El traficante no quería nada, más que terminar con la misión...y si fuera posible, que los alemanes se largasen y continuar con su vida.
Antonov, algo preocupado, miró a los compañeros, buscando que hacer, pero, sin mediar palabra, re-emprendió el camino con un gruñido. No quería ver a los muertos. Si no los veía, no los recordaría, y eso le evitaría males mayores a su mente. No quería recuerdos.
- Si no hay pesadilla, luego no te despiertas con malas sensaciones.
.-Venga, vámonos de aquí cuanto antes.-dije mientras ayudaba al muchacho a levantarse y empuñaba el fusil y cubría la retaguardia mientras avanzábamos en la dirección que íbamos en un principio, que parecía ser la misma que nos indicaba el muchacho.
Llegado el momento, reanudáis la marcha a través del bosque. Aunque la oscuridad dispara vuestras alertas en todo momento, el trayecto sucede sin inconvenientes. Habéis perdido bastante tiempo, pero concentrados en llegar al destino lográis avanzar a un ritmo más que aceptable, a fin de cuentas, tampoco deseáis quedaros a ver si los alemanes os pisan los talones, pero no hay ninguna evidencia de que así sea. Poco a poco, la densidad del bosque mengua y no tardáis en divisar a lo lejos el taller de Isayev. A pesar de la hora que es, bien entrada la madrugada, hay una luz encendida en el interior.
Parece ser que el civil que habéis rescatado conocía bien el camino, de hecho no se sorprende cuando es evidente el lugar al que os dirigís. De hecho, podría decirse que le resulta familiar.