Partida Rol por web

- Si se nos cruza algún pirata, pronto lo mandaría al infierno sin cabeza, bardo.- gruñe Ser Dalor. El caballero reconoce las coloridas ropas de Thom.- Nos dijeron en Torre Tarbeck que los isleños están inquietos otra vez.

- El Padre nos protegió del peligro y la Anciana os trajo en nuestra ayuda.- añade la septa dandoos la bendición mientras contiene un estornudo. Es la más mojada de todos, pues la ha pillado una ola cruzando entre barcos.

- Si es a vos a quien debo este rescate, ser Tormen, os doy las gracias. Son todos muy amables. Será un placer ampararnos en la hospitalidad de Puerto Rojo.- dice lady Desmera muy cortés.

Los que no son nobles dejan sus caballos a la doncella y sus acompañantes (con lo que les tocará volver a pie, o refugiarse en el barco).

Entre el rescate y la vuelta, ha pasado ya la mayor parte de la noche cuando volvéis a Puerto Rojo. Allí Ser Alarich da la bienvenida a sus huéspedes inesperados. Como están agotados y mojados, se les da habitaciones acordes a su rango y tras probar el pan y la sal (como marca la costumbre) se van a dormir. Mañana ya habrá tiempo de saciar la curiosidad.

Tras despedir a tus huéspedes, sólo tienes ganas de irte a la cama... Pero tu esposa está emocionada con esa visita.

- ¡Una Redwyne del Rejo! Su padre es uno de los señores principales del Dominio. ¿Cómo habrá ido a pasar cerca de puerto Rojo? ¿Y porqué irá a Banefort? Si el pobre Lord Banefort no ha salido de su torre en años, con lo enfermo que está... Pero hemos de quedar bien con ella, Paxter. Mañana Paxter te afeitas bien y te pones el jubón. No, el cosido no, el de las ocasiones importantes. Y tengo que hacer trenzas a las niñas...

THOM: Me parece correcto, pero el vino tan bueno está bien vigilado por el mayordomo. Tira Primero Sigilo (Dif 9), luego PErsuasión Cautivar y rolea un poco lo que dices.

Thom llegó a la fortaleza cansado, empapado y de mal humor; tener que volver a pie desde la playa, embadurnándose la capa y las botas de barro, no era plato del agrado de nadie. Y los constantes desprecios de la hermana de Tormen no estaban ayudando a calmar sus ánimos. Quizás hubiera sido mejor que se quedara en Desembarco del Rey... Pero mientras Thom continuara gozando del favor del heredero de los Alander, lo que pensara su hermana de él le traía al pairo.

El ajetreo causado por la llegada de los inesperados invitados ya había decaído para cuando Thom salió de su habitación, seco y vestido con ropa limpia. Un plan se había ido forjando en su cabeza mientras subía la resbaladiza cuesta de la colina de Redport: si Tormen lograba casarse con la joven Redwyne, la Casa Alander ganaría un poderoso aliado y su Señor tendría paso franco a Cortes de mayor importancia. Quizás Thom pasara de ser "una suerte de bardo" a consejero de ser Tormen, Heredero -y algún día, Señor- de la Casa Alander. Consciente de que su condición hacía difícil tratar directamente con lady Desmera, decidió abrirse paso a través del eslabón débil de la cadena: su tutora y septa Anella.

Si pudiera conseguir una copa de Dorado del Rejo, calentado y condimentado con algo de especias, podría ofrecérselo a la septa como regalo de bienvenida... Un buen vino caliente destraba la lengua más reservada.

Aprovechando que su aposento lindaba con la entrada a las cocinas, Thom se acercó cauteloso a echar un vistazo. La habitación estaba vacía, anegada de oscuridad y silencio, con los fogones descansando tras horas de trabajo. Avanzando sigilosamente, casi sin respirar, cruzó la estancia hacia el acceso a la bodega. Cuando su mano estaba ya presta a agarrar el pestillo de la puerta, el sonido de unos pasos le congeló en el sitio. Volviendo la mirada hacia el portal que daba al pasillo, pudo advertir la temblorosa luz de una vela haciendo juegos de sombras en la pared del corredor. ¡Baldrick, el mayordomo! Sin pensárselo dos veces, levantó el pasador, se adentró en la densa negrura de la bodega y guardó silencio rezando a los Siete para no ser descubierto. Tras unos minutos que le parecieron horas, los ruidos que le llegaban a través de las tablas de la puerta se apagaron, y Thom pudo volver a sacar la cabeza: el bueno de Baldrick se había ido. Rápidamente, rogando para que el siempre rezongón mayordomo no volviera, tomó una copa de uno de los armarios, la llenó con Dorado del Rejo y la calentó en los moribundos rescoldos del hogar de la cocina; una pizca de canela dio el toque final a la llave que le abriría las puertas de la gloria.

Thom sabía donde habían alojado a lady Desmera y su séquito y no le costó demasiado cruzar la muda fortaleza por los pasajes secundarios de la servidumbre. Por una vez la fortuna sonrió al bardo, que encontró a la septa Anelle a medio camino, posiblemente volviendo de la letrina.

- Bienhallada septa, qué placer encontrarla -empezó Thom, ensayando su más sincera sonrisa de bienvenida-. No quiero ni imaginar lo terrible que debe haber sido para usted y su Señora el mal trance por el que han pasado hace unas horas.

Como reparando por vez primera en la copa que portaba en la mano, Thom ofreció el vino a la mujer.

- Hágame usted el favor de tomarse esta copa de vino caliente; la he preparado yo mismo para combatir esta fría y húmeda noche. Es Dorado del Rejo, de su hogar; seguro que su dulce sabor le traerá a la mente momentos mejores y llenará sus sueños de felices visiones.

Cuando la septa tomó el humeante cáliz, Thom arremetió con su más melosa voz:

- Demos gracias a los Siete por que mi Señor Tormen actuara con tanta presteza. Si no hubiera organizado el rescate con semejante diligencia, no sé qué hubiera sido de su barco... Y no sé si debería decirlo -continuó con un tono conspirador, acercándose ligeramente a Anelle en un intento de ganar su complicidad-, pero sospecho que mi Señor ha quedado prendado de su pupila en cuanto ha contemplado su exquisita gracia. Creo que en eso debería darle las gracias a su tutora, que debe haber sido la responsable de enseñarle tan delicadas maneras.

Ante la tímida sonrisa de la septa, que ya había tomado un par de sorbos del delicioso brebaje, Thom se arriesgó a dar un paso más.

- Espero que lady Desmera no tenga algún pretendiente ya. Por el bien de ese caballero, si lo hubiese, no me gustaría estar en su pellejo. Ser Tormen es un hombre valiente y arrojado, y no ceja nunca en su empeño cuando toma una decisión. Y aunque suele ser un hombre noble y sereno, retaría a medio Dominio si con ello pudiera ganarse el corazón de su Señora. -Thom rió su propia broma con una carcajada corta, pero franca-. Discúlpeme, septa Anelle, quizás la estoy acosando demasiado. Siento un profundo afecto por mi Señor Tormen; es un hombre honesto y sencillo, capaz de ganarse el amor de sus súbditos.

- Ay, sois muy amable, maese Thom. Estoy realmente acatarrada.- la septa te sonríe.- Rezad por mi al Padre para que me de fuerzas.

"SIn duda vuestro señor es un noble joven y sus intenciones son honestas, pero precisamente Lady Desmera viaja para conocer un joven con el que su padre planea comprometerla. Ser Hector Westerling. Sin duda habéis oído hablar de él... Pero creo que estoy siendo indiscreta. ¡La fiebre me nubla! Os ruego que me dejéis descansar.

Thom sonrió comprensivo ante el agotamiento de la septa.

- Por descontado, mi señora. Es tarde y usted necesita descansar más que el resto -dijo a modo de despedida.

Ya se estaban separando los dos, cuando el bardo se volvió de improviso.

- Y disculpe mi elucubraciones sobre los sentimientos de mi señor Tormen. Paso demasiado tiempo cantando baladas y sospecho que el romanticismo de mis canciones ha velado mi visión del mundo que me rodea. Buenas noches y felices sueños.

Thom ensayó una florida reverencia en señal de adiós, volviéndose después para tomar el camino a su estancia con la capa arremolinándose a su espalda.

-Beth, cariño, no te preocupes, iré bien, ya sabes que soy distinto al resto de la familia que tengo por aqui, yo me he adaptado algo más rapido que el resto. No te preocupes de las niñas, la septa las preparará, tu descansa y preparate bien, pues creo que la mayor hospitalidad sobre una sierva del domino la puede ofrecer otra antigua sierva del dominio, no crees? Ayudame a coordinar las cosas sin sobre esforzarte. Está mucho tiempo con ella, y todas las dudas que tienes sacaselas, las mujeres confian antes en otras mujeres no es así (le hago un guiño).....