Partida Rol por web

-¿Ya se marchan todos, verdad? me sentiré más tranquilo cuando haya menos gente aquí que pueda mirarme y recordar lo courrido, Masanari-san.- dice de forma escueta Shigeru. Ahora parece bastante más sencillo y cercano, aunque siempre lo ha sido bastante. Su forma de lidiar con la tortura de lo sucedido ha de ser sin duda la humildad. Con calma, se sienta en una roca frente al pequeño estanque donde un criado alimenta a la anciana pero aún reluciente carpa, un pequeño capricho que, alguien te comentó, le regaló a Hoturi un emisario Ide.

El joven forjador permanece en silencio y en pie a excasa distancia tras su señor. Las facciones de su rostro parecen al fin relajadas, e incluso sus ojos se cierra por un momento tratando de alcanzar con mayor certeza la paz interior que trae consigo la suave brisa. Su madurez va tomando forma con el paso del tiempo, sin duda gracias a las experiencias que va viviendo en este Imperio de Jade. Cada cual debe abrirse camino hacia su propio Destino, pero lo que ya tiene bien aprendido es que no a costa de ignorar a aquellos que van a pasar a nuestro lado.

...sin duda las Fortunas tienen a bien que la vida prosiga.

Uno por uno, vais saliendo por las puertas del palacio y recorriendo la ciudad, la llamada por algunos "segunda capital", que sigue su vida normal, llena de belleza. La gente os mira curiosa, como cuando llegásteis, aunque en el rostro de algunos se ve que han oido historias sobre lo ocurrido. Será difícil para Hoturi recuperar la confianza del pueblo en la capacidad de sus shugenja para prevenir ataques de las tierras sombrías.

Al abandonar la ciudad el peso de lo ocurrido se desvanece un poco por el viento del plan de viaje, de las paradas y lugares que quedan por delante. Pronto, cada uno estará en su hogar con tiempo para reflexionar sobre lo ocurrido y una historia que narrar en las noches de invierno que el destino os permita vivir.

Os quedáis en silencio, observando el estanque, el aire y el mismo universo en cada detalle, como enseña Shinsei. Entre ambos hay ahora una cadena de comprensión, pero es débil; hay demasiadas cosas que no pueden ser dichas, demasiados secretos.

Espiritualmente, te preparas para las próximas semanas en las que forjarás tu primer arma, aprenderás todo lo posible y finalmente quizá partas a con tu sensei hacia tierras Dragón para aprender aún más. Miras a Hoturi, miras al cielo. En tu mente empiezas a imaginar la espada creándose bajo tus manos, el metal doblándose una y mil veces hasta producir el filo adecuado. El mismo camino que, por otra parte, ha de sufrir un alma para alcanzar su dharma algún día.

FIN