Señor walters, se está usted excediendo, no hace falta ser vulgar ni maleducado.
Quizá mi ropa no es la más elegante, quizá no tenga tanto dinero como las mujeres con las que suele codearse, pero seguro que soy mil veces más inteligente que todas ellas.
Creo que me está sobre-estimando, yo me codeo con todo tipo de gente, más con su casta que con las altas esferas, de todas formas si se ha ofendido por algo que he dicho, sólo puedo decir que lo lamento y la pido mil disculpas.
¿Mi casta? ¿A que se refiere con mi casta?
Lo digo enfadada.
No haga caso señorita, hay gente que no sabe ni cuando está ofendiendo.
Abro la puerta y hago un gesto a Anne Barnes para que pase delante.
Muchas gracias, profesor Hermitage
Paso la puerta y espero a que pasen para ponerme un poco en medio del grupo, ando preocupada por si hay algún puma.
Os encamináis hacia la casa con buen paso, en unos seis minutos estáis en la puerta de la mansión victoriana que era el hogar de Joe Diamond, no ha habido ningún percance de camino, ningún puma salvaje apareció, sin embargo, si antes había alguna luz en la mansión esta se ha apagado en algún momento según avanzabais, ahora la casa está totalmente a oscuras y está a punto de ponerse el sol.
Hola, ¿Hay alguien ahí?
Llamo a la puerta.
La casa está totalmente en silencio, el viento trae un olor a salitre que os golpea la cara, a pesar de estar en el mes de Diciembre hace una temperatura muy agradable pero el viento trae un extraño frío helado, un escalofrío os recorre rápidamente todo el cuerpo y algo en vuestro cerebro os dice que no deberías estar allí, justo en ese momento comienza a llover como si el mar os estuviera cayendo encima.
Thomas, que llevaba todo el rato en silencio y más bien distante, ajeno a cualquier conversación, es el primero en intentar abrir la puerta de aquella mansión victoriana. Mientras se acerca para dicha tarea se presenta:
- Hola caballeros- se vuelve dedicándole una mirada indiferente a Anne- y señorita. Supongo que todos conociáis a Joe.- hace una pequeña pausa mientras extiende la mano para abrir la gran puerta. Antes de empujarla fija su atención en Jack, de quién si había oído algún comentario- Bueno, no todos, es cierto. Parece que el insolente detective no conocía al bueno de Joe.- Ahora si, empuja el portón intentando abrirlo.
Deberíamos apurarnos en entrar, con la que esta cayendo.
Se ve como Dorian dice eso mientras se encamina a entrar.
No digo nada y entro detrás.
Me quedo mirando el cielo, medio sorprendido pero también medio asombrado
Caballeros y dama.
Deberían dejar aquí sus abrigos o acabaran resfriados.
Busco el guardarropa de la entrada y cuelgo mi abrigo y sombrero.
Mientras coloco mis cosas, me giro y les digo a los demás.
Se que es un poco tarde para ello, pero me presentare.
Soy Dorian Waite.
Estoy encantado de conocerle señores Henry y Walter y señorita Anna.
¿Y ustedes son?
Digo la primera frase muy cortes y la segunda frase la digo mientras me quedo mirando a aquellos que no se han presentado aun.
Entrais a la mansión y descubrís que es todo lo contrario al exterior, los elementos más comunes que podeis distinguir son mármol y maderas nobles sin lugar a dudas trabajadas por un ebanista. De repente lo que parecían lámparas de gas normales comienzan a excretar llamas de un poder impresionante, parece que os están dando la bienvenida. Os fijais y lo más extraño no es que se hayan generado cuando habeis entrado, lo más raro es que no generan ningún tipo de humo.
Yo... Tambíen..... Pero qué demonios... Estoy encantada de conocerle Señor Waite... ¿Qué ha sido eso?
Lo digo mientras miro las llamas entre perpleja y asombrada
Lo miro con una pequeña mueca de asombro, pero se me nota que no me sorprende.