RESOLUCION TURNO 1100
La elfa y el beornida pronto se quedaron solos. Tan solo la música de la primera rompía una atmosfera en la que solo el débil ulular del aire era escuchado. Las cuerdas del harpa continuaban emitiendo bellas notas en una sinfonía aprendida con el paso de los años. No sabía bien cómo funcionaba, era consciente de que La Canción estaba detrás de todo, pero no alcanzaba a imaginar en de modo era capaz de modelarla y usarla para su beneficio. Fuera como fuese, la música seguía sonando.
A un lado, Drustan seguía recostado sobre la roca. Su pierna quebrada le causaba un gran dolor, pero era capaz de soportarlo, se había entrenado para eso y para más. Había recibido tratamiento, Elorham había hecho lo posible, lo que estaba en sus manos, nunca mejor dicho. El animista le había impuesto esas, sus manos, para conseguir soldar de alguna manera la fractura. Lo había logrado, al menos esa parte. La naturaleza debía hacer el resto. Una rotura que hubiera tardado meses en curarse, lograría restablecerse en apenas unas horas. Adronath también había participado, cediéndole alguna de las hierbas que poseía, culpable del corto tiempo que necesitaría para la completa recuperación.
Los dos habían visto como sus compañeros se adentraban en la oscuridad que había tras la puerta, descendiendo por unas escaleras hasta perderlos de vista. El aire, la música y la amenaza del árbol, era lo único que tenían allí arriba.
El sortilegio en que habían estado inmersos, las tinieblas que los había ocultado, se desvaneció. El sol brillo claro en lo alto de nuevo, calentando los rostros y corazones de los dos compañeros.
► Anotad el próximo turno como “Turno 1101”
► Bueno, vosotros decidiréis como aprovecháis el tiempo allí arriba.
► El sortilegio “Tinieblas” desaparece.
► Resolución del próximo turno: Jueves 21-09-17
Turno 1101
El incesante discurrir del viento y el suave susurro del arpa era lo único que se escuchaba en lo alto de aquella lúgubre torre. Sin perder la concentración, Eruannë fue moviéndose muy lentamente hacia la puerta, paso a paso. Quizá algo de lo que acaecía en las entrañas de la torre llegara a sus oídos, quizá...
Y, mientras esto hacía, observó de soslayo a Drustan. ¿Qué fue de aquel orgulloso guerrero que arribó a Lothlórien? ¿Qué del apasionado beórnida que cantó su amor por Giliel? ¿Qué de aquel que enfrentó a Haldir? Lo ignoraba. Drustan parecía una sombra, apenas un mustio recuerdo de sí mismo. ¿Esa era la madera con que estaban hechos los hijos del Gran Oso? No, ciertamente no.
Eruannë recordó a los beórnidas que había conocido. Recordó la ferocidad con que combatían, el acre olor de su sangre, la salvaje algarabía de sus escasos momentos de paz. Recordó también al guerrero con la pierna cercenada y las palabras de Druss: "Ahora lucha él, con garras y dientes de oso. Si sobrevive será bueno, si muere ... será recordado." No había en aquellos hombres el menor rastro de piedad por su propio dolor, solo una feral determinación llevada hasta las últimas consecuencias. Eran salvajes como los osos; y como los osos, invencibles.
Al pasar a un lado del beórnida, susurró:
—Necesitareis algo que os sirva de bastón. Buscad entre esas sillas o quizá una pata de la mesa. Algo os servirá. Arrastraros hasta allí, podéis hacerlo.
Luego, continuó avanzando hacia la puerta y, tras una pausa, concluyó:
—Giliel le entregó su corazón a un orgulloso beórnida que luchaba con garras y dientes de oso, no a uno que lamía su orgullo herido.
Eruannë estaba furiosa, y poco faltó para que perdiera su concentración. Uno o dos ligeros latigazos del árbol dieron fe de ello. Pero pronto recobró la calma. Ninguno de sus compañeros había comprendido cuál era su intención, por lo que ahora ella debía hacer lo que ninguno había hecho: golpear fuerte en el corazón del beórnida y despertar al feral oso que dormía en su sangre.
La elfa creía que Drustan no podía (no debía) deshonrar el precioso legado de su pueblo. Ni el amor de Giliel. Su deber era levantarse y seguir luchando.
Porque un beórnida jamás se daba por vencido, ni aun vencido. Un beórnida, trémulo de pavor, arremetía bravo y feroz, ya mal herido.
Eruannë irá moviéndose muy lentamente hacia la puerta y esperará la reacción del beórnida.
Según la descripción inicial del escenario, hay una mesa y sillas viejas medio estropeadas. Supongo que Drustan podría hacerse de un bastón (o dos) para caminar sin forzar la pierna rota. Un Drustan vencido es inadmisible, aun cuando el beórnida tienda a cierto derrotismo. ¡A mover el bello trasero ya! xDDD
Turno 1101.
Paladeó durante unos instantes la deliciosa tonada, apaciguaba su ánimo, y el roce del cálido sol le hizo recuperar parte de su ánimo.
Escuchó en silencio las palabras de la ella, mencionó a Gilliel y el orgullo, motivos de sobra para luchar.
Sabes que lucharía sin una pierna, y sin un brazo si fuera preciso. Pero no voy a arriesgar a la manada por un lobo herido. Se acercó a una de las sillas y trato de apoyarse en ella pasa caminar.
Podemos cubrir su retaguardia sin que nos vean. Pero al menor peligro te unirás a ellos y me dejarás. Si mi destino es caer en esta torre, sea. Gilliel aprobaría el sacrificio.
Clavó una intensa mirada en ella. Te sigo, si tenemos un trato.
RESOLUCION TURNO 1101
La canción sonaba, la elfa no dejaba de tocar y tocar. Sus dedos comenzaban a sentirse agotados, pues el arte musical de hacer sonar aquel instrumento requería un cierto esfuerzo, y necesitaba de algún descanso de cuando en cuando. Ni el más hábil era capaz de hacer sonar un harpa durante mucho tiempo. Los dedos de Eruannë aún no habían llegado a ese punto, aunque no tardaría en hacerlo.
Su concentración había sido máxima, pero ahora se estaba distrayendo por tratar de animar a Drustan. Arriba solo ellos dos quedaban, y el beornida se sentía derrotado, casi inútil. La realidad que Eruannë quería hacerle ver, era que no estaba tan impedido como él pensaba. Las arengas de la eldar animaron al guerrero, pero también estuvieron a punto de hacer que su concentración se perdiera. Supo retomarla, pero en el tiempo que le quedaba por tocar, debería de andarse con cuidado.
Drustan se levantó, e hizo lo que Eruannë le había sugerido. Se acercó hasta la mesa y las sillas, de una madera casi podre, y trato de ver si podía usar algo como bastón o apoyo. Pero entre la madera inservible no encontró nada que usar a tal efecto, menos aún algo de su envergadura que pudiera apañar. No fue en vano, pues pudo comprobar que quizás no le hiciese falta. Las artes de Elorham, y las hierbas recibidas había soldado su hueso roto. Podía caminar, aunque a cada paso el dolor le hacía recordar lo sucedido, se maldecía por su mala suerte.
Ambos se dirigían hacia la puerta. Mientras el árbol seguía moviendo con docilidad sus ramas, estaba ensimismado con la música y no parecía ser capaz de volver a atacarlos, salvo que la elfa perdiese su concentración o sus dedos no pudiesen más. La elfa caminaba despacio, un ritmo que Drustan agradecía.
Llegaron a la puerta y echaron un ojo dentro. Las escaleras bajaban, Unos peldaños que apenas permitían el paso de una sola persona, bajaban con una buena empanación. Eran escalones bien tallados, seguros, pero la ausencia de luz dificultaba el descenso. Era todo cuanto podían ver, la luz no llegaba más allá.
► Anotad el próximo turno como “Turno 1102”
► Eruannë puede moverse a 3metros por asalto y Drustan a un máximo de 15 (para que os hagáis una idea, no estamos en modo asalto).
► Solo veréis un tramo por la oscuridad, pero puede bajarse a tientas, los escalones son seguros.
► Resolución del próximo turno: Jueves 28-09-17
Turno 1102
Eruannë le devolvió la misma mirada a Drustan. Luego sonrió de lado y murmuró:
—Lo mismo espero de vos —y, tras una pausa, afirmó: —Tenemos un trato.
La elfa fue avanzando muy lentamente hacia la puerta y, unos pasos atrás, iba el beórnida.
La oscuridad era profunda y muchos los peligros que los acechaban en las mismas entrañas de la torre. Con una ligera cabezada, Eruannë le indicó a Drustan que siguiera sus pasos. Cuando el guerrero estuvo fuera del alcance del Olodrim, la cantora soltó las cuerdas.
Entonces el silencio y la oscuridad fueron rey y reina de una torre maldita...
Ya dentro de la torre, la elfa avanzó en silencio, muy lentamente, escaleras abajo. Paso a paso y peldaño tras peldaño, con los ojos y oídos atentos a cada detalle. Piso, paredes y techo, todo fue requisado por los agudos sentidos de Eruannë mientras avanzaba hacia lo más profundo de la torre.
Motivo: Sigilo
Tirada: 1d100
Resultado: 24(+74)=98
Motivo: Percepción
Tirada: 1d100
Resultado: 95(+66)=161
En pausa, sí. Pero como recién terminé el posteo, lo subo xDDD
Turno 1102.
Observó a la ella adelantantarse sin emitir un sonido, y decidió darle un pequeño margen de ventaja, su corpachón cojeando no era lo mas silencioso de el este.
Es sin duda una mujer valiente y admirable.Pensó mientras se apoyaba en su improvisado bastón, y tras darle un margen, se adentraba en la oscuridad.
RESOLUCION TURNO 1102
Elfa y beornida se adentraron en la torre, comenzando a bajar sus oscuras escaleras. Unas angostas escaleras que apenas permitían el paso de una sola persona, bajaban con una buena empanación. Eran escalones bien tallados, seguros, pero la ausencia de luz dificultaba el descenso. El sortilegio en que habían estado inmersos, las tinieblas que los había ocultado, se desvaneció. El sol brillo claro en lo alto de nuevo, llegando la luz hasta las escaleras, y alumbrando parte del descenso. Pero aquello pronto se acabó, la escalera iba girando en una suave curva, seguramente siguiendo el contorno de la torre, mientras su pendiente iba disminuyendo paulatinamente. Pronto la luz ya no lograba pasar, y se sumieron en la oscuridad.
Eruannë iba en cabeza, aprovechando la visión que poseía. Una habilidad que sus antepasados elficos habían tenido a bien transmitir. Detrás iban Drustan, cojeando y haciendo lo posible por no forzar su pierna. El hueso estaba bien soldado, pero necesitaba descansar y procurar no hacer ningún movimiento que debilitase su extremidad.
Al principio no tuvieron problemas mientras bajaban, pero cada vez era menor la luz que entraba. La elfa tardo un buen rato más en dejar de ver, la última luz que entraba le permitió ver aún, mientras que el beornida tanteaban con el pie los escalones. Cuando ya ninguno lograba ver nada, fueron ayudándose de las manos sobre la pared, y con los pies buscando los escalones, un terriblemente lento descenso por la oscuridad.
Siguieron un rato hasta que comenzaron a ver un resplandor, probablemente una antorcha y a escuchar algunas voces, afortunadamente reconocieron las voces de sus compañeros. Hablaban tan alto, que cualquiera podría haberlos oído.