Partida Rol por web

Jax flipó en colores. Rojo, anaranjado y amarillo, para ser exactos. Colores de la explosión del infierno. Aquello ya se escapaba de sus más locas alucinaciones por uso de sustancias en fiestas. ¿Habían ganado, luego de la explosión? A Jax no le importó: años de estar en bandas en zonas de guerra le dijeron que si aún tenía el cargador de su pistola entero al finalizar el tiroteo, lo iban a poner de marica, y con mucha razón. Sin esperar a ver si quedaba algún junker de pie, Jax disparó al azar tres tiros desde la cobertura que consiguió.

— ¿¡Cuantas veces tengo que matar a ese tipo!? —Exclamó al unísono de los disparos— Uff... —sopló el cañón de la pistola y se dejó caer, pegado a la pared. Estaba cansado, la pérdida de sangre iba dejándolo grogui, y sus compañeros se empañaban en seguir con ese thriller al que de repente le habían dado carta blanca en el presupuesto.

Ya todo le valía mierda. Que pasara lo que tuviese que pasar. Sus compañeros homicidas harían el trabajo sucio. Ramona se acababa de cargar a posiblemente 40 tipos en menos de un parpadeo. Había que reconocerle su trabajo. De hecho, si al final los buenos triunfaban (ellos), la haría su guardaespaldas personal. Goodnights... No se había hecho una idea al respecto, pero le daba miedo que lo matase en un arrebato homicida cualquiera. Quizás el truco estaba en siempre darle más gente para matar. Si se quedaba sin alguien a quien pegarle tiros de vez en cuando, incrementaban las posibilidades de que la pagase con él.

Mierda. Si no tuviese firmemente decidido ir a meterle un cañón de pistola por el culo a Drew, se quedaría en esa iglesia hasta que todo se resolviese.

Ah... un hombre tiene que hacer lo que un hombre tiene que hacer. Suspiró para recuperar fuerzas, y con los oídos aún zumbándole por la explosión, se levantó. 

— ¿Están todos bien? —Preguntó con voz ronca— ¿O al menos están mejor que yo?

Boom-Badabuum!!. Eso es lo que retratarían en un cómic callejero los niños de la biblioteca de Heraclio meses después de lo ocurrido, pero ni se le acerca a lo que ocurrió esa noche, enfrente de la iglesia de la Madre Caridad.

Tan solo hicieron falta 23 gramos de cobre propulsados a una velocidad de 695 metros por segundo y con una potencia superior a los doscientos julios para que al chocar contra el asfalto se desatara el infierno.
La primera moto salió volando en una cabriola que envidiaría un acróbata francés circense, dando un mortal hacia atrás mientras el Junker que iba montado apareció dos días después cerca del tejado de chapa de la antigua estación de bombeo. El regero de combustible estalló en llamas esparciéndose a su alrededor con una temperatura superior a los 500º centígrados impulsando a una velocidad sónica los trozos de chapa del depósito de combustible como si de una granada se tratara. Uno de esos trozos atravesó el depósito de la moto de al lado, que al entrar en contacto con un metal tan caliente se inflamó, tardando solo 0,7 segundos en inflamarse, 1,2 segundos en acumular presión en el depósito y 0,1 segundos en liberar esa acumulación de presión de la misma manera que lo había hecho la anterior motocicleta.

Una tras otra y otra y otra estallaban soltando por los aires ruedas, manillares, motores, aceite hirviendo y metralla incinerada por el bioalcohol. La lluvia de fuego hacía parecer que el Cielo lloraba ante tal destrucción.
La pared del edificio de gris hormigón se desmoronó causando que la lluvia de fuego se espaciera más aun cayendo al suelo mientras se recortaba la sinuosa silueta de la mujer que había sido la artífice de tal destrucción.

Miembros quemados, amputados y quebrados se esparcían por toda la calle. Los cuerpos calcinados de unos se juntaban con los ensangrentados de otros en una algarabía sádica y aleatoria de una lluvia de cadáveres, que, al llegar al suelo esparcían sus fluídos, órganos y miembros al azar. Algunos quedaban en posiciones cómicas, otros ni siquiera podía distinguirse si eran motos, hombres o un híbrido entre ellos.

El fuego arrasaba la calle delante vuestro. No había Junkers a la vista. Tampoco rastro del señor Fox, el tipo que esquivó una bala a Mr. Goodnights, algo que también quedaría retratado en aquel cómic.

Al disparar tu arma te das cuenta que no tiene balas. El puto cabeza casco se ha reido de ti dándote una pistola sin balas. Aunque disimulas los disparos para que no se diga que eres menos que un novato.

La cadena de explosiones que sacudió la zona de combate no pareció alterar a Nights mientras sus ojos biónicos penetraban... <Alto, alto. Tom, edita, que estamos en horario infantil, coño... ¡Mierda! ¡Edita eso también!>

<Rewind>

<...> no pareció alterar a Nights mientras sus ojos biónicos contemplaban de modo casto y para nada impío a la hermana Becca. Con las deflagraciones sacudiendo sus tímpanos y el olor a gasolina y carne quemada transportándolo al nivel más profundo del Infierno, el psychokiller percibió su entorno a cámara lenta.

Había sido Mona la que había disparado su arma automática sembrando el terror entre las filas Junkers. Esa zorra cibernética se había aprovechado de que la hermana Becca le había distraído y la había liado pardísima. La primera explosión generó una reacción en cadena de pura destrucción que se llevó por delante a todos los Junkers en una coreografía de vuelos sin motor con los cuerpos de los pandilleros estrellándose con hermosos crujidos contra el asfalto. Varios pedazos de aquella escoria callejera pintó el murete de la Iglesia de la Caridad de sagrado rojo sanguíneo y Mr. Goodnights no tuvo dificultad para seleccionar la pista de audio con la acompañar aquella bella sinfonía de destrucción y retransmitir el vídeo en bucle a sus followers.

Mona era una psicópata de manual y un maldito martillo pilón, carente de la sutileza del pistolero; pero había que reconocerle que cuando había que liar el taco, tenía puro talento. Entre los gritos de los Junkers que tuvieron la mala suerte de no morir en el acto, el asesino se acercó a la cíborg y asintió lenta... muy lentamente.

En su visor se dibujó un icono de velocirraptor seguido de un texto.

Qué lista eres...

1 a 1.

No todos los días se recibe una alabanza de un asesino consagrado en Twitch.

Luego el pistolero se giró hacia Jax, que había querido simular que no era un rookie, pero su pistola -la que le dio Nights- estaba descargada, como evidenció que Nights sacase de su chupa de cuero un cargador y lo agitase con su mano enguantada. Una suerte de broma macabra que Nights había concebido para evidenciar una cosa: Jax no estaba preparado para la guerra. Así pues, sus disparos sonaron con un audible "Click-Click-Click" que hicieron que Nights volviese a deleitar a sus compañeros, por segunda vez durante la noche, con su lúgubre y psicópata risa de maníaco.

Caray, al asesino casi le da un síncope de la risa. Con un chasquido, señaló con un dedo admonitorio al fixer.

Noob...

Tras trolear salvajemente a Jax, Nights se alejó buscando el cadáver calcinado de un tipo singular.

Fox.

Chester Fox.

Aún tenía su Colt en la diestra. Y notaba el temblor en su índice.

Nadie se libra de un "Buenas noches". "Y buena muerte". Nadie.

El rojo y el naranja de las llamas se reflejaban en aquella escena de muerte y destrucción. Era como un atardecer. El ocaso de un sol de gasolina sobre un horizonte de metal achicharrado y cuerpos esparcidos. Los junkers estaban acabados, Chester Fox era historia. 

Todo había acabado

¿Todo?

Bueno todo no

Vayamos a por ese cabrón de Drew había que acabar con este asunto, cortar de raíz, atar los cabos del destino. Drew se la había jugado, Drew tenía que morir. Era una ley de Night City. Una de esas normas que no están escritas en ningún sitio pero que todo el mundo conoce: acaba lo que has empezado o eso acabará contigo.

Axwell no logró encontrar ninguna torre de disparo, o las tenían muy escondidas o no había.
Tampoco vio ventanas desde las que disparar, no al menos en la dirección que él creía. Entonces supo que para salvar a sus compañeros tendría que salir con Jerlich, su espada sierra cromada.
Pero ya que estaba, se giró a pedirle su protección al Señor. Joder, nunca había rezado en su vida, salvo en “The God’s Sent: Holly Revenge” película en la que interpretaba a un monaguillo que vengaba con una metralleta en forma de cruz la muerte del abad de su iglesia.

Dado que no tenía mucho tiempo, se giró hacia la figura del Señor, y oró con las manos juntas.
Señor, protege a tu servidor y permite que aniquile a esos Jonkers. Yo seré tu espada en la tierra, ¿te mola mi espada Señor? la levantó al cielo, sonriente.
Ya lo sabía. Pues con ella haré cumplir tu voluntad y perdóname de antemano si después de eso, tengo algún rollo con las monjas... Eliges bien, eh Señor! rió.

Pues eso, protégeme y... no pudo terminar su frase que una serie de explosiones en cadena hicieron retumbar las paredes.

¡¡Señooooor!l ¡El Señor existe! gritó con las manos en alto. Aquello no podía ser si no su furia desatada para castigar a aquellos que querían hacerle daño.

Se dispuso a salir pero no sin antes dejar una buena limosna en el cepillo y una de sus fotos firmadas. Esperaba que al Señor le gustara.
Ahora no tenía dudas, el Señor existía y Van Damme era uno de sus enviados en la Tierra. Ahora podía decirse que era uno de ellos también.
Lo último que hizo fue un selfie delante donde se viera bien donde estaba, marcando bíceps y con cara de felicidad.
HE rules. fue el mensaje que puso junto a la foto en su Instacrome.

Con aire triunfal salió al exterior, viendo que todos estaban bien.
Menuda carnicería; tenía mala leche Él cuando quería.
Bufff... menuda masacre. Todos bien veo.
Pues nada, Drew nos espera, supongo. Tranquilos, el Señor está con nosotros, todo irá bien. dijo, y levantó un pulgar hacia el cielo.

¿Dónde está Heraclio? No habrá... miró entre los escombros, como intentando encontrarle.

— Que hijo de puta —musitó Jax. Tiró la pistola por ahí. Pensó en pegársela del pecho, pero no habría sido para nada buena idea. Jax tenía orgullo, por supuesto, pero era más inteligente que otra cosa. Lo único en lo que llevaban ventaja los dedicados a los negocios frente a locos homicidas que iban hasta el culo de ciberimplantes era, irónicamente, en la vida. Mientras estés vivo te puedes cobrar una deuda, o una broma. Se encogió de hombros y se dispuso a ver la destrucción.

Chicharrón. Olía a chicharrón con limón. Que asco. Se cuidó de no pisar a ningún resto calcinado de junker con sus botas, o tendría que tirarlas.

— ¿Puedes ubicar a Drew, Herac...? ¿Eh, dónde coño está el hacker?

Mientras estabas bajo tierra oyes una gran explosión seguida de un gran estruendo y varias explosiones más. Al llegar a la antigua estación de bombeo, el fuego ilumina el deteriorado lugar. No era para nada lo que esperabas. Parece que tus "amigos" se las arreglaron para cargarse ellos solos a todos los junkeros.

Aquello te horripilaba, era digno de una película gore al más puro estilo tarantino, pero en la cruda realidad era una visión espantosa.

Las hermanas se quedaron mirando el fuego con la misma calma que vosotros. Parecía una reunión de amiguetes entorno a una hoguera, una hoguera enorme, de lado a lado de la calle y en vez de malvaviscos, se asaban hombres.

-¡Ohhh.... Jesús bendito!. -Dijo Madre Caridad.

-Si...arreglar esto nos va a costar lo suyo. ¡Mira como nos han dejado la puta puerta otra vez!-.

-Vamos Revy, confía en el señor. Ya verás como alguien nos ayudará. Por ejemplo estos señores que nos han traído a todos esos macarras. Veo que el más listo eres tú,- dice preguntándole a Jax. -Si quieres podemos hablar de negocios mientras tomamos un té.-

¡BOOM-BaDassBUUMMMM!!!.  Heraclio se imaginó al instante el cómic callejero que los chavos de la biblioteca harían ese año como proyecto en su curso de "Historiografía del Barrio".    Todo se registra.  Hasta lo más crudo.  Para futuras generaciones.   Quien no aprende de la historieta, tiende a repetirla.  -así comenzaba siempre esa clase. 

Heraclio vio el fuego iluminando aquel deteriorado lugar. 

Las motos.  -El conocía suficientemente de las tres cosas que habían hecho ese coctel molo...¡tovvv!!:  1) la mecánica de combustión interna de las motos y sus combustibles, 2) las demoliciones y sus (con)secuencias, y 3) a sus compañeros cromaos. 

¿'Mona o el Goornights?  -Su apuesta interna iba por una combinación.  Eran oxígeno y octano puro, el uno para el otro.  Acabarán enamorándose.   Fue su honesta y funesta conclusión. 

Oyó los gritos afuera del edificio.   E hizo lo que todos los que conocían a Heraclio dirían que haría.   Fue a prender las bombas. 

Tras un examen inicial al sistema de bombeo, deduces que no puede funcionar. El viejo edificio fue abandonado y la corriente de luz electrica cortada por impago. No habia manera de poner los motores en marcha. Pero tenías una espectacular vista desde allí. 

Podias ver la silueta de Ramona, con el fusil acomodado en las caderas, tras la cortina de llamas como un ángel de redención que llevaba el apocalipsis. 

¿Un té? ¿Esa vieja psicópata le estaba ofreciendo un té? Bueno, era hora de calmarse. La noche estaba movida y solo la adrenalina lo mantenía en pie. En efecto, probablemente era el más listo, pero también era el más herido del grupo. Respiró profundo.

— No soy un hombre de fe, madre —respondió—. Pero si hay un Dios en el cielo, seguramente sea él lo que me mantiene en pie, porque las últimas drogas de adrenalina se las chutaron esos dos —dijo, señalando con la mirada a Ramona y a Goodnights.

— Estoy herido —se señaló la pierna—, y tenemos que ir a resolver unos asuntos internos con el que nos montó todo este teatro. Pero presumo que de lo que quiere hablar tiene que ver con esto, ¿verdad?

Mantenerse lúcido no requería gran esfuerzo de su parte. La rabia que sentía lo mantenía en pie.

-Claro que si hijo, claro que si.- Dijo tranquilamente la anciana a Jax, la puta anciana que hace unos minutos fue herida en el pecho y que llevaba un chaleco antibalístico debajo de la sotana. 
Tu mirada se desvió durante un momento hacia sus pechos, seguro que los tenía grandes pues a pesar de la amplitud de la túnica monástica sobresalían, pero no pudiste por menos que pensar que a esas alturas estarían ajadas y caídas. Un escalofrío te recorrió el cerebro.

-Deduzco- continuó Madre Caridad -que quien os la tiene jurada es un pez gordo y tiene recursos, por lo menos es capaz de contratar como portavoz a un merc de los buenos. Ese tal Chester no es moco de pavo y necesitaréis equipo para enfrentaros a él.-

La vieja había dado en el blanco. Aunque érais buenos no teníais un puto duro y vuestro ciberequipo escaseaba, a excepción de Mona y Nights.

-Si no me equivoco no tenéis contactos, recursos o algún tipo de información con la que comenzar, y viendo vuestros ojos algo me dice que buscáis venganza.- Otra vez acertó. La monja de las narices tenía línea directa con Dios o tenía más calle que todos vosotros juntos.

-Este es un momento crucial para vosotros y si no trabajáis en equipo lo tenéis jodido.- ¿La monja ha dicho jodido?.- Aquí no solo ayudamos a los huérfanos a darles de comer y algo de ropa, también a los novatos a conseguir trabajo y equipo.-

Vale. Las monjas no eran lo que esperábais que fueran, eso lo sabíais desde el principio, pero no esperábais que además fueran "hermanas de la caridad" que ayudaban a mercenarios y gente así a encontrar trabajo, vendieran armas y tuvieran contactos de "ese tipo de gente". ¿Quienes eran estas monjas? vete tu a saber, pero tenían razón. No sabíais nada de Drew o para quienes trabaja. Ni dónde estaba. Pensásteis en volver a la guarida a buscarlo, pero en las redes sociales se habían colgado vídeos de una masacre acontecida en una macrofiesta de los Chrome pistols donde cuatro furgones de tíos vestidos con los colores de los Junkers y equipados con tecnología militar había irrumpido a tiros en la fista de Dj Mercy cargándose a casi todo el mundo. Después habían volado, se esfumaron como vinieron. Los Chrome pistols eran historia y su sede también.

Los telediarios lo achacaron a un asunto entre bandas, pero los Junkers estaban allí con vosotros y no tenían nociones de técnicas militares ni mucho menos. Sin embargo había elecciones y las encuestas habían favorecido a la actual presidenta. Su rápida intervención había impedido que se produjeran más muertes. Menuda mentira. Sabíais que esos tipos eran profesionales y habían ido a matar a los Chrome pistols, punto. El resto eran "daños colaterales".

Parecía que ahora no teníais hogar ni dónde ir.

-Parece ser que tendréis que dejar la venganza para más adelante, cuando estéis más preparados. A partir de ahora empezáis de cero, este será vuesto renacimiento, vuestro comienzo, THE BEGINNING.

Ni rastro de Chester "Fucking" Fox. Nights aplastó el cráneo medio calcinado de un Junker con rabia. Ese jodido chipeado de mierda se había escabullido como un Heraclio cualquiera. Qué joputa más hábil, había que reconocerlo.

A juzgar por lo que pilló que decía la vieja Caridad, Drew no se la había jugado sólo a ellos. Se la había jugado a toda la banda. Joder, hasta se había cargado a DJ Mercy. Cuando quería, Drew hacía las cosas a lo grande el muy cabronazo.

La monja les soltó el sermón de la montaña in the middle of the street con un fuerte tufo a Junker a la parrilla en el éter y les vino a llamar newbies de mierda, pero con un baño de moralina callejera que al psychokiller no le gustó un pelo. ¿¡Pero quién se creía la vieja!? ¿¡CUÁNTOS PUTOS FOLLOWERS TENÍA ESA PASA RESECA!?

Mr. Goodnights se metió las manos en los bolsillos y se dio el piro. Así, sin más. Ni despedidas ni hostias. Irónico, ya que su nombre artístico era una despedida de manual.

Su silueta se perdió entre las llamas y el olor a goma quemada mientras inhalaba las almas de los Junkers a su paso entre aquel infierno.

Adiós a los Chrome Pistols.

* * * * *

Algunas horas después, esa misma noche…

El A’ Trane estaba concurrido a medianoche, cosa lógica por otro lado. 

Viernes noche. La noche. Striptease y birra a mitad de precio. Un lugar tranquilo en el que sería fácil pasar desapercibido. Un lugar en el que pensar el siguiente movimiento. Aunque lo cierto es que no había mucho que pensar. La banda estaba muerta y él seguía con vida. Fin de la historia.

La venganza tendría que esperar. Necesitaría dinero. Mucho. Y era probable que precisase varios cañones de la hostia. Heavy shit. Quizás pasado un tiempo buscase a Mona para repartir plomo a los cabronazos que le habían echado a los Junkers encima. Quizás. Le debía un desempate.

Por otro lado, del Inge nunca se fió del todo. Jax era alguien en los Chrome Pistols. Sin banda, le quedaban horas de vida. Y eso con suerte. Y en lo relativo al puto Axwell… A ese se le habían acabado los contratos en sus pelis de serie B. Se le iba a acabar el chollo con la gomina.

Empezó a resonar una música cañera y Nights miró de refilón el escenario. Estaba decorado de una forma algo espartana, con una tela de un azul oscuro, casi negro, al fondo sobre que la que había grafiteada una exagerada y enorme luna llena. En mitad de la tarima, una barra de acero que centelleaba por el caleidoscopio de luces que inundaba el local de alterne.

La escoria que estaba congregada allí empezó a reclamar carne fresca a voz en grito y el dueño del Trane, un tipo al que llamaban el Langostino por lo seca que tenía la piel, dio la señal de que sacaran la nueva mercancía venida de las áridas Badlands a la dulce y lisérgica Night City.

A Nights no le interesaban demasiado las mujeres. Le iban más las armas y la caza de seres humanos. Le ponía mucho más disparar, seamos sinceros. Pero la pava aquella tenía algo en su forma de moverse que le hacía recordar, en un sentido animal, a una serpiente. Se enroscaba de modo hiptónico en la barra de metal y retorcía su espalda mientras giraba y giraba alrededor del escenario, sin tocar el suelo. Tenía ojos de bruja, el pelo de un azul purpúreo y un tatuaje de un astronauta en el costado. Lo más llamativo de aquella cría era que no tenía implantes. No aún. Ni siquiera sus ojos tenían truco. Y lo supo porque le observaban demasiado.

Demasiado.

Salió de su ensimismamiento y decidió quitarse de en medio. Los ojos de la stripper le ponían nervioso. Se dirigió al aseo, una especie de zulo con déficit lumínico. Dos yonquis se estaban colocando con algo bastante fuerte en mitad de la oscuridad. Les interrumpió la catarsis cuando les enseñó la pistola. Debieron percibir su oscuridad interior, porque se cagaron encima y salieron por patas. Nights cerró la puerta y echó el cerrojo.

Se miró en el mugriento espejo un largo instante antes de quitarse el casco. A continuación, se retiró el pasamontañas. Lo tenía muy sudado tras toda la noche de fiesta. Ni una sola herida. Ni un solo rasguño.

-No está mal, chico-, dijo el reflejo esbozando una media sonrisa peligrosa. –Nada mal-.

-Ha sido una noche de mierda. Se me ha escapado el hijoputa que conectaba a Drew con la jodienda.

-Shit happens. Lo importante es que sigues vivo. Eso debería darle algo en qué pensar a ese tal Drew-. El reflejo se rascó la cabellera, una revoltosa melena tintada de azul que caía salvaje sobre su rostro, recogida con una cinta deportiva.

Se hizo un silencio.

-Bueno… ¿Y ahora qué?-, preguntó el reflejo mirándole de soslayo.

-Estoy cansado… Necesito pensar… Necesito dormir…-.

-¿Hace cuánto que no duermes, amigo?-. Un brillo maligno centelleó en el único ojo visible del tipo al otro lado del espejo.

-Demasiado…-.

-Entonces, descansa. Yo me encargo de todo. Puedes confiar en mí. Quiero decir… ¿Cuándo te he fallado?-.

-…-.

-Buenas noches… Je-.

Enter Mr. Niceguy.

* * * * *

La joven stripper terminó la sesión y se retiró por la parte trasera del escenario, haciendo oídos sordos a las obscenidades que soltaba la caterva de rufianes que babeaban por sus huesos.

Al entrar en el camerino improvisado donde las chicas se cambiaban, un joven en buena forma y con una aureola algo creepy captó su atención. Llamó su atención la pipa que relucía en su sobaquera. Gran calibre.

-Mantenla en su sitio, vaquero. Si desenfundas, vas a herir mis sentimientos-, dijo con media sonrisa y una mirada pícara.

-Je... No son tus sentimientos los que deberían de preocuparte-.

Las noticias se extendieron enseguida; los Chrome Pistols eran historia.
Aquello era otra señal divina más, sin banda a la que pertenecer, comenzaría su camino en la política.
Cuidaos y sé que algún día nos volveremos a ver. Entre tanto, no os metáis en líos gordos, necesitamos estar de una pieza para acabar con Drew, recordad. dijo a modo de despedida.

Seguramente con Heraclio mantendría el contacto, de hecho le pediría que manejara sus anuncios como candidato a la alcaldía.
Sabía muy poco de política, pero eso daba igual, tan sólo necesitabas un buen enchufe y entrar en los círculos adecuados.
Así pues, su fama mundial como estrella del cine de acción le abriría las puertas de la política. No hacía tanto de la elección como Gobernador de Schwarzenegger.

Y cuando consiguiera escalar en la política local, invertiría sus recursos en la caza y captura de Drew.
Pero antes necesitaba pulir sus planes de construir una playa en Night City, y remodelar varios barrios para que parecieran vecindarios hawaianos.
Y desde la aparición del Señor haciendo estallar a los Junkers, se había vuelto bastante religioso. Ahora se confesaba después de cada orgía.
Incluso le pareció que publicar sus confesiones en Instacrome le haría subir la popularidad; un alcalde sincero que admitía sus errores sería seguro bien valorado por sus ciudadanos.

Ramona recargó su arma, se la colgó a la espalda y miró la escena. Todo había acabado. Los junkers, la banda… Solo quedaban un par de cabos sueltos: El muy cabrón de Drew y el quizás no tan cabrón pero si bastante hijoputa de Chester Fox. Bueno, ahora ya no había nada que hacer. Estaban sin blanca. Así funcionan las cosas en la ciudad de la noche. Un día estás en la cresta de la ola, tienes un local y manejas el cotarro y al siguiente estás buscando comida en el cubo de basura. Y por más vueltas que le des, solo hay una cosa que puedas hacer: seguir sobreviviendo.

Ramona no había perdido sus contactos. Conocía a un tipo que conocía a otro. Un pez gordo del hampa. Le pediría un trabajo, algún encargo. Algo adecuado para ella. Con un poco de suerte se correría la voz acerca de la matanza de junkers. Eso haría que su caché subiera. No todos los días te cargas a una banda entera. ¿Quién sabe? Quizás podría hacer su propio hueco entre tanta mierda...

Cuando los demás quisieron darse cuenta, Ramona había desaparecido. Simplemente se esfumó. ¿Despedirse? ¿Para qué? Ella sabía bien como funcionaban las cosas. Puede que mañana el tarao, Jax, Heraclio o Axwell, estuvieran en el bando contrario.

Es lo que tiene trabajar por dinero, que no tienes mucha capacidad de elección.