Partida Rol por web

La puerta se abrió automáticamente en el momento que estuviste a una distancia mínima de ella. A primera vista comprobaste que acababas de entrar en una habitación extremadamente iluminada, parecía incluso que era algo exagerado. Además, todo estaba lleno de monitores que estaban conectados entre sí, planos enrollados y apilados y montones, verdaderos montones de piezas sueltas.

Entre el amasijo de material se encontraba un Quarren, una especie bastante extraña para verse mezclada en un ambiente como este. Tenía unas gafas puestas en su rostro y parecía absorbido por unos dispositivos con los que estaba trabajando. Ni si quiera se percató de tu presencia...

-Perdón -se hizo notar al ver que no había prestado atención a la puerta y no se había percatado de su presencia-. Debe ser quien está al mano, ¿verdad? o eso me indicaron en el taller. Soy Renko Losa, he subido al Mesopotamia hace poco y vengo a prestar mis servicios como mecánico a este taller.

Echó un ojo a la habitación, mirando los monitores y los montones de piezas. Se preguntó que serían todos esos planos apilados, pero no podía verlos desde su posición. Finalmente, observó el dispositivo con el que el Quarren estaba trasteando.

Las calles eran como las de cualquier otro tugurio espacial. Gente y porquerías tiradas por el suelo. Eso le recordó una vez, que se encontró 100 créditos tirados entre dos cajas.

Siempre había que estar ojo avizor, porque nunca se sabía donde acababan los tesoros de la vida.

Aun así, el lugar no estaba mal. No era Nar Shaddaa, era infinitamente más pequeño. Pero lo suficientemente grande para ir moviéndose por allí un par de semanas siendo siempre un desconocido.

Ser un desconocido tenía sus desventajas. La gente no se fiaba de ti. Nadie quería hacer tratos contigo. Pero al mismo tiempo, eras una caja de misterios, podías hacerte pasar por quien tú quisieras, y la gente estaba más que dispuesta a escucharte si la historia que tenías estaba llena de viajes, y sobre todo de dinero.

En los instantes siguientes no obtuviste ningún tipo de respuesta por parte del Quarren. Entonces decidiste acercarte y curiosear un poco en el dispositivo que estaba trabajando aquella persona.

Justo en el momento que te colocaste cerca de él, notaste que sus ojos se fijaron en ti.

- Eh, ¿desde cuando estás aquí dentro? ¿no sabes que es de mala educación entrar y fisgonear sin pedir permiso? - era como si nada de lo que hubieras dicho antes hubiese existido para el. Hasta el momento que no te acercaste no se percató de tu presencia. Su manera de hablar era algo compleja, su forma de transmitir el básico galáctico era un poco extraño así que tenía un acento que se podía entender pero que no usarías para un discurso.

El Quarren trabajaba con un panel, parecía de datos, tenía varios artefactos más pequeños conectados a él y de vez en cuando saltaba alguna que otra chispa. No tenías la menor idea de qué se trataba.

Echaste un vistazo al interior de la cantina. Parecía un lugar  bastante concurrido, quizás demasiado. Para pasar desapercibido era fantástico pero no para intentar pedir una copa. Viste que había un gran número de humanos, pero también había rodianos y sullustanos en pequeños grupos, quizás creíste observar un duro en la barra, pero los más llamativos sin lugar a dudas era un devaroniano y una cereana, ambos se encontraban sentados en mesas distintas, en solitario.

Los grupos que había allí formados charlaban acaloradamente, eran de todo menos silenciosos. En otras mesas jugaban al Pazaak mientras que otros disfrutaban de las consecuencias del alcohol de sus bedidas sobre la mesa. Sin lugar a dudas era un ambiente agradable.

Isseriol respondión con una sonrisa y una mirada vacua.

Solo viendo sus instalaciones científicas podía valorarles como seres civilizados. Ahora cuando quiera, podemos seguir viendo el resto.

Con una respetable inclinación de cabeza a modo de despedida sentenció el careo con el doctor, el cual le había caído bastante bien.

El doctor se despidió de ti y volvió a su trabajo. El Ithoriano siguió caminando mientras charlaba.

- El doctor Kan es de nuestros mejores profesionales, realmente su presencia aquí es casi tan importancia como la de un líder para la nación - parecía orgulloso de aquel humano.

- Ahora te mostraré otra zona a la cual no tendréis demasiado acceso, pero siempre es bueno que la conzcáis - El comandante te miró y se dirigió acelerando un poco más el paso a una de las puertas más grandes de la nave.

- Aquí detrás se encuentra el puente de mando, aquí nuestros operativos dirigen la Mesopotamia y buscan rutas lo suficientemente seguras para que no tengamos problemas con el imperio, al igual claro está, de informarnos de cualquier petición de ayuda de las otras bases de la rebelión. - las puertas se abrieron y te dejaron ver un inmenso complejo de telecomunicaciones. Allí habría más de 15 personas trabajando sin cesar, muchas de ellas se encontraban pegadas a monitores que mostraban rutas, coordenadas e informes. De repente, uno de los operativos que allí estaba se levantó.

Aquel operativo se trataba de Clev, el hombre que os condujo hasta la libertad de aquella prisión.

- Vaya jefe, parece que ya ha tocado enseñarles el puente de mando ¿eh? esto siempre te ha gustado, mostrarles a los demás las majestuosidades de la Mesopotamia - después te dedicó una sonrisa.

- ¿No han venido tus dos compañeros? -

Mis compañeros no entienden la importancia protocolaria de esta visita. Las peculiaridades etnográficas de su pequeña comunidad me permitirán entenderles mejor y adaptarme a ustedes.

Comenta el sabelotodo atkaniano con total naturalidad. Mientras, mira por encima del hombro de Clev las consolas y puestos del puente de mando.

Clev parecía algo extrañado con tus palabras, era fácil darse cuenta, sus cejas se arqueaban de una manera demasiado evidente.

- Esto... claro, claro. Yo también me alegro - dijo llevándose las manos hasta la nuca. Después dirigió la mirada al Ithoriano.

- Creo que mejor vuelvo a mi puesto de trabajo ¿verdad? un placer tenerte abordo camarada - dijo Clev mientras se marchaba de vuestro lado para dirigirse a su asiento.

El Ithoriano sonrió

- Por desgracia no puedo enseñarte mucho más por ahora querido amigo, tenemos aún otros lugares que visitar y tampoco quiero entretenerte más de lo necesario - educadamente te invitó a salir del puente.

El nautolano suspiró, el quarren estaría demasiado concentrado en aquel panel que ni siquiera reparó cuando entró, pero no era motivo para empezar de malas.

-Soy Renko Losa -volvió a presentarse-, soy nuevo en el Mesopotamia y estoy aquí para prestar mis servicios como mecánico. El comandante ithoriano me trajo hasta el taller en una breve visita a la nave. He intentado llamar su atención en cuanto entré, pero no fui capaz de conseguirlo.

Ahora que pudo fijarse y desconocía con qué estaba entretenido el quarren, más curiosidad tenía sobre él, intentando ver algo más, por si se había pasado algo por alto.

El Quarren dejó de mirarte y siguió mirando el dispositivo. Por lo que pudiste intuir a grandes rasgos parecía que estaba intentando hacer que el trasto fuera autosuficiente a niveles de energía sin necesidad de tener cargada una batería.

- ¿Y bien? - dijo mientras seguía con lo suyo

- ¿Qué experiencia tienes? -

-Llevaba bastante tiempo como único mecánico de un transporte, reparando la propia nave, droides o cualquier cosa que sufriera desperfectos. Pero eso era antes de que atacaran nuestra nave -dice eso último algo abatido-, así que pretendo ser útil aquí, en el Mesopotamia.

Esperaba que fuese suficiente para poder aportar su grano de arena a los rebeldes, aunque el quarren parecía prestar más atención a la consola que a Renko.

El felino se movió tranquilo por la cantina, como si fuera una parroquiano habitual. Lo menos que le interesaba en aquel momento era parecer nuevo en el lugar. Pues aquellas actitudes de novato, alentaban a hombres de dudosa moralidad que siempre, siempre, siempre intentaban propasarse con los recién llegados.

Así que paso rápidamente por la mesa del hombre cornudo, estornudo y hizo un juego de manos, y tras eso fue hasta la barra, pidió algo colorido y ligero para beber, y luego se fue derechito de vuelta a la mesa del Devaroniano.

Los seres de esa raza eran muchas cosas. Violentos, sin escrúpulos, las hembras casi atractivas, y sobre todo, eran gente de la que no te podías fiar.
Justo la clase de gente que el necesitaba. Solo tenía que lanzar un anzuelo bueno y corto y seguro que en un par de horas tendría algún trabajillo entre manos.

Sin preguntar siquiera se sentó a la mesa y bebió un trago largo.

Bueno, estas de suerte. Me ha fallado un trabajo y estoy disponible. El gran Lock esta disponible para cualquier asuntillo que tengas entre mano.
60 para ti, 40 para mi, ¿que te parece?

Sabia como empezaba aquella conversación, primero un piérdete, luego un gruñido, tras eso una amenaza directa. Y cuando viera que le faltaba algo y empezaría a tener interés por que Lock pudiera ayudarlo en un trabajo. Fuera cual fuera este.

El tipo se quedó varios segundos más en silencio, atento al dispositivo

- Se dice LA Mesopotamia - corrigió de manera algo molesta para cualquier persona con poca tolerancia a las correcciones puntillosas.

- No es mala experiencia sin embargo ¿qué rango de valor tienes ya? - aquella pregunta te confundió totalmente, no sabías a qué se refería.

Tu jugada fue perfecta, en cuestión de segundos pudiste hacerte con una pequeña baratija, no sabías que era exactamente pero parecía un abalorio con signos desconocidos para ti, si lo llevaba encima probablemente tendría gran valor sentimental o era un pequeño tesoro, nunca se sabe.

De repente te sentaste frente a él, su mirada durante unos instantes fue de confusión.

- ¡¡Eh!!¡Pero bueno tu quién coñ...!! - después se quedó unos instantes mirándote.

- ¿Has dicho que buscas trabajo? - de repente una sonrisa bastante preocupante se dibujó en la cara del alienígena.

- Así que te llamabas Lock, te sientas en mi mesa dispuesto a hacer negocios a tu manera, no está mal, osado quizás - después de aquello cogió tu vaso, parecía que quería darle un trago.

- ¿Y cual es tu especialidad? -

Pasó por alto la actitud del quarren, un fallo podía tenerlo cualquiera, pero tampoco era para poner así. No le dio importancia y siguió con la conversación.

-¿Rango de valor? Creo que no le entiendo -no sabía por donde coger la pregunta ni como interpretarla-.

El Quarren dejó de hacer sus cosas para centrase en ti, por fin habías logrado ganarte su atención después de varios intercambios verbales.

- Los rangos de valor ¿qué va a ser si no? ¿no os comentó nada el comandante o qué? es lo primero que explica siempre a los nuevos que llegan a LA Mespotamia - hizo hincapié de nuevo en la forma de llamar a la nave, aquello ya resultaba irritante.

- Y deberías tenerlo presente, es lo que marcará vuestro papel por aquí, no seas necio -

Renko empezaba a irritarse, no solo por la actitud puntillosa del quarren, su forma de hablar también estaba influyendo en su estado de ánimo.

-El comandante sólo nos preguntó que porqué estábamos encerrado en aquella prisión de máxima seguridad y que nos habían rescatado... no dijo nada de rangos de valor, de hecho, es la primera vez que escucho esto desde que estoy en LA Mesopotamia -usó el mismo tono que el quarren para pronunciar el nombre de la nave-. Puedes explicármelo o alargar más esta conversación que no nos lleva a ningún lado.