Aunque ella no se había atrevido a mencionar su nombre, Larkyn si. Y por como hablaba de Van, tenía las mismas expectativas optimistas que ella, de que el niño que había conocido ahora fuese un hombre sensato, cordial y amable, dispuesto a conocer y servir al heredero de estas tierras.
Fue por eso que decidió ignorar la rabieta de Arthur. Sabía que con él en ese estado no podría hablar, y que si era tan terco como todo el resto de la familia, seguramente habría que esperar a que comprobara por el mismo la naturaleza de su medio hermano antes de que dejara esa actitud de lado.
Iba a responderle a Larkyn que tenía razón en que quizás no era el momento más adecuado, cuando apareció su tío y los interrumpió. Una interrupción bien recibida, como cualquier momento en que Ser Byron se cruzase en su camino, pues él siempre sería fuente de alegría y buenas enseñanzas, y jamás había habido un momento donde sintiera que estaría mejor sin él a su lado. Además, de seguro ayudaría en esta situación, pues cuando ella había sido una niña siempre había sabido contentarla.
Iré inmediatamente, querido tío. Si me disculpan, caballeros... - se despide con una reverencia y una sonrisa, para luego ir en dirección a la torre indicada. Como Larkyn les había dado a entender, tendrían que dejarlo para después.
Cuando estuvo seguro de que sus sobrinos no podian oirlo, ser Byron dio un suspiro.
-No te preocupes por el equipo, chico dijo el enorme caballero, poniendole una manazo en el hombre del pupilo Ha llegado un cuervo de Bastion de Tormentas: Una alianza organizada de bandidos ha tomado las ruinas de Refugio Estival, la antigua fortaleza de veraniego de los Targaryen. Nuestro señor, Lord Renly, nos ha mandado a dirigirnos con tropas al lugar y asediarlos para derrotarlos de una vez por todas. Marchamos a la batalla, chico. Tu seras mi escudero. Cuando Arthur ya no ocupe al herrero, toma cualquier armadura que te quede y llevala hacia el, que te la prepare para tal rango. Si todo sale bien, podremos probar una vez mas si tienes madera para las espuelas o no.
La noticia pilló a Larkyn por sorpresa y por un instante no supo como reaccionar. El combate de entrenamiento de aquella mañana había sido genial contra todo un héroe como Ser Byron y había salido relativamente bien parado pero aquello... ¡Se trataba de un combate real! Eso es lo que había estado esperando desde siempre. Quizás debería haber sentido algo de miedo, pero en aquellos momentos solamente sintió la excitación de una posible batalla cercana.
-¿Su escudero? ¡Será todo un honor Ser Byron! No podemos permitir que un grupo de bandidos piense que pueden hacer lo que quieren en estas tierras o más seguirán su ejemplo. Lord Renly hace bien en cortar esto de raíz antes de que se convierta en algo más grave. ¿Un asedio? Larkyn se quedó pensativo. Había dos tipos de asedios, los de desgaste que intentaban dejar al enemigo sin víveres y suministros y desanimado, sin más opción que rendirse o salir a plantar cara al enemigo en campo abierto, o en los que se tomaba una fortaleza por asalto. Estos últimos eran mucho más peligrosos para los atacantes pues detrás de los muros los defensores tenían una gran ventaja, al menos hasta que se abría una brecha lo suficientemente grande para que el grueso de las tropas atacantes pasara. ¿Esperaremos a que se rindan o los sacaremos a patadas? Desde luego Larkyn hablaba con el entusiasmo de su juventud, la falta de experiencia en las batallas reales no le permitían ser todo lo prudente que debería. Además con el beneplácito de Lord Renly y contando con Ser Byron en su bando el grupo de bandidos se le antojaba escaso rival. Caminó hasta la armería y miró las armaduras. No tuvo que dar muchas vueltas pues ya tenía echado el ojo a un par de ellas, se las señaló a Ser Byron. ¿Que le parecen? ¿Cual me recomendaría, Ser Byron? Y no se preocupe, no la llevaré al herrero hasta asegurarme que Lord Arthur termine con su encargo. Parecía que Ser Byron no quería que Arthur lo supiera, o más bien estaba esperando un momento más apropiado para informarle pues tarde o temprano se enteraría de todo, así que intentaría ser discreto en ese asunto. No le decepcionaré Ser Byron. ¿Tras llevar la armadura necesita que haga algo más? ¿Quiere que prepare su caballo o repase sus armas y armadura? Cualquier cosa que necesite solo tiene que pedírmelo Ser.
Lo de la armadura lo dejó así abierto porque todavía estamos pendientes de lo de mi equipo, así que me conformo con lo que el máster considere apropiado.
Lebron estaba releyendo el inventario de provisiones que tenía el castillo, quería separar parte de los mejores alimentos para el agasajo de esa noche que la dama le había pedido, pero no agotarlos, pues debía reservar una parte abundante pora la inminente llegada de su hijo desde Dorne. El inventario era extenso, e incluía también las otras provisiones, las que iban a alimentar a la guarnición, las cuales por cierto no eran tan abundantes como había pensado.
Vió subir por las escaleras al joven Arthur y a su hermana - Que gusto verlos por aqui, si han venido a adelantar sus estudios, los recibiré encantado- les dijo con una sonrisa, mientras se hacía a un lado, confiado en que vendrían a ver a su madre, que se encontraba a unos pasos de distancia en la habitación.
Arthur lucía su característico mohín, y ya que se detuvo frente a Lebron parecía que lo de pasar de largo no iba con él. Ni siquiera se percató si su hermana seguía sus pasos, y si no le decía nada de lo sucedido anteriormente se lo agradecería secretamente. En cuanto vio la buena disposición del Maestre corrigió su actitud
- Pues... -dudó. No parecía que supiera qué hacía allí-. Tío Byron dijo... que viniera para que me ayudara a crear un diseño para la empuñadura y la guarda de mi futura espada.
Pareció que buscaba en su memoria las palabras con exactitud. Lo cierto es que ese pequeño detalle le entusiasmaba, era una prueba de que se hacía mayor y se preocupaba de no faltar a la verdad, y menos con su tío.
- Podemos hacerlo después de estudiar. O antes -Aunque la impaciencia que desprendía sugería aquello último-. Estaba pensando que tiene que ser algo... Ahm... ¡práctico! -Recordó una de las palabras bastante recurrentes de su padre-. La utilidad de una espada está en el acero, no las... las...
Se rascó la nuca y miró al Maestre.
- Algo de flores -murmuró.
Lamento contradecirlo, Maestre, pero esta vez voy encaminada a una conversación con mi señora madre. Lo buscaré más tarde, si no le molesta y el tiempo trabaja a nuestro favor. - contestó con una sonrisa, pues si la venida de Van se había tomado su tiempo como parecía, de seguro tendría tiempo de estudiar. Por otra parte, si no era así, el Maestre tendría cosas mucho más importantes que hacer en esta ocasión y podrían continuar con sus aprendizajes en otro momento.
¿Florituras? - susurró discretamente a su hermano, intentando ayudarlo. Era lo único parecido a flores que se le ocurría, y para su desgracia, aunque le parecía haber escuchado una frase similar de boca de padre, no había hablado tanto sobre el tema con ella como le hubiese gustado.
Dio unos pasos más hacia Lady Shiera, buscando llamar su atención.
¿Me llamabas, madre?
Shiera miró a ambos entablar una conversación con Lebron. Sabía que sus hijos lo apreciaban y ella estaba tranquila de tenerlo cerca, era mejor que tener a desconocidos que podrían lastimar a su familia. Aguardó pacientemente y sonrió cuando escuchó lo de las florituras, cuando Farryn se acercó a ella y preguntó qué quería, tomó las manos de su hija. Nunca era demasiado expresiva pero aquel día sus hijos necesitarían su apoyo y ella apoyarse en ellos.
-Farryn, querida. Algunos hombres tienen que partir, vuestro tío entre ellos pero estaremos bien, cuidados y resguardados... Esta noche daremos una cena abundante y que dé sensación de paz a nuestra gente. Así Van llegará en buen momento.
Se acercó a su hija un poco más.
-Hija, vos y tus hermanos son importantes para mí. Sé que la llegada de Van es difícil para todos pero especialmente para Arthur... Necesitaré de vuestra ayuda, sé que vuestra dulzura podrá mediar entre ambos.
Miró hacia atrás de ellas, donde aún hablaban Arthur y Lebron.
-Tal vez no soy la mejor madre pero los amo y los necesito a mi lado a los tres... ¿Haríais eso por mí?
Había esperado que la frase que pronunció catapultara a los niños con su madre, le habían encomendado tareas complejas de realizar en muy poco tiempo, pero al parecer Ser Byron había logrado motivar al joven Morrigen. Comprendía el porqué, debía organizar esas tropas rápidamente y elegir adecuadamente quien iba a acompañarlo y quien no. Al menos había escuchado su sugerencia respecto al escudero, sin duda sería una buena oportunidad para él y un honor combatir a su lado.
Miró al niño buscando un modo de hacerle una contrapropuesta que lo libere de su pedido, pero no era correcto, ese chico era su señor, y él el encargado de formarlo como tal. Suspiró y sonrió - De acuerdo Arthur, dibujaremos los diseños de tu espada. Coincido en que la sencillez redundará en utilidad, sin embargo es necesario que la espada de un Lord se distinga de las del resto, no la hará mejor espada, pero se hará respetar - muchos soldados peleaban como caballeros, pero aún así no eran tenidos en cuenta hasta que eran nombrados como tales. Una espada no estaba exenta a esa regla del poniente.
Llevó al chico a la habitación dónde guardaba sus libros, tomó un par de ellos y los puso sobre la gran mesa - En este encontrarás los símbolos con los que cada Morrigen selló sus armas, todos llevan la base de Nido de Cuervos pero tu padre se distinguió de ellos por llevar la base de Nido de Tormentas, así que en ese debes basarte. Este otro libro muestra los caballeros mas distinguidos de la región desde los tiempos del rey Durran, muchos de ellos llevan sus espadas consigo, si bien he visto mas modelos en Antigua, creo que serán suficientes para tu primer espada. Cuando termines de elegir cual te gustaría, avísame y te ayudaré a dibujar el diseño -
Se sentó a cerca del chico y continúo releyendo el inventario y tomando notas de lo necesario para la cena de la noche, no contaba con mucho tiempo para completar la petición de la dama.
Un rubor cubrió su mejilla cuando Farryn le susurró la palabra que andaba buscando. Aunque seguía siendo un crío estaba entrando en una etapa donde comprendía los valores y los efectos de sus acciones. Sabía que había tenido una rabieta, o al menos lo entendió a medida que subía las escaleras y la rabia lo iba evaporando. Pero no era rabia, la realidad es que tenía miedo.
- Gracias -susurró sin apartar la mirada de sus botas, las cuales habían tomado un repentino y genuino interés.
Cuando por el rabillo del ojo vio que su hermana se internaba en donde estaba su madre dio un pequeño suspiro. No era precisamente orgulloso, pero el entusiasmo de su hermana por Van y el alejamiento que tenía con él desde la muerte de padre... Su atención se fijó en el Maestre con aquellos serenos ojos azules; veces inquietos, veces atentos.
- Vale -dijo con interés frente a aquellos libros que olían a antiguo-. Me gustaría que la base fuera la de Nido de Tormentas.
Asintió entusiasmado y al poco tomó el libro donde se encontraban los caballeros y sus espadas. Estaba maravillado con el detalle que los Maestres hacían en todo.
- Algún día me gustaría ir a Antigua -murmuró.
Pasar cada página era mantenerse en suspense. Nombres, breves historias y diseños. Algunos eran sorprendentes, con espadas enormes o poderosas hachas o mazas como la de su tío. Y las armaduras... Dudaba que algún día fuera capaz de manejar con destreza aquellas armas, o llevar algunas de las aparatosas armaduras.
- ¿Dónde está mi padre?
Alzó la mirada esperando inquieto, mordiéndose el labio inferior, por una respuesta positiva.