Partida Rol por web

El ladrón apartó de un manotazo la "garra" de Harpálice presionando entre sus omóplatos y gruñó ligeramente, acercándose más al enano. Era loable como el barbudo Gortnus sabía manejarse por las grutas... igual que un gusano gordo removiéndose en el vial de una poción; parecía torpe y sin embargo con tesón y fuerza conseguía salir a flote.

De una rápida mirada vio al loco del mago buscando aderezo para la comida en aquellos hongos que crecían en las paredes. ¿Acaso no se enteraba de nada? Esperaba que el huesudo Fizban se lavase las manos antes de comer, o si volvía a ponerse otra vez ido, lo iba a cuidar la punta de su daga de plata. Pensaba en eso cuando se dio de bruces con la espalda del enano, que se había detenido para agarrar su hacha con decisión.

Cassim movió el bigote bajo su huesuda nariz, y como si estuviese espoleando a un perro, pero en silencio, tocó las palmas e hizo aspavientos como si quisiese empujar al guerrero rapidamente a través de la grieta. Hop, hop, hop.

Gortnus caminó con pasos lentos, el hacha a media altura y con el cuerpo ligeramente inclinado hacia adelante. Puede que los enanos no tengan una predisposición natural al sigilo pero ello no quiere decir que ninguno conozca la teoría de las artes de la infiltración. Y Gortnus no sería un comerciante ambulante con todas las de la ley si no supiese como mínimo la posición estándar de persona al acecho.

Dejando a un lado la discusión sobre la capacidad de Gortnus para ser silencioso, el enano volvió junto al resto del grupo al poco con una cara que expresaba cierta incredulidad tras observar la estancia a la que daba el irregular túnel. -La buena noticia es que no parece haber ningún peligro esperándonos. La mala es que dudo mucho que tardemos en toparnos con lo que sea que habite en este subterráneo.- Les dice a todos con el ceño fruncido y una mirada suspicaz. -La sala que nos espera está claramente trabajada. Además de iluminada y decorada. Así que debemos andarnos con ojo.- Advirtió antes de girarse para caminar de vuelta a la habitación. -Vamos. O pronto nos quedaremos pegados a esta piedra y brillaremos como los hongos que infestan el túnel.- Comentó con un tono más sarcástico que bromista. Si bien Gortnus no tenía problemas por moverse bajo tierra, no ocurría lo mismo cuando se sabía atrapado. Pero su olfato de comerciante hacía mucho más soportable la situación. Aunque no hacía falta ser un experto para saber que cualquier construcción oculta a tanta profundidad siempre esconde algún que otro tesoro bien guardado. Conocimientos básicos, que se dice.

En cuanto el precavido enano volvió de echar un vistazo rápido, Harpálice fue rauda tras él para adentrarse en la habitación que les había descrito.

- No soy una cobarde. Si esa harpía se atreve de nuevo a dar la cara se las verá con mi Colmillo.- Harpálice había sido entrenada por su padre para ser una implacable guerrera. Su fiereza y valor eran bien conocidos en la comunidad de pastores de lobos de la que procedía. En cuanto entró en el espacio abierto de la habitación tomó su escudo y su lanza con la firme intención de proteger a los demás en el caso de ser atacados.

Informó el enano a sus compañeros de lo que veían sus ojos, mas en nada pareció esto turbar a los presentes, y tan sólo recibió el apremio de la guerrera, quién sin duda prefería enfrentarse cara a cara a la bestia que les había atacado que perecer de inanición en aquellas grutas. A su misma vez, el enano, espoleado por el orgullo de la mujer, decidió que no caería en la vergüenza de mostrar sus dudas ante ella, y con decisión, encabezó al grupo en el acceso a la gruta, sin que ninguno de ellos dudase en seguirle.