Partida Rol por web

Alarich reparte golpes, gritos y amenazas, pero consigue poner su nave a toda marcha.

Cuando conseguís llegar a Puerto Rojo, ya es el anochecer i veis que están asediando la ciudad! Hay cientos de hombres de hierro preparando arietes y escaleras alrededor de hogueras. Al veros algunos se acercan a la costa y lanzan algunas flechas y gritos de burla y desafío, pero prodríais entrar en el Puerto sin problemas.

Era un escenario desolador. Les habían engañado como a niños, aunque por suerte no estaba todo perdido. Estaba seguro de que Sir Paxter Alander, su medio hermano y el propio heredero estarían ahora mismo liderando una defensa efectiva contra los incursores y por suerte, habían llegado antes de que el asalto se hiciera efectivo.

Oteó el horizonte tratando de buscar alguna zona de desembarco libre de guardias incursores. Un punto desde el que organizarse y obligar a los propios incursores a separarse. Se acercó a su contramaestre y le susurró unas palabras.:

- Manda un mensaje al señor pidiéndole autorización para disparar las balistas. Creo que deberíamos esperar a que empezaran un hipotético asalto para atacarles por detrás. Nuestros marineros son duchos en el mar, pero esa gente lleva armaduras de malla, y en tierra seguro que tienen ventaja. Si les dividimos tendremos mas posibilidades. Eso sin contar con que si atacamos sus barcos seguramente vuelvan a defenderlos. Porque de nada les serviría asaltarnos si no pueden volver a su patria. Ahora los que tenemos la iniciativa somos nosotros.

Tomaría su hacha a dos manos que le quedaría como un hacha normal, y un escudo en la mano izquierda y miraría a las dotaciones:

-Tensad las balistas y apuntad a grupos grandes de personas, a arietes y a escaleras. A cualquier cosa que nos pueda disparar de vuelta. ¡Soldados, preparad vuestras armas a distancia, les castigaremos desde aquí hasta que recibamos nueva orden!

Espero que Gertha y los chicos estén a salvo, y que mis hijos no intenten ninguna tontería. Espero que la milicia se haya armado a tiempo y que estén preparados en el muro... Cuidad de ellos, ancestros...

Ulfryd no paraba de mirar el barco insignia, esperando la orden de disparar contra esos bastardos, y de arrollar sus naves o lo que fuera. Cualquier cosa antes que seguir mirando a esa escoria. Escuchaba sus insultos, y nada le ponía mas enfermo que no poder separar del cuello la cabeza de sus enemigos...

Antes de que acabe la noche añadiré a mi cuenta personal otra cabeza de noble isleño. Pagarán por esto.