Partida Rol por web

Mejor espero, mis heridas....

La flecha de Julia entra por el ojo de un saqueador y sale por el cráneo...

La flecha de Julia atraviesa el escudo y araña el hombro de Dalt, pero la cota de mallas le protege de cualquier daño grave. Le dirige a la muchacha una mirada preñada de futuras promesas.

- Eres mía, zorra...

Pues lo gasto, pero no se como. La dificultad era 7 y la pase.... Se puede gastar para que los incursores fallasen en pillarme?

Julia apenas consigue escapar por los pelos del ataque de los saqueadores, y cabalga hacia la puerta de la posada.

Pese al dolor de sus heridas, Ser Paxter retiene algo de la habilidad de monta que demostró en los torneos de su juventud, y repartiendo golpes para mantener alejados a los saqueadores más audaces, cabalga hacia la salida.

En las puertas, Hector Westerling y Ser Dalor Flores han mantenido a raya a los saqueadores y mantienen las puertas abiertas mientras pasáis. Aunque el anciano ser Dalor ha recibido media docena de dardos y Ser Hector sangra por una herida en un brazo. Cuando llegan los Alander, cruzan las mismas al galope, uniéndose a Dayna Serrett y los que les esperan fuera.

Todos juntos cabalgais lejos de la posada, perseguido por los dardos y los gritos y maldiciones de los hombres de hierro. Habéis salido relativamente bien librados de la emboscada, aunque Dalor apenas se sostiene sobre la montura.

Cuando perdéis de vista la posada, Tormen os detiene un momento:

- Ayer fue un barco de los hombres de hierro acechando la nave de Lady Desmera. Hoy son saqueadores a millas de la costa... Hemos de volver a nuestro castillo de Puerto Rojo enseguida. Allí estaremos seguros todos.

- ... y desde allí organizaremos el contraataque. Esto no quedará así, vamos!!! Exclamó Julia furiosa.

Mientras Tromen habla, Dayna le pide a la Septa Desmera que ayude a Dalor con sus heridas. Lady Serret se dirige a Héctor y le examina el brazo herido: - Permítame Ser Héctor. Dayna descubre la herida y corta un trozo de su capa magullada para limpiarla. Cuando acaba, cubre la herida con mucho cuidado. - Alguien debería mirarle esta herida cuando lleguemos al casillo Ser. 

Vendas la herida de Ser Héctor. Este recibe tus atenciones con una cálida sonrisa.

- Gracias, Lady Serrett.- dice simplemente. Pero tu avezado ojo te permite darte cuenta qque, al agradecertelo, te sujeta la mano un momento más de lo necesario y luego en el trayecto vuestras miradas se cruzan en varias ocasiones... Y él sonríe.