Partida Rol por web

 Sonrio al ver el éxtasis de la chica, me resultaba interesante ver como se deleitaba ante el piano, así que me siento en este y empiezo a tocar un suave vals mientras sonrío

-Ébano para la cubierta, abeto y peral para el interior, teclas de ébano y marfil...-

Dice mientras continúa tocando sin desconcentrarse, con los ojos fijos en la dama que esta noche lo acompaña como si estuviera perdido en su contemplación, simplemente admirandola desde el banquillo sobre el cual estaba sentado.

-Interpretáis magníficamente, no me extrañaría que también fueseis un rival duro de pelear con la lira o el arpa -comentó a modo de cumplido. Se dedicó a escuchar, luego, aquellas frágiles notas que acariciaban el aire. Aquellos delicados y deleitantes sonidos...para ella, no había nada mas bello en el mundo que el tañer de uno de los intrumentos que calificaba como los mas elegantes, y obviamente sus favoritos. Así como el de las delicadas y hermosas notas que podía ofrecer un buen piano, hasta la fecha le costaba decidir cual de los dos le resultaba mas gratificante.

 Sonríe mientras deja de tocar, acercándose a una hermosa lira que está cerca del piano y dándole espacio a la chica en el banquillo del piano

-¿Le importaría acompañarme? No soy tan bueno como usted con la líra...-

Dice mientras toca un suave y lento vals, mirandola a los ojos de manera encantadora

-Pero mi piano puede enredar sus notas con las de su lira y así embellecerse a si mismo...Aunque sean lamentablemente opacados por una belleza aún mayor...-

Recogió el instrumento casi con dulzura. Comprobó la finura y tensión de sus cuerdas con un tenue desliz de la yerma de los dedos, cuyo sonido fue el inicio de una sinfonía tenue y armoniosa. Ligeramente melancólica quizá, pero es sabido que incluso en las cosas mas tristes puede brillar la hermosura en todo su esplendor. Justamente dió la impresión de que aquellas notas fuesen una enrredadera, afianzandose al acompañamiento del piano que utilizaba él.

Conmovida de su propia obra, embelesada por lo que sus oídos percibían...En un susurro, para no quebrar el encanto de la música, cuestionó:

-¿Que podría superar esta conjunción de deleite invisible? Dudo que podáis superar con alguna otra cosa este momento...

Se levanta y deja de tocar, plantando un suave beso sobre los labios de Lorelei, aprovechando que esta aún toca, luego se sienta al piano de nuevo y continúa tocando como si nada, hablando entre susurros con los ojos cerrados y moviéndose al compás de la música

-Para mi... Así mejoró el momento...-

Dice con una leve sonrisa, con los ojos aún cerrados, disfutando muchísimo de la compañía tanto de la musical como la física de la chica

Fue todo un reto no dejar de interpretar tras aquello, pero no lo demostró. Le sonrió por toda respuesta, e interpretó unos instantes mas hasta acabar la tonada. Luego, casualmente, desprendió algunas notas mas, pero sin estar ligadas entre si.

-Admito que esa floritura ha sido sumamente agradable. Augusto...

Se quedó mirandole largos instantes. Le intrigaba saber sus verdaderas intenciones, porque por mucho que pudiera moldear cábalas, el no tener la seguridad le quitaba el sentido a todas ellas.

-...¿que buscáis de mi?

 Sonreí al mismo tiempo que ella, acabando la tonada con ella mientras se apoya delicadamente en el piano para sonreir a la chica más ampliamente, levantandose mientras toma una rosa de un florero, una hermosa rosa rojo con una espina solitaria

-Busco de usted la compañera que en miles de noches he ansiado, la mujer que me acompañe en la vida, que comparta mi amor por ella como mi amor por el arte... Busco llegar lentamente a ese compromiso que finaliza con la frase "Hasta que la muerte nos separe".-

Se levanta y se coloca frente a ella, mirándola a los ojos con una leve sonrisa algo tímida, y un suave rubor en las mejillas

-En este momento busco de ti la aceptación, busco el ver si puedes amar lo que yo, tal como yo lo amo, busco ver tu alma, al mismo tiempo que busco acercarme a ti para encontrar el futuro juntos...-

-¿Como podría no tener mi aceptación alguien como tu, que a diferencia del genterío mundano aprecia la delicadeza de todo momento, sonido y lugar? Augusto...no creí jamás ni por un segundo que alguien como vos fuese a aparecer en mi camino.

Conforme hablaba, estuvo sosteniendo la mirada. No quería que le traicionaran los nervios, aquel momento se le hacía tan frágil y delicado como un cristal de hielo...

 Sonrió ante la respuesta de ella, suspirando y acercandose, parandose frente a ella y mirándola a los ojos

-¿Compartirías la eternidad conmigo?-

Deja la pregunta flotando en el aire y sonríe levemente, sin siquiera enseñar sus dientes perlados, esperando la respuesta de la dama mientras se toma el atrevimiento de acercar su mano a la de la dama, rozandola apenas.

-Claro que si. Aunque me apena decir que la eternidad es una palabra hermosa, pero inalcanzable. Tarde o temprano como todos, envejeceremos y perderemos cualidades. Como una de esas rosas blancas que me obsequiaste durante tanto tiempo...pero desde aqui hasta que eso suceda, me gustaría estar a tu lado. Al menos algo que jamás perderá su encanto será el tañir de una lira.

Algunas veces le había dado pánico la idea de envejecer. Su madre en retratos se mostraba como una mujer hermosa cuando joven. Aún lo era si, pero conviviendo con ella sabía (y veía) sus intentos por disimular las marcas que va dejando la edad. Como todos, ya había aceptado que eventualmente también pasaría a eso, pero de momento aún tenía su juventud. Aún tenía tiempo para vivir sin que el punzón del tiempo pasara factura.

Correspondiendo el gesto, mas que tomarle la mano acortó la poca distancia que les separaba con un abrazo suave, apoyando delicadamente la cabeza en el hombro de este. Quizá ahora mismo pensase que era una frívola, pero en realidad no. Mas bien le apenaba, desde su punto de vista contemplativo, que nada perdurara para siempre por mas fino y armonioso que fuera. Por mas que se lo mereciese.

-Hay rosas que nunca se marchitan...-

Dice en un leve susurro, el contacto de ella se le hacía placentero en aquella noche, y se atrevió a rodearla con los brazo, apegandola a él con una muy leve sonrisa, dejando salir un leve suspiro

-El amor puede hacer que ambos estemos juntos por la eternidad...- 

Susurra de nuevo, con la chica entre sus brazos y acariciando de manera algo tímida su espalda

-Las únicas que podrían encajar con eso serían las que son hechas por manos distintas a las de la naturaleza. Esas que son de gemas, cristal y plata por ejemplo. Una vez vi una que en cada petalo era idéntica a otra natural, pero creada totalmente en rubí.

Pronunció la sonrisa y ladeó la cabeza para comentarle en su mismo tono.

-Pero basta ya de fantasear con cosas imposibles. Lo que se es que te quiero, Augusto. ¿No me abandonarás?

 -Y yo te quiero a ti, no te abandonaré jamás... Y serás mi rosa de rubíes y esmeraldas, de cristal, plata y oro...- 

Dice en un leve susurro mientras roza el cuello de la chica con los labios, aspirando su perfume al hacerlo y apegandola a si mismo en el proceso, mientras la empuja levemente contra el piano, atrapando su cuerpo entre la madera y el cuerpo propio y llevando sus manos a la cintura de ella para susurrar de nuevo

-Puedo tomar tu cuerpo... Pero... ¿Me darías tu alma?-

Ante aquella acción, casi con timidéz, probó rodearle la espalda con los brazos. Aunque no lo notó, se ruborizó ligeramente conforme en su mente tenía un lío de pensamientos.

Ay dios, ¿será correcto esto? No quiero que piense cualquier cosa de mi...no parece pensarlo pero...me agrada el tacto de su piel, no sabía que fuera tan agradable...¡ah! ¿Pero que cosa he pensado? ¿Que debería hacer ahora?

Cerró los ojos para evitar que aquel pudiera apreciar el manojo de nervios que se había vuelto repentinamente.

Espera, espera, calma....voy a pasar una verguenza terrible si percibe que estoy así, no quiero que entienda algo equivocado como que me desagrada él o algo así...

Abrió la boca para decir algo, pero no le salieron palabras. Sin embargo y haciendo un esfuerzo supremo de autocontrol recobró temporalmente su serenidad, lo justo y necesario para contestar con el mismo temple que había conservado hasta entonces una sola palabra:

-Sí

En aquel preciso instante, a respuesta de la chica, hundí mis colmillos en su cuello, en el éxtasis de aquel amor que me arrebataba, de aquel torbellino de emociones, bebí su sangre como si nunca hubiese probado aquel néctar pimordial y sacié mi hambre y tomé su alma y su vida.

Al finalizar mordí mi lengua con fuerza mientras dejaba el cuerpo ahora sin vida de ella en el suelo, abriendo su boca levemente para introducir mi lengua, chorreante de sangre en la boca de ella, dejando que mi sangre resbalara por su garganta, quemándole y devolviéndola a la vida, a la eternidad que le otorgaba.

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3 DIAS DESPUES

Lorelei había estado durmiendo, descansando la muerte en la habitación principal, era la hora de su ansiado despertar a la vida que él le había otorgado.

Estaba todo preparado, su delicado cuerpo envuelto en sábanas de seda, la vitae, especiada con vino, en una botella a un lado de la cama, y todas las despedidas listas para su partida.

Todo estaba listo...

Porque me duele tanto el cuello...ah...siento mucha sed...mi garganta se quema...

Se removió un poco en su sitio. Su mente estaba aún debatiendose con las tinieblas de la inconsciencia y no entendía como había llegado ahí. También le desconcertaba el entorno, ¿que estaba pasando? Se frotó la cara unos instantes, aún demasiado aturdida para etender lo que pasaba a su alrededor, y mucho menos para comprender lo que había pasado...