Parecía que las aguas volvían a su cauce, Nikola tenía un pronto bastante complicado pero solían ser bastantes pasajeros, en ocasiones parecía un niño, pero claro un niño de casi dos metros de altura. Aun sonriendo Robert hizo un pequeño esfuerzo y apuró su copa, desde que llegara a Las Vegas había reducido considerablemente su ingesta de alcohol y ahora le costaba mantener el ritmo de su compañero. Durante unos instantes se planteó como de divertido podía ser ver un combate de aquellos mastodontes y decidió ir, más complicado sería la compañía femenina, aunque allí con algo de dinero uno siempre estaba acompañado.
- Siento curiosidad por ese combate, uno no tiene la oportunidad de ver sumo en directo todos los días, aunque no sé que mujer que se precie disfrutará viendo esas cantidades de carne y grasa.- Aquello sonó bastante a escusa y realmente lo era, no sólo había reducido su ingesta de alcohol, sino también sus relaciones con las mujeres, salvo en el trabajo no conocía a ninguna otra. - ¿Quién podría acompañarle?
Nikola termina sus pepinillos y a continuación se limpia las palmas de las manos con una servilleta de la barra la deja echa un burruño, pero enseguida aparece el barman retirando los vasos vacíos y la servilleta. Se ríe un poco mas bajo esta vez agitando la chaqueta que pende de sus hombros, yo no quería decirte nada de tus kilos de mas pero tienes razón mole de grasa. Después de reírse un poco a tu costa posa una mano en tu hombro y se despide de ti moviendo la cabeza en señal de negación pero ya de mejor humor. ¿no habría fingido el cabreo para ir a beber una copa no?
Se acerca a la "excursión" de sumos y ves como tieso como una vara y sacando pecho casi resulta insignificante al lado de los poderosos luchadores, aprieta las manos de todos amistosamente y se despide de ellos subiendo los pequeños escalones que separan los ascensores de las mesas de juego. Antes de subir al ascensor hace una seña muy pequeña a uno de los hombres trajeados de la sala y ves como este asiente y se dirige hacia un individuo.
Y allí dejó a Robert un tanto confundido y pensando en sus kilos de más, había descuidado quizás su dieta pero no pensaba que hubiera cogido demasiado peso, nunca había sido un gran deportista pero se había cuidado lo suficiente. Otra de las cosas que habían cambiado a su llegada a Las Vegas era su alimentación, lo que al comienzo le parecio algo sensacional como los perritos calientes y hamburguesas, al mes se había vuelto una dieta aburrida y poco variada, luego comenzó con algunos de los restaurants del casino, si bien la variedad era infinita, en algunos las raciones eran más que insuficientes para saciar a una persona normal, de todas formas el trabajo no le dejaba demasiado tiempo para disfrutar de una comida tranquila sino que la mayoría de las veces debía comer lo que podía en la sala de vigilancia. Sin proponerselo, Nikola había concienciado a su amigo de que debía cuidar su dieta desde aquel mismo instante.
Ver al jefe de seguridad entre aquellos enormes orientales resultaba gracioso aunque si uno se paraba a pensar que Nikola, bastante corpulento, empequeñecía al lado de los luchadores, una eprsona de talla media debía resultar una especie de enano enclenque entre ellos.
El profesor dejó su copa sin terminarla sobre la barra gunto con unos cuantos dolares sobre la barra y se despidió con un gesto del camarero, tranquilo y mucho más relajado al ver que su amigo volvía a estar de buen humos, encaminó sus pasos hacia el ascensor mientras sacaba las llaves y volvía a subir hasta la planta donde le esperaba Albert. - Gracias, parece que Nikola ya está más tranquilo, vaya marrón el de los luchadores de sumo. Nuestro jefe de seguridad no está acostumbrado a cuidar de gente mucho más grande que él.- Una sonrisa apareció a sus labios al hablar mientras recordaba nuevamente la imagen de su compañero rodeado de aquellos gigantes.- Albert no sabrá a quién podría invitar para que me acompañara al combate, Nikola ha insistido en que vaya acompañado por alguna dama.- Según terminó su pregunta se sintió como un adolescente estúpido preguntándole a su padre como conseguir que alguna chica le acompañara al baile de fin de curso.
EN cuanto abres la puerta Albert se gira, ha despegado los ojos de las pantallas unos segundos así que te saluda con una sonrisa gentil y vuelve a posarlos mientras hablas. El señor Nikola es un hombre grande e irascible, pero muy sensato cuando uno sabe calmarlo con una copa de vodka y unos pepinillos. No te sorprende que sepa exactamente que habéis tomado ya que desde esa sala puedes controlar cualquier rincón de la sala de juegos. Cuando comentas la compañía del combate ves como esta vez si que se gira la silla y despega sus ojos totalmente de las pantallas.
Esta sentad frente a ti, con las manos viejas y arrugadas apoyadas en lo que deben ser doloridas rodillas, y sonríe como un abuelo a su nieto Señor Kroetsch, se que ha estado casado, de alguna forma conquistaría a su ex-mujer, no me haga creer que ha olvidados sus días de instituto. Su sonrisa se ha ido tornando mas picara aunque ha hecho esfuerzos para no sonreír demasiado... Quizás...alguna de las camareras...pero creo que Nikola se daría cuenta...una clienta no puede...esta complicado que encuentre una mujer durante su turno de trabajo así que le deseo suerte. En ese momento se levanta de la silla, cansado y coge la chaqueta de su traje. Con ella recuerda a los típicos gangsters de los años 20, seguramente sus años de juventud. Un aire de elegancia que solo poseen las personas que han vivido esos locos años.
Las palabras de Albert eran ciertas, parecía que Nikola tendría que cambiar de apartamento pues era casi imposible que encontrara acompañante mientras estaba de trabajo si se descartaban las clientas y a las camareras. Encogiendose de hombros Robert comenzó a sacar su ordenador portatil y organizó la mesa de trabajo. A parte del ordenador, también dejó un termo con algo de cafe, una botella de agua, un cuaderno y un par de puntafinas. Aunque podía llamar y pedir cafe y comida cuando quisiese, Kroetsch prefería no tener que esperar para beber agua o tormarse un cafe cuando le apetecía.
Una vez ordenado todo se sentó y observó todas las pantallas antes de comenzar una por una fijandose en los que allí se sentaban, primero era mejor mirar por si había algún habitual, hizo zoom sobre un par de mesas por si había alguno disfrazado y luego continuó con la rutina habitual, apuntando en su cuaderno y ordenador los que permanecían más tiempo en las mesas, esos eran los contadores de cartas y timadores potenciales.
El tiempo era algo incierto mientras estabas sentado mirando las pantallas. Nunca estabas seguro de cuanto llevabas sentado desde que miraste el reloj por ultima vez al beber algo de agua o al servirte un café. La sensación actual era de cansancio y tedio. Los rostros en blanco y negro comenzaban a ser algo demasiado tedioso, así que empezaste a pensar que sería divertido ver como se entretenían los sumos en la ruleta.
Había dos grandes luchadores, uno de ellos con faja y el otro con un traje sencillo con camisa de cuello mao. El de la faja estaba alegre o al menos esa era tu sensación, la redonda cara hinchada por el peso estaba algo tensa, y sus ojos demasiado achinados, casi como dos lineas finas que pretendían ser gemelas de sus cejas. Tiraba de la ruleta con una gran afición, y mientra su compañero de la camisa se entretenía con las chicas que se arremolinaban en torno al coloso que parecía desperdiciar su dinero con apuestas absurdas a un solo numero, y uno diferente cada vez. Mientras pensabas en lo poco legal que era que ese luchador fuera el que hiciese girar la ruleta pensabas cuanto habría ganado la banca del casino solo por dejarle jugar tranquilamente. Si Nikola y sus chicos no habían actuado todavía era porque seguramente no merecía la pena invertir esfuerzos así que tu ibas a hacer lo mismo.
En las mesas de black jack un tipo de envergadura luchador, pero algo mas occidental estaba sentado a una mesa desde hacia poco tiempo, su primera apuesta estaba colocada sobre la mesa, una ficha de 500 dolares, podía ser un tipo a vigilar. Nadie comenzaba así como así con una cantidad tan grande de dinero...y no sabrías decir por que ese tipo tenia algo que llamaba tu atención.
Por el rabillo del ojo pudiste ver como una de esas mujeres vestidas con traje de noche, joyas de cóctel y peinados lujosos introducía una mano entre los pliegues de la chaqueta de sumo del traje mao y le sacaba su bonito billetero, algo relleno la verdad.
El tipo de la mesa de black es el pj de Alvaro para mas descripción de su cara...XD
Cuando parecía que nada iba a ocurrir aquella noche, la ratera vestida de prada hizo su aparición, sin duda se trataba de una novata, cualquiera se daría cuenta de que aquellos gigantes estarían vigilados y bien guardados por las camaras del casino, realmente no era muy importante si a un don nadie le robaban unos cientos de dolares, pero a los invitados y grandes personajes se los tenía en muy alta consederación, una mala crítica de alguno de estos en la prensa podía hacer mucho daño al casino.
En cuanto la "grupie" cogió el dinero, Rabert pulsó el botón que le comunicaba con el auricular que portaba Nikola. - Tenemos una rata, vestido negro de tirantes, pelo liso rubia, posiblemente tinte, peinada para un cotel metro sesenta aproximadamente. Junto a tu amigo del traje Mao, le ha sacado un buen fajo, sé discreto, pero rápido antes de que nuestro gigantón se de cuenta de su perdida y pueda montar algún lio.- Su amigo hizo un leve gesto de asentimiento a la camara para mostrar que había cogido la información.
Kroetsch centro la señal de la camara donde la ratera había sido descubierta y la de aquel tipo extraño que había comenzado con una apuesta tan fuerte, así las tenía juntas para poder acceder a ellas con mayor rapidez. Sin perder de vista al tipo de ridículo bigotillo siguió la evolución de Nikola y la ratera.
Nikola asintió a tus palabras, un leve movimiento de cabeza, nada que pudiese alertar a otros contadores y ponerse en guardia. Tu fornido compañero de piso comenzó a recorrer la sala del casino simplemente de forma distraída, se coloco cerca de otra columna y adopto una pose de descanso militar. Las piernas algo abiertas y los brazos detrás de la espalda. Cuando tenia las manos enlazadas en la espalda se llevo una de ellas a la oreja fingiendo que se colocaba el pinganillo y la devolvió a su lugar, en la retaguardia.
Conocías esa señal, la habías visto otras veces y desde el fondo de la sala uno de los hombres de Nikola hizo su irrupción en la escena, iba vestido con un elegante esmoquin, se coloco cerca de los sumos e hizo algunas apuestas fuertes, la rubia pico al instante y cambio sus arrumacos al poderoso sumo para dedicárselos al hombre del casino. Cuando llevaba unos pocos minutos apostando el chico invitó a la dama a que la acompañase a la barra, con un suave gesto la rodeo la espalda con una mano para guiarla mas cómoda y elegantemente, pero para sorpresa de la tipa su destino era una de las salas de seguridad.
A tu elección puedes ir o no a la sala de seguridad, sobre el tipo de las apuestas...ha estado ocupado esta semana...lalala ;)
Robert se sintió tentado de acudir a la sala de seguridad y ver que sacaban a aquella señorita, sin embargo algo le retuvo en su asiento, una corazonada o tal vez su instinto. Volvió a recorrer las pantallas con más calma, aquel robo podía haber sido una distracción, la joven ladrona no había tenido problemas para sacarle la cartera bien llena a aquel gigante pero no había tenido en cuenta las cámaras, Kroetsch no lo creía, todo el mundo conocía de ellas, todos los casinos las tenían y aunque estuvieran ocultas nadie se sorprendería de que todas las cámaras enfocaban a las mesas y lugares de juego. Además la noticia de la visita de aquellos luchadores había sido publicada por un montón de medios, estarían vigilados y bien cuidados.
Siguiendo sus instintos revisó cada personaje sospechoso y los que había pasado por alto podía equivocarse y perderse la escena de la sala de seguridad pero mejor perderse la diversión y cazar al pez gordo. - Nikola estate atento, podría haber sido una simple distracción.
Nikola espera paciente mientras que su compañero con el esmoquin conduce a la señorita carterista hasta la planta de seguridad, a los pocos minutos el joven aparece de nuevo en la sala pero esta vez sin acompañante femenino, ya ha entregado el paquete, era su trabajo. Se recoloca la pajarita y ves en ese momento como Nikola y él se entrecruzan. Tu compañero de piso desaparece dentro del ascensor y en esos momentos recibes una llamada al teléfono de la oficina donde te encuentras.
Según lo descuelgas no te da tiempo a decir nada solo escuchas la voz tan conocida de Nikola, ahora no puedo estar atendiendo la sala de juegos, una señorita me espera para ser interrogada. Como jefe de seguridad es su trabajo ocuparse de los interrogatorios, y mas siendo tan suspicaz como el antiguo militar, no confía en nadie para esos detalles cuidadosos. He dejado al chico en mi posición para lo que necesites es el canal 5.
Mientras miras el rostro en la pantalla unos suaves golpes en la puerta de tu oficina te sacan de tus pensamientos y tu organización.
Robert se preguntó quien sería, la mayoría de sus compañeros entraban y salían sin avisar, lo prefería así, pues si no hacían demasiado ruido no perdía la concentración ni se distraía, y si querían algo de él entrarían de todas formas, les diese o no permiso. Pensó un segundo en si había pedido algo a las cocinas, pero no recordaba que hubiera sido así.
Ya había perdido la concentración y el hilo de su escrutinio, volvió a mirar la pantalla donde estaba presente el tipo peculiar del bigote, pero este no aparentaba ser más que lo que era, un tipo grande, rico y con ganas de disfrutar.
Al darse cuenta que quien fuera que hubiera llamado no entraba sin esperar (había comprobado que aquella era una costumbre habitual en los Estados Unidos) decidió hablar y librarse de la incertidumbre. - Adelante puede pasar. - Kroetsch continuó observando las pantallas aunque ya no la gente que allí aparecía, sino el reflejo en los monitores de la puerta entreabriendose.
El reflejo de la pantalla te devolvía la imagen del pomo bajando tímidamente hasta abrir la puerta con cuidado, a estas alturas ya habías descartado a todos tus compañeros los cueles si algún día se planteaban llamar a la puerta nunca esperarían a que les dieses permiso para entrar y mucho menos abrir la puerta de forma tan delicada. Cuando la figura que se escondía tras la hoja de madera se hizo visible aunque un poco borrosa comprendiste de inmediato por que era extraña la situación. La secretaria personal de las señoritas Highlander se había molestado en salir de detrás de su mesa de cristal y bajar hasta tu planta para darte un recado.
Era una joven de apenas unos 24 años, con una coleta inmaculada de cabellos rubios de la cual no se escapaba ningún pelo rebelde, su ropa estaba igual de impoluta y solo se apreciaban algunas arrugas de permanecer sentada en las dobleces del pantalón. Vuestro "uniforme" por así decirlo era similar, un traje oscuro de chaqueta y pantalón y camisa, en su caso blanca. Aunque no habíais elegido calzado similar, ella lucia unos zapatos con un impresionante tacón de aguja y una puntera igual de afilada sobresalía del fondo de la pernera. Con una voz a penas susurrada te saludo titubeando un poco en la pronunciación de tu complejo apellido Buenas noches señor Kroetsch, ¿como están las mesas hoy?
Robert trató de recordar el nombre de aquella chica pero no logró siquiera aproximarse, pensó que con toda posibilidad nunca se lo hubiera dicho y no supiera como se llamaba. Algo confuso y sorprendido por la visita de la secretaria de las jefas el antiguo profesor se giró en su silla sin saber muy bien como contestar a aquella simple pregunta. - Pues hasta hace apenas unos minutos la noche estaba resultando bastante tranquila, ahora mismo tenemos una carterista hablando con Nikola.- Parecía que no podría volver a concentrarse en su trabajo, quizás pudiera tomarse un pequeño descanso. - ¿Tiene hora?, me he dejado el reloj en casa y como siempre he perdido la noción del tiempo.- Kroetsch pensó en ir a visitar a Nikola y ver que sucedía, o quizás dar un paseos por las salas y ver de cerca al tipo extraño, acordandose de este volvió a echar un vistazo a las cámaras para localizarle.
Atendía a tus palabras como si dependiese su vida de ellas, sin duda debía ser la costumbre de recoger recados y de cazar cosas al vuelo para después apuntarla en una agenda y realizar los tramites necesarios. En cuanto preguntaste por la hora miro un diminuto reloj de pulsera que llevaba en su brazo izquierdo, la correa era un aro de plata y la esfera una burbuja elegante. Son las 11 en punto exactamente.
Se humedeció un poco los labios con la punta de la lengua mientras miraba con curiosidad la sala llena de pantallas, no podías creer que tal vez fuese la primera vez que se encontraba en esa sala. El señor Nikola es muy eficiente en su trabajo, así que no debemos preocuparnos por esa carterista, por muy experta que sea no creo que se le escape nada. Era todo un detalle por su parte que no te reconociese tu parte de merito, ya que sin tus ojos sobre esas pantallas la carterista seguramente se habría ido a comprarse un bonito vestido para intentarlo a la noche siguiente, eso si no hacia una ronda de casino en casino. Tengo una invitación para usted, la señorita Kirsty Highlander desea verle en su despacho.
Robert estaba a punto de responder sobre la habilidad del jefe de seguridad cuando se quedó sorprendido por la invitación de la señorita Kirsty. Miró hacia las cámaras que se suponía debía controlar preguntandose quién controlaría si algo sucedía, más teniendo a Nikola dentro de la sala de interrogaciones, pero encogiendose de hombros se levantó de su asiento para seguir a la secretaria. Si una de las jefas quería verle, él no debía preocuparse de lo que sucediera en el casino.- Pues salvo ver la tele no tengo nada mejor que hacer así que estaré encantado de aceptar esa invitación.