Partida Rol por web

 Sientes que apenas has durado unos segundos en llegar a la entrada principal, y al darte cuenta de esto reduces la marcha, distinguiendo entre la gente el perfume y las voces de tus compañeras, sentadas en la primera fila...

"Nicola debe estar divirtiendose; -Seguro que si... La envidio tanto...; -Es cierto, tiene al hombre perfecto... -Es una suertuda...-"

Oyes luego sus risitas y en poco tiempo estás sentada junto a ellas, justo a tiempo para el comienzo de la obra, ellas te saludan con guiños de picardía y empiezas a ver la obra, en ese preciso instante sientes como de momentos te quedas perdida en la obra, y no puedes prestar atención a nada más... Sobre todo con la espectacular actuación de Alessandro...

La obra termina y los aplausos se elevan en el teatro, reverberando en las excelente y bien cuidada acústica de los muros y convirtiendolos en un atronador ruido que dura varios minutos, al finalizar tu cochero sonríe y se inclina mientras hace una señal, un carruaje blanco, casi sacado de un cuanto de hadas está esperandote y dentro de él puedes ver a Alessandro saludandote con la mano...

El tiempo había pasado volando y eso pasaba cuando disfrutabas tanto de algo, cuando había pasión y amor por el hombre que amabas y por su profesión, el arte.

Me despido de mis amigas, con un cálido abrazo; sabía que ésta podría ser la última vez que las vería y sentí pena por ello. Mis amigas de toda la vida, mis confidentes y ahora debía decirles adiós.Les dedico mi mejor sonrisa y les prometo que pronto tendrían detalles de mi encuentro a solas con Alessandro.

Camino un poco deprisa, cuidando cada paso que daba pues me sentía un poco más ágil y no quería despertar curiosidad en las personas y al fin había llegado al carruaje.

Le dedico una cálida sonrisa y le tiendo mi mano para que me ayudara a subir al coche.

 Luego de subir al carruaje Alessandro te sonrie y se dirigen tranquilamente a su mansión, tal como el había dicho, era hermosa, tan espaciosa y amplia como la tuya y con exquisitos jardines de rosas, era como si la hubiesen sacado de un cuento de hadas.

Alessandro te invita a bajar y luego te lleva en brazos a la habitación, ni siquiera cenan y Alessandro cierra la puerta con seguro, luego se dirige a ti y desnuda tu cuello, dandote un beso en los labios, luego uno en el cuello y termina con una leve mordida en este, la cual sientes infinitamente placentera, y te entregas a esto, sin dolor y sin remordimiento mientras la vida escapa de tu cuerpo

-3 Días después-

Despiertas con un hambre que te consume, Alessandro te ofrece varias copas de lo que piensas que es vino, y luego de mucho rato de beber te sientes más repuesta y tranquila... Dando paso a las dudas al tiempo que te sientas sobre la cama, desnuda y cubierta solo con las sábanas mientras Alessandro te sonrie

-Buenas noches amada mía...-

Pestañeo unas cuantas veces al tiempo que sostenía de una mejor forma la sedosa sábana.

Mi mirada pasaba de mi cuerpo desnudo a Alessandro ¿Qué había ocurrido la noche anterior? llevo una mano a la cabeza, aprieto el pelo, confundida y ceñuda.

Si había ocurrido lo que imaginaba, no era justo que los recuerdos abandonaran mi mente. Suelto mi pelo y bajo la mirada; una mirada sombría y llena de confusión.

-Buenas noches...- contesto en un tono bajo y triste. Me frustraba la idea de no recordar y sentía miedo por ello. Instintivamente llevo la mano que anteriormente apretaba mi peli y rozo mi cuello.

Levanto la mirada hacia él y una tímida sonrisa surge en mi rostro. Saboreo mis labios al recordar el hambre que tenía y me deslizo por la cama, soltando la sábana, quedando completamente desnuda, mi destino, él.

Al llegar a él, me siento en su regazo, con una pierna a cada lado suyo, apoyando mi pecho al suyo. Lo miro a sus ojos y mis manos toman su rostro y con cierta ansiedad, mis labios buscan los suyos.

El beso que deposito era diferente a los anteriores, éste era pasional. Saboreo sus labios como si fuesen el manjar más delicioso del mundo y mi lengua se introduce en su boca, buscando la suya.

Jadeaba y cierta parte de mi mente decía que me detuviera, que aquello era impropio, pero, tan solo quería recordar lo ocurrido y quizás de aquella forma lo lograría.

 Sonrío y miro el cuerpo de la chica con leve sorpresa, luego de ello sacudiendo la cabeza y al sentirla en mi regazo, sus piernas rodeandome y su pecho apoyado contra el mío realmente me sorprendo, llevando las manos a la cintura de ella y besandola de la misma manera apasionada, jugueteando con mi lengua y la de mi amada en el beso, presionandome contra ella mientras empezaba a acariciar su cintura lentamente.

Me inclino hacia adelante, sujetandola con ambas manos en la espalda mientras beso su cuello lentamente, y luego bajo por su escote, susurrando tranquilamente al llegar allí

-Nicola... No pasó nada... Estás desnuda porque manché tu ropa al morderte... No puedes recordar algo que aún no pasa...-

Rio picaramente y la llevo a la cama, quitandome la ropa y uniéndome con ella entre las sábanas sedosas, jugueteando por largo rato...

Al fin solos y próximos a ser uno. ¿Donde habían quedado las enseñanzas de mis padres? ¿Acaso las había olvidado? ¿No debía comportarme como una señorita y esperar hasta contraer matrimonio? sabía que esto estaba mal, pero no podía resistirme a él, a sus encantos, a su cuerpo. Ya estaba condenada desde que acepté en convertirme en uno de ellos, asi que todas las reglas que debía acatar y cumplir, habían quedado en el olvido.

Seguía sus juegos; saboreaba sus labios y disfrutaba de cada una de sus caricias. Suspiraba y leves y casi inaudibles gemidos escapaban involuntariamente de mis labios.

Su cuello llamaba mucho mi atención y sentía curiosidad en probarlo. Lo rozo con mis labios y luego lo beso. No sabía si estaba bien en hacerlo, si debía o no.

 Sonrio ante el contacto de ella en mi cuello, dejando que lo pruebe y despeje sus dudas, mientras acaricio su cuerpo de manera lenta, como grabando su figura en mi memoria.

Luego de largo rato sacudo la cabeza y deslizo mis labios por toda su anatomía, recorriendolos con estos como ya la había recorrido con mis manos, y repartiendo besos al azar en el cuerpo de ella, para luego regresar a sus labios y besarla con pasión y ansias mientras me uno a ella tranquilamente, en un baile suave y lento, manteniendo mis brazos alrededor de ella y mirandola a los ojos como si quisiera perderme en estos.

-Te amo, Nicola Di Salvatore-

Susurro mientras llevo una de mis manos a acariciar su rostro, mordiendome los labios ante la sensación de ser uno con ella mientras continúo con aquel movimiento lento que me une más y más a mi amada.

Al fin eramos uno ¿Cuanto tiempo había transcurrido desde que ansiaba aquel mágico momento? lo había imaginado tantas veces y sabía que pecaba por ello, pero cada beso suyo me conducían a ello y en las noches, fantaseaba con lo que estaba viviendo.

Las fantasías no se comparaban con la realidad. Sus besos, sus caricias y sentirlo unido a mi, en aquel indescriptible baile, todo era único y maravilloso.

Mis ojos se perdían en los suyos y al sentir su mano rozar mi rostro, tomo su mano, cierro mis ojos y la beso con ternura y delicadeza -yo también te amo, mi amor, mi único amor-.

Dejo su mano a un lado, abro mis ojos y tomo su rostro en mis manos, lo acerco a mi y beso sus labios con la misma pasión que experimentaba mi cuerpo.

Mis labios descienden por su mentón hasta su cuello; lo beso y siento un cambio en mi boca, en mis encias ¿Colmillos como los suyos? quizás.

Hambre, sed y ansia era lo que sentía y sin pensarlo, mis nuevos colmillos hundían aquella vena palmitante. Suspiro y gimo de placer, al sentir aquella calidez gotear en mi lengua.

 Mientras ella mordía mi cuello no pude evitar simplemente aferrarme a la cabecera de la cama hasta romper parte de ella, dejando que ella bebiera mi sangre hasta su cansancio, hasta terminar de estar juntos...

-Varias horas después-

Yacíamos ambos acostados en la ama, algo agotados por la actividad reciente, las sábanas apenas cubriéndonos mientras mirábamos el techo

-Ahora estaremos juntos por siempre Nicola... Hasta la Gehena y en cada día de la Yihad... En los días de paz y de guerra... Y en la salud... Es algo difícil que nos enfermemos...-

Digo con una leve risa, decidido a vivir la eternidad con la chica y acariciando su cintura desnuda

--FIN DEL PRELUDIO--