Siguiendo con esta última noticia, continuó mirando a Eruannë- Monta con Zigûr o con Drustan. Si en alguna ocasión necesitamos de tus sentidos élficos ya cambiaremos de compañero de montura.
Bueno, o también que Zigûr o Drustan monte con ella. Es que no sé quien perdió el caballo (a lo mejor es mi PJ)... por eso de los "vínculos" con las monturas.
PD.- gracias por ponerme el mapa, Elorham ;)
" Lorien , un lugar mágico ; si no tuviera una importante misión entre manos sin duda me quedaría un par de décadas a vivir aquí " .
Pensó para si mismo mientras admiraba el paisaje de los imponentes árboles que solo crecían en esta zona de la tierra media . Laufinwë salió de su ensimismamiento cuando le hablaron dando por terminado ya su estancia en el maravilloso bosque en el que habían estado descansando .
Muchas gracias por la hospitalidad y la ayuda dadas , le recordaremos siempre , y tambien las maravillas de este bosque .
Dijo finalmente a Haldir antes de asentir con la cabeza el ser el segundo explorador y avistado de avanzadilla para avisar al grupo ante lo que pueda surgir en primera línea .
Turno 407 bis.
Eruannë esbozó una sonrisa cuando Elorham se refirió con apasionadas palabras al vínculo que ligaba caballos y jinetes. Los Rohirrim basaban su cultura en los mearas, los Príncipes de los Caballos de Rohan. Las historias decían que se crearon a imagen de Nahar, el corcel blanco de Oromë, y que eran veloces como el viento, longevos e incansables. Había verdad en sus palabras, pero…
—Noble rohir, no hablé de ceder mi caballo, sino que ofrezco compartir mi montura. ¿O uno de vosotros hará el viaje a pie? ¿Con quién viajará el que no tiene corcel? —ignoraba quién había sufrido esa pérdida.
Entonces recordó cuando el adan cantó aquella oda, momentos antes. El mismo apasionado fulgor, la misma emoción. Pertenecía a una raza cuyas vidas duraban lo que un puñado de arena en las manos de un quendi; y de corazones resplandecientes también, visto lo visto. Como esas flores blancas que resplandecían con la luz de las estrellas y florecían durante todo el año, llamadas simbelmynë o uilos y que crecían en las tierras de donde provenía Elorham. La siempreviva que no conoce estaciones y que jamás se marchita. No me olvides, parecían susurrar. No me olvides, parecía cantar el rohir.
Eruannë montó y esperó que los mortales decidieran el destino y condiciones de la marcha. Pero antes se volvió hacia Haldir y le susurró:
—Dile a Mahtaraquisto que no olvido. Y que Elbereth Gilthoniel, la Dadora de Luz, iluminará mi camino de regreso.
Nada dijo de su padre, porque todo estaba dicho. La silvana acarició con la yema de sus dedos el collar que le había entregado el avar esa misma noche; y sonrió.
Resolución Turno 407
Haldir se despidió de todos con una sonrisa, incluso del beórnida. Habían estado poco tiempo en el reino de las hojas de plata pero les había cambiado. No cabía duda de que no eran los mismos al dejar atrás los últimos árboles.
Sentían que dejaban atrás la luz a pesar de que amanecía delante de ellos y los colores de la naturaleza despertaban. Se sentían reforzados, reafirmados pero en el fondo, unos más y otros menos, deseaban volver a Lorien para disfrutar de su sosiego y su paz.
Se giraron al camino y se pusieron en marcha. El sueño quedaba atrás.
FIN DEL CAPÍTULO IV: CARAS GALADHON