Partida Rol por web

La gente ha ido llegando al comedor de la posada “Las Carpas Felices” hasta formar un grupo interesante: Hay cuatro mesas ocupadas, cada una por dos personas. Se ha hecho un silencio un poco incómodo al entrar los últimos comensales, dos miembros del clan del Dragón, que es obvio para todos… menos para el posadero. O quizás simplemente, este ha sido avisado para relajar el ambiente todo lo posible, ya que rápidamente azuza a un par de jóvenes sirvientas para que tomen nota y sirvan comida.

- Por favor, ¡coman cuanto deseen! También tenemos el mejor sake al norte de Tsume, seguro que unos samurái jóvenes y valientes como ustedes, desean beber, conversar y festejar, pues mañana comenzará el Festival de Inari y los Tres Monjes Hambrientos… ¡trae mala suerte pasar hambre en estos días sagrados! – Termina el grueso Shunsui con una enorme sonrisa.

Uno de los primeros en posar sus pies descalzos en la sala es un joven miembro del Fénix.

Apenas de trece años. El hecho de que haya hecho aun su Gempuku es de hecho algo raro. Sin embargo, el joven parece en ocasiones sorprendido con el trato brutal a los de las castas mas bajas. En ocasiones intenta detener al bueno de Shunshui de mostrar más crueldad de la estrictísimamente necesaria con algún gesto. Cosa que, para alguien de apenas 1'40m, es dificil.

"Konnichi-Wá. Supongo que todos estamos aquí para el veredicto del muy honorable Doji Damachi-Sama "

El muchacho tiene en ocasiones un aire distraido, como si estuviese viendo cosas que el resto no pudiese percibir. En esto parece casi un gatito doméstico. Sin embargo en otras ocasiones parece tan atento que pocas cosas se le escapan.
La bolsa de pergaminos le revela como un sugus, un practicante de la magia de los Kami. Y tanto los colores como el Mon revelan orgullosamente su origen y familia.

"Deseo que esta velada nos traiga concordia, solución a nuestros problemas, y nos haga ser mejor personas, de cara al cielo y a nuestros ancestros"

Shiki no se extraño de que les alojasen en una posada, eran demasiados los invitados y era lo más cómodo para el señor.

Luego se dirigieron hacia el comedor, y pudieron ver que ya había algunos invitados.

-Konnichi-Wá. Les deseo una buena cena y velada, así como un buen descanso. Mañana será un día de trabajo.- Y se sentó junto a Isawa en una mesa cercana. 

Suponía que en un rato llegarían el resto de invitados, y esa sería una buena ocasión para conocerles. De momento se mantuvo tranquilo y descansó del largo viaje que había realizado. 

Tras el pequeño informe y bienvenida de Ando y responder de forma sucintamente agradecida a sus precauciones, Nadeshiko dejó el arma que portaba en el closet o espacio designado para las mismas, como era cortés al alcanzar el establecimiento.

Al alcanzar la posada, se había excusado momentáneamente para arreglarse de forma más dedicada que lo que podía hacerse en el camino, y descendió a la reunión variopinta luciendo el largo cabello suelto y bien cepillado, con sus respectivos broches florales. Una pieza de jade pulido y varios pequeños accesorios en su apariencia mostraban pequeños grabados o figuras zorrunas, y convenientemente en sus brazos había un genuino zorro de cabello rojo patas negras que se veía bastante plácido en su haber, al menos al entrar al local, pero tras la visita a su habitación había vuelto sin este y con el maquillaje retocado a modo de hacer su rostro lo más perfecto posible en presentación visual.

Tomó asiento con movimientos delicados a la mesa, el mon sobre el pecho era el de una grulla sujetando un delicado copo de nieve de ocho puntas en su pico, y su vestimenta estaba adornada con grullas y zorros jugando juntos entre flores de nieve. Asintió con aire de aprobación al anfitrión entusiasta, antes de dirigirse a la comitiva.

-¿Han comido arroz hoy? -habló con tono alegre, acompañando con una sonrisa gentil- Mi nombre es Doji Nadeshiko. Espero poder ayudar a que este conflicto encuentre un final civilizado y satisfactorio, y que disfruten la hospitalidad de nuestras tierras. Siempre tendré una palabra que dar si desean hablar de todo o nada, ¡aunque me encantaría ahora mismo oír algo sobre el festival local!

Deslizó una mano dentro de las mangas y extrajo una caja larga, delgada y ornamentada con detalles dorados, para tomar de la misma un set de palillos elegantes igualmente decorados. Los dejó en la mesa antes de devolver el contenedor dentro de una de las largas mangas, que delataban el no estar casada. Y pensó un momento, para pedir tofu frito y pescado, con una poca de arroz y zumo frutal para acompañar.

Los ojos se deslizaron casual pero astutamente por la estancia. Sus gestos eran amables y rezumaban cortesía permeada con fresco entusiasmo jovial, pero estar atento en un entorno social era algo básico para alguien que debe entablar batallas en estos ambientes.

-Oh, veo que hay gente muy talentosa presente... -como todos, era difícil pasar por alto que había alguien que de no portar una wakizashi en el obi, sería tratado como un niño aún, y sus ojos se habían posado momentáneamente en él. Le era interesante cuanto menos, esperaba que habiendo cumplido 17 hace poco fuese a ser la más joven de la comitiva, pero en últimas le animaba el prospecto de tener gente más cercana a su edad.

La calidad de la cena es notable, y aunque la decoración de la posada es exquisita, con grabados de grullas volando en cada pared. La iluminación está colocada con gusto, creando espacios de luz y sombra acogedores e íntimos para cada mesa, aunque a la vez suficiente para ver que se cena. Pero las ocasionales subidas de tono del hombre de verde y dorado estropean un poco la velada. En una ocasión, se levanta de su mesa de mala manera y con la cara enrojecida, rompiendo la etiqueta de mala manera, y se dirige hacía Shunsui, el posadero, exigiendo Sake más fuerte y de mejor calidad. Un par de minutos después parece calmarse un poco, y murmurando entre dientes que “nadie se ríe de Taka-sama” vuelve a su sitio… os da la impresión que Taka-sama podría ser él mismo, y que tiene un alto concepto de su persona.

Tras la dama Doji, un imponente Grulla mucho más alto que la media normal de estatura rokuganesa entra en la sala. En su kimono, luce el mon de las Grullas de Hierro, la orgullosa familia Daidoji. Al igual que todos los demás, deja su katana en el reservado a la entrada de la posada. Se sienta junto a Nadeshiko después de hacer una ligera reverencia todos los presentes.

-Que las Fortunas os sean propicias.

Enseguida se ve que es un hombre de pocas palabras. Cuando le sirven la comida, la saborea con apetito pero de manera comedida. Cuando el tal Taka le grita al posadero de malas maneras, deja los palillos en la mesa con un fuerte golpe y, sin volverse hacia el otro hombre, dice.

-Tal vez Taka-"sama" -pronuncia el "sama" con sarcasmo- debería cerrar la boca de una vez... Estáis molestado a la dama...

Nadeshiko conservó la sonrisa y cerró los ojos. Hubo un sonido suave al extender un abanico que extrajo de un bolsillo, pausando su comida, y casualmente cubrió la parte inferior del rostro con él, casi con gesto coqueto antes de bajarlo con calma y hablar con tono alegre y cortés.

El rostro maquillado parecía imperturbable, aunque quizá la piel natural del cuello se viese un poco más pálida. Aún así, habló con candidez:

-Oh, no te preocupes Hochiu-san, aprecio tu preocupación. -miró entonces a Taka y juntó las manos cerrando el abanico con aire conciliador- Creo que Mantis-sama tiene derecho a descansar con un sake de su gusto, luego de trabajar arduamente para el Emperador otro día más.

Llevó una mano a la mejilla, con aire de interés en su expresión jovial, casual y disimuladamente dando más información a los demás presentes contra más hablaba, pero sin detenerse en estos detalles en absoluto.

-¡Ese mon...he escuchado mucho sobre los viajes intrépidos por el mar de la familia Yoritomo! Debe ser una experiencia única viajar por esas aguas y ser hábil para luchar sobre ellas. ¿Quizá...fuera tan amable de contar algunas de sus aventuras? Seguramente el buen anfitrión no tarde en traer otra bebida para acompañar la ocasión.

Dudaba que Shunsui no estuviera trabajando en ello ya, pero esperaba que las piernas de su empleada fuesen veloces como el viento ahora mismo.

Por un momento, el rostro de Yoritomo Taka se pone blanco, luego da dos pasos hacía donde se siente Hochiu, y parece dudar al ver el tamaño del Daidoji.

La oportuna intervención de Nadeshiko hace que Taka se quede dudando de su siguiente acción. Es obvio para todos los presentes que no quiere ceder ante un samurái más joven y seguramente de menos rango, pero que no está muy seguro de cómo actuar contra un grulla enorme, y además en tierras grulla.

- Aunque el sake esté hablando por mí… – empieza Taka, pero es interrumpido por un sonoro carraspeo del Escorpión que hablaba con él.

Taka observa alternativamente a Hochiu, Nadeshiko y al Escorpión. Parece obviamente incómodo. De repente parece que se le ocurre una idea para salir del atolladero en el que se ha metido.

- Sí, sin duda el sake me está haciendo mal. Estaba a punto de aceptar un trato que no me convenía, así que agradezco vuestra intervención. Quizás mañana pueda negociar mejor.

Muy oportunamente, Doji Ando entra en el comedor. Detrás suyo os parece ver a uno de los sirvientes de Shunsui.

Ando entra en el comedor con aire digno, aunque notáis que parecía esperar encontrar una situación peor que la que observa.

- Saludos, estimados visitantes. Solo venía para desear que la cena les sea agradable y recordarles que mañana vendré a recoger a las delegaciones Dragón y Fénix para guiarles al hogar de Doji Damachi-sama.

Bajo la atenta mirada de Ando, Taka se levanta y se marcha del comedor, dirigiéndose al piso superior. Unos minutos después, el Escorpión se despide amablemente de todos los presentes y también se marcha hacía la planta de arriba.

Ando conversa brevemente con Shunsui, se despide de los presentes, y sale del comedor y de la posada.

Shiki observó con creciente preocupación la reacción de Taka, y aunque este se controló, bien podría haber ocurrido algún confrontamiento. Hasta que finalmente la oportuna llegada de Ando puso paz y tranquilidad, resolviendo la tensión que se había acumulado en el comedor.

Si en algún momento había albergado la idea de que las negociaciones serían sencillas y rápidas, esto cambio de forma inmediata, serían un largo proceso en el que las tensiones irían al alza. Trató de disfrutar de unos sorbos de aquel excelente sake, y relajarse un rato, antes de subir a descansar. Tal vez aquellos serían los últimos momentos de tranquilidad, ya que las negociaciones comenzarían el día siguiente.

El enorme Daidoji se pone en pie una vez que el Mantis y el Escorpión han salido del comedor. Ya ha terminado la cena y dirige una breve reverencia al resto de los presentes.

-Pido disculpas a nuestros invitados por mis palabras fuera de lugar -después se dirige a la Doji-. Si no me necesitáis más, voy a retirarme a la habitación, mi señora.

-Quizá las historias puedan esperar a mañana. -dijo con calma ante las palabras del Mantis- ¡Tenga buenas noches!

Nadeshiko volvió a abrir el abanico con una maestría dactilar bastante usual en los cortesanos que frecuentaban ese objeto, y lo meció unos momentos sobre sus labios antes de volver a cerrarlo. Tras esto, miró al hombre Daidoji con gentil camaradería.

-Oh, has comido poco. Pero está bien para mí, nos veremos mañana Hochiu-san. Descansa bien. -por su parte, parecía que ella no estaba dispuesta a dejar que ese tofu se enfriara, y se dedicó a hacer charla ahora con el anfitrión- Decía antes, ¡me encantaría saber del festival! ¿Podría decirme la historia tras el mismo?