Partida Rol por web

RESOLUCION TURNO 1018
 

La canción no cesaba, lo que Eruannë hacia no era tan solo tocar un instrumento. A cada nota, a cada pellizco a una cuerda de su arpa, una nota se elevaba sobre el silencio. Una melodía que sonaba en una perfecta composición, y cuyo sonido lograba evadir la mente a otro lugar. Por momentos, aquel tétrico lugar se tornaba hermoso.

El poder que salía de los dedos de la elfa se vio alterado cuando Ástomer se le acercó para susurrarla al oído. La informaba de que no eran capaces de abrir la puerta, no encontraban la manera de entrar, y pensó que quizás guardara algún otro poder que pudiera ayudarlos. Eruannë le contestó, indicándole que tal vez fuese buena idea subir al observatorio y desde arriba tratar de ver algo que se les hubiera pasado por alto. Fue cuando las ramas del árbol volvieron a agitarse, como queriendo despertar del letargo en que se encontraba. Crujidos y vaivenes que alarmaron a Elenmenel y a Aranel, que de inmediato corrieron de vuelta la zona segura, lejos del alcance del árbol. En cuanto la eldar cerro lo ojos, el árbol volvió a calmarse.

Adronath la hizo caso, en cuanto el peligro parecía haber vuelto a serenarse, y se apresuró a subir junto a sus compañeros. Abajo quedaron el resto, temerosos de volver a acercarse a la puerta.

El tiempo pasaba, y ellos seguían allí, en lo alto de la torre. Sin una manera de abrir aquella puerta, solo podían regresar. Bajar de nuevo por la cuerda y retomar la idea de entrar por una ventana. Pero Drustan, con su herida, lo tendría difícil para descender, y más aún para internarse en la torre. La cosa se complicaba para el grupo.

Había transcurrido ya un buen rato, demasiado, desde que acabaran con los guardias. La oscuridad, las tinieblas que los rodeaban, comenzaba a flaquear, apagándose tenuemente conforme avanzaba el tiempo. Allí arriba no corrían peligro, pero sin el abrigo de aquel sortilegio, todo se complicaría si tenían que volver sobre sus pasos. El sol, apagado por la oscuridad, comenzaba a dejarse ver en su total plenitud, pronto brillaría en todo su esplendor.

RESOLUCION TURNO 1018
 

Los tres, en lo alto del observatorio, no sabían que más podían hacer. Elorham continuaba mirando por el telescopio, mientras que Zigûr se había dado por vencido con el astrolabio.

Adronath llego entonces, lo vieron en la escalera subiendo a paso seguro. Pudo comprobar como los escalones estaban bien tallados, sin apenas desperfectos, salvo los del uso cotidiano. No había barandilla y en subió unas pocas escaleras pudo comprobar que un abismo se abría a su derecha. La subida salía de la planta de la torre, un resbalón y caería al vacío hasta estrellarse contra el agua. Pero no fue así, no tuvo problema alguno en alcanzar el observatorio.

El tiempo pasaba, y ellos seguían allí, en lo alto de la torre. Sin una manera de abrir aquella puerta, solo podían regresar. Bajar de nuevo por la cuerda y retomar la idea de entrar por una ventana. Pero Drustan, con su herida, lo tendría difícil para descender, y más aún para internarse en la torre. La cosa se complicaba para el grupo.

En cuanto Adronath llego, vio como sus compañeros se fijaban en el suelo. Al principio no sabía lo que ocurría, pero finalmente pudo ver lo que hacían. Al parecer Zigûr había sido capaz de distinguir algo en el piso. Una filigrana plateada y mate, que con la oscuridad que los rodeaba les había pasado desapercibida, pero que seguramente brillaría al sol. Fijándose mas descubrieron que no era solo una filigrana, sino un complejo grabado que recorría toda la terraza del observatorio. Apartándose para tratar de tener una visión más global pudieron distinguir varios círculos concéntricos, símbolos y una gran línea que todo lo cruzaba. Con más atención, vieron que esa línea formaba una flecha, una especie de aguja que señalaba un punto concreto.

Había transcurrido ya un buen rato, demasiado, desde que acabaran con los guardias. La oscuridad, las tinieblas que los rodeaban, comenzaba a flaquear, apagándose tenuemente conforme avanzaba el tiempo y haciendo brillar más la filigrana del suelo. Allí arriba no corrían peligro, pero sin el abrigo de aquel sortilegio, todo se complicaría si tenían que volver sobre sus pasos. El sol, apagado por la oscuridad, comenzaba a dejarse ver en su total plenitud, pronto brillaría en todo su esplendor.

Turno 1019

Las líneas en el suelo no eran el contorno de una trampilla, sino un nuevo misterio. Un acertijo que resolver, pero el tiempo jugaba en su contra, y la princesa corría peligro.

La mirada de Elorham siguió la línea imaginaria marcada por la flecha. Tocó la punta de la misma, y siguió avanzando. -Debe haber una entrada. Algo, dijo con voz algo apagada. No quería resignarse, pero la oscura torre protegía sus secretos con gran celo.

-Sigamos buscando, y si no encontramos nada podemos invitar a los elfos que suban. Tal vez su visión permita ver lo que a nosotros se nos oculta.

Turno 1019

Adronath subió al observatorio y vio como sus compañeros miraba el suelo. Ahí había círculos concéntricos y otras filigranas por todo el suelo que acababan en lo que parecía ser una flecha grabados...o incrustados en el suelo.

El guerrero miró la flecha y luego miró el telescopio.

- Antes de nada quiero comentaros que la puerta que hemos encontrado no se abre de ninguna forma...no tiene goznes, no tiene cerradura y está perfectamente encajada- Comenzó a decir mientras seguí la dirección de la flecha con la mirada-. Además, necesitamos darnos prisa pues no sé cuanto tiempo podrá seguir Eruanne  controlando al árbol. Es posible que la manera para poder abrir la puerta esté aquí arriba, y para eso he venido. Démonos prisa.

Adronath dejó de mirar el suelo para mirar a sus compañeros y constatar que le habían escuchado. Luego se fijo nuevamente en la filigrana y luego en el telescopio.

- Quizás haya que mirar en esa dirección con el telescopio para ver algo que sea la clave para abrir la puerta...quizás la puerta se abra con una palabra de mando..quizás- dijo y se puso a mirar por el mismo en la dirección que seguía la flecha.

Turno 1019

Las palabras de Elorham fueron como una puñalada en el corazón de Launfinwë. Recordar que su sangre no era pura, que no era considerado un auténtico elfo sino un mestizo. Sin un lugar en el mundo, un pueblo al que aferrarse, sin hogar. Launfinwë bajó sus hombros en señal de rindicion al no encontrar sentido al acertijo. Esperaba que sus compañeros fueran capaces de conseguir éxitos donde el había fracasado. Había subido allí con la intención de que sus ojos habituados a la oscuridad fueran de ayuda pero su resultado fue nulo. Sumado a que no había sido capaz de discernir el uso de los artilugios se sentía inútil, que sumado al recordatorio de su sangre, le entristecierosn.

Turno 719

El mago no hacia mas que dar vueltas a algo que tenia en la cabeza. Se había movido hasta las escaleras, para tener una visión de todo el conjunto de aquel dibujo que había en el suelo. Meditativo se tomo un tiempo.

- Esos símbolos... esa disposion... - pensaba en susurros. - ¡El astrolabio! - alzo la voz de repente, aunque sin llegar a gritar. - Los círculos, la flecha, los símbolos... ¡Es un astrolabio dibujado en el suelo!- concluyo orgulloso de su descubrimiento.

RESOLUCION TURNO 1019
 

En lo alto de la roca, en una terraza horadada en la cima, algunos miembros del grupo trataban de descubrir la manera de entrar a la torre. Realmente creían que la clave estaba allí arriba, y sin saber cuánto de cierto había en esa suposición, revisaban todo lo que había a su alrededor.

Elorham ya pensaba en pedir a los elfos del grupo que subiesen, por si sus afinados ojos eran capaces de ver algo que se les hubiera escapado. Eso no gusto a Lafinwë pues, aunque había sido tocado con el hado de los Eldar, no compartía todas sus capacidades. Lejos de sentirse ofendido, su sentimiento era de tristeza.

Habían descubierto en el suelo una filigrana, siguiéndola bien de cerca determinaron su forma. Círculos concéntricos, con símbolos entre ellos y una línea a modo de flecha que cruzaba todo el conjunto. No sabían lo que era, tal vez algún metal insertado en la roca, o quizás la propia roca que dejaba a la vista un filón brillante. No eran expertos en aquellos temas, pero fuese lo que fuese, ocupaba prácticamente la totalidad del suelo que pisaban.

No sabían que significaba, que era ese nuevo descubrimiento. Desesperadamente Adronath tomo el telescopio y apunto con hacia donde señalaba la flecha, un punto al noroeste de la torre. Sin embargo, nada ocurría, a través de él solo veía las laderas del valle en que se encontraban y más arriba el oscurecido cielo.

Todos observaban los detalles que estaban a su disposición, la roca, el suelo enlosado, las escaleras… Pero fue el mago el que logro darse cuenta de algo. La filigrana y sus círculos concéntricos coincidían con los que había en el astrolabio. Incluso los símbolos eran parecidos, aunque no iguales y la línea que surcaba de lado a lado todo el conjunto, podía verse en la flecha móvil que había en aquel aparato.

Acto seguido, el mago se acercó al astrolabio y lo examino de nuevo. Era el único que sabía cómo funcionaba y pronto se le ocurrió una idea. Movió el aro exterior para hacer coincidir los símbolos, y coloco la flecha del mismo modo en que estaba dispuesta en el suelo.

Todos pudieron oír un claro y seco sonido, similar al soplo del aire al abrir una cavidad bien cerrada. La puerta se había abierto.

RESOLUCION TURNO 1019
 

Mientras sus compañeros seguían arriba, Eruannë continuaba tocando el instrumento para apaciguar al árbol que antes los había atacado. Sus compañeros se mantenían a una distancia segura de las ramas mientras todos permanecían a la espera sin saber que mas intenar.

La puerta carecía de goznes, pomos o cualquier hendidura en la que meter los dedos o una herramienta para tratar de abrirla. Por un momento, pensaron que tan solo se trataba de un pedazo de roca embutida en el muro, sin propósito alguno, tal vez una gran esquirla caída del enorme peñasco negro que había en la terraza.

Permanecieron quietos, observantes, viendo como el tiempo se escapaba y el hechizo de Elorham se desvanecía y la claridad iba volviendo poco a poco. Fue entonces cuando todos pudieron oír un claro y seco sonido, similar al soplo del aire al abrir una cavidad bien cerrada. La puerta se había abierto.

Lo hizo lentamente, sin más ruidos, deslizándose casi sin tocar el suelo y dejando el paso suficiente para que un hombre la atravesara. Dentro estaba oscuro, y no se veía nada en el interior, salvo un par de peldaños de una estrecha escalera.

Turno 1020

La espera llegó a su fin. La puerta se abrió lentamente y el corazón comenzó a latir con fuerza, la incertidumbre lleno de nuevo el ambiente y Launfinwë entorno los ojos para tratar de ver en la oscuridad. Aún estaba lejos y era complicado que pudiese ver, así, que se fue acercando hacia la entrada. El camino de bajada no era complicado paso aún siendo así, el semielfo trato de tomar precauciones -Oscuridad y maldad. Esta torre rezuma vileza. Estemos atentos a los peligros que nos acechan. No fue fácil disimular el miedo que crecía en el interior de Launfinwë. El tacto de su acero le sirvió de ayuda, centró sus pensamientos en los movimientos marciales tantas veces realizadas. Tomó aire varías veces y comenzó a andar hacia la oscuridad

Turno 1020

Nada más pronunciar las palabras, el rohir vio en el rostro de Laufinwë el dolor que le había ocasionado. Aún involuntario, el daño estaba hecho, y no podía deshacerlo de momento.

-Laufinwë, yo..., comenzó pero entonces se escuchó el ruido de la puerta que se abría. ¡Por fin lo habían logrado!

Las entrañas de la torre se ofrecían ahora a los incautos y a los valientes. Con sumo cuidado, el animista se acercó hasta el comienzo de las escaleras que descendían a las profundidades desconocidas, y esperó a que alguno de los compañeros más diestros fuera a dar el primer paso. Después, se armó de valor y les siguió, atento a todo.

Turno 1020

Miró a su alrededor asumiendo que, con sus heridas, era una carga.

Compañeros, continuad sin mi, ahora no haré más que estorbar. Me quedaré aquí y protegeré vuestras espaldas. Es lo menos que puedo hacer después de mis múltiples errores.

Turno 1020

El lúgubre crujido de la puerta hizo que Eruannë entreabriera los ojos —¿Qué acaece?—pensó. Entonces observó a Laufinwë y a Elorham bajando las escaleras para sumergirse en las tenebrosas entrañas de la torre. ¡La piedra había cedido paso a la compañía! ¿Qué otras muchas atrocidades les aguardaba allá dentro? Más que una abertura, Eruannë vislumbraba las atroces fauces de una oscura criatura que devoraba, uno a uno, a sus compañeros. La elfa continuó acariciando las cuerdas del arpa, y así continuaría hasta que el último de ellos atravesara el umbral, pero entonces dijo Drustan: —"Compañeros, continuad sin mi..." —Y la elfa volteó la mirada hacia el beórnida. No podía hablar, solo susurrar. Y aquel susurro no llegaría a oídos de Drustan; sino que se lo llevaría el viento, lejos, muy lejos. Bajo la niebla que Ástomer había alzado sobre ellos, el beórnida, herido en el orgullo más que en los huesos, parecía una sombra de sí mismo.

Finalmente, sin dejar de tocar el arpa ni mover un pie de su sitio, buscó las miradas de Laufinwë y Elorham...

Turno 1020 - bis

Justo antes de adentrarse en la oscuridad desconocida, el rohir cruzó su mirada con la de Eruannë. Un instante que se prolongaba en la eternidad, y en ese momento el hombre entendió algo de cómo viven el tiempo y la vida los inmortales Primeros Nacidos. Sin poder articular palabra adecuada para el momento, asintió con emoción. -Cuidarás de Drustan... Y seguirás cantando, Nihtegale, susurró al seguir descendiendo. Un susurro apenas audible, de voz rota por el peso de las cosas que les habían pasado, que le habían hecho ver a sí mismo en una luz diferente. Un susurro que tal vez el oído de la elfa pudiera discernir, y su corazón comprender. Pues ella iba a seguir participando en la Canción, en la suya propia y en la de todos, mucho después de que el paso de Elorham por Arda se hubiera convertido en el eco de un lejano recuerdo.

Miró por última vez el cielo, y agarró con firmeza la lanza para apoyarse en el descenso.

Turno 1020

Finalmente consiguieron encontrar un camino descendente y no carente de riesgo para adentrarse en la fortaleza. Justo a tiempo puesto que ya comenzabamos a estar un tanto frustrados en un callejon sin salida y con el sortilegio que nos ayudaba a ocultarnos de posibles enemigos apunto de concluir.

El valiente Drustan nos conminó a seguir sin él. Sin duda su orgullo estaba más herido que su propia pierna y era de agradecer su sacrificio en pos del grupo. Con una mirada condescendiente me despido de él en dirección al resto de compañeros dejando a la elfa con su letanía. Seguiría cantando durante un buen rato y a buen seguro que se ocuparía de Drustan en cuanto pudiese.

RESOLUCION TURNO 1020
 

La puerta se había abierto, descubriendo su manufactura. Era como una gran lapida cuyo lado exterior estaba sin tallar, pero que en el interior había sido tallada. Con elaborada destreza se había intentado imitar la madera, sus vetas, incluso los clavos, trabajando la propia piedra. Sin duda un exquisito trabajo.

Los que estaban arriba, comenzaron el descenso por las escaleras. No es que fuesen peligrosas, pero la ausencia de barandilla podía jugar una mala pasada si se daba un mal paso. El agua, en el mejor de los casos, esperaba a treinta metros abajo. Las rocas sobresalían amenazantes entre la negruzca agua, como luchando por no ahogarse.

El primero en bajar fue Lafinwë y tras el Elorham. Zigûr los siguió, cerrando el descenso Ástomer. No hubo problemas, salvo para el dunadan. Adronath dio un traspiés y a punto estuvo de precipitarse al vacío que se abría a su izquierda. Todo quedo en un susto, pues con su agilidad logro hacer una pequeña cabriola que dio con su cuerpo contra los escalones. Se levantó maldiciendo su torpeza y continuo con más cuidado el descenso.

Aliviados, los cuatro se unieron a sus compañeros. La tonada que Eruannë continuaba tocando, casi pasaba ya inadvertida por todos, como ese ruido repetitivo que acabas por ignorar. Pero la visión de la elfa, con los ojos cerrados, viendo a través de su canción, les hizo admirar la destreza con que las cuerdas del harpa eran pellizcadas con fuerte suavidad. Gracias a ello, el árbol se mecía a merced del viento en lugar de con la violencia que había demostrado.

Era la hora de adentrarse en las entrañas de la torre. Pero Drustan, mirando las graves heridas que sufría, los invito a seguir solos. Con la pierna en aquel estado el mismo pensaba que sería un estorbo, nadie trato de convencerlo, pues realmente sabían que, si la cosa se ponía fea allí abajo, no podrían protegerlo, ni huir sin dejarlo atrás. Sí que sería el estorbo que el mismo se creía. La Elfa se quedaría con él, manteniendo mientras pudiese el sortilegio que retenía al árbol, por si repentinamente volvían a salir por aquella puerta.

Una despedida sin palabras, mientras Drustan y Eruannë veían a sus compañeros desaparecer en el interior.