A pesar de que no te suena demasiado, por el tono de la sacerdotisa deduces que puede ser uno de los múltiples dioses menores que pueblan las creencias de los habitantes de las 4 islas.
Si es una sirena, deduces que puede tratarse de algún monstruo marino, una bruja que viva en el mar o una sirena real, con algún tipo de poder…
Partiréis mañana al amanecer -Retoma de nuevo el rey la conversación-. Debéis conseguir que tempestad os de la clave de cómo llegar al remolino del viento sin perder la vida en el intento ¿Entendéis?
Eledor asiente ante las palabras del rey.
Al fín y al cabo se le brindaba una oportunidad inmejorable de conseguir fama y tesoros. ¿Quién sabe lo que les depararía el futuro?
De lo que Milcaras estaba convencido, era de que, indiferentemente de como surjieran las cosas, sabría mantenerse a salvo.
¿Retomamos? que bien!
Cita:
Jaja, se supone que eso debe hacer que nuestros corazones salten de la emocion?
Me causa gracia la forma en que cree que nos alienta, pero no puedo negar que es una gran oportunidad. Me despido con una reverencia y digo.
Perfecto Mi Lord, le aseguro que sera un exito, confie en ello.
Espero a ver la respuesta de los demas o alguna indicacion de el rey, si no la hay me dirijo hacia la salida, necesito tomar un poco de aire fresco.
-Siempre será un placer ayudar al reino. Sean fuetes.
Inclino la cabeza y miro discretamente al resto de la corte.
Entonces, no se hable más -concluye su alteza-. Mañana el Capitán Dalharin y el Supremo Cerdote les guiarán en el puerto.
El destino del reino queda en sus manos, señores.
Cuando todos os comenzáis a retirar, podéis ver como la suma hechicera de las Brujas de Lumnade hace un leve gesto al sacerdote y al Capitán Dalharin, para indicarles que no se marche…
El rey vuelve a su asiento.
Un par de criados os acercan las sillas hasta la redonda mesa donde se sienta el Consejo Real.
Mi señor. Capitán -os saluda con una leve inclinación de cabeza la hechicera.
Espero que no les haya parecido impropia su posición junto con el resto de “elegidos” para la misión.
Pero no queríamos empezar los preparativos con favoritismos indebidos que pusieran en tela de juicio las decisiones de su alteza -suspira-. Al fin y al cabo han compartido asiento con noble de la casa del La Araña Negra, un proscrito de Belesia, favorecido por los astros, y una hechicera de mi orden escogida especialmente por mí.
Miro a la dama y al capitán.
-Seguro, que el protocolo; no es lo que mas le preocupa ahora.
En realidad, ilustrísima, lo que más nos preocupa ahora es el futuro de la misión -Toma la palabra de nuevo el regente-. Pero no es ese el motivo por el cual les hemos pedido que se queden.
Se detiene pensativo un instante, mientras hecha una mirada rápida al General Janmiel, como esperando una confirmación.
El militar cierra los ojos e inclina la cabeza de forma casi imperceptible.
Debo informarles de que esta misión iba a ser dirigida por el Teniente Edgon Zirrosh -prosigue-. Desgraciadamente el Teniente se encuentra ahora en un estado crítico. Nada que un hombre tan fuerte y valeroso como él no pueda afrontar. Pero, desgraciadamente, su estado si es lo suficientemente grabe como para verse impedido para semejante cometido.
Aunque eso tampoco es lo verdaderamente importante -lo interrumpe la hechicera-. En realidad, lo que más me preocupa es un asunto de índole más bien mágica.
Tengo plena confianza en ustedes como líderes para el grupo -añade rápidamente.
Un leve coro de murmullos se levanta en torno a la mesa. Los consejeros parecen satisfechos con el apunte de la joven.
Lo que verdaderamente me aflige -continua-, es el hecho de que mis brujas y yo habíamos preparado una serie de encantamientos dirigidos al sr. Zirrosh, para que le ayudaran en su cometido.
Debido a una serie de desdichados acontecimientos, ahora esos encantamientos se encuentran sobre una pequeña pixie extranjera, ajena a todo lo que nos acontece.
Le hemos explicado la situación, y está dispuesta a acompañaos en vuestro cometido. No obstante nos es imposible saber la manera en que la magia dirigida a Edgon ha podido mutar al poseerla a ella.
Ponemos a la pixie, llamada Track, bajo vuestra tutela.
Con un leve gesto, ambos comprendéis que el rey da la audiencia por concluida.