Charles rápidamente agarró cualquier trozo de tela, ya fueran cortinas, sábanas o trozos de tela de la ropa de los inconscientes, y con ellos listos se lanzó a recoger algunos trozos de cristal largos y afilados. El objetivo era simple: envolver uno de los lados en la tela, para crear un "mango" más o menos seguro, y dejar el otro extremo afilado expuesto, listo para apuñalar. No era un gran arma, y seguramente su fragilidad la haría inútil a medio plazo, pero se sentía más seguro pudiendo clavar aquello en el ojo a lo que sea que les esperara abajo.
Recuerda que el lugar está lleno de cajoneras. Por si quieres rebuscar en alguna.
Charles siguió con su vertiginoso ritmo de trabajo, consciente de que no le quedaba mucho tiempo, mientras se esforzaba en lograr algo útil en los pocos segundos con los que contaba. De reojo, miraba las cajoneras, preguntándose si le daría tiempo a una revisión rápida...
Si no me consume mucho tiempo, adelante.
Después de saber que aquel "hospital" es una farsa, casi te sorprende ver que en los cajones hay jeringas, tijeras y bisturíes.
Una mano ya la tienes ocupada con tus armas improvisadas, así que en la otra apenas puedes cargar un par de tijeras y dos o tres bisturíes, si no decides coger ninguna jeringa.
Si quieres puedes intentar inventar alguna cosa para cargar más, pero te consume al menos otro turno.
De repente, se sintió muy idiota. Allí había armas de verdad. Bueno, no armas armas, pero sí cosas que poder usar para defenderse. Tiró las armas que había conseguido y recogió con la mano libre todo lo que pudo de los cajones antes de salir corriendo en busca de sus amigos. Había algo sobre no correr con tijeras en la mano, pero en este momento le daba un poco igual, porque el tiempo era esencial.