Tras dar unos pasos hacia la pared, notas algo incómodo entre las piernas. Te fijas entonces que del meato del pene sale otro tubo más, que va a parar a una bolsa atada a la cama. Un catéter.
No te impide llegar hasta la cristalera, pero por muy poco, y sabes que si no te mueves con cuidado podrías hacerte daño.
Otras cortinas tapan la pared desde el otro lado de ella, pero con la tuya descorrida puedes distinguir que hay una estancia igual que la tuya.
Las cortinas de su derecha también están cerradas, pero puedes imaginar que tras ellas hay otra pared de cristal, y posiblemente, una estancia más.
Allá donde estén los que han pasado corriendo, no puedes localizarlos con la vista, pero sientes el movimiento dentro de uno de aquellos cubículos.
Puedes hacer una tirada de percepción para vislumbrar detalles a través de la cortina. Dificultad inicial 15.
Tras dar unos pasos hacia la puerta, notas algo incómodo entre las piernas que te impide avanzar demasiado hacia ella. Te fijas entonces que del meato del pene sale otro tubo más, que va a parar a una bolsa atada a la cama. Un catéter.
Edmond gruñó levemente cuando sintió el catéter entre sus piernas.
Por vida de... ¡Me han metido un tubo por el pene!, advirtió irritado. Pensó en quitárselo pero el apuro de perder de vista lo que acababa de pasar hizo que se esforzara en dejar eso para más tarde.
Finalmente se asomó y llego a tiempo... de no ver gran cosa. Alguien había sido ingresado en una sala contigua a la suya, tapada con cortinas. Trató de ver algo a través de ellas, pero sin éxito.
Bueno, al menos no deberías moverte de allí, se dijo mientras volvía a su cama. Ahora veamos como me saco esta cosa de la verga.
Motivo: Percepción
Tirada: 1d20
Dificultad: 15+
Resultado: 7 (Fracaso)
¿Puedo gastar dos puntos para bajar la dificultad no?
Si es así los gasto.
Motivo: Per
Tirada: 1d20
Resultado: 8
Quizás arrastrado por la curiosidad echas un vistazo al cubículo que puedes ver aunque a través de la cortina, y en seguida notas algo extraño. No es sólo el hecho de que en ella hay otra figura, pues es lógico que haya más pacientes, ni de que la figura esté a medio camino entre la camilla y la puerta. En él hay algo familiar.
Buscando una pista la razón por la que crees que tienes esa sensación, te das cuenta de un detalle inquietante: sobre la cajonera de su habitación, que está exáctamente en el mismo sitio que la tuya y por lo tanto pegada al cristal por el que tú estás mirando, ves un bulto que, incluso a través de la cortina reconoces fácilmente: un vaso de plástico, que parece ligeramente aplastado allí donde alguien lo ha cogido con el dedo pulgar con demasiada fuerza.
No le puedes prestar atención a aquello durante mucho tiempo, pues de repente sientes un gran cambio de presión en el aire, como si te hubieran elevado miles de metros de repente, o sumergido en lo más profundo del mar. Durante varios segundos respirar es imposible, y los oídos taponados parece que van a explotar. Aún así escuchas que varios cristales se rompen. La luz se va unos instantes, y cuando todo vuelve a la normalidad, varias de las lámparas y fluorescentes están reventadas.
Todo queda en un inusitado silencio y quietud.
La presión que has sentido hace 2 puntos de daño mental, es decir, que se restan de la reserva de Intelecto.
Justo en el mismo momento en el que sientes el catéter y frenas en tu camino de acercarte a la puerta, sientes un gran cambio de presión en el aire, como si te hubieran elevado miles de metros de repente, o sumergido en lo más profundo del mar. Durante varios segundos respirar es imposible, y los oídos taponados parece que van a explotar. Aún así escuchas que varios cristales se rompen. La luz se va unos instantes, y cuando todo vuelve a la normalidad, varias de las lámparas y fluorescentes están reventadas.
Todo queda en un inusitado silencio y quietud.
La presión que has sentido hace 2 puntos de daño mental, es decir, que se restan de la reserva de Intelecto.
Acabas de volver a sentarte en la camilla y estás pensando en la forma de quitarte el catéter, cuando sientes un gran cambio de presión en el aire, como si te hubieran elevado miles de metros de repente, o sumergido en lo más profundo del mar. Durante varios segundos respirar es imposible, y los oídos taponados parece que van a explotar. Aún así escuchas que varios cristales se rompen. La luz se va unos instantes, y cuando todo vuelve a la normalidad, varias de las lámparas y fluorescentes están reventadas.
Todo queda en un inusitado silencio y quietud.
La presión que has sentido hace 2 puntos de daño mental, es decir, que se restan de la reserva de Intelecto.
Trato de frotarme los oídos, el picor y la sensación del cambio de presión aún no se han ido del todo. Y con eso mi proceso de lo sucedido llega con lentitud.
Pero hay algo que tengo claro, voy a largarme de ese sitio. Cuando uno ve algo lo suficientemente extraño no hay nada que decir.
Regreso a la cama, y estudio mis posibilidades. En algún cajón debe haber Una tijeras o algo para cortar la sonda, y si no, tendré que sacarla a las bravas.
Corto el goteo presionando el émbolo. Si esto lo producen las drogas, no necesito más drogas. Ahora toca pensar. ¿Como me quito una vía sin desangrarme?
Tiene que haber algodón y esparadrapo para taponar...
¿Tengo una duda, los cristales se han roto o solo lo he imaginado?
Charles, detenido durante un momento por aquel catéter, no tuvo tiempo ni de pensar en qué hacer con aquello. Aquella extraña sensación, sobrecarga o lo que fuera le dejó jadeando, aturdido y aún más confuso de lo que estaba. Como buenamente pudo, avanzó de vuelta a la cama, buscando el botón para llamar a la enfermera. Debía saber qué estaba pasando, y que le quitara aquel catéter.
Edmond quedó tendido en la cama, aturdido. La opresiva y aplastante sensación no le era del todo desconocida, aunque no sabía precisar de qué lo conocía. Oyó los cristales rotos y percibió las chispas de las bombillas al explotar, antes de sumirse todo en la oscuridad y el silencio.
Con un fuerte dolor de cabeza se reincorporó. Solo tenía dos cosas claras: que tenía que explorar qué demonios había ocurrido, como si aquello fuera un deber u obligación suya; y que tenía que sacarse ese condenado cateter del pene.
Sus facciones se congestionaron en un gesto de dolor aguantado conforme, poco a poco, fue extrayendo el tubo del meato. Finalmente respiró más tranquilo cuando logró quitárselo por entero. Acto seguido desenroscó la sonda de su brazo, aunque dejó la guía en él.
Con cuidado caminó entre los cristales, procurando no pisarlos y herirse, y salió de su habitación. Instintivamente se dirigió a la habitación de su derecha. Antes de eso miró a los dos lados del pasillo, por si había alguien, mas no vio a nadie ni oyó nada. Finalmente se acercó a la habitación que tanto le llamó la atención previamente y se personó en la entrada.
No te cuesta mucho encontrar todo lo que buscas en el mueble cajonera que hay en tu cubículo.
Todos hemos ido alguna vez a un análisis de sangre y sabemos más o menos cómo se debe taponar un pinchazo, y si no se es brusco, es fácil quitar el catéter, pues está bien lubricado.
En ello estás cuando escuchas a alguien que grita desde algún lugar del pasillo.
- ¡¡Enfermera!! ¡¡¡¡ENFERMERA!!!! Venga aquí. ¡Exijo saber qué ha pasado! Soy un fiel contribuyente. ¡Pago mis impuestos como todo hijo de vecino y exijo saber! ¡Y también pago mi seguro médico! Conozco mis derechos como cliente. ¡Quiero saber! ¡¡Enfermera!! ¿Y mis alpargatas? ¿Qué espera, que salga descalzo? ¡Qué vergüenza! ¡¡ENFERMERA!!
No encuentras ningún tipo de botón de esos típicos que sirven para llamar a enfermeras, ni nada por el estilo.
Mientras buscas sin éxito, escuchas gritos que llegan de algún lugar del pasillo.
- ¡¡Enfermera!! ¡¡¡¡ENFERMERA!!!! Venga aquí. ¡Exijo saber qué ha pasado! Soy un fiel contribuyente. ¡Pago mis impuestos como todo hijo de vecino y exijo saber! ¡Y también pago mi seguro médico! Conozco mis derechos como cliente. ¡Quiero saber! ¡¡Enfermera!! ¿Y mis alpargatas? ¿Qué espera, que salga descalzo? ¡Qué vergüenza! ¡¡ENFERMERA!!
Bien. Si no podía llamar a nadie para ayudarle, entonces tendría que salir él. Habría algún modo de descolgar las bolsitas para poder llevarlas con él, al menos hasta que alguien pudiera ayudarle con aquel asunto. Si lo conseguía, solo le quedaba salir al pasillo a echar un vistazo. Al menos le quedaba el consuelo de no ser el único que parecía perdido en aquel momento, a juzgar por las voces.
Dependiendo de lo que decidas, seguimos en esta escena o te saco al pasillo :)
Detener la hemorragia fue sencillo, sacar la sonda, va peor
No sólo me duele hasta el llanto sino que me he meado encima.
Sin saber si hemos sido víctimasd e un ataque o si me voy a encontrar conmigo mismo protestando en el pasillo, tratomde abrir la puerta y salir. Si es una emergencia hay que largarse en cualquier caso.
Trato de no pisar los cristales, lo que me faltaba era cortarme los puñeteros pies.