Partida Rol por web

Las criaturas asienten a las palabras de Charles y se acercan a la salida tras lo que parece una despedida solemne para aquellas que no han superado la estancia en las peceras.

- Unos deben buscar nuestras cosas. Sin nuestro equipo somos vulnerables. Sin embargo no sé si es buena idea separarnos.

Más complicaciones, ahora necesitaban encontrar más cosas. Si con ese equipo dejaban de ser vulnerables, esperaba realmente que las criaturas no decidieran volverse en contra suya... Pero les venía muy bien en este momento algo de apoyo con todo este asunto.

-¿Tenéis alguna idea de donde puede estar ese equipo?

Edmond, aun aturdido, se levantó e hizo un esfuerzo para centrarse y unirse a la conversación.

- Kherlann... Ese nombre me suena. Creo que lo conocí en Ardey, como aliado - afirmó aun confuso, mientras miró a Charles -. ¿Eres tú también de allá? Lo siento, no te recuerdo. Al menos no como Charles - comentó dejando bien claro que su origen también era aquel.

Ante la afirmación de aquellas criaturas sobre su necesidad de recuperar su equipo para sobrevivir, el ardeyano se encogió de hombros, haciendo ver que no sabía donde podían obtenerlas. Entonces su semblante cambió y recordó algo*.

- Hacia arriba está la salida. Hacia abajo... hay algún tipo de poder - afirmó como si lo supiera por ciencia infusa -. Tal vez vuestro equipo esté almacenado en los sótanos - opinó con cierta convicción, a pesar de no tener ninguna prueba de ello.

- Abajo - dijo asintiendo.

- Mmm...

Mientras unos y otros respondía a preguntas o aclaraban las dudas que habían surgido o iban surgiendo, Archibald producía un sonido similar a un ronroneo leve y tenue, apenas audible. Al contrario que en un gato este sonido no era el resultado de la comodidad o la relajación, no al menos de forma directa sino indirecta a través de las muchas veces desconocida e incomprensible satisfacción intrínseca o derivada de la reflexión.

- Entonces tenemos dos opciones...- intervino tras terminar su gutural mantra dibujando con pulgar e índice la superficie ocupada por su escaso bigote.- O descender hasta el sótano esperando encontrar allí abajo algo que además de a ellos nos pueda servir de utilidad a nosotros para alcanzar la salida sin llegar a saber si hay mayor oposición allí, donde puede haber equipo de valor, que en el camino hacia la salida, o ignorar los ruegos de estas fascinantes criaturas por recuperar su equipo y encaminarnos directamente a la salida sin saber si en nuestro ascenso podremos llegar a encontrar una oposición para la que podríamos necesitar algo que solo hubiéramos podido encontrar de dirigirnos al sótano.

-Eres un tipo demasiado turbio en tus respuestas. Y resta interés a lo que planteas -dijo Pedro con una amplia sonrisa-. ¿Acaso eres de aquellos que cuando no pueden ser profundos tiñen de oscuridad sus palabras para parecerlo? -unas risas acompañaron a lo dicho, pero no había en ellas burla alguna y la palmada en el hombro de Archibald, cargada de camaradería así parecía indicarlo-. No obstante, tienes razón. Debemos tomar una decisión y asumir las responsabilidades de ello. Si queréis saber qué opino, diré que juntos somos más fuertes. Propongo acompañarles a recuperar sus equipos y después retomar nuestro camino en busca de la verdad y una salida. 

-Sí, soy de allí... Gavlan. Creo que me llamaba Gavlan-replicó el hombre. Aunque, con la nueva revelación del sótano, parecían tener entre manos una conversación más inmediata que una basada en presentaciones. Abajo había algo. Con un poco de suerte, armas. Y eran algo que necesitaban en ese momento casi como respirar. No porque hubiera enemigos de manera inmediata, claro, si no porque, para salir de aquel lugar, puede que tuvieran que vérselas con los encargados de ese extraño proyecto.

-Voto por bajar, entonces. Espero que encontremos algo útil. 

Ceño fruncido y luego cejas enarcadas (primero una, pero más tarde también la otra al negarse a permanecer postrada), también boca cerrada y luego abierta, más tarde cerrada de nuevo y con una comisura extrañada que ligeramente se elevaba sobre un labio tumbado que poco después se arqueó formando algo parecido una sonrisa cuando recibió la palmada en la espalda. Vamos, una batalla en toda regla entre los nervios motores del rostro que pugnaban por hacer suya la expresión de toda la cara.

Pero aquella batalla no se libró tan solo en superficie, también hubo una batalla subterránea:

- "Yo... Esto... Yo... Que... A ver... Pe... Pero... Qué quier... No entien... No sé... ¿Gracias?"

La guerra acabó en tregua en forma de silencio e "inexpresión" tan pronto Pedro desvió del científico su atención, cosa que agradeció pues no llegó a saber en ningún momento cómo era mejor responder.

- Abajo pues, ¿no?

Os llega un sonido, algo apagado, pero fácilmente reconocible: un disparo. Parece venir del piso de arriba.

Archibald no fue ajeno al ruido, pero probablemente sí le costó más que al resto reconocerlo. Por los círculos en los que se movía estaba más acostumbrado a otros sonidos que en otras circunstancias podían haberse confundido con aquel, como el estallido un de un motor de combustión, de esos viejos que gruñían en lugar de ronronear, de los que parecían luchar por cada bocanada de aire para poder seguir funcionando.

- Un disparo, ¿no?- preguntó instintivamente a Pedro, porque aunque fuera de otro planeta, de otra recursión, había algo en el actual aspecto y color de piel de su compañero que le hacía pensar que podía tener más experiencia que él en cuanto a detonaciones de armas de fuego. Y no, no era racismo: era simple estadística.

- Vuestro amigo- preguntó a los dos que no conocía ni con ese aspecto ni con otro-, fue hacia arriba.- Señaló al techo, ese gesto al que se recurre aun cuando la dirección referida es tan obvia. Luego se encogió de hombros.- ¿Subimos desarmados allí donde sabemos que hay alguien armado, muy probablemente no aliado, o continuamos con nuestro plan original y bajamos?

Reconoció el ruido lejano como un disparo y al instante compañeros lo confirmaron.

Kherlann, pensó de inmediato. Se detuvo y miró por el hueco de la escalera, hacia arriba, con la esperanza de ver algo más que las repetitivas y simétricas barandillas. Aun restaban numerosos pisos ascendentes.

Escuchó el comentario de Archibald. Una pregunta que no pretendía preguntar nada al contener una respuesta implícita que sugería un curso de acción basado en una lógica aplastante.

Edmond lo miró de manera admonitoria al intuir cierta petulancia en su preguntar hacia el muy probable fatídico destino de quien, en un pasado distinto, pudo ser un amigo y decidió seguir solo. Le molestó la manera en que exponía que era poco juicioso ir hacia arriba en su actual estado, a pesar de que tenía razón.

- Puedes subir tú. Luego bajas y nos informas de lo que has visto - le invitó con genio contenido antes de continuar escaleras abajo.

Lo siento Kherlann, se dijo con amargura.

-Eso parece -dijo con gesto preocupado y mirando en la dirección de la que presumiblemente procedía el disparo-. Y buena pregunta -señaló ante la alternativa planteada de subir y hacer frente a una incógnita armada o descender para hacerse con el equipo de sus potenciales aliados. Acto seguido enarcó una ceja ante el comentario de Edmond, cuyo sentido y razones no alcanzaba a ver, máxime cuando enfilaba hacia las plantas inferiores.

Miró a Archibald y se encogió de hombros sin saber cómo interpretar aquella reacción.

-No tengo una buena respuesta a tu pregunta. Bajar es abandonar a nuestro compañero a su suerte si es que él ha sido la razón de ese disparo. Como causante u objetivo. Subir, es abandonar a nuestros nuevos amigos y la recuperación de su equipo para enfrentarnos a algo desconocido. Siempre podríamos separarnos en dos grupos pero eso nos debilitaría. Y él parece que ya ha tomado su propia decisión -dijo en referencia a Edmond.

Charles se sobresaltó al escuchar aquella detonación, e inmediatamente pensó en Kherlann, ahí arriba, solo. No podía abandonarle, en otro mundo, otra vida o lo que fuera aquello, habían sido camaradas. Era su deber ver qué había ocurrido, y sacarle de allí si aún estaba a tiempo.

-Bajad, conseguid el equipo y daos prisa. Yo debo subir e intentar dar con Kherlann, y salvarle  de ser posible y estar en peligro. Daos toda la prisa que podáis-dijo, antes de salir disparado escaleras arriba. 

Los recuerdos volvían a marchas forzadas a la mente de Edmond. Y recordó. Recordó cual había sido su misión en aquella otra vida. Todo lo que había tenido que hacer, a lo largo de numerosos años, en pos de lo correcto. Aunque no lo entendieran. Aunque le maldijeran.

El hombre se detuvo en su andar hacia los sotanos y miró a Charles.

- Gavlan - lo llamó por su auténtico nombre, con un nuevo tono de voz, distinto en su habitual registro. Uno severo y hasta cierto punto autoritario -. Lo más probable es que ese disparo estaba destinado a Kherlann - le indicó con frialdad para darle una idea de lo que podía llegar a encontrarse arriba y la escasa lógica que existía en arriesgar la vida para cerciorarse de lo más probable. Pero aquello no iba de sentido común, si no de sentimientos -. Sé que fue tu amigo y que subirás aunque te diga que no lo hagas. Así que lo único que te exijo es que no arriesgues tu vida ni mueras por nada - concluyó antes de relajar su rostro y asentir con media sonrisa -. Suerte - le deseó mientras miró al resto y a los anfibios, haciéndoles un gesto con la cabeza para continuar descendiendo, cosa que el propio Edmond hizo.

Simplemente se encogió de hombros. No entendía aquellos comportamientos. Uno bajaba pero protestaba por hacerlo. El otro subía sin saber con qué destino ni a qué se enfrentaría... En aquellas circunstancias su supervivencia se ponía en peligro.

-Bajemos. Cuanto antes terminemos con todo esto, mejor.

- Nosotros nos dividimos. - Dijo una de las criaturas. - Podemos ayudar arriba, y los demás coger nuestras cosas.