Julia arqueó las cejas sorprendidas. Trató de observar si Berryl había tenido éxito en su misión. No le quedaba mucho tiempo si quería obedecer al Rey, y sin dudar lo haría. - Cuando mi Señor Rey lo desee esta joven subdita estará disponible. Respondió al criado. Espero también poder bailar con vos mi señor en algún momento. Sois buen bailarín? Estaba nerviosa pero debía mostrar entereza.
- No creo que pueda superar a Su Majestad.- sonríe ser Fayon.
No ves a Berryl pero los invitados están entrando y saliendo de la sala a los jardines.
Sigues al criado hasta donde está al rey. Tu padre estuvo en la corte cuando era joven, una vez, y te ha hablado de lo que vio mil veces. Te comentó que entonces Aegon Targaryen era fuerte y gallardo, un campeón de torneos. Un seductor de mujeres. Un auténtico hijo del dragón.
De ese hombre, pero, queda poco. La mayoría ha sido sepultado por la grasa y la seda. Pero la mirada de sus ojillos te hace entender que sigue teniendo los mismos apetitos.
Empieza la música y empezáis la danza. No es mal bailarín, aunque pronto está bufando por el esfuerzo. Con todo aprovecha los momentos para apretarte contra él mientras alaba tu belleza y tu gracia en susurros al oido.
Entre vuelta y vuelta ves a Berryl... Está cruzando las mesas y te guiña el ojo. Entonces ves que Fayon también la ha visto...
-
Motivo: Percepción
Dificultad: 0
Tirada (4): 5, 6, 2, 3
Guardados (4): 6, 5, 3, 2
Total: 16, Éxito asombroso
Un digna reverencia de Julia hacia Fayon acompañó su despedida. Era hora de jugar entre los peces mas gordos del Reino. Respiró profundo, hinchando su pecho de aire. Enderezó su columna y se acercó al Rey con todo la gallardía que le era posible. No necesitaba demasiado esfuerzo para lucir como una diosa.
El Rey demostró que alguna vez fue un gran bailarín. Sus palabras susurradas al oído sacaban leves sonrisillas en la cara de Julia. Sus rizos se movían a veces una pizca deliberada mas de lo necesario y rozaban la cara del antaño guerrero.
En un giro recibió el guiño cómplice de Berryl, pero no se inmutó, podría haber sido un guiño para cualquiera. Sus ojos estaban ahora en los del Rey, mostrándose seria a veces y dejando escapar alguna mirada cómplice otras. Aquello era su sueño, lo que siempre había deseado. Toda su vida la encaminó hacia aquella noche que terminase como terminase quedaría ya en la historia.
Pronto no te queda duda que lo que pretende el gordo, viejo, sudoroso y borracho monarca es llevarte a la cama...