De ahí el "o eso creo". Pero vamos, aunque esté cansado, Yard sabe ser galante cuando la ocasión lo exige... =P
Todos parecíamos estar bastantes cansados. Un buen potaje de esos que te hacían arrugar la nariz nada más verlo, y unas cuantas horas descansando sería suficiente para partir al día siguiente. Aún me preguntaba el porque eran tan importante esa Kokiri, no sabía mucho sobre aquella raza, pero lo suficiente como para saber que no eran seres malvados o traicioneros. No quería darle más vueltas a la cabeza.
Por mi parte el cansancio, era algo que no se separaba de mi continuamente. Compartía con el todas las noches hasta llegar al lecho de paja. Dí a entender al muchacho que acababa de recibir un pinchazo, que en seguida saldría de dudas. Antes me acerqué a Maron. Me parecía buena su idea, pero no tanto que saliera ella sóla con la oscuridad pululando por ahí.
Busqué una de sus manos.
-Si vas sóla, no quiero que te entretengas, ¿de acuerdo? Sabes que puedo acompañarte si así lo prefieres, pero también sabes que soy un poco torpe cargando con cosas que no sean arcos o espadas.- Le dediqué una sonrisa, sabiendo que tan solo se trataba de una broma. Quizá se encontraba más cómoda haciendo ese tipo de tareas ella sóla, en caso contrario le acompañaría si ella lo prefería así.
Coge su mano y sonríe, para tranquilizarlo. No cree que sea peligroso ir por la ciudad a comprar y más con tantas personas en la calle...
-Seguro que no pasa nada... además, me acompaña Yard así que me podrá ayudar a cargar con las cosas... - amplía su sonrisa -. Descansa mucho para que estés descansado.
Se gira hacia Yard.
-Pues si el caballero me acompaña a comprar, seguro que podremos cargar con mas cosas necesarias.
Se despide de los demás y de Eldar... camina hacia las escaleras que llevan a la planta baja y a la calle.
A pesar de todo lo ocurrido y de que me había echado alguna corta cabezadita en la celda, en cuanto a mis oídos llegó la palabra "descansar" el cuerpo me demostró que era eso lo que quería. Como de repente un cansancio abrumador invadió todo mi pequeño ser.
- Yo... Yo también necesito descansar bien, anoche no pudimos apenas dormir y llevamos mucho tiempo sin poder hacerlo en condiciones. - comenté dando a entender que no sería yo quien se negase al tan merecido descanso.
De todos modos me agradó ver que Yard, con la caballerosidad que le caracterizaba, se prestaba a acompañar a Maron a por provisiones. Por lo poco que había dicho, la muchacha tenía intención de acompañarnos en el duro y peligroso viaje. Espero que tenga buenas razones para hacerlo... pensé.
Asentí a Maron, convencido de que no pasaría nada. Ví como se iba junto a Yard, lo único de que me aseguré es de que Yard cuidara bien de ella. Tras ello decidí que lo mejor sería quitarme un poco de peso de encima. El arco, junto al cárcaj y los brazales no iba a ser de utilidad dentro de un centro de curación, así que me deshice de ellos mientras indicaba cual era nuestro nuevo trabajo a Kururu. La carta estaba en el mismo sitio donde la había dejado la pequeña Zelda, por lo que más o menos podía hacerse una idea si él mismo le daba un vistazo.
Me quedé con la parte superior, a modo de chaleco con los brazos desnudos y los pantalones. Aunque no lo hice, también deseé quitarme las botas.
-Falare... ¿verdad? Tomé asiento y dije por primera vez su nombre, mientras terminaba de limpiar la espada. Siento... siento haberos dejado que acabarais en las celdas, pero no había otra forma de meteros en el Castillo... Recordé el momento y sonreí, tratando de restarle importancia a aquel momento que por alguna razón salió bien. Gracias a Maron pude sacaros de allí.
¿Sabes? No dejo de preguntarme como una Kokiri puede vivir fuera de su bosque... Quizá le pareciera demasiado directo, que en ocasiones era mi forma de ser, pero detrás siempre había un tono amable. Puedes ir a descansar primero si lo prefieres... pero me preocupa lo que escribió Zelda en la carta.-
Miró despectivo al grupo, con una ceja en alza. Al parecer ninguno estaba por la labor... Curiosamente, el único tipo del que no tenía ni repajolera idea de quien era (sin contar su compañera femenina) fue quien le ofreció algo de información al respecto. En realidad no le sorprendía demasiado, era obvio que ese chico no lo conocía. Una sonrisa eniesca se dibujo en su mente ante tal pensamiento.
Asintió con la cabeza al muchacho y tomó el pergamino con las instrucciones. Se giró para mirar a la cosita que se les había unido desde que salieran del bosque. ¿De veras era un elemento crucial de la tarea...?, tal vez tuvieran que sacrificarla para abrir algún portal especial o algo por el estilo, quién sabía. Lástima. Se giró hacia los demás con una mezcla de mueca molesta y de sonrisa cínica.
-¿De veras esperan que hagamos todo esto nosotros solos?, ¿quién en su sano juicio confía algo semejante a una pandilla de excursionistas? -devolvió su atención al papel- ¿¡el reino de las sombras!?, antes se conformaban con dejarle a uno esposado de manos y cuello en la plaza unos días... quien lo diría con la pinta de buenaza que tiene... ¡Khuuuuuu, khu, khu, khu!
Me quedé mirando a Yard y Maron marcharse de compras. Si no estuviera tan cansada les habría acompañado, para poder disfrutar más de todo lo que había por ver en la ciudad.
Asentí ante las palabras de Eldar, especialmente cuando pronunció mi nombre esperando confirmación de que era efectivamente el que él pensaba.
- Ehhh... sí... bueno... Para mí tampoco es fácil de creer, pero aquí sigo, vivita y coleando, jijiji. - río nerviosa ante las preguntas del guardia. No era fácil asimilarlo a pesar de que habían pasado un par de días.- Antes de salir del Bosque el Gran Árbol me entregó una poción que me ayudaría hasta llegar a hablar con la princesa, la cual, como viste, me entregó algo que me será de ayuda de ahora en adelante.
Tras un incómodo silencio, retomo el hilo que se menciona en la carta:
- A mí también me preocupa lo que pone ahí. - digo señalando con el índice la carta que sigue sobre la mesa medio extendida- Pero no tengo conocimiento del por qué debo ser importante, por qué debo permanecer en manos seguras, pero supongo que lo averiguaremos tarde o temprano. Yo, siendo sincera, no tengo ni la más remota idea, Padre nunca dijo nada al respecto, ni siquiera con ellos delante... - señalo con la mirada al resto de los presentes que estuvieron allí: Linnet, Kara y Kururu.
Kara vuelve a la salita con unos cuantos vasos y una jarra llena de zumo, sobre una bandeja que deja en la mesa. Tras eso, se sienta en una de las sillas libres y lee la nota para ver que tareas tienen que hacer. Seguro que les deparan muchas aventuras.
-Jo... tenemos que estar pendientes de muchas cosas... quizá deberíamos separarnos... aunque si nos separamos quizá tengamos menos posibilidades de llevar a cabo todo eso...
Mira a los demás, esperando que se sirvan.
-El zumo está fresquito y recién exprimido... está muy bueno y seguro que os ayuda a relajaros... más tarde, os prepararé la cena. Y... dónde están Yard y la chica nueva?
Pues si, estaban cansado. Linnet cogio uno de los zumos que habia preparado Kara y que les ofrecia, realmente estaba cansada. Bebio un poco antes de decir nada, puso orden en sus pensamientos. La princesa Zelda les habia dado una clase rapida de los Templos y el Heroe del Tiempo, seguramente tendrian que recurrir a su sabiduria mas adelante. Si hubiera un heroe del Tiempo... el lo solucionaria y santas pascuas:
-Pero todo, esto suena un poco a chino a cosa sacada de las leyendas...no se, el rollo de los Templos suena a mucho de la Espada Maestra y los Templos ¿no?¿no seran los mismos? No se que pensar...¿no deberiamos buscar a un Heroe y que el hiciera su trabajo?
Salen los dos a la calle, bulliciosa a esas horas de la tarde.
-Creo que lo que más nos hará falta son capas calentitas para el viaje al norte... - comienza a caminar, sonriente.
Parece que a ella le gustan esas cosas de hacer comida, coser, hacer la compra... bueno, es una chica normal y corriente, y le gusta hacer ese tipo de cosas. Camina por las calles acompañada de Yard.
-Y de dónde sois vosotros? Espera... no respondas! yo lo adivinaré! - frunce el ceño, pensativa - Si estáis con una kokiri... mmm... del bosque de Farone?
Presté atención a cada una de las palabras de Falare. También recordé el momento en el que Zelda le entregó aquel medallón, o una especie de broche. Al instante entendí el porque de aquella entrega. Imaginaba que le protegería de cualquier lugar que no fuese el inseparable bosques de los kokiris.
Asentí y seguí escuchándola. Ella también desconocía el motivo, por lo que quizá tenía razón y ya tendríamos tiempo de descubrirlo.
Por la cabeza me vinieron un torrente de posibles historias, pero ninguna de ellas era bonita para ser escuchada y tampoco quería asustar a la simpática kokiri. Imaginaba que, si caían en manos peligrosas quizá toda su raza estaría en peligro, su bosque y todas se creencias. Por otro lado, también pensé que quizá poseyera algún poder que nos permitiera seguir avanzando por la dura senda que teníamos que atravesar para derribar a la oscuridad. Pero entre todos esos pensamientos, me dije que lo mejor sería no averiguarlo porque eso indicaría que Falare correría peligro.
-Pase lo que pase, no dejaremos que eso ocurra, ¿verdad?. Todo irá bien si decidimos no separarnos demasiado...- Le sonreí.
Poco después, Kara nos preparó un rico zumo exprimido. Me serví yo mismo como ella indicó y se lo agredecí mientras tomaba de nuevo el mismo asiento y bebía un poco. Me hubiera gustado seguir la conversación con la Kokiri, pero aquel extraño sonido del muchacho que no conocía me hizo reír un poco y la conversación quedó como un segundo plano. Contesté a la nieta del curandero.
Acaban de irse hacia el pueblo. Han ido a comprar.- Mientras apuraba el vaso de zumo, escuchaba a Linnet...
Cogió uno de los vasos de la bandeja que les había servido Kara y lo alzó en el aire con una amplia sonrisa, dirigiéndolo a Linnet.
-¡Brindo por eso!
Acto seguido se llevó el vaso a la boca y bebió su contenido de un trago. No estaba mal.
Siempre pensaba que algún día sería protagonista de alguna aventura grande, al menos siempre pensaba que quedarte de brazos cruzados sin hacer nada era peor que estar en alguno de los infiernos. Protagonistas que pasaran desapercibidos, con apariencia de meros secundarios que no aportan nada, como nosotros mismos. Personajes que deambulabamos sin pena ni gloria por lo que era nuestra historia, pero al menos teníamos una propia. Muy pocos podían presumir de ello.
-No me importa cómo suene. ¿Nunca habéis tenido ganas de salir a vivir una gran aventura? Ser los protagonistas de una gran historia como ésta... dónde todo lo que nos rodee sea tan mágico como oscuro, y hayan múltiples peligros como misterios por resolver... Al menos creo que es una gran oportunidad, y no deberíamos de desconfiar de Zelda.
Quizá seas tú la heroína que andamos buscando Linnet...- Bromeé.
Agaché la mirada al escuchar las palabras de Linnet. La muchacha no tenía ganas de seguir con aquello. Entonces... ¿por qué no se alejó del grupo cuando pudo como hizo Kururu en su momento? Tampoco me venía bien pensar en ello, la verdad es que convenía que estuviésemos cuantos más mejor, al menos de cara a posibles enemigos, los cuales la Princesa Zelda había dicho que habría.
Sin embargo las palabras de Eldar me devolvieron las ganas de seguir adelante, aunque tampoco me quedaba más remedio, visto lo visto mi persona era más importante de lo que todos habíamos pensado, incluída yo misma.
- Para mí el salir del Bosque, ver más mundo que mis hermanos con mis propios ojos, y sobrevivir a ello durante varios días ya ha sido toda una aventura. - sentencié mientras me echaba poco a poco algo de zumo en un vaso.- Pero por el bien de todos los que amamos en este mundo, por la promesa a Zelda de que lo intentaríamos, y yo porque se lo prometí a Padre, por ellos y por nosotros debemos seguir adelante con esto.
Dí un largo trago al zumo. Estaba delicioso, recién exprimido. Sonreí ante la amabilidad de Kara, era una maravilla contar con alguien como ella entre el grupo. Aunque todos tenían su punto, cada uno a su manera.
Se levanta de su silla y mira a los demás.
-Nada de caras largas y basta de preocupaciones hasta mañana. Voy a hacer la cena, así que espero que tengáis mucha hambre porque voy a haceros una cena para que os chupéis los dedos.
Sonriente, se va a la cocina, en la cual se comienzan escuchar muchos golpes de cachivaches metálicos... seguro que ollas y cacerolas.
Me serví un nuevo vaso de zumo, probablemente ese sería mi únco alimento del día hasta el día siguiente. Nunca comía nada que procediera de un animal, y tampoco quería molestar a Kara con mis problemas alimentarios. Además se veía que era una mujer que disfrutaba en la cocina, y no quería estropearle el momento para que se dedicara a cocinar verduras o cosas así.
-Ya tendremos tiempo de decubrir y de resolver todo esto, de momento creo que Kara tiene razón. Asentí con una sonrisa y dí un largo trago hasta que me lo acabé. Iré a descansar, estoy algo cansado...
Me levanté y esperé alguna indicación por parte de la nieta del curandero y me dirigí al lecho que me había tocado. Allí no dude en tirarme, quitarme las botas y tomar una postura cómoda pero con las orejas pegadas a cualquier ruido en todo momento.
Miró con escepticismo al tipo nuevo y a la kokiri. Los dos pecaban de idealismo pero, claro... la juventud. Parecía que Linnet empezaba a entrar en razón en cuanto a lo de la alocada aventura pero, claro, también estaba Kara y su incorruptible afán por ayudar y satisfacer al prójimo a costa de su propio bienestar... ahhhh.
Iba a hacer un nuevo comentario al respecto, pero su estómago arrojó un agudo ronrroneo. Afortunadamente el estrépito de las cacerolas allá en la cocina lo sofocó, o al menos eso quiso creer.
-Creo... que no me vendrá mal esa cena.
Alzé la vista cuando Kara habló y solo me dió tiempo a decirle antes de verla desaparecer por la puerta:
- ¡Muchas gracias Kara! - exclamé viéndola desaparecer tras la puerta. Instantes después comienzo a escuchar, contenta, cómo se afana en preparar algo de cena. Estoy muy cansada pero no me vendrá nada mal llenar la tripa con algo calentito por una vez, pienso mientras observo cómo Eldar rechaza la cena caliente y se marcha ya a dormir.
- A mi tampoco... - respondo ante el comentario de Kururu mientras me masajeo la tripa en sentido redondo.
Tras varias horas haciendo la cena, Kara la sirve, en perolas grandes, para que todos puedan ponerse la cantidad que gusten. Hay agua y zumo para todos y también fruta para el postre. Maron y Yard llegan en ese momento de comprar cosas que podrían ser útiles en las montañas, como capas o botas un poco más abrigadas que las que suelen llevar las personas en esa zona. También ha comprado alguna lámpara de aceite por si necesitasen luz en los pasos de las montañas.
Lo deja todo preparado para que al día siguiente puedan llevarlo cómodamente.
Tras la cena, todos van a dormir. Kara intenta que todo el mundo tenga una cama en la que acostarse e incluso le pide permiso a su abuelo para que les deje usar algunas camas de la consulta que en esos momentos no están ocupadas.
La noche cae y el sueño les vece, sobre todo a aquellos que apenas han dormido en los días anteriores. Las estrellas se vuelven las guardianas de sus sueños y guías en el mundo de sus ilusiones.
Poco a poco, el ritmo del mundo va decreciendo... adormeciéndose hasta la nueva salida del sol.
Y finiquito esta escena. Espero que os mole la canción XD