión.

No recordaba su estancia en la prisión, pero sin duda lo habían torturado. No había marcas físicas en su cuerpo, ni en su mente, como había dicho el médico, pero quizás hacia más tiempo del que sospechaba que había sido capturado.

Eso era una pregunta tonta que aun  no se había formulado. Cuando estaban, que no donde, sino que fecha estelar era, cuánto tiempo había pasado desde su captura.

Fuera como fuera, aquella figura fantasmal y aterradora era su carcelero, o su torturador. No le cabía la menor duda. Pues todo tenía que estar ligado de alguna manera. No podría ser de otro modo.

Ya estaba empezando a pensar que escapar de la prisión había sido un accidente, y sin embargo, no debía de serlo. Debía haber algún factor específico para que él estuviera allí, y para que el rescate tuviera éxito.

Si, sin duda estaba paranoico, pero era lo más sensato dadas las circunstancias.

Corrió los últimos metros hasta la puerta del hangar esperando encontrar allí el transporte que lo alejaría de los hombres y mujeres que sin duda podrían ser su perdición, o el la de ellos. Era una extraña pareja de cama que él no había elegido, igual que no eligió ser capturado, o lo que era una peor, que el Imperio Galáctico sesgara la vida de su mujer, y lo dejaran solo para toda la eternidad.

Tras aquella carrera contrarreloj, por la cual se debatía en tu mente un sinfín de pensamientos versados en la desconfianza y la lógica, pudiste divisar tu objetivo, el muelle 017.

Se encontraba abierto, al fondo había una nave de transporte bastante pequeña, probablemente fuera de tipo Corelliano pero no estabas del todo seguro, con tal de que pudiera llevarte lejos de allí era suficiente.

El droide te reconoció rápidamente, probablemente estuviera programado para reconocer al único Cathar que habría en toda la Mesopotamia.

- Bienvenido señor, soy el encargado de llevarle sano y salvo hasta su destino, estoy programado para que su seguridad esté garantizada durante el vuelo, espero que disfrute de la experiencia - comentó en un tono demasiado protocolario.

La nave desplegó una pequeña escalera de mano que se debía usar para subir a ella, no era demasiado grande pero para dos tripulantes era más que suficiente, quizás no les interesaba tener una nave de gran tamaño para este tipo de operaciones.

El Cathar sonrió, mas para sí que para el droide.

Bien lata de conservas. Vamos a allá. Espero que seas mejor piloto que el último droide que vi.

El droide anterior que había visto, era un limpiador, corriendo por mitad del pasillo. Y ese seguro que no sabía pilotar.

Aun así, dudaba mucho que aquel ser de metal y circuitos pudiera ofrecerle mucha seguridad en el caso de que abordaran la nave, o pasara algo desagradable.

Sin duda los rebeldes corrían muchos riesgos, porque si capturaban a la lata con piernas, podrían trastear con sus circuitos y seguro que sacar información peligrosa para ellos.

Aquello confirmo que tenía que ponerse lo más lejos posible cuanto antes.

Subió la escalerilla todo lo rápido que era, y era bastante, y se interno en la minúscula nave. No era cómoda, no era bonita, seguramente tampoco fuera rápida, pero era su billete de salida.

Luego recordó su pesadilla. Y decido que como último gesto sería prudente informar de ello a los mandos de aquella extravagante flota de guerrilleros por la libertad.

Saco el comunicador. Solo esperaba que funcionara a distancia tan corta.

Si… Hola, hay alguien ahí. Bueno, espero que esto se esté gravando. Al habla Frercus Bollock, el rescatado de la prisión, bueno, ya sabéis quien. Estoy a punto de marcharme de la nave. Quiero informar a los mandos de la Mesopotamia, que aunque el reconocimiento médico no esclareciera nada, he tenido una pesadilla.

En aquella prisión había un tipo, un torturador. No sé lo que me hicieron ni como, pero sí que querían algo de nosotros.
Si, la información es vaga, una mierda vamos, pero antes de que se la pasen por el culo de un bantha, les recomiendo que alguien la anote, porque podría ser de interés. Y bueno, yo me las piro.

Suerte y esas cosas….

Cuando cerró la transmisión no se sentía mejor, ni más tranquilo. Aquella pesadilla era una espina clavada en su consciencia. Algo que le dejaba frio por dentro, en su misma alma.

Pero su instinto de supervivencia era muy fuerte. Los Rebeldes por la Libertad eran un grupo peligroso, y seguramente, acabarían todos muertos o en una cárcel, y no le gustaba ninguna de esas dos opciones.

Miro al droide con recelo.

Bueno, a que esperas, hay una cantina esperándome, en el planeta…. ¿A donde dices que íbamos?