Partida Rol por web

                Si hay algo que puede asegurarse de la suerte es que es una moneda con la habilidad de cambiar de cara cuando uno menos lo espera. Así pasó con el grupo de Cero.

                El chico tiró dos flechas. La primera impactó en la distancia, ni siquiera podría adivinar dónde y la segunda acabó con el podrido correspondiente, el señor policía que había comprado su ticket al más allá. Hasta ahí el fracaso no era tan grande. El problema vino del lado de Agos y de Gabriel. El pibe no había espabilado, no señor. Sus dos flechas salieron con tanta mala suerte que una impactó en una de las ruedas del autobús, y ninguna en el muerto que venía acercándose demasiado.

                Mariana disparó mientras a los que ellos tenían cerca; enfocándose en el que había fallado antes Cero: una mujer a la que le faltaba media mandíbula pero igual podía infectar con un arañazo, no había que olvidarse de eso.

                Agos, desesperada por la falla de Gabriel, intentó disparar a el susodicho caminante, el que parecía tener un día de suerte. Ninguna flecha pudo dar en el blanco.

                -Gabrieeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeel!!!! –gritó ella cuando los brazos del podrido lo alcanzaron y lo tiraron al suelo. El siguiente turno era el decisivo…

Gabriel estaba en problemas, su razón le decía que lo que estaba por hacer era una locura, pero no podía actuar de otra forma, si Gabriel moría sin que el hiciese algo no podría soportarlo.

-Tirale a esos dos- le dijo a quien hubiese sido su instructora

Él bajaría de un salto y saldría corriendo hacia sus amigos y en cuanto pudiera atacaría a alguno de los zombies que estaban más cerca de ellos.

                Mariana disparó dos flechas. La primera impactó en un costado del bus, por fortuna no en una rueda, y la segunda sí atravesó al muerto al que le estaba apuntando. Agos, la pelirroja, fue la que esta vez falló ambos tiros.

                -La p… madre!!! –dijo en un perfecto porteño mientras Gabriel seguía sin moverse.

                Cero corrió, y corrió con toda su destreza para pararse en medio del camino. El muerto que se acercaba a Gabriel vio el asfalto, por última vez, cuando una flecha horadó su cerebro. Otro muerto, que también estaba cerca, fue abatido por el rubio con suma presteza.

               -Cero, ¡cuidado! –advirtió Agos. Dos muertos se acercaban por los flancos. Uno de ellos, (el 2), era un motoquero o un tipo con estilo de loco de motocicleta. Sus tatuajes completaban dibujos en todo su cuerpo y parecía realmente duro... aunque estuviera muerto. Recién con el segundo grito de Agos Gabriel reaccionó y empezó a ir hacia Cero, para ayudarlo.

Las cosas no estaban tan mal, había logrado derribar a los dos zombies que iban a por sus amigos y ahora tenía un tiro más sencillo sobre los dos que quedaban.  Era un momento decisivo, si fallaba correría un riesgo importante, pero no lo haría, se concentraría y acertaría en el blanco.  Respiró profundamente, armó el arco, tensó y disparó

            Gasera tensó el arco y disparo dos saetas. Ambas dieron en el blanco, los muertos que quedaban ya no estaban andando. Una mujer de vestido rosa quedó despatarrada por la calle con sus cuencas vacías. Le habían comido los ojos antes de que se convirtiera, por eso era más lenta que el resto al intentar cazar a su presa, aunque podía olerlos.

            -Ahora tenemos el problema de la rueda… -dijo Agos, caminando hacia Cero y dándole un abrazo. Mariana también bajó de un salto de su posición y se acercó a él. –Buen tiro.

            Gabriel se había hecho un ovillo sobre el suelo y murmuraba algo por lo bajo.

            -Se culpa por haberle dado a la rueda –explicó Agos –no tiene la culpa, estamos llenos de presión… algunos la contenemos mejor que otros…

Suspiró. 

Encontrarse con caminantes, aunque fuese sólo con uno de ellos lo ponía nervioso.  Suponía que con el tiempo se acostumbraría y que aquello se convertiría en algo de todos los días, pero todavía no había llegado ese momento, ni para él ni para el resto de su grupo.  Le devolvió el abrazo a Agos y le susurró al oído -No vuelvas a separarte de mi-  Sabía que llegado el caso podría dejar atrás a Mariana y a Gabriel.  Le había costado mucho aceptarlo y le había quitado el sueño pues lo hacía sentirse culpable, pero comprendió que podría vivir con eso, sin embargo Agos... Agos era algo diferente y sabía que no podría dejarla atrás.  Por eso bajó y se arriesgó, por ella.

Se acercó a Gabriel y lo miró, aquel muchacho no era el hombre seguro que había conocido tiempo atrás.  -Veni.  Vamos a revisar a ver si esa cosa tiene una rueda de auxilio en algún lado mientras las chicas recuperan las flechas.  Sino no tampoco importa mucho, ya vamos a encontrar un auto o alguna camioneta no tan grande- le tendió la mano.  -Hacemos buen equipo ¿No?- agregó dirigiéndose a todos con la intención de levantarle el ánimo a Gabriel

                El abrazo a Agos se sintió muy bien. Ella era importante para Cero, en algún punto más que los otros aunque eso no significaba que haría lo que sea por salvarlos también. Repararon el tema de la rueda encontrando la de auxilio y colocándola lo más pronto que era posible, dadas las circunstancias. Así que cuando preguntó si hacían buen equipo la respuesta estuvo en las miradas: de agradecimiento, de comprensión. Nadie tuvo que decir una palabra, se sobreentendía.

                -Hay una ruta paralela a la ciudad que va para la costa. Es un autopista –dijo Mariana mirando el mapa mientras subían al autobús. –También podemos probar una más larga que da a los pueblos y de allí se ingresa de nuevo por la costa. Esa serviría porque nos alejamos más de la ciudad. Pero no sé.

                -Las calles internas quedan descartadas, son de lo peor –comentó Agos. 

-Prefiero la ruta larga.  Si el autopista está colapsada y no podemos avanzar vamos a tener que avanzar a pie, y de ser así prefiero hacerlo en un lugar donde podamos buscar refugio.  ¿Qué opinan ustedes?-  Le interesaba el parecer de sus compañeros, de alguna forma se había vuelto su líder, pero siempre intentaba que todos estuvieran involucrados en el destino del grupo.  -Además tenemos que volver por nuestras cosas, las bicicletas y todo lo demás, lo dejamos en el apartamento.  ¿Vamos a pata, volvemos en bici y salimos desde acá con el colectivo?-

             Fue Gabriel el que esta vez habló y con bastante más enfoque que desde que esto comenzó. Parecía que el enfrentamiento último lo había despejado un poco.

           -Volver por las cosas, bicis incluidas. Subir todo al bus y tomar el camino largo me parece buena idea. Por lo que dice Cero, si nos quedamos en una autopista bloqueada de coches no tenemos donde buscar refugio.

          Mariana interrumpió, o mejor dicho, agregó su punto de vista. 

         -Las autopistas tienen subidas y bajadas cada tanto... Los caminos largos también tienen más peligro. Porque siempre nos vamos a acercar a casas mientras que en la ruta de la autopista los peligros vendrán de coches con muertos adentro. Creo...

        Agos se alzó de hombros, a ella le daba igual siempre y cuando no fueran por calles internas. Solo dijo algo -Si el plan es ir en barco a una isla... si es ese ¿alguien sabe manejar un barco?
 

Sopesó las respuestas de cada uno y fue la pregunta de Agos la que terminó por hacerlo decidir.  -Camino largo, puede que tengamos suerte y demos con alguien que sepa manejar un barco, sino ya veremos que hacer.  Aunque sea nos servirá para tener un sitio seguro donde dormir si no nos alejamos mucho de la costa.-

            Subieron bicis y pertenencias y empezaron la marcha. Mariana se puso al volante del bus mientras los demás descansaban un poco y conversaban, no por eso sin mirar a la autopista. Habían decidido el camino largo y además el conseguir a alguien que pudiera navegar un barco cuando llegaran al puerto. En el mapa había varias posibilidades de puertos cercanos, pero elegirían en más próximo, a menos que bloqueos en la ruta o caminantes les hicieran dar rodeos o tomar un camino alternativo.

           Tenían combustible como para la mitad del trayecto, o un poco más. Sería cuestión de parar y recargar cuando fuese necesario.

           -¿Y dónde vamos a conseguir a alguien que sepa navegar? -preguntó Agos y Gabriel dijo con un poco de cansancio en su voz [b]-si yo supiera navegar un barco iría al puerto, o a alguna ciudad marítima. Por lo que debemos simplemente buscar por allí.