Partida Rol por web

Gracias, señora, con Dios -le dije mientras me alejaba hacia Xoaquín. Xoaquín, ¿puedes indicarme el lugar a la iglesia? He de hablar con el Padre de este lugar, a ver si consigo averiguar algo más. Aunque espero que eso no te suponga un problema. Sin embargo, me sería de gran ayuda...

No sabía si esta visita me reportaría algún beneficio o nueva información (o por el contrario haríanme colgar por abandonar a la dama enferma tanto tiempo). El caso es que estaba decidido.

Pero maese Jaume, el pueblo está algo lejos y seguramente el conde no quiera que vos vayais solo...con lo que, bueno, temo que tendré que preguntarle a él pues ningún guardia tiene la orden de dejarlo salir del castillo...-dijo mordiendose el labio inferior.

Okei, ve a preguntarle. Por si acaso me dirigiré a la sala de la chica, quiero verla antes de ir. Te espero allí -le dije.

Ciertamente no sabía si aquella búsqueda serviría de algo, pero tenía que traducir aquel pedazo de papel...

El joven guardia te acompañó hasta la habitación donde descansaba la señora, pues tales eran sus obligaciones, y después se marchó para hablar con el Conde. En la puerta hay un par de guardias que te saludan al entrar.

Dentro no ha cambiado nada, la mujer seguía tumbada respirando agitadamente mientras los ojos se movían en todas las direcciones, seguramente atormentada por terroríficas visiones. Algo desesperado por no poder hacer nada y ver que cada vez os queda menos tiempo marchas a tu pequeño cuarto y te sientas en el camastro mientras vuelves a coger la nota y empiezas a cavilar sobre todo lo que ocurre.

Es en ese momento cuando una pequeña figura entra revoloteando por la ventana: se trata de la golondrina que Xisela y tu encontrasteis en el bosque.

Conde -respondí-,  sería irresistible vivir y trabajar para vos en este castillo, en ésta vuestra casa, pero, y aunque no lo creáis, mis conocimientos en... la magia -dije esto con cierta osadía, aunque era la realidad-, los mismos que han salvado a vuestra mujer, son los motivos por los que he perdido a la mía, y a mi hijo además.

Lejos de aquí, en el reino de Cataluña, hombres como vos no ven con buenos ojos los milagros que pueden realizarse con la ayuda de la Goecia y junto a la medicina ¿vé como ahora parpadea su esposa y tan alegre rostro presenta fruto de la salud redescubierta? Fue por ello que me persiguieron y me hicieron separarme de lo que más quería.

Tan sólo le pido un par de cosas, ni oro ni recompensas: En primer lugar déjeme el camino libre para marchar hacia Castilla y recuperar el amor de mi familia, y seguidamente tenga en cuenta a este buen soldado, Xoaquín, que bien quisiera tenerlo yo como hijo o hermano. Si lo hace, comprobará su entereza y responsabilidad, su disciplina y pericia. Adios, soldado -le dije a Xoaquín tendiéndole la mano.

Luego hice una reverencia al Conde y a su esposa, ahora curada. Me dispuse a tomar mis cosas y marcharme de allí. Caminé, y cuando estaba a punto de desaparecer, me di la vuelta y volví a mirar al conde, hablándole y dedicando miradas a la ventana:

Si alguna vez véis, mi señor Conde, una golondrina herida o alicaída, tendedle la mano como a vuestra esposa o vuestra hija. Créame que el Altísimo en verdad provee... De veras que provee.

Y salí del castillo en busca de mi verdadero destino.