Es cierto -explica la joven hechicera-, no se trata de veneno, si no de magia -dice con gran misticismo-. Magia que ahora ha quedado impregnada en ti.
Bueno, quizá sea mejor que te lo esplique desde el principio.
Con un gesto de su mano hace que los presentes se marchen de la sala, quedando en ella tan solo ella, Edgon, la pixie y el impresionante general.
Hace algún tiempo -comienza-, la Orden de las Brujas de Lumnade conoció gracias al Ojo de la Sabiduría, el Gran Orbe de la Cámara de Visionarios -explica- que, pronto, ciertos acontecimientos venideros cambiarían el destino de nuestro maltrecho país.
Como sabrás, a pesar de ser extranjera, nuestro reino se encuentra en guerra con la isla de Solamne, quien gracias a objetos mágicos y la intervención de las islas que nos separan han ido debilitando poco a poco nuestro país.
El nuevo rey, el joven rey Äthzur, no piensa seguir permitiendo que esto siga así:
Tres soberanías contra la nuestra. Tres monarcas fuertes contra nuestra debilitada nobleza. ¡Esto no puede seguir así! No él no piensa dejarse enfermar por culpa de su magia maldita hasta la muerte, lanzando débiles compañías o tratando de parlamentar. Piensa tomar medidas. Medidas extremas, pero efectivas. Y para ello ha reunido a un grupo de elegidos que nosotras hemos seleccionado gracias a la ayuda de diferentes símbolos del Destino.
La pixie asiente embobada con el relato de Morladle.
¿Y quienes son esos elegidos?, ¿cómo los podeis seleccionar?, ¿cual es su cometido?, ¿que tiene que ver Edgon en todo ésto?
mientras hace las preguntas atropelladamente sigue con la mirada a Edgon para ver cual es su estado.
Bu… bueno -comienza la joven dubitativa-, en realidad los determinantes más válidos son la lógica y el Destino.
La hechicera también hecha una rápida mirada al soldado y continúa:
En el caso de Edgon no existían señales mágicas que lo anunciaran como héroe para esta empresa, pero su impresionante historial como defensor de Lumnade nos bastó para determinar que ninguna misión que se precie podría triunfar sin alguien tan preparado como él -Suspira-. Supongo que ahora lo tendremos que remplazar con otro miembro cualificado de nuestro ejército…
Su mirada se pierde esta vez en el rostro de padrino, quien parece haber comenzado ya a meditar sobre posibles candidatos para el puesto.
Por otro lado, el Orbe nos mostró ciertas señales que, finalmente, nos han llevado hasta un elfo del crepúsculo, cuya labor en la misión aún está por ver… En ese caso solo podemos confiar en que La Diosa nos sea propicia.
Otros han decidido contribuir a la causa por propia voluntad.
¿Y qué mision es esa? Me gustaría ayudar si se puede, soy pequeña, pero por mi tamaño puedo ser muy útil como recaudadora de información.
Volver al Remolino del Tiempo -dice con solemnidad-. Tratar de conseguir para nuestro reino magia que nos proteja de la Luz de Solamne.
Sé que no parece gran cosa –continúa-, pero te aseguro que es algo que puede salvar muchas vidas aquí. Y, desde luego, una misión arriesgada…
No sabemos qué secretos esconde el Remolino, ni como llegar hasta él sin perecer en el intento. Nuestra única pista se halla en un monstruo, o una deidad, según se mire.
Creo que a los dioses y a los monstruos grandes no les importa lo que haga una pequeña pixie como yo. Pero por ayudar al bueno de Edgon haré lo que pueda. ¿Contad conmigo!
Track no se paraba a pensar en las consecuencias de sus palabras ni que siquiera estuvieran pensando en ella para la misión, pero con lo cabezota que se ponia a veces, si decía de embarcarse, lo iba a hacer.
Me alegra mucho poder contar contigo -sonríe Edgon incorporándose ligeramente.- No te imaginas el favor que me haces. Las Brujas han trabajado mucho en la magia de ese papel, y pensar que se podría haber perdido totalmente por mi culpa… Yo…
El guerrero mira sus manos con impotencia.
Edgon, no soy más que una pequeña pixie, pero sé que a tu lado podré ver mundo y vivir grandes aventuras, para mí sigues siendo un héroe. No te achantas ante los fuertes y proteges a los débiles, eso lo hace muy poca gente allá de donde yo procedo.
Track mira con solemnidad al convaleciente posadero. Sí, tras esa máscara de posadero rígido se esconde uno de los grandes héroes de éstas tierras. Con él se vivirán grandes proezas una vez más. Y yo tengo que verlas.
Ojalá eso fuera posible -sonríe amablemente-. Pero aunque parezca que la magia me ha recuperado, yo… -Se aferra a su abdomen con fuerza-. Bueno, digamos que con el tiempo uno aprende a ver cuando no está bien.
En otras circunstancias me pondría más cabezota y trataría de afrontar esta misión por todos los medios. Pero el General Janmiel ya parece haber escogido un sustituto para mí…
Necesitaré algún tiempo en recuperar la magia necesaria para poder sanarte del todo -se disculpa la hechicera-. Y el rey está decidido a que el barco zarpe mañana mismo…
Tú, pequeña pixie, tendrás que partir en él.
Confiemos en que el Capitán Dalharin sea un sustituto “aceptable”.
Es una pena que no puedas venir Edgon, pero he jurado cumpliión que se me encomiende y así lo haré siempre y cuando esté en mis manos el poder terminarla.
Track está apenada por el estado del buen tabernero, pero su determinación o su tozudez hace que esté decidida a hacer lo que ha prometido.
Buena dama, mañana a primera hora me tendrás en el barco que has nombrado y buscaré a ese tal Dalharín, ¿sabe por un casual cómo es o cómo viste al menos? Una descripción me servirá para poder acercarme sin temor. No vaya a ser que me aborde alguien diciendo ser el capitán y luego caiga en alguna trampa...
Es un militar… -suspira con una leve sonrisa-. Viste con pomposidad. Como todos.
Mira de refilón a su benefactor.
La descomunal armadura de éste le hace parecer una gigantesca estatua de bronce pintado.
Supongo que ese Dalharin también vestirá armadura, galones y espada.
De todas formas lo acompañará el Sumo sacerdote de la Orden de Bastet, alguien mucho más fácil de reconocer ya que se trata de un hombre-gato.
No tiene pérdida -concluye radiante.
Con un leve gesto de su mano, la habitación empieza a vaciarse.
Mucha suerte, mi pequeña amiga -se despide el tabernero, acariciando el fino cabello de la pixie, antes de que ésta pueda emprender el vuelo lejos de él, encaminándose a una arriesgada y heroica misión, que puede significar un giro de 180º en la trayectoria de la historia de los Cuatro Reinos.