Bajo la cubierta del castillo el fogón, lugar que guardaba a Wu del resto de la nave, sabiamente convertido en una cocina y "enfermería" por así decirlo. El hecho por hecho o superstición que los demás marinos rehuyan del fogón hacia ese espacio bajo cubierta, solitario, siendo así ideal y compatible con el shun.
Desde allí Wu llama a Lili, que al parecer lo había estado evitando y se encontraba fregando las tablas allí en cubierta.
Entre manos el cocinero sostenía un regalo, resguardado de que los demás lo vean pone ambas rodillas al suelo y se inclina hacia tras.
-Wu desea disculparse, Lili-Chan. Puede que mis formas no sean lo mejor, que mal interprete y caiga en el error y falta de moderación. He aquí, toma, un regalo, bonito.
Wu espera encuentres tu lugar, sea tierra o mar y espera que no hayas encontrado lo que buscas aquí, en este lugar. Porque no quiere verte huir, sino viajar. Porque nada puede escapar de si mismo si se encuentra en cada lugar al que va.- Carraspea y se da una palmada solo en los muslos.
-Wu va a extrañarte.-
Dejando el regalo para que la pequeña lo tome, el cocinero se incorpora dejando el lugar, para subir con la capitán.
En el paquete hay un bello quipao, vestido shun a la medida de Lili.
Bajo la cubierta del castillo el fogón, lugar que guardaba a Wu del resto de la nave, sabiamente convertido en una cocina y "enfermería" por así decirlo. El hecho por hecho o superstición que los demás marinos rehuyan del fogón hacia ese espacio bajo cubierta, solitario, siendo así ideal y compatible con el shun.
Wu decide subir, al mismo castillo sobre la proa, mirando hacia el frente, arqueando la espalda hacia atrás para aliviar dolores, separado de la capitán por el palo del baupres.
Extiende los brazos hacia los lados, exhala, guarda ese vacío y hace su cabeza orbitar.
Inhala mientras guarda los brazos, mastica en falso y se friega la panza.
Ladea la cabeza mirando a Harmony, con rostro apacible y media sonrisa, dejando que los rayos de sol le den directo en la cara, haciéndolo lentamente fruncirla.
Qué estará pensando el shun, es muy impersonal. Pero que se ve como alguien que amanece en paz, qué disfruta de las mañanas sin más, se ve como alguien que simplemente vive ahí, con la soltura de alguien que puede llamar al Temido, hogar.
Ver al cocinero tan tranquilo me molestó, pero aquello sólo fue una sensación pasajera, fruto de la envidia que me procuró que pudiera estar en calma. No era mi caso, y no me gustaba aquella sensación, las preocupaciones no eran algo que habitualmente me acompañara.
Wu se había mantenido en silencio la noche anterior, siendo probablemente con quien más relación tenía Lili de entre el resto de la tripulación. ¿Acaso él sabía las intenciones de la grumete?
Preguntándome aquello me quedé mirando al cocinero unos instantes, hasta que finalmente me decidí a hablarle. Sin embargo, no le pregunté por Lili en primer lugar.
- ¿Qué es lo que he hecho mal? - le dije ligeramente compungida, sin terminar de reflejar las sensaciones que realmente permanecían en mi interior. - Mekkor y tu sois quienes más tiempo llevan conmigo... - apenas musité, pensando en voz alta, devolviendo después mi mirada hacia el mar y soltando un suspiro.
Durante todo el tiempo de limpieza Sylus te asedia a preguntas y bromas tontas como de costumbre, pero quizás el niñato no sea tan estúpido como daba la impresión.
Hay algo diferente en su gesto, aún si sigue expresándose de la misma forma casi infantil. En un barco los rumores viajan rápido, Sylus está al tanto del dramático desenlace de la noche anterior, y no le es indiferente. Hay algo de insinceridad en su charla, está tratando de tapar aquella pequeña amargura, y está tratando de animarte también. Y aunque entiende las cosas un tanto a medias, algo de lo que dice te resulta genuinamente sorpresivo.
—Lili, eres increíble. Tienes mi misma edad, y has vivido en la calle como yo. Pero eres mucho más inteligente, astuta y hábil— comenta, mirando las profundidades del cubo de agua jabonosa.— Si, yo puedo hacer esto— dice mientras con un giro de muñeca, el trapo comienza a refregar el suelo por si solo— pero tú ¡Puedes leer! Has averiguado lo de la carta, y todo respecto a Sandra, sola—Sylus se queda en silencio un momento, mirando por la borda, como si el mar fuera decirle cómo explicar lo que tiene en mente— y el barco es tu casa. Tu familia. No está bien que te vayas por mí. Sé que no te caigo bien, aunque no sepa por qué. Pero la verdad es que yo vine aquí la primera vez porque la Capitana me pareció bonita—acota con un suspiro. El muchacho se ve que intenta tener un momento importante, pero las neuronas le quedan cortas—pero ya no creo que vaya a prestarme atención… Para ti este barco es más importante. Hoy, si puedo, me iré con Thorne de vuelta. Y si no, esperaré a que pase el invierno, y si no me gusta la ciudad, buscaré otro barco que me lleve de vuelta a Orlé. No hace falta que te vayas—finaliza con una sonrisa, que tiene el mismo aire falso que toda la cháchara aburrida que estaba soltando hasta ahora, pero es la manera en que el chico puede intentar confortarte.
Los gritos de un enano los sacaron del ensimismamiento en el que estaban todos. En la calle que da a los muelles, un carromato pequeño espera a ser cargado. Mekkor está en la plancha que sube hasta el Temido, señalando el vehículo.
—¡Hey! ¡Buenas, ya volví! Y ya he conseguido un carro, Capitana. Vengan a verlo, no creo que se hayan subido a uno de estos nunca.
El vehículo no parece nada especial, es de madera, tirado por un caballo blanco con manchas blancas de poca estatura pero mucho músculo, y con un toldo de tela blanqueada por el sol sobre el carro propiamente dicho. Parece muy pequeño como para poder llevar todos los animales. En realidad, dudan que ya las jaulas de los lagartos eléctricos puedan entrar ahí bien. Si hay que sumarle los Almiraj probablemente solo quede espacio para una persona dentro.
—No se preocupen por el tamaño, es más grande por dentro— explica el contramaestre, mientras se acerca al vehículo y se sube a la parte de atrás. La entrada del toldo está cubierta por una tela también blanca que hay que apartar para poder entrar, y que impide ver que hay dentro desde el exterior.
Quien entre, sentirá un leve cosquilleo al hacerlo, y comprobará que, a pesar de que por fuera parece un espacio bastante reducido, por dentro tiene casi 20x20’ (6x6 metros). Además, dentro el aroma del puerto desaparece, y la temperatura es menor, siendo mucho más agradable. El espacio está vacío, pero unos huecos para tornillos en algunas esquinas y algunas marcas de arrastre en el suelo de madera dejan ver que en algún momento probablemente tenía asientos y muebles dentro. El sonido de fuera sigue escuchándose desde dentro, pero no viceversa.
—Y lo mejor es que no me ha costado ni una moneda, cortesía de unos primos lejanos que dejaron lo de fabricar barcos para dedicarse a ésto. Me lo han prestado hasta la sexta campanada de la tarde, asique tenemos tiempo.
Poco después arriba Ashara, a la que el sol del mediodía ha puesto de un particular mal humor.
—El acuerdo con Thorne está zanjado. Él y el dueño de los animales nos esperarán en una tal Plaza de la Brisa a la tercer campana. El viejo testarudo no quizo soltar una moneda más, y la otra humana no me ha permitido apretarle yo misma. Pero cuando hemos visto a ese Naazir, nos ha prometido un bono por darle la carta, si fuera la original y no una copia. No quiso especificar de cuanto.
Como siempre, la drow había resultado escueta pero eficiente con sus palabras, y con su tarea cumplida simplemente se dirigió hacia Giaccomo para susurrarle vaya a saberse que indecencias al oído.
—Cuchi-cuchi, esto no me gusta un pelo, cuando lo he visto Naazir estaba hojeando un libro que llevaba un símbolo como el de nuestro persegidor en la portada, y llevaba un collar raro con otro parecido. Hay que irse con cuidado.
El breve encuentro con Wu había sido el único momento en que había abandonado mis quehaceres aquella mañana. La verdad es que me quedé muda, ante sus palabras, y más aún al ver el regalo con que me obsequiaba. Era bonito, demasiado bonito. No me pegaba nada, ni siquiera para disfrazarme con él, pero no recordaba cuándo había sido la última vez en que alguien me había regalado algo. No, definitivamente no lo recordaba. Cuando Wu se despidió, abrí mi boca para decir algo, pero no fui capaz. Me quedé allí sola, en silencio, viendo cómo el viejo cocinero se alejaba, y lo único que pude hacer fue tomar aquel obsequio y guardarlo en mi mochila.
Aquello no era lo que yo buscaba. Lo que yo buscaba era... Ni siquiera yo lo sabía.
Con aquel lío en la cabeza regresé al trabajo, a limpiar la cubierta junto a Sylus, cuya presencia se me hacía cada vez menos molesta a pesar de su permanente sonrisa de niño bueno. Tal vez porque estaba pensando en otras cosas. Tal vez porque la posibilidad de que me quitase ese puesto que creía haberme ganado ya no me importaba. Sin embargo, el chico me sorprendió cuando se puso a hablar tras dejar que fuera la magia y no él quien hiciera su trabajo, algo que me molestó sin que supiera por qué motivo. Pero sus palabras me sorprendieron, por la forma en que hablaba de mí. Por un momento, creí que tras aquello debía haber gato encerrado, especialmente cuando me atribuyó el descubrimiento de "todo" sobre Sandra, cuando la mayor parte de lo que sabíamos sobre ella lo había conseguido la capitana. Incluso llegué a plantearme que el chico... en fin... se hubiera fijado en mí. De otra manera. pero no, no se trataba de eso, y ni siquiera supe si me causó alivio o lo contrario.
¡Pero a ti quien te ha dicho que me voy por ti! -Exclamé dándole una sonora colleja, aprovechando que me había dado la espalda para mirar por la borda- No te vas a ir con Thorne, ¿me has oído? -Le advertí alzando un dedo ante su rostro, amenazante. Ni siquiera sabía lo que estaba haciendo, tan sólo reaccionaba sin pensar, pero en aquellos momentos me parecía que estar cerca de ese capitán no era seguro, y ¿por qué me preocupaba la seguridad de Sylus?- Tú... hazme caso, ¿vale? -Empezaba a calmarme, y al hacerlo sentía una profunda vergüenza por haberle hablado de aquel modo, hasta el punto de sonrojarme y baja la mirada, sujetándome un brazo con la mano contraria- Y no me caes mal, idiota. -Tuve que reconocer- Nada de ésto es tu culpa.
Al decir aquellas palabras, me di cuenta de la llegada de Mekkor y Ashara, con un carro que me parecía insuficiente para la tarea que nos esperaba.
Vamos, tenemos trabajo. -Ordené a Sylus, haciendo que se detuviera cuando pasó a mi lado. Tenía todo el pelo desordenado, después de recibir la colleja, así que le pasé los dedos de ambas manos para ordenárselo un poco y ponerle presentable- Ya está, que parecía que te acababas de levantar de la siesta en lugar de haber estado trabajando. -Le expliqué torciendo los labios a un costado, con los brazos en jarra- Y por cierto, si te veo demasiado cerca de la "bonita" capitana, te corto las pelotas mientras duermas.
Con aquella pequeña advertencia, le dediqué una enigmática sonrisa y me di la vuelta, corriendo a reunirme con los demás, que parecían estar poniendo sobre la mesa que todo iba exactamente como la capitana Harmony lo había planeado. Me senté sobre un tonel en un lugar lo bastante apartado para pasar desapercibida pero lo suficientemente cerca para enterarme de la conversación, y saqué una manzana, que comencé a cortar en pequeños gajos que me iba llevando a la boca, atendiendo a los planes.
Cuando el sol baño por completo su cara la refregó con las manos como si se la secara.
La pregunta de Harmony no dejo más que ver como le afectaba, lo entredicho por sus palabras anoche.
De reojo el cocinero la miro, con brillos de sol y confidencia.
-Desear.- Respuesta simple, pero que a veces requiere explicación. -Sabios Shun nos recuerdan que el deseo es fuente de angustia y dolor. Son sus deseos los que mal le hacen.- Mastico en falso, empapando los labios ya que aun se requería de mayor explicación.
-No somos actores, puede una espada tener dos caras pero no duplicidad. Nuestros errores no significan falta de aprecio y lealtad. No somos perfectos, pero somos los que nos tenemos.- Viro su rostro a proa, perdiendo su vista en el viento. -Y aun si uno de nosotros debe marcharse debemos respetar esa decisión. No puede forzar a nadie a quedarse por propia voluntad, puede, y podemos, aprender de nuestros errores.
Martirio no es bueno, en un hogar debe haber comprensión.-
-Wu y Mekkor tener años, Mekkor muchos más. Muchos barcos, muchas tablas a las cuales llamar hogar. Muchos yacen en fondo del mar.- Wu no puede evitar hacer un silencio para guardarse palabras de más. -Pero hoy los tenemos, aunque los haya que soltar.-
Le hice aquella pregunta al cocinero casi sin pensar, dejándome llevar por lo que sentía, y terminando por pensar que quizás él era uno de los que mejor podían responderme a aquello; pues Mekkor y él eran quienes más tiempo llevaban bajo mi mando. Pero me había equivocado, claramente.
Parte de las palabras de Wu resultaban ser tan crípticas como de costumbre, mientras que las que alcanzaba a entender no comprendía qué tenían que ver con lo que le había preguntado. No tenía muy claro si el cocinero no había entendido mi pregunta o trataba de decirme algo que creía más importante.
Sin decir nada, volví a mirar hacia el mar.
- ¿De verdad crees que se puede vivir en el mar sin ambición? De no tenerla, habría muerto hace años. - terminé diciendo con media sonrisa antes de volver a mirarle, momento en el que la voz de Mekkor interrumpió nuestra conversación.
Al escuchar las voces del contramaestre me giré, buscándole con la mirada y poniendo rumbo en su dirección tras hacerle un gesto a Wu para que me acompañara. De camino pude ver a Lili y Sylus en cubierta, ayudando la grumete al chico con su cabello al parecer, y charlando. Pretendía hacerle un gesto a Lili para que se uniera a nosotros, pero antes de que me viera y poder darle aquella indicación, ya se encontraba corriendo hacia el lugar donde estaba Mekkor.
El contramaestre había conseguido un carro en el que llevar a los animales. No parecía ser suficiente, pero al menos podríamos cargar unos cuantos en él, ya veríamos cómo nos las apañábamos con el resto.
Tras terminar de informarnos acerca del carro y cómo lo había conseguido, vimos cómo Ashara se acercaba, contándonos cómo estaban las cosas cuando llegó.
- Estupendo, buen trabajo. - les dije a ambos antes de dirigirme a todos. - Aún nos quedan unas pocas horas, deberíamos prepararnos para ese encuentro. Aseguraos de estar listos para entonces. Antes de irnos comeremos todos juntos y nos aseguraremos de cargar todos esos animales. ¿Alguna pregunta?