Partida Rol por web

El Quarren sonrió a su manera en el momento que observó que dijiste ese "LA" con el mismo tono que él.

- Veo que ahora comenzamos a entendernos mejor - parpadeó un par de veces y comenzó a explicarte.

- Supongo que si el Comandante no te ha explicado nada es porque estaría muy ocupado, supongo, o quizás está más viejo de lo que aparenta su martilleante cabeza - poco a poco el Quarren parecía más sociable.

- Cualquiera está invitado a esta gran nave manada chico, pero no por ello tienen acceso a todo lo que hay en esta nave. Los rangos de valor es la manera que tienen los jefazos de llevar un control de quienes están formando parte activa de la lucha contra el imperio, cuantas más cosas hagas para la rebelión más rango tienes, así de sencillo. Para poder trabajar y tener acceso pleno a los materiales de algunas de las secciones de esta nave creo que debías tener rango cuatro ¿o era cinco? ya no lo recuerdo, es difícil que aguanten tanto, debiluchos... -

Isseriol acompañó al comandante fuera del puente comenzando a acusar el cansancio de tanto ajetreo.

Tal vez podríais enseñarme los alojamientos de la tripulación. No quiero ser descortés, pero ha sido un día muy duro, necesito descansar.

Especialidad preguntaba aquel maromo. Ni amenazas, ni insultos. Estaba de suerte, había tocado con un Devoraniano muy tonto, o con uno muy desesperado.

Sin duda, estaba sentado en aquella cantina preguntándose como quitarse un marrón de encima, y Lock se había convertido en su primer candidato.

Veamos, especialidades. Están los "cara bonita", los "pico de oro", los "dispara primero y pregunta después", los "puñalada en la espalda", los "me llevo tu parte".

Pero yo, digamos que soy de los de, "cuidado con tus cosas".

No te lo tomes a mal.

El felino deslizo una mano con soltura sobre la mesa dejando caer con suavidad lo que minutos antes le había quitado.
Dejo que aquel hombre mirara perplejo lo que había sobre la mesa, y luego cogió de nuevo su copa.

Y no me gusta que me baboseen la bebida. Ahora que ya tienes mi curriculum, hablemos de negocios.

Era el momento de que el otro moviera ficha. No había mejor presentación en el mundo del crimen local, que presentarte y demostrar tus talentos. Y claro, ese tipo de cabezas de bantha no solían esperar que el juego empezase antes de que ellos supieran que estaba jugando.

Ya había demostrado lo que podía hacer. Ahora era cuestión de hablar de negocios. De planes. De entender que se cocía en aquella zona. Y de sacar tajada rápido para irse a otro lugar.

El comandante asintió lentamente.

- Creo que me estoy haciendo viejo y no me doy cuenta que a las nuevas promesas os aburren este tipo de chácharas - dijo completamente afable.

- A fin de cuentas has aguantado más que tu compañero - sonrió

- Ven, te llevaré hasta el sector residencial donde se encuentran todas las habitaciones - comenzó a andar esta vez a un ritmo más rápido, no quería hacerte perder el tiempo.

- Mañana a primera hora necesito que te presentes junto a Renko cerca del puente de mando, desde allí os llevaré a la sala de reuniones donde os explicaré unos últimos detalles, ahora tienes el descanso más que merecido - Finalmente el ithoriano supo conducirte hasta el lugar donde se encontraban todas las habitaciones. Era en la planta superior, casi todo ese nivel estaba dedicado a ello. Te fijaste que eran habitaciones simples, grises, si nada especial. Muchísimas puertas estaban cerradas sin embargo otras estaban con la puerta abierta y vacías salvo por los escritorios, armario y cama.

- ¿Ves estas habitaciones con la puerta abierta? significan que están disponibles para cualquier recién llegado. Puedes alojarte en la que quieras e introducir tu contraseña para que no entre nadie más, excepto tu compañero claro. ¿Crees que puedes necesitar algo más de mi? -

El tipo miró incrédulo la caja. Después te miró durante unos segundos, no sabías si en ese mismo instante se iba a abalanzar contra ti o a maldecir tu nombre. Sin embargo, fue una media sonrisa lo que se dibujó en tu cara.

- Oooye, eres bueno - dijo mientras guardaba la caja en un lugar donde no te gustaría intentar repetir tu proeza.

- Se ve que eres un gatito audaz, creo que voy a aprovechar bien este encuentro ¿saber matar muchacho? - comentó mientras te miraba sonriente. - Si se te da bien matar, o en su defecto, dejar lisiado, puedo ofrecerte una oportunidad donde ambos podemos salir ganando bastante ¿qué me dices? -

Si, por supuesto que puedo lisiar y matar si hace falta. Y lo comprobaras rápido si vuelves a llamarme gatito.

Bueno, tú dirás. Ahora somos socios.

El felino miro fijamente al hombre que tenia frente su cara, entrecerrando los ojos, y con ese gesto su mirada felina fue sin duda algo predadora.

Y no fue accidental. Quería dejar claro, que necesitaba dinero, un trabajo, pero que era lo suficientemente listo como para devolver los golpes que le lanzaran.

Si bien le interesaba salir perdiendo en el tema económico, no le interesaba salir perdiendo en cuanto a conceptuación. Era un criminal, pero no era uno de esos tontos que dejan que abusen de ellos. Y eso lo tenía que entender su nuevo compinche, y cuanto antes mejor.

Con rapidez levantó las manos para indicar que reconocía que se había excedido.

- Tranquilo, tranquilo, créeme que no volverás a oír esa palabra de mi boca jeje - después se acercó más a ti, para que no tuviera que hablar demasiado alto.

- Mira, hay un tipo que me lleva olisqueando el trasero desde hace varios días, no sé si es una especie de agente privado o algo así, pero bueno, eso es otro tema, ya sabes, negocios míos que no necesitan que nadie estropee ¿entiendes? me fijé que vive en un bloque de apartamentos a varios kilómetros de aquí, en la zona pija de los colonos humanos, ve allí y dale su merecido, el trato será bastante sencillo - hizo una leve pausa.

- Yo consigo librarme de la mosca y tu puedes quedarte cualquier posesión que tenga en su hogar, si vieras como viste sabrías que está forrado, los dos salimos ganando -

El Chatar meneo la cabeza. Sonrió y le dio la mano al tipo.

Bien, puedes darme una nota con la dirección y considerar tu problema resuelto.

Mientras su contertulio escribía la dirección Lock no dejaba de preguntarse porque todo aquel asunto olía tan mal.
Serian los años, o quizás su paso por los rebeldes, pero no le apetecía acabar con la vida de ningún hombre, así por las buenas.

Además, tenía la sensación de que los motivos que le había dado su extraño aliado no eran del todo sinceros. Y meterse en la casa de un tipo, del que no conocías nada era un problema.

No olvides apuntar el nombre, no quiero equivocarme de tipo, ya sabes.

Sonriendo su mente trabaja todo lo rápido que podía. No era educado preguntar cuales eran los asuntos del cornundo, y mucho menos porque su “victima” tenía que ser quitada de en medio.

Pero era algo que pensaba que había que averiguar si o si. En cuanto tuviera un nombre se empezaría a mover por la ciudad, intentaría sacar algo de información extra, y averiguar donde se metía. Porque su socio era tan turbio y zaino como un puñal envenenado, y no le cabía duda que no dudaría en quitarlo de en medio si con eso sacaba unos cuantos créditos.

Tras coger el papel y guardarlo sin leerlo se puso en pie y se iba a marchar cuando paró en seco.

Entonces, cuando tenga el trabajo listo, donde quieres que nos veamos. Quizás aquí, mañana por la noche. Porque hasta el momento no conozco tu nombre amigo, y no sé dónde buscarte.

Eran las clásicas preguntas de rigor. Ahora Lock intentaba parecer más tonto de lo que era, pero tenía que actuar con mesura a la hora de preguntar un nombre, y sobre todo, tenía que haber una buena razón para saber donde localizarlo.

No tardó en pasarte un pequeño dispositivo que te mostraba la localización exacta del lugar donde encontrarías al hombre.

- Me gustaría poder darte un nombre, pero no lo sé, demasiado que sé donde vive ¿no crees compañero? de todas formas es fácil reconocerle, es un humano con melena rubia y perilla negra, más fácil de reconocer imposible, y por cierto no vayas con las manos vacías, por si acaso, ya me entiendes - Después observó como te levantabas y analizó tus nuevas preguntas.

- Por aquí me conocen como Herrm, nos veremos en dos días aquí mismo, no creo que seas tan rápido jeje. Y por favor, procura ser discreto -

El felino asintió, y luego salió de la cantina sin volver la vista atrás. Cosa poco recomendable, pero que al menos podría mantener durante los próximos dos días.

Lo primero era lo primero, si tenía dos días, siempre eran mejo que uno.

Mientras caminaba por la calle, busco un puesto de información, o algo donde conseguir info.

Quería estudiar las calles alrededor de la casa del objetivo. Cuando corrías, siempre era mejor tener localizadas todas las salidas o rutas de escape.

Una vez que supiera lo que se cocía en la zona, visitaría las calles cercanas, identificaría las rutas de escape, y pasaría a la siguiente parte del plan.

Siempre trabajaba igual, fuera cual fuera el trabajo. Aunque muchas veces, el tiempo determinaba su nivel de preparación para los golpes.

En cuanto tuviera reconocido el terreno, quedaba averiguar quién era su objetivo, conocer sus costumbres y horarios, y sobre todo, saber porque le interesaba a Herrm.

Y esto era muy importante, porque podía llevar a cabo el encargo del criminal, o pedir dinero por cambiar de bando. Algo poco inteligente en la mayoría de los casos, y mucho si el tipo al que pretendías buscarle las cosquillas era muy poderoso.

Poco después de acabar de hablar con el Devaroniano, te adentraste en lo más profundo de tu ser para organizar con minuciosidad tus siguientes movimientos. Sabías que cualquier paso en falso podía meterte en problemas. Pensaste en rastrear toda la zona dentro del sector donde te había indicado que vivía tu objetivo, organizaste a qué darle prioridad a la hora de determinar quién era realmente Herrm y tu objetivo, sabías que podían pasar muchas cosas durante el transcurso de aquel trabajo pero no ibas a fallar, no ibas a...

Pssst

De repente saliste bruscamente de tus pensamientos, estabas fuera de la cantina y parecía que alguien te llamaba desde tu espalda. Probablemente sería el Devaroniano.

-Supongo que dichos rangos solo puede adjudicarlos el comandante, ¿verdad? -por fin el quarren había hablado con claridad, aunque sus palabras no era lo que quería escuchar, aún así, era la realidad-. Pues entonces mientras no sepa el rango que tengo, no podré acceder al taller. Una verdadera lástima, la verdad

Se quedó mirando una vez más la habitación, pero sino podía hacer nada allí, su estancia en el taller era sólo para perder el tiempo.

El Quarren siguió observándote.

- Hombre claro muchacho, esos rangos son una especie de ¿merito? si, podría llamarse así. Te lo puede asignar el bueno del comandante o incluso ese lacayo suyo, el capitán. De todas formas déjame que te pregunte ¿cuanto tiempo llevas en la nave? -

Pues sin ánimo de abusar de su confianza, necesitaría algo para escribir, preferiblemente de soporte digital. Han pasado muchas cosas y necesito un poco de tranquilidad para recomponer mis ideas y apuntar algunas de las cosas que han pasado.

Isseriol ladea levemente la cabeza a sabiendas de que su petición es indisgnificante y que será complacida.

Por lo demás, estaré perfectamente en estas instalaciones, ya sea con Renko, con el Cathar o sólo.

-Pues... acabo de subir. Tras el rescate de aquella prisión de alta seguridad nos trajeron a la Mesopotamia. El comandante nos estaba enseñando la nave y decidí entrar en el taller a preguntar, supuse que dos manos más serían de ayuda. No contaba con ese requisito para poder colaborar.

El Ithoriano asintió

- No tienes ni que esperar, en uno de los cajones del escritorio tenéis paneles que podéis usar de manera personal para escribir lo que queráis. Ahora con tu permiso voy a retirarme, recordad que os espero mañana a primera hora junto al puente de mando - hizo una leve reverencia y se marchó lentamente.

El Quarren dio un par de golpecitos en su frente.

- Es de pura lógica muchacho, no pueden meter en sus instalaciones y darle libre acceso a cualquiera, no me malinterpretes, simplemente es que nadie nos asegura que tu no seas un espía o alguien que quiere sacar beneficio de esta guerra que surge desde el anonimato ¿me he explicado bien? de todas formas date tiempo, acomódate, y si esto te gusta no tardarás en tener lo suficiente para estar donde te plazca en esta nave, ¿quieres algo más o puedo seguir con mi trabajo? -

Isseriol no recuerda la última vez que dispuso de alojamientos civilizados. Ducha y cama eran palabras extrañas y más teniendo en cuenta que había estado prisionero en una nave imperial. Así que reponde con otra reverencia antes de retirarse a su alojamiento asignado.

Se había descuidado, no podía ser otra cosa. Había bajado la guardia. Pensó que al no ser nadie allí podría caminar tranquilo. Pero estaba claro que no iba a ser así.

Recordó una lección mientras se giraba despacio hacia la voz. Una lección que le dio una joven y hermosa Cathar durante su huida de su planeta natal.

El enemigo más poderoso es aquel que te hace estar tranquilo. Así que se giro despacio enfocando cuanto sus ojos veían, y mientras, controlo el impulso de hacer salir sus garras.

Era un ejercicio complicado que había tardado años en dominar, pero era del todo efectivo. Había muy pocos de su especie por la galaxia, y muchos menos, por no decir que ninguno, frecuentando los lugares y antros donde el entraba. Así que normalmente el resto de razas no sabía con exactitud lo que se le venía encima si un felino le mostraba las uñas.

Aun así, todas las razas tenían instinto de supervivencia. Así que estaban más precavidas ante una señal visual como ver garras. El tenerlas bajo llave, hacia que la gente se confiara. Total, como de peligroso podía ser un gatito desarmado.
Con una sonrisa Lock termino de girarse y contesto a la misteriosa voz.

¿Si?

No podía esconder cierta curiosidad juguetona e insana, al notar que alguien había llamado su atención justo después de conseguir un trabajo y salir de la cantina. Era, como poco, extraño. Y sin duda interesante.

Renko había pensado en la posibilidad que el quarren le planteaba, pero si eran ellos los que le habían sacado de aquella prisión... ¿porqué desconfiar ahora de ellos? Seguía sin tener esa respuesta clara, aunque quizás la equivocación era lo que más se adaptaba.

-Tiene toda la razón, debí haberme dado cuenta de ese detalle antes de venir al taller. No estoy acostumbrado a este tipo de situaciones y me dejé llevar al ver el taller. No sé cuanto tiempo llevo sin dedicarme a las herramientas y me cegué ante algo tan obvio. No le molestaré más, pero sepa que tarde o temprano volveré por aquí -dijo con algo que podía ser una sonrisa, aunque tenía un toque desafiante-