También podríamos llevar el FRED para que nos sirviese de escudo o quizás para abrirnos camino entre bichos si se puede.
Repasando mentalmente las posibles necesidades la vista del científico se posó en el FRED, era un vehículo pesado que podría venir bien en diferentes aspectos, así que se dirigió al resto del equipo.
-Podemos llevarnos a FRED, nos vendría bien para hacer de pantalla ante algún bicho o tapar algún hueco. También es un elemento de cierto peso al que podríamos aferrarnos en caso de una tormenta con mucho viento, mejor que nada, además con él podríamos movernos aunque fuese despacio entre condiciones climáticas complicadas. Lo que es seguro es que tenemos que coger todo lo que pueda hacernos falta, un segundo viaje es inaceptable.
Los ojos pasaron ahora al extraterrestre mirando las manos tecleando en el equipo que habían conseguido que funcionase.
- Vamos a equiparnos ¿Dónde está la antena y qué equipo llevaban tus compañeros que salieron la otra vez? Estaría bien llevar bengalas o algo que emita fuego e ilumine. Vamos a salir todos de este planeta, volverás a casa.
El piloto abandonó la estancia, tras escuchar a Fern, y dejó que los tau'ri siguieran discutiendo los detalles de su plan de acción. Unos pocos minutos después, regresaba del compartimento donde encontraran las herramientas. Entre sus manos sostenía un aparato del tamaño aproximado al de una caja de zapatos. Parecía hecho con materiales recuperados de la nave y aparentaba cierto grado de improvisación. Lo que parecía la cara superior estaba cubierto en su mayoría por un material reflectante compuesto por una miríada de pequeñas células octogonales; uno de los laterales estaba formado por una sustancia cristalina, pero oscura y que no permitía ver a su través. En el lateral opuesto, Arkwuior mostró a Fern una especie de seguro abatible, bajo el cual se encontraba un interruptor, que fingió manipular para que el biólogo se hiciera una idea de cómo operarlo.
Tras dejar aquella "caja" en manos de Fern, para que la examinase con más detalle si le apetecía, el alienígena recuperó el dispositivo de traducción y volvió a escribir en él.
Lo que sostienes es un clonador de señal y modulador de potencia improvisado. Todavía funciona, aunque su primer viaje fue bastante accidentado, así que procurad zarandearlo lo menos posible. Basta con llevarlo lo más próximo posible a la cima de la "montaña" y encenderlo. La posición más óptima sería en algún respiradero alineado con el crucero. Creo que marcación sureste o 135º aproximadamente valdría.
La parte reflectante debe quedar encarada hacia el cielo y la cara cristalina es preferible que se oriente hacia el exterior. Una vez colocado, basta con encenderlo como le he indicado y confiar en que alguna de nuestras naves esté lo suficientemente cerca como para captar la señal de emergencia, localice la procedencia y acuda al rescate.
En cuanto a fuentes de luz, todavía hay algunos focos de vacío manuales en el almacén. Y puede decirle al mayor Whiteface que pierda cuidado. No es la primera vez que realizo esa tarea. Sólo espero que tengáis más suerte que mis compañeros.
El equipo estaba formado y la idea de no separarnos, me pareció adecuada, no solo porque yo opinaba así, sino porque todo lo que fuera actuar en equipo, lo consideraba como una victoria. Aunque solo fuésemos dos los miembros armados, y por mucho que el personal científico me pareciese como un grupo de niños que estuvieran de excursión con el colegio, lo prefería a separarnos y actuar de manera independiente.
Asentí con la cabeza y me preparé para liderar el grupo, cuando Andrews sugirió que nos llevásemos a Fred. Yo me volví y negué con la cabeza, mirando al mayor.
-Eso no es una buena opción, señor. FRED nos retrasaría. Nuestra mejor arma es la velocidad, llegar hasta el lugar deprisa, proteger la zona hasta que las reparaciones se hayan realizado y marcharnos igual de rápido. Si nos alcanza una tormenta, nada nos protegerá de ella, salvo unas piernas veloces. El material siempre podemos dejarlo en el lugar y regresar prácticamente sin nada más que las armas.
E incluso a veces, sin ellas, porque un arma de nada servía si no había nada contra lo que disparar.
- Bueno Andrews, nuestro querido y amado FRED se va a tener que quedar aquí, parece que solo nos retrasaría y que no nos serviría de protección - dijo el lingüista levantando los hombros, como resignado.
- La Sargento Guerrero tiene razón. Es más seguro dejar aquí el FRED. Para el objetivo de nuestra misión no nos aportaría nada. Iremos los cuatro, procurando ser sigilosos y rápidos. - Ordenó el mayor. Luego preguntó a Andrews por lo que fuera que estaba escribiendo Arkwuior... Y asintió agradecido antes de irse a recuperar un par de los focos de vacío.
Al regresar tendió uno a Evans, y otro a Andrews.
- Ustedes alumbrarán el camino cuando sea necesario. Guerrero y yo necesitamos poder disponer de las manos por si hay que usar las armas. - Miró a todos para asegurarse de que estaban listos.
- Bien, ¿todo listo? En marcha. - Dijo cuando parecía que ya tenían todo preparado. - Guerrero encabeza la marcha, yo vigilaré la retaguardia. -
Con una idea ya clara y los materiales necesarios, el SG-4 parecía listo para dar su siguiente paso. Extrañamente, sin embargo, Arkwuior no se dirigió hacia la compuerta por la que habían accedido a su llegada. Subió por la escalera de mano hacia la especie de trampilla que se veía en el techo.
Con un siseo hidraúlico, el metal que cubría la apertura se apartó cuando el piloto se aproximó. Hizo un gesto con la mano, invitando a los tau'ri a seguirle o subir antes de desaparecer por la oquedad. Del otro lado se podía apreciar un leve resplandor blanquecino y tres paredes metálicas; en la que quedaba enfrentada a la escalerilla había dibujada una flecha azul apuntada hacia abajo. Una vez arriba, los exploradores se encontraron en una suerte de nicho que se abría a un pasillo corto a modo de enlace entre otros dos corredores perpendiculares. Arkwuior les esperaba a la izquierda, conforme se giraban al llegar arriba.
Los corredores largos estaban delimitados por suelo, paredes y techo metálicos, con incrustaciones cristalinas perfectamente delineadas y del mismo tamaño repartidas a idéntica distancia en el punto en que techo y pared se encontraban. De aquellos cristales irradiaba el brillo blanquecino que iluminaba débilmente el pasaje. La temperatura era algo más fresca que en la estancia en la que habían estado reunidos todo aquel tiempo, pero en ningún momento sintieron los tau'ri que fueran a necesitar ropa de abrigo. A los lados, en las paredes, podían ver paneles móviles, a juzgar por las pequeñas flechas pintadas junto a la mayoría, y puertas cerradas. Ocasionalmente, junto a dichas puertas y en algunos paneles, se podían ver las extrañas letras usadas por la gente de Arkwuior. Y en un par de ocasiones, en nichos más grandes que el que alojaba la trampilla por la que ascendieron, podían ver una sección del suelo del pasillo claramente marcada y diferenciada con una banda de colores en un patrón de bandas alternativas que la rodeaba.
Sin embargo, el piloto no se detuvo hasta que cruzó la apertura que se abría en un mamparo al final del corredor, en la parte en la que podría decirse que estaría la proa de la nave. Dentro de la nueva estancia, los miembros del SG-4 pudieron ver que el pasillo aséptico dejaba lugar a una profusión de consolas de control, monitores que mostraban datos indescifrables, indicadores luminosos de todo tipo, algunos apagados pero los más encendidos y otros intermitentes. Frente a los distintos grupos se encontraban asientos anclados al suelo, sitiales carentes de apoyabrazos y posiblemente giratorios a juzgar por las varias posiciones en que se veían. En el centro de la estancia, frente a otra puerta en un mamparo más adelante, una consola elevada, sin asiento asociado, se encontraba abierta, mostrando sus cables (algunos de los cuales descolgaban descuidadamente por los bordes de los paneles retirados) y sus circuitos expuestos.
Akrwuior se había colocado junto a la puerta del último mamparo. Echó mano del dispositivo de traducción que había colgado del cinturón y escribió algo.
Al otro lado de esta puerta está el puente de mando y la brecha que les permitirá llegar a los tuneles. No creo que haya bichos pero estad preparados cuando abra la puerta.
Si necesitáis algo más, éste es un buen momento para hablarlo. Mucha suerte. Esperaré junto a la puerta vuestro regreso.
Cuando todos pensábamos que íbamos a salir por donde habíamos entrado, el alienígena nos condujo en otra dirección. En lo alto del techo había una trampilla por donde desapareció, tras invitarnos a seguirle.
No me gustaban las sorpresas y mucho menos los espacios en donde apenas podía maniobrar. Su nave era para mí un territorio desconocido, pero no cualquiera, sino uno en el que no cabía más que dejarse llevar. No sabía por qué motivo, pero no terminaba de fiarme de él. Seguramente es que no era capaz de confiar en nadie que fuese otro soldado como yo.
A medida que avanzamos, pude darme cuenta de lo diferentes que eran nuestros pueblos en cuanto a tecnología, pero también en que a pesar de ella, dependía de nosotros. Si no mandábamos una señal de auxilio, quizás ninguno pudiéramos salir de allí en mucho, muchísimo tiempo. Así que me relajé. Debía facilitarnos las cosas y rezar, si es que lo hacían en su planeta, porque tuviésemos éxito.
Ahora nos tocaría movernos a través de túneles. Sin soltar mi arma, me coloqué delante, sabiendo que iría en primer lugar, preparada para disparar a cualquier cosa que apareciese delante y que se moviese.
En silencio, miré al mayor, esperando a que solo diese la orden.
Estaban preparados para partir, con la caja emisora de la señal de socorro a buen recaudo en la mochila de Andrews, Armas y municiones preparados, con el resto de equipo que se llevaría en la mochila.
Se movían entre las estancias de la nave, por una vez estaban viendo lo que había sido el hogar del ser durante muchos años, y con algo de suerte no sería la del equipo terrestre. Andrews trataba de memorizar el recorrido y hacerse una idea de dimensiones y ubicación de la nave.
Llegaron a una compuerta que parecía ser el inicio del camino fuera de la nave, abandonarían la seguridad de la nave y se adentrarían en lo desconocido buscando el lugar idóneo que les permitiese salir del planeta. Antes de salir de la nave rebuscó en los bolsillos sacando una brújula, enseñándole a Arkwuior.
-Esta es la dirección norte que marca mi brújula ¿es como la vuestra?, es importante que apunten en la misma dirección o corregir en lo que toque, no me gustaría llegar al lugar y equivocarme.
Junto con lo mencionado, llevo la radio (obvio), la linterna ofrecida por el extraterrestre, el arnés de carga por si hay que mover a un herido, el equipo de supervivencia, altímetro, una ración, linterna, prismáticos, boli y cuaderno, la pda con programas de cartografía y la brújula inercial.
Iba a ser una misión de exploración en toda regla. El mayor Whiteface llevaba la mochila preparada con el equipo básico que utilizaba en cada misión en que partía con el SG. Atrás dejaría el ordenador portátil, maletín y cuaderno. El resto era equipo de supervivencia, del que no pensaba separarse.
Aun así, procuró fijarse y trató de recordar en su cabeza en cada intersección por las que les fue guiando Arkwuior. Era mejor prevenir que curar. La Sargento Guerrero tomó posiciones, y cuando miró en su dirección, Whiteface se aseguró primero de que ambos científicos estaban preparados. Él, rifle en mano, asintió entonces a la mayor.
Era hora de comenzar la misión. Tenían que encontrar la condenada antena. Y arreglarla. Su supervivencia dependía de eso. O, como mínimo, sus comodidades. Si no se comunicaban ya fuera con los alienígenas o con la base, les tocaría pasar mínimo medio año más en ese planeta sin comida ni bebida fáciles de conseguir.
Él iba a cruzar la puerta el último del grupo, vigilando la retaguardia tal y como había ordenado. Con Guerrero al frente y los dos científicos, armados por si acaso, en el núcleo del grupo, tendrían más posibilidades de sobrevivir.
- Adelante. - Ordenó. - Regresaremos cuanto antes. - Prometió a Arkwuior.
Aldo pidió algo de tiempo a su anfitrión antes de marchar. En el lugar quedarían cosas pesadas y material de estudio, como los cuadernos, focos de luz, que pesarían más que las linternas que Arkwuior les ofrecía y otros objetos que no servirían para ir, reparar y volver.
Miró a sus compañeros cuando estuvo listo y siguieron todos al alienigena, a lo largo del recorrido que daría a la salida. Con una de las linternas de Arkwuior en la mano y la pistola fuera de su funda, Aldo asintió dando la información suficiente en el momento. Estaba preparado.
Pues yo voy a decir las cosas que dejo:
- Conjuntos de UDC
- 6 RLC (me quedo 1 por si acaso)
- Mochila de marcha
- Tienda pequeña
- 4 baterías
- Mochila en patrón desierto
- 2 focos de luz normales
- Ordenador portátil
- Generador portátil
- 4 Latas de combustible
- Panel Solar
Ahora marco en negrita en mi ficha el resto del equipo que es lo que llevo encima y así miro cuanto peso llevo, por si decido deshacerme de algo más :D