Partida Rol por web

Una vez localizadas las amenazas y el más que necesario bloqueo para la puerta asiento ante las palabras de Eva.

- Comprueba que Alberto esté bien amordazado y atado antes de asegurar la ambulancia. - Le susurro. - No vamos a arriesgarnos ahora que hemos llegado hasta aquí. Si necesitas ayuda avisa, para intentar eliminarlos sin ruido.

Miro a Gasera y vuelvo a susurrar:

- Creo que nos toca. Son tres, si nos movemos para rodearlos y poder enfrentarnos a uno sólo de cada vez, creo que acabaremos rápido con ellos, pero cuidado, si están "frescos" a veces dan sustos. Mejor si ruido.

Después avanzo con cuidado, sin correr, procurando tener margen de maniobra en todas direcciones, sin dejar de vigilar a los caminantes, mientras sostengo el stick cruzado por delante de mi, listo para atacar o defender. Me muevo de tal forma que me pueda aproximar a uno de ellos y este esté situado entre yo y los otros tres,para dificultar sus movimientos y que para nosotros sea más sencillo el enfrentarnos a ellos de uno en uno. 

Debía ser sólo él el que estaba pensando en lo que estaba pensando, porque lo que dijo Marcos, aunque sensato, no le pareció tan de registro como...

-Están armados. Esto nos viene de puta aldaba -comentó- ¿Palmada en el hombro para separarlos a la vez y el que antes termine despacha al tercero?

No era la primera vez que lo hacía, ni la segunda, ni la quinta... de hecho, llevaba el hacha porque era el mejor arma para eso. Bueno, no, la llevaba porque era lo mejor para abrirse camino y a la vez quitarse a mordedores de delante con más o menos soltura. Pero las balas hubieran durado poco y no sabía matar tan bien, mientras que sí que había cortado cañas y leña con un hacha como para saber reventar a uno de esos en el suelo.

-¿A la de tres?
 

Me encojo de hombros antes de responder con un susurro:

- Como prefieras. - Hago un gesto con la cabeza hacia los caminantes y termino: - Tres.

Me aproximo con cuidado al caminante, primero me muevo para interponer a uno de ellos entre los otros y yo, antes de acercarme a él directamente. Justo al llegar a su lado, finto a un lado mientras lanzo un golpe con el stick, pero al ir tan concentrado en el movimiento de caminante no veo los escombros con los que tropiezo al fintar perdiendo el equilibrio justo cuando lanzo el golpe haciéndome fallar por mucho el ataque mientras trastabilleo para intentar recuperar el equilibrio.

                Eva asiente a los consejos de Marcos y se asegura de que Alberto no pueda morderlos si se convierte de camino. Entretanto el plan de ellos dos, Marcos y Gasera, es separar a los tres muertos y, ¿por qué no?, hacerse con las armas de los militares. Gasera consigue darle un hachazo a uno de los soldados que, lo único que deja claro en su acción, es la sorpresa segundos antes de que su cabeza fuese cercenada del resto del cuerpo.

                Marcos tropieza con los escombros y el zombie “civil” intenta hacerse con un pedazo del muchacho. El otro militar prefiere ir por el joven de barba pelirroja.

Había hecho eso muchas veces. No sabía de las personas (vaya que no no sabía), pero con los podridos bastaba con un buen empellón para decapitarlos, un golpe seco en el cuello. Mucho más seguro ganarles con una hostia seca vertical, pero eso es si están solos: en grupos ni hay tiempo ni lugar ni nada: y es que en el fondo había armas más útiles contra los zombis que un hacha de bomberos.

-¡Eh! -dijo, pegándole en el hombro para llamar su atención- ¡Por aquí, marica!

Daba igual lo que gritara, pero gritar al oído a un caminante, soldado o no, era el ticket para que viniera a tí con los brazos abiertos y buscando un trozo. Se deshizo de él, pero el hacha paró en el brazo: la paró justo como para no clavar en hueso, que hubiera sido peor, pero así tampoco es que hubiera hecho mucho. Tirando a nada. Pero al menos seguía teniendo el hacha: el siguiente golpe fue para apartarlo. Éxito, pero... no consiguió apartarlo demasiado, no como para que pudiera maniobrar con aire como necesitaba antes de que se le lanzase. ¡Joder!

-¿Vas a poder manejarte ahí con el tuyo? -dijo mientras balanceaba el hacha en horizontal para apartar al vagabundo.

Maldiciendo en voz baja consigo recuperar el equilibrio justo a tiempo ya que el caminante se abalanza sobre mi, pero los mismos escombros que me han hecho tropezar a mi hacen que él también tropiece y su ataque pasa lejos de mi.

- Tranquilo, creo que podré con él sin problemas, si consigo no volver a tropezar. - Digo mientras levanto el stick sobre mi cabeza para después descargar un golpe horizontal contra el caminante acertando de lleno.

                Gasera logra esquivar al segundo soldado. Intenta acabar con su “vida” como había hecho con el número uno, pero no le es posible. Consigue apartarlo lo suficiente para evitar ser mordido, y le pregunta a Marcos cómo va con el suyo. El joven le da un golpe con su stick en la cabeza y su cerebro sale de uno de sus oídos. Al mismo tiempo, el hombre muerto… muere de verdad.

                Ahora sólo queda el militar que intenta hacerse con Gasera. A lo lejos se ve la ambulancia que se frena delante de la puerta que habían usado para salir del edificio. Eso quiere decir que ningún muerto podrá seguirlos, pero tampoco algún sobreviviente que haya escuchado los mensajes de radio. Por ello es preciso entrar al hospital cuanto antes…

Tras acabar con el zombi que tenía delante avanzo corriendo mientras golpeo el suelo con el stick, al más puro estilo del hockey sobre patines cuando se pide la bola, mientras grito tratando de distraer al zombi.

- ¡Eh!, ¡aquí!, ¡aquí! - Ahora mismo no es el momento de ser discretos.

Cuando llego a su altura dejo de golpear el suelo para lanzar un golpe horizontal de la que paso a su lado que impacta con fuerza contra el último de los caminantes. 

El chico del hacha de las emergencias, Gasera, se apartó del otro podrido que le venía a dar un empellón, acercándose al mostrador. Aprovechó el momento para dar una patada y desestabilizarlo, momento en el que le dio un hachazo en el cuello, quitándole la cabeza. Se apartó de esta, para rematarla luego, por si seguía mordiendo... putos cascos. Giró la cabeza y, al ver que su compañero se había ocupado, volvió con el hacha al hombro.

-Puesss aquí ya estamos -comentó- ¿Aplastas las cabezas tú?

                Tanto Marcos como Gasera acabaron con el último soldado. De ellos quedaron los sesos esparcidos por el pavimento y las armas militares. Los dos tenían fusiles automáticos y los cargadores estaban con capacidad para 30 balas en el cargador cada una. La del primer soldado tenía 20 balas y un cargador de 50 y la del segundo 25 y un cargador de 42. De todos modos, antes de nada, se aseguraron de aplastar las cabezas, para que ningún peligro amenazara (y canalizar la tensión)

                En ese momento lo vieron: estaba en la puerta delantera del hospital, armado con una escopeta y vestía una bata blanca. Miró a los hombres con incredulidad, hasta que se dio cuenta de que no estaban muertos. Comenzó a bajar la escalera con paso cauto.

                -¿Sobrevivientes? –inquirió, aun no creyéndoselo del todo. En ese momento se acercó Eva, que bajaba de la ambulancia estacionada en la puerta del edificio, corrió hacia él y lo abrazó. A Marcos no le cabía duda…

                Habían encontrado al padre de María, la pequeña que habían rescatado hace tiempo y que los esperaba en un lugar no tan lejano. Por su parte, Lourdes se aproximó a Gasera y sonrío.

                -Estás bien –dijo con evidente alivio.

Una vez que hemos acabado con el último caminante, me giro hacia Gasera y levanto el pulgar para indicar que todo está bien y es entonces cuando veo al hombre en la puerta. 

- En efecto. - Digo en un tono de voz normal. Sin apartar la vista de él hasta que Eva se lanza a sus brazos, es obvio que lo conoce. Hago una seña a Gasera para que coja un fusil mientras yo cojo el otro, que cuelgo en la parte de atrás de la mochila, para evitar que moleste, guardando el cargador en uno de sus bolsillos. Después me acerco a la ambulancia.

El del hacha, Gasera, no tuvo que esperar a que se lo dijeran para coger el rifle, con una cara que indicaba que seguía sin podérselo creer. Desabrochó las correas del casco también, pero lo miró un poco, sacudió la cabeza y lo dejó en el suelo. Se le tenía que haber ocurrido un poco antes que llevar el casco de un podrido sería un problema por el hecho de que era... bueno, un podrido.

-Estás bien.

Asintió, mientras estaba aún atando el rifle a la mochila: la suya no tenía tanto sitio y tuvo que reubicar cosas, pero es que no iba a dejar un RIFLE tirado. Tenía que aprender a disparar eso.

-Todo bien. ¿Vosotros...?

No quería decir en voz muy alta que iban con una sentencia de muerte el tal "Charli" y ella: después de todo iban con sus compañeros y no parecía que les fueran a reventar en la cara, que ya era mucho mejor que la mayoría de gente con la que había estado durante un tiempo.

-Hey -dijo, cuando terminaron los abrazos- ¿Eres médico? ¿Quedáis muchos por aquí? Necesitaríamos... bueno. Cosas para bebés. ¿Pediatrías?
 

                Eva dejó al médico un momento pero le dijo algo sobre el grupo, avisándole que estaban con ella y todo eso. Marcos fue a chequear a Alberto y se hizo con un fusil mientras que Gasera hacía lo mismo con el otro. El calvo estaba sudando profusamente y semi inconsciente. Roberto se había informado de la situación de ese hombre por Eva, así que actuó con rapidez: -vamos adentro. Sí, sí, podéis pasar por la zona de maternidad. Tengo todo tipo de cosas para bebés, incluido alimento especial para menores de dos meses.

                Los condujo al interior del hospital, que aunque desolado, tenía aspecto de haber sido cuidado.

                -Ya había perdido la esperanza –dijo el médico –los últimos soldados que estuvieron aquí trasladaron a los supervivientes y los que quedaron de guardia conmigo tuvieron que cubrir una falla en la brecha, allí afuera. No… no lo lograron, estoy solo aquí. Solo y extrañando a mi hija.

                -María está bien, te está esperando –le aseguró Eva.

                Llegaron a una sala de pareces blancas y varias camillas, de camino tomaron unas botellas de bebé que la criatura comenzó a beber con ayuda de Lourdes. Acostaron a Alberto en una de las camillasy Roberto le acercó una aguja, tenía los ojos cansados, pero parecía que podía manejar esto.

                -Es el antivirus. Uno de los tantos que he probado pero este… este es el mejor. Igual no sé con quién usarlo –inyectó a Alberto mientras decía esto –no han vuelto por mí; digo, los militares. Tengo miedo de que… no haya ya civilización, helicópteros. Todo. ¿Qué tan jodido sería todo esto? ¿Qué haya obtenido la cura y nadie esté para probarla?

                Finalizó diciendo -¿a dónde ir cuando todo el mundo está muerto?

                Y Charlie dijo –a casa de Antonio, es una fortaleza –y tal vez lo fuera. Solo el tiempo lo dirá. Pero esa es otra historia.

FIN***********************

Ayudo en lo que puedo a Roberto para atender a Alberto. Una vez acabamos lo miro y pregunto:

- ¿Aquí no queda nadie más?, ¿verdad? - Me encojo de hombros antes de continuar. - Mi búsqueda no ha terminado, estoy buscando a María, mi novia, enfermera del Severo Ochoa. La cosa está fea ahí fuera, pero ya es más fácil moverse. Os acompañaré hasta casa de Antonio, después intentaré llegar al Ochoa.