Track está un poco en shock, lo que ha sido su hogar se está quemando poco a poco, pero por lo menos su querido jefe no parace peligrar. Poco a poco va saliendo de su ensimismamiento y escucha las palabras del soldado.
Señor, hace poco que Tres dedos trajo una carta a mi jefe, éste se había puesto contento hablando de vacaciones. Pero no me dio tiempo de preguntar ya que al poco aparecieron unos hombres de aspecto amenazador. Iban todos de negro y embozados. Buscaban a mis jefe y buscaban bronca. La tuvieron , Edgon se defendió como un león , pero el líder de los maleantes le atacó por la espalda y consiguió dejarlo en el estado que ha visto señor...
A Track se le llenan los ojos de lágrimas y no puede continuar, se acerca al alfeizar de una ventana y se echa a llorar como una niña pequeña. Tras un minuto deja de llorar para pasar a un estado de pequeños sorbos y pucheros. Recordándose a sí mísma que es una pixie adulta y que no debe de llorar.
Muy bien, muy bien -asiente el guardia convencido y deja a la pequeña hada desahogarse a gusto, retomando sus labores en la dirección del sofoque del incendio,
Pronto todo acaba y la gente regresa sus quehaceres personales.
Márchese a casa, señoritas -les aconseja el soldado al corrillo de camareras y prostitutas que se ha formado frente a las ruinas del edificio-. Aquí no pueden hacer mucho más.
Tu también deberías irte -le susurra con delicadeza a la pixie, acariciando con un dedo su suave melena castaña.
Mi señor, todo lo que poseía se está quemando ahí dentro, por ahora seguiré a Edgon para ver cómo está, encuentre a los culpables por favor.
La pequeña Track se aleja siguiendo al carro en el que Edgon es transportado, su mirada es triste, pero serena, ya ha perdido mucho como para seguir llorando...